martes, 26 de julio de 2022

Aprendices de brujo

 


Ya con más de dos milenios de práctica civilizatoria, uno presupone que algo de experiencia va cogiendo la humanidad. Con el quiebre temporal que generó la peste, uno creía que la efectividad de la tecnología en su sentido más positivo iba a ser más efectiva. Lo cierto es que la peste se quedó entre nosotros. A estas alturas, mayores o ya consabidos males asechan de nuevo a la civilización. En medio de la incertidumbre, de un lado y de otro, aparece la consabida consigna: "El que no está conmigo es mi enemigo y si no votan por mi propuesta comienzo de cero." -¿Y la democracia dónde queda?-Pregunto. Si tanta irresponsabilidad no generase tragedias, sería solo una caricatura. Con espacio y tiempo suficiente para poder maniobrar, la aventura de la vida sigue y cada batalla, perdida o ganada es agua para nuestro molino. 

El peligro se hace norma

Tratando de imitar a un pulpo, mientras escribo esta columna, a la par, hago tres cosas más. En esas estamos cuando me veo compelido a sacar cuentas y me recuerdo que todo tiene un costo. Sin la peripecia de tener espacio para la contemplación, la posibilidad de pensar se minimiza. Tal vez la posibilidad de que el ser humano no piense y se robotice en extremo, es el fin último de quienes cultivan la preconización de la ideología "de lo que sea" como manera de conducir su existencia y la de los demás, por supuesto. Siglo XXI que corre trastabillando se asume atropellado y se muestra como es: La irresponsabilidad es su estilo. Que cada uno asuma su tiempo no tiene nada de especial, pero que se le imponga una realidad virtual por encima de la tangible es cosa para no terminársela de creer. De tanto intentar que lo falso se acople en el espacio de lo real, más de un descuidado va a ser convencido. 

Nuevos liderazgos

Eso que llaman millennials (jóvenes nacidos a partir de los 80) están asumiendo los más importantes roles de poder en este capítulo del siglo. Propensos a lo espasmódico, tal parece que no comieron suficiente Quaker para soportar la larga espera propia de lo vital. Las nuevas maneras de vincularse con el conocimiento difícilmente pueden ser más fatuas y un tufillo a intolerancia y clara propensión a lo autoritario se disfraza a través de aparentes expresiones de aceptación a los demás. Utilizando las banderas de los derechos de las minorías se pretende crear una tenaza que atrape al pensamiento y todas sus maneras de expresión. A los millennials les aterra volar y ven la crítica como una amenaza. La eterna crítica que ha acompañado al hombre desde que vive en grupo es vista con la lupa de la desconfianza cuyo fin último es la desaparición real o simbólica del oponente. Recuerdo aquellos tiempos en los que se creía que nada era sagrado. Ahora acudo como testigo de excepción a la sacralización de lo vulgar. 

Ya no podemos reír

¿Qué puede ser más peligroso para quien se aferra a sus convicciones que provocar risa? Para quienes entendemos que reírnos de nosotros mismos y de los demás es tan natural como respirar, el tiempo q1ue corre se ha vuelto una carrera con obstáculos en la cual la risa queda ausente. La carcajada es vista con elevado grado de sospecha y ni siquiera a través del arte (último reducto de lo civilizatorio) podemos burlarnos de cuanto nos circunda. Aparece una especie de sentido del humos estándar que la censura permite y otro soterrado y casi clandestino que es el verdadero sentido del humor, el cual por antonomasia va acompañado de lo burlesco y la carcajada. Burlarse del otro, manifestación propia de lo cultural, es visto como temerario. Increíble que el arte, en todas sus formas, se vaya colocando cada día al servicio creciente de las más insulsas ideologías. La inventiva va de la mano con la risa y sin la risa desaparece lo civilizatorio en su más pura acepción. 

