lunes, 29 de junio de 2020

Fortaleza y buena vida


Incluso para un merideño, en Santiago de Chile hace frío en invierno. Mi esposa tiene la generosidad de traerme una nueva taza de café mientras escribo y frente a mi computador, el cielo se va despejando, dejando que se asome con toda su blancura la Cordillera de Los Andes. Ante la contrariedad haber dado por perdida mi biblioteca, construida durante décadas, he resuelto valerme de los libros que me ofrecen las instituciones públicas y poco a poco reconstruir una nueva selección de textos. Esta vez, sin dudas, los que hayan pasado por el duro filtro de la selección de quien ha dedicado un buen tiempo de su vida a leer.

Antes leía lo que me caía en las manos o literalmente iba de compras a las librerías como quien va al supermercado. Por estos días me interesan más los libros de historia, las biografías, las grandes obras de la filosofía y por supuesto, la literatura. En particular, los textos literarios me cautivan, tanto las novelas como los cuentos. De muchacho leí mucha poesía, no siendo una prioridad en estos tiempos. Cierta actitud contemplativa en mis horas de ocio ha permitido cultivar mi interés por el asombroso mundo que nos circunda, tanto el universo de la naturaleza, como los espacios que el ser humano le arrebató a la misma: Las ciudades.

Naturaleza en el corazón

Desde muy temprana edad comencé a subir montañas. Ya adulto y con buenos equipos, desafiaba a la naturaleza y me probaba a mí mismo las veces que podía. Me metía en los páramos merideños, siempre a más de 4000 metros de altura, hasta durante una semana, en la más absoluta soledad y comunión conmigo mismo. En algunas ocasiones me tornaba caviloso y solía rumiar en torno a ciertas ideas, pero la mayor parte del tiempo, en las montañas, no pienso. Literalmente mi cerebro queda como si atravesase una insólita inercia que me permite disfrutar de forma apacible y tranquilo. Una suerte de rara paz que ninguna otra satisfacción personal me ha generado. Esa paz se ha visto menguada, luego de casi cincuenta años caminando, al punto de que mis rodillas ya acusan los daños de esas infinitas y espléndidas caminatas. Mi tendencia a deslumbrarme por el contacto con la naturaleza ha sido parte de lo que soy. He estado en peligro muchas veces y lo he asumido con estoicismo. De la desesperanza surge el encandilamiento de las pasiones y fallan las ideas. Un buen montañista es por encima de cualquier cosa, un ser capaz de controlar sus emociones. Esa experiencia la viví con la intensidad con la cual asumo la vida.  

Ciudades y encantamientos

He tenido la fortuna de viajar. Unas veces porque he tenido que cambiar de hogar, otras por trabajo y la mayoría de los viajes por gusto. El placer de los viajes es sin dudas una condición que fortalece el carácter y permite disfrutar, conocer, pero por encima de cualquier cosa: Comparar. Una vez, caminando por una montaña muy hermosa, cerca de Bailadores, en Venezuela, vi un sendero que me llevaba a otra montaña que me pareció tan bella que me sentía en otro mundo. De frente venía una anciana que llevaba un quintal de leña en la cabeza y sin poder evitarlo, le comenté que me parecía muy hermosa la montaña que estaba viendo. La vieja, enfurecida, me dijo que había padecido la maldición de haber estado toda su vida en el mismo sitio y que no conocía mayor infierno que el tener que ver ese paisaje todos los días de su existencia. “-¡Voy a morir sin conocer mundo!”, me gritó y siguió su camino.

Pienso lo mismo que ella. Si algo da entendimiento y capacidad de desarrollar una sana perspectiva del mundo es la posibilidad de viajar y en esos viajes, inexorablemente iremos conociendo ciudades, algunas de las cuales querremos no recordar y otras quedarán tatuadas en nuestros pensamientos. Podría nombrar tantas y las aventuras y sorpresas que en cada una de ellas he vivido, que bien pudiese dedicarme a la crónica propia de los que trabajan en recrear sus viajes. Viajar es una manera de vivir, de alejar el tedio y de aprender. Por encima de cualquier otra forma de experiencia, en cada viaje y en cada ciudad que visitamos, se nos impregna un espíritu que constituye la esencia de ese poblado, de sus habitantes, de sus costumbres y sus diferentes formas de conducirse. El viaje es la punta de lanza de la posibilidad de ser universal.

Epílogo de un pasajero

En los viajes podemos conocer las más increíbles personalidades. Así lo he experimentado y de los lugares más insólitos han surgidos grandes amistades. Tendiente a ser selectivo con la posibilidad de desarrollar afecto hacia las personas, es en los parajes montunos y urbes contaminadas donde he podido compartir y desarrollar grandes vínculos interpersonales. Una cosa ha llevado a la otra. La amistad forma parte de las grandes virtudes humanas y el cultivo de la misma, requiere de paciencia y mesura. Cultivar una amistad es como sembrar una planta, que requiere invertir energías, así como sus necesarias dosis de alegrías.



Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 30 de junio de 2020.

domingo, 28 de junio de 2020

Mi hijo Saberio: El Internista. Por Alirio Pérez Mogollón


Mi   hijo Saberio:  El Internista. Por Alirio Pérez Mogollón

Nombre y apellidos: Saberio Pérez Lo Presti. Lugar de origen: Mérida, Estado Mérida, Venezuela. 

Saberio vio luz en el mes de enero de 1975. Trae mucho ánimo y entusiasmo por alcanzar las metas trazadas en su vida. Este era el pensamiento que distraía mi mente justo en el momento que fue interrumpido por el lloriqueo de un bebé que acababa de nacer. Me” agarró descuidado”, me dije. Muy emocionado me di cuenta: Mi hijo llegaba de pie y “enmantillado” tal como lo había anunciado previamente su Médico experto Gineco Obstetra Dr. Mauricio Vargas. Todo normal. María se comportó muy bien y sus dos colegas profesoras amigas comentaban que estos niños nacidos así (parto podálico) eran sortarios y les iba bien en su ciclo vital. Yo, mirando a mi hijo recién nacido, me encontré con la mirada emotiva de la abuela materna Anna Gentile (en lo sucesivo la nonna), quien en dialecto siciliano me decía felicitaciones, no te preocupes yo atenderé gustosamente a mi nieto quien lleva y mantendrá la vigencia del nombre de mi esposo Saberio Lo Presti (mi suegro); a quien yo consideré una de las personas más correctas y bondadosas que he conocido en toda mi existencia. Con esta referencia, así inicia la historia de Saberio.

Transcurrido el tiempo, y de conformidad con lo prescrito por el Médico, mi esposa María, madre de Saberio, cumplió su reposo y luego se incorporó a su trabajo como docente Profesora de Inglés  en el Liceo  Libertador   y la nonna se encargó de la asistencia alimentaria, salud y recreación  de Saberio quien fue creciendo y desarrollándose rápidamente; tuvo una infancia feliz, con facilidad para lograr amistad, jugaba, especialmente le gustaba el futbol, montaba bicicleta y se adaptó rápidamente al ambiente del colegio. Y respecto a su alimentación, la nonna le inclinaba su preferencia hacia la “cucina siciliani” (brócolis, coliflor, acelga, pastas y pastichos). Por supuesto, también comida criolla. Ya más crecidito, los dos la nonna y su nieto, tenían cierta complicidad especialmente en la programación del almuerzo, y en algunas ocasiones yo, disfrutando de sus diálogos cortos en siciliano sigilosamente escuchaba: por ejemplo, ella le preguntaba si prefería “pasta al sugo di pomodoro” o “pasta con le sarde” o “polpette di broccoli”. Lo cierto es que el “carricito” estaba aprendiendo a la vez unas cuantas palabras del dialecto siciliano. Creo que todavía las recuerda.

Con esta información preliminar, paso a reseñar los rasgos fundamentales que caracterizan la personalidad de Saberio. Confieso que con la intención de reducir hasta donde sea posible, los riesgos de subjetividad, del padre a hijo, pedí a terceras personas me recabaran información análoga en cuestionario escrito, para cotejarla con mis apreciaciones. El resultado reveló lo siguiente: joven sencillo, respetuoso, reflexivo, noble, bondadoso, útil, con una atractiva simpatía, con trato humano y cordial, muy amoroso con su familia, mantiene su serenidad, el sentido del humor, propenso a la convivencia y reconciliación, sin aspavientos ni vanidad, dotado de un talento natural y a la vez extraordinario; nunca le he notado un ademán descompuesto, ni gesto alterado, ni nada que denuncie acritud o amargura; con su filosofía de comprender la vida; con todos estos rasgos ha sabido revestirse de las virtudes de un buen médico que busca la comprensión  física y mental del paciente. Con esta motivación, ha sabido atesorar, como estudiante y profesional, un cúmulo de méritos que lo han situado siendo joven entre la pléyade de Médicos Internista que han dado lustre a la Universidad y eficacia en la Ciencia Médica venezolana.

Educación Formal y Títulos obtenidos:

1.Educación Primaria. En el CEAPULA. Mérida.
2. Educación Secundaria. En el Colegio La Salle. Mérida.
3. Educación Superior: 3.1. Médico Cirujano. Universidad de Los Andes. Graduado Cum Laudem. 3.2. Médico Internista. Universidad Central de Venezuela y Hospital Vargas. Caracas. Año 2003.  3.3. “Observership” en la Clínica Departamento de Enfermedades Infecciosas de la Clínica de Mayo,
Jacksonville, Florida, USA. Año 2011.

