jueves, 27 de julio de 2017

Frases y pensamientos de Alirio Pérez Lo Presti

Don Freddy Ríos ha tenido la generosidad de elaborar imágenes con textos de mi autoría. Aquí algunas de ellas. Mi agradecimiento a @doserre 























































La totalidad de los textos fue publicada en el diario El Universal de Venezuela. 

martes, 25 de julio de 2017

Aplomo ante el plomo


En muchas ocasiones, pensar qué es lo correcto se puede volver un dilema. Lo digo porque en la Venezuela de nuestros días, se hace difícil mantener una actitud serena en la cual se logren controlar las más contrariadas pasiones. ¿Cómo mantener la racionalidad cuando es la incertidumbre lo que campea?

Desde el discurso que escuchamos por parte de quienes dirigen la nación hasta los hechos que ocurren a diario en nuestras calles, no pareciera que la sensatez fuese a hacer su aparición y nos seguimos cundiendo de desesperanza. Un amigo ya fallecido, me dijo que con el tiempo, algún día iba a encontrar en la filosofía mi mejor compañía y creo que poco a poco así se ha venido configurando mi fiel amiga; porque lo filosófico no sólo es el campo para cuestionar las cosas, sino que hay elementos de certeza que solo en el estudio contante se pueden encontrar.

En estos días de agitación me he volcado a recordar a los estoicos y he pensado que para ellos, tal vez no hubiese existido incertidumbre posible ante el escenario que enfrentamos. Como prevé la ética estoica, Séneca, por ejemplo, prefirió el suicidio que faltar a su deber. El estoicismo fue fundado en Atenas en torno al año 300 a.C. por Zenón de Citio. En la historia de la que fue sin duda una de las principales escuelas helenísticas, la enseñanza se dividía en tres partes: 1) Física, fundamentada en el concepto de pneuma. 2) Lógica, campo donde los estoicos intuyeron por primera vez la distinción entre signo, significante y significado, en una sugestiva anticipación de las teorías semióticas contemporáneas. 3) Ética, campo en el que rápidamente se concentró la reflexión.

La moral estoica prescribía “vivir según la naturaleza”, es decir, según el principio de racionalidad que los estoicos, con una optimista valoración de la realidad, considerada esencial en el hombre y en el Universo. La misma lógica o pneuma o Dios que subyace en la inteligencia del hombre mueve asimismo la naturaleza, en la que nada se origina por azar o por suerte. Este racionalismo metafísico, cósmico y absoluto, según el cual cualquier acontecimiento ocurre por necesidad, junto con la visión cíclica del tiempo, dio origen a la deslumbrante doctrina del eterno retorno.

En el hombre, la vida en función de la naturaleza se expresa en el sentido del deber (la acción según el orden racional). En oposición al hedonismo epicúreo, que situaba en la felicidad el objeto de la existencia, el estoicismo distinguió entre: 1) Comportamientos necesarios que siempre han de buscarse, como el empeño en la vida civil, el respeto a las obligaciones familiares, a la patria, a los pactos y a la amistad. 2) Comportamientos injustos o lo que es lo mismo, en contra de la razón; estos comportamientos siempre han de evitarse, incluso sacrificando la propia vida (en esta categoría entran todas las acciones dictadas por la emoción, considerada como una verdadera patología del alma). 3) Comportamientos indiferentes, ni virtuosos ni viciosos, de los que no se ocupa el sabio: salud/enfermedad, belleza/fealdad, riqueza/pobreza. El sabio acepta su destino vital.

Esta posición ante la vida va a anidar en varias personalidades a lo largo de la historia, pero particularmente en uno de los más extraordinarios hombres que ha existido y me refiero a Miguel de Cervantes Saavedra, quien adquiere o perfecciona lo que él va a llamar después “la virtud de ser paciente en la adversidad”. Este hombre va a la cárcel, pasa miserias, se ve negado y desconocido, fracasa como escritor, fracasa como soldado y sin embargo tiene una virtud admirable porque ni envidia ni siente que tiene que tener una actitud pesimista ante la vida; todo lo contrario, su bondad natural se va afirmando y adquiere lo que pudiéramos llamar una gran tolerancia y una suprema benevolencia que le permite contemplar las desgracias con un tono sereno y compasivo emparentado con la tradición senequista y estoica.