Bolsas de papel para el cine

Tratando de despejarme, voy al cine y me concentro en la película. Viendo el contenido creo recordar que en mi último viaje en avión no había la bolsa de papel en caso de vomitar. tampoco la hay en el cine. Que haya tenido que pagar para que me traten de convencer que la naturaleza está errada y todo cuanto nos rodea es solo una caprichosa construcción social me duele profundamente. No por el contenido, sino porque pagué. Mejor me hubiese quedado en casa viendo una película de vaqueros. Sin ánimo de ser nostálgico, me salto un par o tal vez tres generaciones y recuerdo cuando el cine era arte. Que lo vulgar sea lo que predomine no tiene nada de especial. Pero que lo excelso se haya convertido en underground es la más grande de las paradojas. Ahora resulta que ser medianamente civilizado puede ser visto como contracultural. Sobra decir que las vanguardias se han convertido en moda y vienen para vengarse con animosidad. De nuevo persistiremos escribiendo en los rincones; sabemos que conseguiremos complicidades y sin que nos tiemble el pulso, seguiremos tratando de pensar. En buena lid, sin censuras personales o ajenas. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela (19 de julio de 2022) y otros medios de comunicación.  

lunes, 25 de julio de 2022

Grandilocuente

 


Existe un sentido propio de lo humano en el que se debe recurrir a lo pomposo para que las cosas puedan hacernos un poco de sentido. Sin esa tendencia a la exaltación, lo plano prevalecería y para bien y para mal, necesitamos de una épica de la cotidianidad para que nuestras vidas tengan la tensión necesaria que nos induzca a actuar.

Pasionales e histéricos

En asuntos de emociones, se pueden asumir las cosas con gran pasión. No tendía nada de malo salvo que el límite que separa aquello que es propio de la intensidad emocional, que es la pasión, se encuentra muy cerca de la histeria, que es en rigor su antítesis por cuanto representa la superficialidad y lo fatuo. En la dinámica propia de la histeria podemos ir a parar si no somos lo suficientemente cautelosos en nuestra capacidad de discernimiento. Vale la pena mencionar que, si bien la histeria etimológicamente viene de útero, nada supera en fatuidad a la histeria masculina, mucho peor que la femenina cada vez que hace su aparición.

Dignos e indignos

Hay palabras tan huecas que ya dejan de dar náuseas. Eso me pasa con la palabra “dignidad”. Cada vez que la escucho, me coloco el monóculo de las sospechas y sin ánimos de ver a nadie por debajo del hombro, la persona para directo a la lista de los indignos sociales. Esa gente que no entiende que una premisa tiene sentido en la medida en que pueda producir un efecto. Una premisa tiene sentido cuando es operativa, de lo contrario es un simple eslogan que va a terminar en el lavadero de las cosas propias de lo cotidiano. En un tiempo y un lugar de donde vengo, se abusó de tal manera de la palabra dignidad que se volvió un insulto. Hay un grupo de dignos que hicieron lo imposible por destruir la nación de donde vengo. Lo insulso vuelve a triunfar en los corrales.

Humillados y ofendidos

Cuando me veo adolescente, no dejo de recordar las grandes obras del escritor ruso Fiódor Dostoievski. Humillados y ofendidos es una categorización personal propia de quien la ha pasado atribulado por sus pasiones. Tener pena por una situación es tan propia de lo humano que sin un poco de locura no se puede salir del foso de las cosas que potencialmente nos pueden ocurrir. Esa locura o chispa que va de la mano con lo mejor de lo humanitario es en definitiva lo que nos diferencia entre nosotros. La sensibilidad es el genio del hombre y sin la chispa de lo excepcional, la vida no deja de ser un vertedero de medianías.