Ejercicio profesional y cargos desempeñados:
1.     Profesor Asociado. Universidad de Los Andes. Se desempeñó en actividades docentes, asistenciales y de investigación
2.     Jefe de la Unidad Académica del Departamento de Enfermedades Infecciosas. Universidad de Los Andes.
3.     Ejercicio privado de la profesión. Clínica Mérida. Consulta médica y hospitalización de Medicina Interna. 12 años.
4.     Ejercicio privado de la profesión. Centro Clínico.  Consulta médica y hospitalización de Medicina Interna. Mérida. 10 años.
5.     En Investigación tiene más de 10 año participando en trabajos de investigación de enfermedades infecciosas y parasitarias.
6.     Reválida de Médico y como Especialista en Medicina Interna en Chile. Demostró tener formación, conocimientos y capacidad suficientes cuando aprobó los exámenes: Conacem y el Eunacom, requeridos en ese País para poder ejercer tanto en organismo público como en privado.
·        Actualmente Médico Encargado de las Infecciones, Asistencia en Salud y Coordinador de la UH del Hospital Provincia Cordillera, en pandemia Covid.


El trabajo eficaz y fructífero de Saberio, está siempre revestido por sus rasgos personales y su arribo podálico al mundo. 

lunes, 22 de junio de 2020

Sobre inquisiciones




En eso de ser “versado en un tema”, un conocido se ha dedicado a escribir sobre lo que él denomina las nuevas formas de inquisición propias de nuestro tiempo. Tendiente a ver las cosas de manera absolutista, tratándose de un experto en el tema, perdió la puntería y en su intento argumentativo acerca de qué cosa está bien y cual no, cayó redondo en su propia trampa y de crítico social pasó a ser un neoinquisidor, tipología que él tanto se ha dado el trabajo de criticar. Su desliz fue expresar que uno de los grandes errores del mundo en estos tiempos es seguir invirtiendo en las disciplinas humanísticas y no en la ciencia, lo cual, a su juicio, es lo importante.

Acabar con las humanidades

La osadía de plantearse el no invertir recursos para el desarrollo de las disciplinas humanísticas es una de las bestialidades más grandes que conozco. Sería literalmente condenar a la civilización a no dar un paso que no sea estrictamente utilitarista y desaparecería toda forma de vinculación interpersonal amable que hayamos conocido. Pero es que el asunto es incluso más grave. La moral, que es la forma de conceptuar el bien y el mal de manera dicotómica en un tiempo y en un lugar va cambiando conforme las generaciones subsiguientes la van reevaluando. Esta reevaluación de la moral va de la mano con los cambios de las costumbres y las luchas sociales que permitan la aceptación de la normalización de estas costumbres. El estudio de lo moral (qué es bueno y qué es malo) desde una perspectiva universal, es lo que conocemos como ética. Dicho de otra manera, la ética es el ejercicio a través del cual intentamos darle una dimensión universal a la moral y es filosofía. Si no existen las humanidades, no existiría la ética y el ser humano estaría condenado a vivir en una barbarie extrema.

La ¡oh! diosa ciencia

A mediados del siglo XIX, hasta la tercera parte de las parturientas moría por fiebre puerperal, proceso infeccioso condicionado por la falta de higiene durante la atención de los partos. Mi abuela solía decir que “parir era morir”, porque para las comunidades del sur de Italia, incluso a comienzos del siglo XX, los partos estaban estrechamente relacionados con la muerte. Ignaz Semmelweis, médico cirujano y obstetra nacido en lo que hoy conocemos por Budapest y fallecido en Viena en 1865, es reconocido históricamente como “el salvador de madres” por haber creado los procedimientos antisépticos. En sus publicaciones señaló que el lavado profundo de las manos de los obstetras reducía significativamente la mortalidad por fiebre puerperal a menos de 1 %. Su aporte, la idea de lavarse las manos para evitar la muerte de las pacientes, fue profundamente criticada por la comunidad científica de la época y literalmente se le persiguió. Murió luego de dos semanas de ser ingresado en una institución para enfermos mentales, a la edad de 47 años. Sus biógrafos señalan que probablemente falleció por un proceso séptico (infeccioso) causado por una paliza de sus guardias.

Ignaz Semmelweis es el pionero en lavarse las manos como procedimiento para evitar infecciones y prevenir la muerte de las pacientes, técnica que posteriormente Florence Nightingale la convierte en una práctica obligatoria en el hospital de campaña donde trabajaba, en plena Guerra de Crimea. Esa es la principal recomendación para evitar el contagio por el Coronavirus en el siglo XXI y su implementación costó la vida de quien lo planteó, además de haber sido fanáticamente rechazada por la comunidad científica de la época. Volvemos a los preceptos básicos de quienes se sacrificaron por nosotros y debieron luchar con la comunidad científica. La diosa ciencia se suele equivocar.

Antecedentes de las pandemias

A finales del siglo pasado, una generación entera padecimos el tener que introducir los preservativos en las relaciones amorosas. Las flores y los bombones iban de la mano del condón. El HIV hizo su aparición y cambió brutalmente las relaciones íntimas hasta el día de hoy. Creo que a la humanidad se le olvidó que la ciencia no ha saldado la deuda con los enfermos de SIDA y a esa característica colectiva sucumbimos por necesaria negación de la realidad. No es muy efectiva la ciencia cuando de convencer a la gente de cambiar sus hábitos se trata. A pesar de sus innegables avances, todavía falta mucho para depositar la suficiente confianza en ella.