Cervantes nos regala a Don Quijote y este personaje termina trágicamente porque se vuelve cuerdo y al perder la poesía se transforma en la realidad de los demás. Comienza a ver lo que los demás ven. Don Quijote fracasa y se da cuenta de que por sus acciones la justicia no va a poder reinar en el mundo y solo le queda el consuelo de haber sido bueno. La bondad fundamental que se encuentra en esta extraordinaria obra, la biblia de los escritores, es la materia prima de lo heroico y de lo poético.

Apelo a estos fundamentos propios de la buena conducción de las pasiones porque solo a través de una manera de ver el mundo alejada de la maldad y apegada al buen manejo de las inquietes es que se puede construir y no destruir.  Ojalá y la bondad natural humana hiciese su aparición en estas horas de confrontaciones radicales y luchas inagotables para conducir el mejor de los países al mejor de los puertos. Que los que dirigen la nave se den cuenta que no se puede considerar un triunfo el hundir al mejor de los navíos.



Twitter: @perezlopresti


Ilustración: @Rayilustra 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 25 de julio de 2017




martes, 18 de julio de 2017

Devenir venezolano


Panta rei, en griego “todo fluye”, es la fórmula expresiva del pensamiento de Heráclito: Todas las cosas se mueven incesantemente y nada está quieto. Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río, porque su permanencia es solo aparente; en realidad, el agua que lo constituye nunca es la misma y tampoco somos los mismos cuando intentamos cruzarlo. La realidad es un proceso de mutación eterno producido por el conflicto de elementos contrarios. “Las cosas frías se calientan, el calor se enfría, lo húmedo se seca, lo que está árido se humedece; la madre de todos los asuntos es la guerra”. Según las afirmaciones de Heráclito, en todas las cosas se esconde una lucha de contrarios.

La pregunta en la dinámica de vida del venezolano es con frecuencia la misma: ¿Cuándo se va a acabar la problemática del país? ¿Cuándo va a pasar algo? Siendo la respuesta tan tajante como desconcertante: En todo momento están ocurriendo cambios, mucho más si se trata de la dinámica propia de la vida en sociedad. El problema de los cambios sociales es que el cronómetro humano pareciera no tolerar la velocidad con la cual los asuntos se van modificando y en gran parte de las veces, no ocurren los cambios tal cual como los esperamos.

Por supuesto que Venezuela está cambiando y ese cambio debería ser para bien, porque así lo está gestando una gran parte del país; lo que nadie puede predecir es el tiempo en el cual las cosas han de modificarse. Con la velocidad con la cual van ocurriendo los hechos, pareciera que muchos no tendrán el privilegio de ver un país mejor y se irán quedando en el camino.

Cuando Heráclito simbolizó el devenir mediante el fuego, debemos tener presente que es precisamente el más inestable de los elementos: Como calor es principio de vida; como luz, se difunde por todo el cosmos, como llama, transforma lo que alcanza. Cualquier transformación de la materia presupone una intervención del fuego. Hay que tener presente que entre los símbolos del devenir, Heráclito consideró también el dinero. De hecho, la moneda de cambio no solo pasa constantemente de mano en mano, sino que también es capaz de expresar el valor de cualquier mercancía: “El fuego transforma todas las cosas y todas las cosas cambien mediante el fuego, de la misma forma que el oro transforma todas las cosas y todas las cosas cambian mediante el oro”.

