En ocasiones, no puedo sino
paralizarme al ver el infinito derroche de energía que grandes conglomerados
invierten para defender las causas más fútiles, en una suerte de desperdicio
entusiasta del tiempo que tenemos de vida. El norte pareciera ser: Minimizar la
posibilidad de pasarla bien y sanos mientras estemos vivos, lo cual suele estar
atado a cierta épica de la intrascendencia. La necesidad de dejar pequeñas
huellas, aunque las mismas no tengan mucho sentido, van de la mano con lo
humano y un tufillo a autodestrucción mueve ciertas reivindicaciones. En
defender esas causas pareciera que se le va la vida a un montón de gente.
Causas ganadas y
contemporaneidad
Quizá lo más interesante de
las causas sociales de la contemporaneidad es la facilidad con la cual se
ganan. Son metas aparentemente ínfimas que intentan modificaciones sociales de
trascendencia dudosa. En la inmensa complejidad de lo humano, el tratar de
luchar por la conquista de los derechos de algunos grupos pareciera que más que
un logro o grupo de logros son distractores. Ante los grandes problemas
endémicos de la civilización, la humanidad parece mirar a otra parte. Lo muy
malo de la civilización se tiende a camuflar en los discursos de las quejas
cotidianas. Es como si se hubiese claudicado por interesarse en lo importante
para terminar por banalizar las cosas que por más esfuerzo se haga en
ocultarlas, están presentes y son de difícil resolución. Es mejor el camino de
la épica fácil, lo cual pareciera ser el grito batallador de la escaramuza.
Causas perdidas e historia
Por el contrario, las grandes
causas aparentemente perdidas parecieran haberse esfumado. Casi nadie plantea
posiciones serias y concretas para acabar con los grandes problemas de lo
humano, como la pobreza, el hambre y la violencia, lo cual va de la mano o
tiene como consecuencia un montón de males, incluyendo las migraciones contemporáneas.
Muy por el contrario, lo verdaderamente importante, que es motivo de
sufrimiento para millones desaparece por la necesidad occidental de defender
pequeñas causas, diminutos cambios, algunos estéticos, que cuando no apuntan a
la moda, a lo sumo llegan a tratar asuntos que tienen que ver con las formas.
Paradojas perfectas
Mientras se lucha por pequeños
derechos, casi asuntos que tienen que ver con la pasarela y los entretelones,
grandes problemas están al acecho. Mientras por un lado hay toda una alaraca
relacionada con las nuevas potenciales fuentes de energía, por otra parte, la
humanidad ha llegado el punto en el cual está utilizando más combustibles
fósiles que nunca. La producción diaria de barriles de petróleo ha alcanzado
niveles muy altos, los cuales son necesarios para que los grandes conglomerados
humanos se mantengan activos. Salvo países que están muy a la vanguardia y son
minoría, temas como las energías saludables, el reciclaje y el compromiso de
proteger al medio ambiente quedan solo como saludos a la bandera.
Las mil y una noches con sus
días
La épica de la intrascendencia y del logro con el mínimo esfuerzo se fue perfilando desde el siglo pasado y se estableció como modelo en buena parte de occidente en la contemporaneidad. El problema es que por más que se refuerce lo banal, el talento humano siempre va a ser requerido, incluso y a pesar de quienes han apostado a la tecnología como instrumento para restar fuerza al potencial intelectual humano. Lo más probables es que durante un tiempo veamos las estrelladas más insólitas. Lo interesante es que estamos advertidos y apostar en la educación sigue siendo el único camino para alcanzar los sueños que las personas cultivamos día a día, con sus noches.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 31 de mayo de 2022.
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