Aula B 21

Durante quince años di clase a las siete de la mañana en el aula B 21, en la Universidad de Los Andes, en Venezuela. Con frecuencia algunas personas desconocidas esperaban el fin de mis lecciones para acercarse a conversar conmigo. Gentes de otras regiones, curiosos dispersos y rigurosos centrados, alucinados y gente que pisaba dos veces tierra, posesos y pragmáticos iban a hablar de esto y lo otro. En algunas ocasiones iban solo a pedirme una opinión y en otras a invitarme a dar una conferencia en algún barrio de mi ciudad natal. Sobre ese tiempo y esa experiencia suelo recrearme cuando estoy dudoso en relación con si he hecho bien las cosas en lo que llevo de vida. Tal vez he sido un hombre generoso y no lo sabía. Ya va quedando el recuerdo en la esquina de esa parte de mi vida. Como todo recuerdo, se va modificando con el tiempo y cierta sensación de serenidad se va apoderando de mis atardeceres. Eso, por supuesto, contrasta con cierta esencia grandilocuente que sin poderlo evitar guía nuestros pasos. Una y otra vez. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 26 de julio de 2022.

lunes, 11 de julio de 2022

Reflexiones de siglo

 


Hay conversaciones de sobremesa que bien pueden arruinar un almuerzo. Después de los expertos en vacunas vinieron los eruditos de la guerra. Es que tanta chapucería termina produciendo un poco de grima por no decir desprecio. La ignorancia y la frivolidad tiene las más extrañas maneras de presentarse entre nosotros. Que se le vean las costuras no es tanto el problema. Lo que cuesta asimilar es el goce que produce en algunas personas lo que de lejos luce inhumano. El goce por lo malsano pareciera ser el norte de muchos.

Modas que vinieron para quedarse

Hay expresiones de gran fuerza social que se posicionan y quedan instaladas para siempre entre nosotros. La idea de que ciertos aprendizajes masivos solo son modas pasajeras, más que una interpretación del fenómeno, son evidentes intentos de negar lo que ocurre. No son modas, nada qué ver. Son maneras de interpretar la vida que tienen tanta fuerza que se instalan en el corazón de un conglomerado para siempre. Que un pequeño grupo se enquiste en el pensamiento civilizatorio no es nuevo y mucho menos inédito. Son ciclos que tienen su luminosidad y su miseria. Al final de la historia, tal implica cual.

Debates exprés

Estoy en un montón de grupos de WhatsApp. La temeridad con la cual se hacen algunas aseveraciones puede aturdir. También es una escuela acerca del enorme caleidoscopio de lo humano con sus cosas buenas y malas. La eterna historia en la cual luchan quienes intentan salvar al ahogado y quienes apuestan porque se termine de hundir. Lo humano, pues. En esos grupos pareciera que se decantan las más genuinas expresiones en las que se entremezclan lo argumentativo y las vísceras, con sus alturas y bajezas. Así somos. Hay grupos que parecen eternas peleas de perros. Con la diferencia que solo se muestran los colmillos y se puede llegar a herir o enemistar con la ligereza que da la distancia. Sin mirar a los ojos se intenta destruir castillos con sus respectivos reinos. Otros grupos se tratan de mostrar más civilizados, en los que no parecieran seres humanos quienes emiten sus opiniones, sino máquinas que esbozan pensamientos o auténticas prédicas que intentan posicionarse como dogma de fe.

Vida y trascendencia

Un muy buen amigo, con estoicismo inmaculado, se despide de este mundo. Rodeado de su esposa e hijos, me llama para saludarme por última vez. Le doy las gracias por haber compartido su tiempo conmigo y a falta de un abrazo, por encontrarnos en dos continentes distintos, la despedida logra su cometido. Mi amigo dejó una buena huella y legado. No sé si decirle adiós o hasta luego. Deséame buen viaje, me dice y soluciona el dilema. En ocasiones, la vida se antoja breve. En el sur del sur del mundo pareciera que no escampa. Tal vez este tiempo invernal, que antes me parecía infernal, es solo una invitación de la vida para apreciar los buenos momentos. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 12 de julio de 2022.