Aunque Heráclito haya pasado a la historia como el filósofo del devenir, la crítica moderna ha desvelado un segundo aspecto de su pensamiento, una interpretación fascinante de la realidad conocida como la “unidad de los contrarios”. El devenir vendría a ser solo la apariencia de las cosas, detrás de las cuales se esconde una armonía más profunda. La totalidad de los fenómenos permanece siempre igual a sí misma y cada pareja de contrarios forma, en realidad, una unidad indisoluble. “El camino hacia arriba y abajo es uno y el mismo”, afirma Heráclito; es decir, si se observa con atención, cada subida es, al mismo tiempo, una bajada.
Cuando una persona dice que a título personal no se merece lo que le está ocurriendo no puedo dejar de creer que en realidad sí se lo merece, porque forma parte de esa unidad en la cual la existencia de un principio se acompaña de la presencia de su contrario, configurando una unidad. Los pueblos vamos cocinando nuestro propio devenir y no se puede esperar que los resultados de ello sean diferentes de lo que vamos construyendo y destruyendo cada día. El caso de nuestro país es la consecuencia de acumulación de las más variadas e insensatas formas de conducción irresponsables que tarde o temprano tenían que ajustar cuentas.

Desde la vinculación disparatada con el concepto de trabajo hasta el fomento de las más estrambóticas maneras de parasitismo social, el caldo de cultivo de lo que somos degeneró inevitablemente en esta sociedad desestructurada que hemos construido. No fue el azar lo que nos trajo hasta acá, sino un gran esfuerzo tragicómico por crear la realidad en la cual nos encontramos. El día (o el bien) existe únicamente en virtud de la noche (el mal) y la salud no sería apreciable sin la enfermedad. De ahí que el mundo, aparentemente dominado por el desorden, revele en cambio una lógica interna; justamente para definir esta suerte de ley secreta de la armonía, Heráclito utilizó por primera vez el término “logos”, que lleva a convertirse en el rasgo característico de lo más depurado del pensamiento occidental.


La doctrina del devenir de Heráclito es una idea filosófica de larga data que marca el principio de todos los intentos de explicar las transformaciones de la materia y de la naturaleza del movimiento y se encuentra presente incluso en pensadores aparentemente alejados de su problemática. ¿Acaso lo que vivimos no es una suerte de contraposición de contrarios que inexorablemente, y aunque nos cueste apreciarlo, cada día conduce a cambios que ocurren con una notoriedad que no percibimos, pero sin embargo siguen ocurriendo? 



Twitter: @perezlopresti



Ilustración: @Rayilustra 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 18 de julio de 2017


miércoles, 12 de julio de 2017

Ataque suicida


En 1651, Thomas Hobbes hizo publicar en Londres el que sería su libro más renombrado: Leviatán, o la materia, forma y poder de un Estado eclesiástico y civil. Leviatán es el nombre de un monstruo bíblico, una especie de serpiente marina demoníaca. El nombre de esa bestia fue usado por Hobbes para designar al Estado, cuya autoridad según él es, sin duda, monstruoso, pero es lo único que nos protege de un monstruo bíblico aun más terrible, el Behemot, representación de la guerra civil. Hobbes vivió un período de guerras civiles y tuvo que exiliarse durante mucho tiempo en Francia e Italia. En un momento, hablando de sí mismo y de su historia, dijo que había nacido el mismo día que el miedo, a quien consideraba su hermano.

Una de las especialidades que emerge dentro del pensamiento filosófico es el estudio de la política, teniendo a Thomas Hobbes como uno de sus más grandes representantes. Su preocupación era encontrar una fórmula que posibilitara a los hombres el vivir juntos sin enfrentarse unos a otros y sin causarse daño, evitando una agitación permanente. Hobbes afirmó que “el hombre es como un lobo para el hombre” y pensaba que podía llegar a organizarse en sociedad de tal modo que esas fieras pudieran convivir de una manera armónica. A propósito de los recientes hechos de terror ocurridos en el Parlamento venezolano, las voces más sensatas de lo que pudiésemos llamar la conciencia mundial han hecho un llamado para que no sea el clima de la violencia el que impere en nuestra nación.