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 23 de junio de 2020. 

jueves, 18 de junio de 2020

La paz y la furia


Incapaces de apreciar los fenomenales momentos de paz, regocijo y felicidad, muchas personas dejan de disfrutar el dinámico arte de vivir por estar literalmente aplastados bajo sus creencias o prejuicios. La tendencia a generalizar, distorsionar o eliminar elementos propios del contenido del pensamiento, hace que los mismos se traduzcan en un lenguaje que mutila las posibilidades de disfrutar la libertad, aunque sea un puñado de ella. Pensamiento y lenguaje van de la mano con los sentimientos, por lo que el duro oficio de vivir lleva consigo la disciplina de ser templado como manera de conducirse. Nietzsche señala que la esperanza es el peor de todos los males porque prolonga el sufrimiento humano. Zeus, deseoso de vengarse de Prometeo, por haber robado el fuego y dárselo a los humanos, le regaló a Epimeteo, hermano de éste, como obsequio de matrimonio con Pandora, una tinaja. A Pandora se le advirtió que no abriera el regalo bajo ningún concepto, lo cual, por supuesto hizo, dejando escapar de su interior todos los males del mundo. Cuando atinó a cerrarla, solo quedaba en el fondo el espíritu de la esperanza, el que no salió de la vasija.

Neopandemias

En tiempos de neopandemias, grandes multitudes sucumben ante el terror de perder sus vidas. Incapaces de saber disfrutarla en buena lid, el espíritu de supervivencia se sale con las suyas de manera socarrona. Gana el miedo y con el triunfo del mismo, las sociedades se apocan. Una amiga me explica las nuevas realidades que vendrán postpandemia y yo que a duras penas puedo vivir aquí y ahora, trato de cortar la conversación sin parecer maleducado, cuestión que no logro. Ahora resulta que el sexo es mejor si se practican las relaciones en línea, tendencia o tara selectiva que medianamente venía siendo atenuada por la natural propensión humana a cultivar el contacto interpersonal. Lo que sin dudas es cierto es que hay personas que mientras más lejos se encuentren, mejor.

Dentro de las neopandemias, no se puede dejar por fuera el santo cuántico de lo virtual. Nuevas formas de drogarse colectivamente sirven para atenuar la poca capacidad de enriquecer la esencia de las vidas. De miserias está hecha la existencia y de lo que se trata es de hacerse un buen escudo para lidiar con las mismas. La claridad de las ideas, en medio del caos, es buena aliada.


La invención del líder

Se podrá estar acabando el mundo, mientras de manera paralela, lo gregario se disputa el poder. Con rapidez el virus se hace de las suyas, y a la par, campañas políticas y discursos grandilocuentes aparecen en cualquier rincón del planeta. Las pandemias pasan, pero la necesidad de hacerse del control de lo social queda. En estas removidas sociales que muchas veces carecen de fundamento que obedezca a un orden fácil de entender, el espíritu de las revueltas obedece a la necesidad de hacer revueltas. Sin escaramuzas ni rencores acumulados no existiría la civilización tal como la conocemos. Para que un proceso social pueda ser conducido, se le debe presentar al populacho cierta coherencia discursiva. Ese orden de lo que se le señala, inexorablemente deberá hacerlo alguien. Si ese alguien no es visualizado, entonces habrá que mover cielo y tierra para que emerja. La construcción de liderazgos puede ser un buen negocio, solo se necesita de carisma y un aparato publicitario (maquinaria), que haga que un ser de carne y hueso se transforme en un salvador o vengador: Es lo mismo. He presenciado el conocido proceso de creación (imposición) de un liderazgo y cada vez me convenzo de que se trata de una receta. Tal vez el descreimiento sea una manera de asumir la existencia, o por lo menos una manera de conducirse sanamente.

¿Cada pueblo tiene lo que merece?

Incapaces de dar forma a las cosas más brutales que nos pasan por delante, la claridad se asoma cuando buscamos el origen de las mismas. Basta con ver cómo surgen los cambios y las marionetas con sus titiriteros tras bastidores para entender el duro proceso en el que nos encontremos inmersos. Los procesos sociales se van moviendo muchas veces con pinza, trabajo de filigrana de auténticos relojeros de la vida en común. A unos los mueve apoderarse del poder para promover potenciales fines que benefician a muchos, mientras otros son destructores por naturaleza, cultivadores de divisiones y cimentadores de lo más innombrable del ser. De eso alguna experiencia tenemos por haberla padecido.

Afortunadamente, un trashumante trasciende si conoce a buenas personas en su camino. Puedo gritar a los cuatro vientos el tener la fortuna de haber conocido personas tan generosas que parecieran ser de otro mundo y de otra época. Pero están en el presente y son de esta misma tierra endurecida por los tiempos. A cada uno de ellos mi agradecimiento, porque son la prueba tangible de haber conocido lo mejor de lo humano y doy fe de que han hecho hasta lo inimaginable para hacer el bien. No existen palabras para tanta gratitud. 



Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 16 de junio de 2020. 

miércoles, 17 de junio de 2020

Valentín Pérez Yépez. Por: Freddy Pérez Mogollón


Mi padre además de ser un fiel devoto de San Antonio, como tamunanguero, también fue reconocido por su afición a los gallos de pelea. En casa tenía una cuerda de más de 100 gallos de pelea que se caracterizaban por ser animales de raza. De todos ellos, en el año de 1966, sobresalía un gallo Corno de 3 y 15 libras que llevaba 13 peleas seguidas porque mataba en los primeros 5 minutos. Es más, la última pelea en marzo de ese año, le mató un gallo español a otro gallero muy mentado en Barquisimeto como fue el Sr. Pausides Sigala. Eso a él le molestó y se dio a la tarea de buscar un gallo correlón, del mismo peso del gallo de mi padre, cuya estrategia concebida sería cansar al contrario y proceder a eliminarlo.

El plan le funcionó y al desafiar a mi padre, la pelea se pactó para el domingo 13 de junio en la gallera del Sr. Jesús Agüero. Cuando mi madre se enteró de eso, le recordó que era la fiesta de San Antonio, y él, contrariado por tan imperdonable olvido, como ya había empeñado su palabra de gallero, optó por llamar al Sr. Sigala para realizar la pelea de primero en la cartelera. Pues bien, el 13 de junio de 1966, a las 9 a.m. se casó la pelea en 2.000 bolívares.

Después de los preparativos de rigor, salieron los gallos al ruedo e inmediatamente el gallo del Sr. Sigala empezó a correr durante 15 minutos, y el gallo Corno de mi padre detrás. Obviamente el gallo Corno, exhausto, se detuvo y el contrario, transformado en un demonio, se le vino encima. Fueron más de 10 minutos llevando espuelas, y finalmente el Corno cayó, casi muerto, en las patas del contrario. Cuando subieron la jaula para proceder al reconocimiento, el gallo Corno de mi padre al sentir un picotazo en su cara ensangrentada, ciego y con una hemorragia interna que le botaba la sangre por la boca, reaccionó y elevó sus espuelas clavándoselas en la aorta del contrario, matándolo en el acto.

La emoción como gallero fue tan grande, que mi padre saltó a la gallera, levantó su gallo en vilo y gritó: ¡¡Ese es mi gallo!! De repente cayó al piso y fue llevado rápidamente al hospital con un derrame cerebral del que nunca se pudo recuperar, y 8 días después falleció el 21 de junio de 1966 a los 56 años de edad.

Las personas comentaban en las exequias que San Antonio lo mandó a buscar por haberle fallado en su día… 





lunes, 15 de junio de 2020

Mi Hija: La Dra. Annabelle. LA FISIATRA. Por Alirio Pérez Mogollón



Mi Hija:  La Dra. Annabelle. LA FISIATRA  

Nació en Barquisimeto, Estado Lara, en mayo de 1971. Sus apellidos Pérez Lo Presti. 
Se dio una circunstancia extraordinaria que me hizo imposible estar presente durante el arribo de mi hija a este mundo. El médico que asistía el embarazo de mi esposa estimaba que el parto sería entre finales de abril y los dos primeros días de mayo de 1971, paralelamente a esa apreciación; en mi condición de Profesor Ordinario de la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad de Los Andes estaba incluido entre los próximos becarios, con la aprobación formal en las respectivas unidades académicas. En concordancia con esta decisión, se adelantaron gestiones de programación institucional que significaba viajar al extranjero, primero concretamente a la ciudad de Buffalo para realizar el curso de inglés previo a la iniciación de estudios conducentes a la obtención de la Maestría en Anatomía e Identificación de Maderas, los cuales se cursarían en el University College of New York en Syracuse, ambas ciudades en el Estado de Nueva York.  U.S.A.  Analizada la situación, mi esposa María siempre generosa, comprensiva y condescendiente y la familia de mi esposa siempre dispuesta a solventar las dificultades y apoyar lo que significase progreso en función del mejor futuro para la familia, aun reconociendo la complejidad de la materia, acogieron por unanimidad mi viaje aprobado por la Institución Universitaria. Y así se hizo. Mi esposa María quedó acompañada de su familia, y ésta le dio todo el apoyo y asistencia, personal, espiritual, económico. Todo marchó bien, aun con las preocupaciones, incertidumbres y nostalgia naturales e inevitables, que todo esto generaba.  El 10 de mayo de 1971 fue un día grande e inolvidable. Nació una criaturita, perfilada, delgada y saludable, quien tendría por nombre Annabelle (así lo habíamos acordado previamente). Inmediatamente recibí la grata y emotiva noticia que como un bálsamo milagroso hizo desaparecer de inmediato la nostalgia y melancolía que me embargaba. A los cinco meses de haber nacido, mi hija Annabelle, su madre María, su hermano Valentín y yo ya estábamos reunidos y conversando en Syracuse. La adaptación de los dos hijos y María tomó poco tiempo, la niña creció rápidamente, le agradaban las compotas de frutas y las de hortalizas y verduras, era muy despierta y ágil.  Después, María ya más familiarizada con el medio y con orientación y estímulos oportunos de algunas amistades y vecinos, tomó, se inscribió y aprobó algunos cursos en la Universidad y logró trabajar por un tiempo en una biblioteca. Transcurrió el tiempo, terminado el postgrado y habiendo obtenido la Maestría en el Colegio Forestal de la Universidad Estatal de Nueva York en Syracuse, regresamos a Venezuela, solicité y fue aprobada mi incorporación a la Facultad.