domingo, 3 de julio de 2022

Encrucijadas

 


Por los lados de Mantecal, camino al Alto Apure, llegué a una encrucijada de caminos. Como no tenían señalización, me detuve a esperar que pasara el primer viajero y me diese la información correcta. La bifurcación no aparecía en el mapa, así que encendí un puro y lentamente lo fumaba por ratos. A las dos horas y media de espera, con un solazo inclemente con las piedras, llegó una camioneta llena de polvo a la cual le hice señas a la distancia. “-A la derecha, primo”, me dijo sin vacilar el conductor. Hoy en día recuerdo ese viaje y lo relaciono con una excelente época de mi vida, en la que el trabajo, los viajes, la literatura y los parrados me llevaban de un aprendizaje a otro. Muy bueno ese tiempo en el llano que hasta me permitió conocer y salir con miss Apure y aprovechar cada fragmento de hálito vital para la posteridad.

Decisiones definitorias

Esa bifurcación, que no aparece en el mapa, no solo es un sitio que obliga a detenerse en la mitad del camino para asesorarse. También es una excepcional metáfora sobre el asunto de tener que decidir en la vida y las implicaciones que cada decisión lleva consigo. A veces decidir es un asunto banal y en otras ocasiones puede tratarse de un asunto totalmente definitorio. De eso se trata. Cada decisión que vamos tomando abraza la incertidumbre propia de lo que hacemos. Solo el paso del tiempo aclara si lo que decidimos en un momento determinado fue o no lo correcto.

El bajo Apure  

Por los lados de La Victoria, me detiene un grupo armado hasta los dientes, solicita que abra la maletera de mi automóvil y me roban el buen mercado que llevaba. “-Una colaboración para la lucha armada”, me dice quien se mostraba como el jefe del grupo de hombres provistos de armamento. “-Y usted a qué se dedica”- me pregunta a quemarropa. “-Soy profesor de matemáticas”-respondo sin dudarlo. “-Un inútil, déjenlo ir.”  Enciendo mi Chevrolet y me alejo por la sabana inmensa, conduciendo a gran velocidad. A veces el sentido de la aventura es mejor dejarlo bien lejos.

Casas muertas

Por Ortiz, cuatro hombres están deteniendo a los pocos carros que pasamos por esa ruta. Mi nombre es Hugo Chávez Frías, dice el más delgado, vestido con una especie de liquilique gris y me da la mano, mientras me entrega una publicidad en papel en la cual llama a votar por una Asamblea Nacional Constituyente. Me explica que es la única opción para producir un cambio radical en Venezuela. Cuando llegué a Caracas le conté a unos amigos que me encontré con Chávez en Ortiz, repartiendo panfletos “en medio de la nada”. “- ¿Cuál fue tu impresión?”, me preguntaron. “-No hay manera de que pierda. Está demasiado convencido”, les respondí. A veces, esos mismos me preguntan cómo estaba tan seguro de que Chávez iba a ser presidente de mi país. “-En Ortiz y eran cuatro personas. Demasiado convencimiento. Era indetenible”, les contesto.

Rompecabezas infinito

Me gusta pensar en lo realmente posible, pero mucho más en lo inciertamente probable. La capacidad de pensar en función de probabilidades es potencialmente generadora de entusiasmo. También es una apuesta permanente al futuro. Viendo para atrás, creo que volvería a tomar la mayoría de las decisiones que he tomado en mi vida, incluyendo el desconfiar de quienes han merecido mi suspicacia, confiar porque creo en lo humano, aun cuando esa confianza no ha sido correspondida, pero por encima de todo, por haber apostado a hacer de la vida una especie de interpretación infinita de metáforas. Lo metafórico y lo paradójico tomados de la mano, huyendo a todo aquello que apeste a vacuidad o a lo francamente pusilánime. Ahí vamos. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela, el 05 de julio de 2022.