Las imágenes en las cuales los diputados del Parlamento venezolano son agredidos por una turba de personas han dado la vuelta al mundo, siendo un hecho noticioso de carácter internacional la condena que se ha realizado en torno a este triste episodio de nuestra vida política e histórica. Difícilmente quien se precie de ejercer la ciudadanía puede estar a favor de tal nivel de violencia y las potenciales implicaciones a las cuales conlleva: el acrecentamiento de la misma.

No sólo se ha agredido a un grupo de ciudadanos, lo cual de por sí es un hecho condenable, sino que estas personas son los representantes de millones de seres que a través del voto depositaron su esperanza en la actual Asamblea Nacional. Al violentar a cada uno de ellos, se está agrediendo a quien votó por ese diputado, siendo múltiples los mensajes que derivan de este insano episodio de nuestro tiempo, el cual es reprobado por la mayoría. El ataque hacia los miembros del parlamento venezolano es una de las expresiones más lastimosas de barbarie y esa violencia es un fuego que difícilmente se puede controlar cuando se desboca.

Creo que quienes propician esta manera de conducirse en realidad se hacen más daño a sí mismos y a quienes representan que a los propios agredidos, porque en las sociedades modernas esta manera de ser tarde o temprano tiende a volcarse en contra de quien la alienta. Funcionamos juntos sí solo sí se establece un pacto social de gobernabilidad que permita a cada actor ser representado y ser respetado por lo que es. Apelar a la agresividad es una manera de desconocimiento al otro y lo peor de todo, a sí mismo, porque la política es precisamente un invento humano para impedir las confrontaciones físicas. La política es el antídoto para evitar la guerra y la no aceptación de este principio equivale a condenar a una sociedad a que sea el barranco lo que le espera al voltear la esquina.

El miedo es la base del pacto social, pero también su límite, siendo necesario organizar la comunidad a partir de los individuos para quitarse ese miedo que tienen unos por otros. Del concepto de acuerdo entre ciudadanos emana la ley para evitar el enfrentamiento entre los mismos y de esa reunión entre pobladores va surgiendo ese gigantesco ser, compuesto por infinidad de almas. La portada de la famosa obra de Hobbes mostraba un monstruo compuesto de minúsculos seres humanos. Ese gigante tiene dentro de sí concentrada todas las partes y solamente la cabeza es la que monopoliza la violencia en el conjunto social.

Con todas las críticas que se le puedan hacer a Hobbes, dado su absolutismo, él ha influido de una manera incomparable a todos los pensadores políticos posteriores, aunque lo cuestionen. No hay pensador político que haya reflexionado sobre filosofía política y antes o después no tome en cuenta sus argumentos, representando un telón de fondo del pensamiento político occidental.


Las últimas páginas del Leviatán plantean una serie de principios prácticos que alejarían, según Hobbes, las posibilidades de la guerra civil: que la justicia sea administrada por igual a ricos y pobres, que se condenen las venganzas privadas, que los impuestos sean equitativos, que el Estado provea a la caridad pública, que los vagos sean obligados a trabajar y que el soberano escoja buenos consejeros. Los hombres son lobos para los hombres, si viven en ausencia de normas sociales que son necesarias para convertirse en compañeros.



Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 10 de julio de 2017




Ilustración:@Rayilustra 




sábado, 8 de julio de 2017

La conspiración de los oráculos


Era una tradición del siglo XX, que en cualquier parte del mundo, a efectos de mantenerse medianamente informado, cualquier persona se valía de varios periódicos escritos, para poder sacar una conclusión de lo que estaba ocurriendo. Esto lo hacía el ciudadano bajo la premisa de que los distintos medios de comunicación seguían líneas editoriales que incluso podían ser antagónicas, mas dependía del lector sacar su propia conclusión de los hechos. Mario Vargas Llosa lo ha señalado recientemente de manera puntillosa desde su condición de lector, pero tiene mayor valor su apreciación dada su vinculación con la prensa escrita como oficio.

En el siglo pasado, en países como la ex Unión Soviética, una persona podía comprar tres periódicos distintos en el aeropuerto de Moscú, pero los mismos contenían básicamente la misma información y el mismo enfoque, por lo que el ciudadano normal tenía contacto con una sola versión o interpretación de los hechos.