Reseñadas estas vivencias, entro seguidamente al tema principal referido a rasgos de la personalidad, formación intelectual, educativa y profesional de mi hija Annabelle. Respecto a su forma de ser, pienso, en esta etapa de mi vida (78 años), uno tiene una mirada retrospectiva de la vida más amplia, y cuando se trata de lo femenino, no obstante que esa hija sea recatada, respetuosa, bien formada y moderada, tanto el padre como la madre solíamos actuar como espontáneos seguidores y vigilantes coadyuvantes de la hija, especialmente su madre con sus interrogantes y confianza: ¿Con quién andas, quienes son sus padres, qué hacen, cómo andas vestida, quién ese joven, qué hace?, etc. Y en mi caso, Annabelle afortunadamente me facilitó esa tarea ya que siendo niñita era “muy pegajosa” conmigo; en otras palabras, bastaba que yo anunciara que iba a salir, para ella inmediatamente dijera:

“¡¡Voy contigo!!”

Entre los rasgos fundamentales que caracterizan su personalidad resaltan: Amorosa, cariñosa, generosa, voluntariosa, trabajadora, capaz, compenetrada con su familia, diplomática, aunque a veces no rehúye la discusión, persistente en sus metas, pero a veces puede ser recomendable disminuir cierta dosis de tozudez, con mucha habilidad para materia artística y manualidades: Toca cuatro, piano, pinta cuadros, actúa en obras de teatro. Le agrada participar en actividades artísticas. Su versatilidad es tal que ha actuado en teatro en San Juan de Los Morros y realizado actividades científicas en Trujillo, presentando sus trabajos de investigación.

Sus estudios formales: Educación Primaria.  En el CEAPULA, egresando en el año1977. Secundaria. U.E Colegio Arzobispo Silva.  1981-1988. 
Educación Superior: 1.-Título de Médico Cirujano. Universidad de Los Andes (U.L.A.). Año 1996. 2.-Especialista en Medicina Física y Rehabilitación. Universidad de Los Andes e Instituto Autónomo Hospital de Los Andes. 3.- Estudios de Especialidad en Salud Pública. Universidad de Los Andes (U.L.A.). Año 2004.

Su desempeño profesional: 1. Médico Rural.  Hospital I.  Canaguá. 2. Médico Interno, Hospital de El Vigía. 3.- Médico Interno. Hospital de Lagunillas. 4. Médico Interno. Hospital de El Vigía. 5.- Médico Interno Hospital de Boconó.

Termino, con una chanza ligera: Me siento muy orgulloso de mis tres hijos y me impresiona mucho el dominio extraordinario en sus “programaciones digitales”; cada uno de mis tres hijos tuvo dos hijos cada uno (nietos míos), distribuidos así: El Psiquiatra tuvo dos hijas, La Fisiatra tuvo dos hijos y El Internista un hijo y una hija. 


¡A Dios, gracias!

jueves, 4 de junio de 2020

¿Quién es Alirio Pérez Lo Presti?



Alirio Pérez Lo Presti  es un escritor venezolano nacido en Mérida en 1966. Narrador, ensayista y articulista.


Ha fijado su residencia en varios lugares, como Syracuse (New York), Valera, Canaguá, Abejales, El Vigía, San Fernando de Apure, Caracas y Madrid;  siendo los viajes y las mudanzas una constante en su vida. Escribe desde temprana edad, apareciendo su primer libro en 2006. Cofundador del suplemento literario El sombrero de copa. Actualmente vive en la ciudad de Santiago, Chile.

Desde el punto de vista académico es Doctor en Filosofía (Universidad de Los Andes), Magister Scientiae en Filosofía (Universidad de Los Andes), Psiquiatra (‘Escuela José María Vargas’ Universidad Central de Venezuela),  Médico Cirujano (Universidad de Los Andes), Curso Medio en Salud Pública (Universidad de Los Andes) y Locutor (Universidad Central de Venezuela).


Sus publicaciones se dividen en humanísticas y científicas.

Obra humanística:

La creación del rosado (Ensayos breves de filosofía práctica). Consejos de Publicaciones de la ULA. (2006). Reimpreso en 2007.

Los peligros de comer cotufas (Ensayos breves de filosofía cotidiana). Consejo de Publicaciones de la ULA. (2007). Reimpreso en 2008.

Historias de animalitos (Ensayos breves de filosofía corriente). Consejo de Publicaciones de la ULA. (2008).

Suelo tomar vino y comer salchichón (Ensayos breves de filosofía ordinaria). Consejo de Publicaciones de la ULA. (2009).

La verdadera historia de la perra caliente y otros relatos. Dirección General de Cultura y Extensión. ULA. 2008.

Psicología. Lectura para Educadores. Ensayo publicado en 2008 por CODEPRE, y en 2010 la segunda edición aparece publicada por  el Consejo de Publicaciones de la ULA, reimpresa en 2014 y 2015.

Para todos y para ninguno y otros ensayos. Consejos de Publicaciones de la ULA. (2015).

Cuentos de monte y culebra. Antología de cuentos realizada en conjunto con Ricardo Gil Otaiza. Consejo de Publicaciones de la ULA. (2009).


Obra científica:

Psicología y contemporaneidad. Consejo de Publicaciones de la ULA. (2012). Reimpresa en 2014 y 2015.

Los cambios psicológicos. Consejo de Publicaciones de la ULA. (2013).



Además, ha publicado sus trabajos en revistas especializadas, tanto científicas como humanísticas y tiene en su haber una extensa producción de artículos de prensa en múltiples diarios.











miércoles, 3 de junio de 2020

'La inmigración y mi familia' por Alirio Pérez Mogollón


He estado dedicado a escribir durante los meses que van del 2020 y siento que debo detenerme un momento en el camino trazado inicialmente (referido a   relatos,  anécdotas y comentarios) para hacer público y reconocer, como en efecto lo hago, un hecho familiar de particular significación.  En el período Presidencial de Marcos Pérez Jiménez (1952-1958), a través de su denominada política de puertas abiertas”  y apertura al capital extranjero, los cuales tenían el propósito de continuar la modernización e industrialización del País, el Estado venezolano ejerció atracción de la inmigración extranjera, especialmente compuesta por italianos, portugueses y españoles.

Este importante acontecimiento se fundamentó en gran parte en dos factores determinantes. Primero,  se disponía  de ingresos extraordinarios  de dinero por concepto  del producto generado por concesiones petroleas y de hierro y segundo factor: Las repercusiones de la segunda guerra mundial (1939-1945) con sus consecuencias de escasez  de oportunidades de  trabajo en los países de origen de los inmigrantes. Además, en este sentido, se promulgó  la Ley de Naturalización (1955). Esto generó el desarrollo  de importantes actividades en diversas áreas (construcción, agricultura, industrias, comercio, etc.) con  participación de extranjeros y  nacionales.

La explicación precedente, sin ningún atisbo de interpretación política, la presento  a manera de preámbulo, para  ubicar el hecho particular muy significativo: La gestación de muchas familias en Venezuela y particularmente de mi familia. En ese contingente de extranjeros vinieron a este País quien sería después mi esposa María, y sus parientes. De origen italiano (Sicilia), de apellidos Lo Presti Gentile, se establecieron en el Tocuyo, Estado Lara, y se dedicaron a la actividad  comercial. La  intensidad y forma de trabajar se fue haciendo notoria.  Con el transcurso del tiempo se fueron desarrollando hechos y lazos de familiaridad  con los nacionales.

Se dio la circunstancia de  las dos familias, la mía, Pérez Mogollón y  la de María, Lo Presti Gentile (estos últimos desde su arribo) han estado radicadas en El Tocuyo, Estado, Lara. Mi padre se levantaba todos los días de madrugada y a las 5:00 ya estaba vendiendo,  al detal, leche,  frutas, etc. para obtener los ingresos y así cubrir principalmente las necesidades del hogar. La familia Lo Presti Gentile era uno de sus clientes en  la compra de la leche. A las 10:00 de la mañana, aproximadamente, mi padre terminaba su trabajo y de regreso casi siempre pasaba por casa de la familia Lo Presti Gentile y era  frecuente la conversación matinal entre ellos, y en ocasiones mi padre desayunaba ahí.  Todo esto cimentó una buena amistad y  después facilitó mi  participación en  diligencias que hicieron posible la inscripción de María en la  Escuela de Educación de la Universidad de Los Andes, le gestionara  su ubicación en una residencia respetuosa y apropiada, y quedé comprometido a estar pendiente de cualquier necesidad relacionada con sus estudios.

Para no alargar este relato, yo decidí inscribirme en la misma Escuela de Educación. Y, ¿Quién se iba a imaginar? A los seis meses después de la inscripción de ambos en la Universidad,  viajamos a El Tocuyo, María y yo y les manifestamos a nuestros padres la intención y disposición de contraer matrimonio; y esa fue una soberana sorpresa e inimaginable noticia para las dos familias. Ya repuestos de la súbita emoción, los dos padres, las dos madres, María y yo, acordamos las fechas y demás pormenores. Los hermanos de María y otros  participaron en la organización del evento.

Todo se efectuó, como estaba planificado. La boda se realizó con la asistencia entusiasta de los parientes de ambas familias y demás invitados. Actualmente decimos, siempre que se hable de una esposa con  bellas virtudes  entre las cuales sobresalen: Excelente hija, madre, abuela, suegra  consuegra, mujer completa y ejemplar, amorosa, trabajadora, responsable, extraordinaria administradora del hogar y tantas otras integridades, siempre vendrá  a nuestras mentes y  corazones el nombre de María. A  ella le atribuimos una gran parte de lo que somos y en general, todos los integrantes de la familia Lo Presti Gentile comparten un concepto muy solidario y particular de lo que es un hogar, un matrimonio, un apoyo oportuno a cualquier necesidad que se presente: Son rasgos que los caracterizan.