Por una parte había naciones en donde la persona tenía acceso a lo que estaba ocurriendo desde varias fuentes y otros países en los cuales prevalecía la censura. Con el auge de las libertades y el avance de las nuevas tecnologías, en nuestro tiempo el control informativo se atomizó a tal punto que los retos de la contemporaneidad tienen que ver con el manejo de un exceso de información a través de fuentes que no generan la credibilidad que deberían sembrar.

En el siglo pasado, en las sociedades más avanzadas del planeta existió un equilibrio de la información que permitía que un ciudadano pudiese ponerse en contactos con las más variadas fuentes y tópicos informativos para hacer un balance de cuanto le circundase. El conocimiento no era ilimitado, pero existían referentes generadores de credibilidad. Funcionaba como un sistema adecuado, porque el que hacía una indagación podía tener la posibilidad de seleccionar entre versiones encontradas. Lo que ha pasado en las comunidades del siglo XXI es un desbordamiento informativo que tiende a crear una especie de caos periodístico por la excesiva cantidad de fuentes noticiosas. Para un europeo contemporáneo, la información a la cual tiene acceso es tan amplia, que difícilmente podrá sacar una conclusión medianamente objetiva de las cosas. A mi parecer es una paradoja perfecta de la contemporaneidad.

Ese es un asunto que atañe a las sociedades avanzadas, en donde el exceso de fuentes de información tiende a crear una inevitable información, lo cual a su vez lleva a una segunda paradoja. Ante un exceso informativo, la persona tiende a resguardarse bajo la visión de un solo medio de comunicación. De ahí que contrario a lo que pudiese creerse, ya no se hace un balance, sino que los puntos de vista sobre las cosas son radicales. Las cosas se aprecian de manera tubular, en un solo sentido.

A todas estas, el punto es: ¿qué ocurre en una sociedad como la venezolana con respecto a la información? Apelo a la metáfora del plomero. En una ocasión, la tercera vez que llamé al mismo plomero para que reparara la misma fuga de agua, el experto en asuntos hídricos me dijo: “-Con el agua es muy difícil trabajar, porque tiende a escurrirse por la menor hendidura.” Dado que el plomero era un pensador de los asuntos de su trabajo, pienso que lo mismo pasa con la labor de quienes se dedican al periodismo, al manejo de la información y a la emisión o generación de matrices de opinión. “Se puede engañar a la gente por un tiempo pero no se puede engañar a las personas todo el tiempo”. La verdad de las cosas tarde o temprano hace su aparición y mientras eso ocurre, se hacen esfuerzos para que la realidad se tienda a distorsionar por las grandes masas de ciudadanos de las formas más extravagantes y ridículas.

Tratando de crear una opinión propia de las cosas que me rodean, cada vez son menos las fuentes de información en las cuales confío, porque al contraponerlas con la realidad el balance es risible. Pero de todas las fuentes de información con las cuales entro en contacto, las que me parecen más desatinadas son aquellas que tratan de asomar lo que va a ocurrir en función de futuro. Es una especie de carrera de oráculos que nos dicen cómo será el porvenir sin tener elementos de juicio que sustenten lo que se asoma como próxima realidad.

El buen analista tiene en cuenta dos cosas para poder emitir un juicio: 1) El uso de condicionales, dado que la vida se suele manejar bajo ciertos preceptos propios de la incertidumbre y 2) La premisa de que la vida en sociedad está subordinada a “lo sobrevenido”, esas cosas que han marcado el rumbo de la civilización y no estaban presentes en nuestra mente. Aquello que nadie pensaba que podía ocurrir y simplemente ocurre, desde los desastres naturales y los hallazgos “casuales” hasta la aparición de las más extravagantes enfermedades. Es el antojo y lo impredecible lo que inexorablemente marca sin reparo los más profundos surcos de la historia del hombre.

Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 04 de julio de 2017

Twitter:@perezlopresti

Ilustración:@Rayilustra 

Enlace: 
http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/conspiracion-los-oraculos_659376