Tuvimos tres hijos cuyas respectivas historias he venido escribiendo y publicaré estos días.

martes, 2 de junio de 2020

Tensiones y distensiones


Aparentemente no podían ser más sorpresivas las primaveras de la contemporaneidad. Cuando al sur del continente, en Chile, se desmovilizaban las protestas como consecuencia de la pandemia, al otro extremo, en la nación más poderosa del planeta, los Estados Unidos de Norteamérica, las agitaciones le estallan en la cara a un sistema que no tuvo la capacidad de prever lo que se estaba gestando en su seno. Si algo ha quedado claro en este siglo, es que los Servicios de inteligencia (estrambótica manera de catalogarlos), no van de la mano con la vida cotidiana. Confinados a entuertos ridículos, no tienen la capacidad de predecir los posibles petardos que serán detonados en sus propios jardines.

De nuevo a lugares comunes

Sin posibilidad de acelerar los cambios sociales, la humanidad quedó confinada a lo que finalmente es: Una lenta progresión hacia modelos de desarrollo que han disminuido los niveles de pobreza del occidente civilizado. El anterior presidente de los Estados Unidos es étnicamente negro y solo porque hemos avanzado desde lo civilizatorio, llegó a ser el hombre más importante del planeta. En su momento se pensó que era un gran logro del mundo occidental y sin duda los es, pero a la par, el ser humano no está preparado para tolerar largos períodos de aquiescencia. Los actuales tiempos constituyen el período más largo de paz que el ser humano ha experimentado, lo cual no va de la mano con su naturaleza. Somos estructuralmente animales violentos y esa tendencia a las pulsión es parte de la esencia de nuestro ser.

Mientras más logros alcanzamos, en esa sed animal propia de la disconformidad, más queremos poseer. Por eso no tiene nada de raro que las más grandes sociedades y los centros de pensamiento más relevantes y culturalmente más ricos, han terminado por desaparecer en el curso del tiempo. Son ciclos. Las sociedades, que a fin de cuenta son sistemas, tienden a su autorregulación, lo cual incluye la generación de sus crisis y las extrañas maneras de normalizarse. De crisis en crisis, pareciera que los períodos de tranquilidad atormentan a grandes mayorías, en su afán que tiende a apelar a las cusas justas y la generalmente falaz lucha contra las iniquidades.

Se agotan los modelos

Incapaces de dar mayor celeridad a las aspiraciones colectivas, el inmediatismo y los espasmódicos eslóganes, por ejemplo: 1) El yaísmo y su grito “¡Tal cosa ya! 2) El impreciso concepto de dignidad y 3) La mescolanza de constructos ideológicos, parecieran no dar tregua en su capacidad acrobática de generar agravios. De ahí a que aparezcan los mesianismos inevitables es solo cuestión de tiempo, y por lo que parece, tiempo corto. La incapacidad de solventar los problemas que la gente debe resolver, en muchos lugares ha concedido un rol al Estado, que lo ubica en una posición en la cual no podrá dar solución a las exigencias de las masas. Con espanto, he visto gente defendiendo el anarquismo, el comunismo en sus más raras versiones, el ambientalismo y el feminismo en un batido propio de una disentería mental mortífera. Bichos raros unidos para un mismo fin hace que ese fin no pueda ser concebido sino como una instancia que confina como meta final cualquier barbaridad difícil de ver con simpatía. El ser humano insiste en retornar a la edad de piedra, pero en los términos más basales del término, como “tirapiedra”.

Destruye que nada queda

Determinados a destruir para poder construir (tamaño disparate), la posibilidad de llegar a un punto de entendimiento mínimo con ciertos liderazgos es casi imposible. Como proveniente de una sociedad que generó estabilidad general por cuatro décadas en el que una vez fue llamado “continente de la esperanza”, no tiene nada de excepcional contemplar la disolución de lo que tanto cuesta construir en cuestión de días. Atormentados por líderes que profesan discursos divisionistas, inductores de odio entre pares y la propensión humana a buscar salvadores, cuando no vengadores, lo humano pareciera no dar pie con bolas cuando se trata de chocar una y otra vez con la misma piedra.

Si desde lo individual se enfrenta al poder, no pasa de ser un acto de honesta valentía. Cuando desde el poder se trata de aplastar al ciudadano, la injusticia impera. Lo tercero es cuando se intenta generar rupturas o desórdenes desde formas de poder que desean posicionarse en el rol de conductores sociales. Escritores de telenovelas que ganaban abultados montos de dinero para generar desesperanza en las grandes mayorías, estuvieron al servicio de poderosos medios de comunicación, propiedad de empresarios que estaban obsesionados con destruir Venezuela. El caso más emblemático es la telenovela “Por estas calles”. Un instrumento panfletario que lejos de hacer crítica social, se obsesionó por descuartizar un sistema. Los resultados de tamaño exabrupto están a la vista y sus perpetradores intentan parecer ciudadanos que se amparaban en la libertad. ¡Qué monstruosidad!




Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 09 de junio de 2020.