domingo, 29 de abril de 2018

El evolucionismo hoy



Es un tema de particular interés para quien escribe, el estudio del evolucionismo porque permite comprender ciertos aspectos de la existencia. La suposición de que los factores biológicos intervienen decisivamente en el desarrollo humano conserva su vigencia en la ‘etología’, disciplina que estudia el fundamento evolucionista de la conducta y el influjo que las respuestas evolucionadas tienen en la supervivencia de la especie humana y su desarrollo. Sus orígenes se remontan a Charles Darwin; pero la etología moderna se inspira en los trabajos de Konrad Lorenz y Niko Tinberg, dos zoólogos europeos cuya investigación con animales puso de manifiesto algunos nexos importantes de los procesos evolucionistas con la conducta adaptativa. 


La suposición principal es que los miembros de todas las especies animales nacen con varias conductas “biológicamente programadas” que son:
  
1.  Producto de la evolución.

2.  Adaptativas en el sentido de que favorecen la supervivencia.


Muchas especies de aves, por ejemplo, parece que nacen con una preparación biológica que les permite ejecutar conductas instintivas como seguir a su madre (respuesta llamada ‘impronta’ que sirve para proteger a la cría contra los depredadores y garantizar que encuentre alimento), construir nidos y cantar. A Konrad Lorenz se le atribuye el haber descubierto el proceso de “improntación” en sus experimentos con gansos, en los cuales lograba que los siguieran a él y no a su madre. Se cree que las características biológicamente programadas han evolucionado mediante el proceso darwiniano de selección natural: A lo largo de la evolución las aves con genes que favorecen estos comportamientos adaptativos tenían mayores posibilidades de sobrevivir y de transmitirlos a sus crías que las que carecían de ellos. A través de muchas generaciones, los genes de las conductas más adaptativas se generalizaron en la especie, caracterizando a casi todos sus miembros. 


Los etólogos se concentran en las respuestas innatas o instintivas que:

1.Comparten todos los miembros de una especie.

    2.  Pueden distinguirlos por vías evolutivas semejantes.


¿Dónde buscar ese tipo de conductas y estudiar sus efectos en el desarrollo? Los etólogos prefieren estudiar los animales en su entorno natural, convencidos como están de que las conductas innatas moldeadoras del desarrollo humano (o animal) se identifican y se interpretan más fácilmente al observarlas en el hábitat donde evolucionaron y han favorecido la supervivencia.


Algunos etólogos que estudian al hombre, como el caso de John Bowlby, piensan que el niño muestra diversidad de comportamientos preprogramados. También que todas ellas favorecen un tipo especial de experiencia que ayudará al individuo a sobrevivir y alcanzar un desarrollo normal. Por ejemplo, el llanto del niño sería una “señal de sufrimiento” programada biológicamente que atrae la atención de los cuidadores. No sólo el niño está biológicamente programado para indicar su sufrimiento con llanto fuerte y estruendoso, sino que según los etólogos también los cuidadores tienen cierta predisposición biológica para reaccionar ante tales señales. Así pues, el valor adaptativo del llanto garantiza que:

     1. Se satisfaga sus necesidades primarias (hambre, sed, seguridad).

    2. Que tenga suficiente contacto con otras personas para establecer apegos emocionales básicos(Bowlby).


Aunque los etólogos critican a los teóricos del aprendizaje por prescindir de las bases biológicas del desarrollo humano, reconocen que éste no se da sin el aprendizaje. Así, el llanto del infante puede ser una señal innata que favorece el contacto humano a partir del cual se realizan los apegos emocionales. Pero no ocurren en forma automática. Antes debe aprender a discriminar los rostros conocidos y los de los extraños para poder establecer un vínculo afectivo con el cuidador. Se supone que el valor adaptativo de este aprendizaje discriminatorio se remonta a un periodo de la historia de la evolución en que las personas se desplazaban en tribus nómadas desafiando los elementos. 


Algunos etólogos piensan que los 3 primeros años de vida son un periodo sensible para que adquieran la responsabilidad emocional y social (Bowlby). Para la etología, el infante es una criatura intrínsecamente sociable y capaz de iniciar y mantener interacciones sociales desde el día en que nace. Esta perspectiva contrasta con la de los conductistas, que describen al recién nacido como una tabula rasa. Para un etólogo, las personas han evolucionado en formas que las predisponen a aprender y expresar motivos sociales, entre ellos el ‘altruismo’ que contribuye al bien común y que nos permite vivir y trabajar en armonía.


A nuestro criterio, la cantidad de elementos que consideramos culturales puede ser muy amplia, mas todo elemento asumido como cultural posee un trasfondo, de carácter biológico, que induce su perpetuación, si es necesario o considerado beneficioso para la preservación de la especie.

Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 24 de abril de 2018. 

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domingo, 22 de abril de 2018

Arte circular


El marxismo adopta lugares comunes a la sacralización del arte. Mantiene una polémica «puritana» contra el «arte culinario» o la «industria cultural». El verdadero arte (para el marxismo) es el que supuestamente pone al desnudo la alienación social del hombre. El arte vendría a ser la protesta contra una necesidad globalmente mala, y por lo mismo una promesa de reconciliación utópica. La verdadera experiencia estética, o debe convertirse en filosofía o no existe.



La tesis de Shopenhauer es de la salvación por el arte. Es sin duda una de las formulaciones filosóficas de la teoría especulativa del arte que más ha tenido éxito histórico y la estética de la «voluntad de poder» de Nietzsche tiene un papel central en la mayoría de los movimientos de vanguardia a comienzos del siglo XX. Existe un activismo artístico-político en el expresionismo, futurismo, neoplatonismo, incluso en el constructivismo. Habrá quien de manera retorcida vea en las muertes en masa de la primera guerra mundial la conmoción sangrienta, que, según Nietzsche, habría de acompañar al nacimiento del superhombre; el artista vanguardista visto como el «hombre nuevo».



Las teorías artísticas vanguardistas están determinadas por la tradición de sacralización del arte. La evolución artística culmina en una escatología que realiza la síntesis absoluta entre sociedad y arte. Los artistas nuevos crean formas de vida, más que arte. Por otra parte, decir que la teoría especulativa propone una definición valorativa no implica que esté desprovista de todo componente descriptivo.



En el análisis de la estética kantiana cuando se afirma que «X es bello», se expresa ciertamente una actitud, pero si se contradice o pregunta por qué se encuentra bello el objeto en cuestión, las razones que se dan son, en general, tales o cuales propiedades que el objeto posee efectivamente, o al menos que la persona que lo percibe como bello cree que posee. El romanticismo postula que el objeto de la literatura es la literatura misma; por lo tanto, su fin último, el que guía la historia de su progreso, reside en la realización de su esencia interna. Así, cada generación está conminada a tomar su sitio ante esta tarea histórica y conducirla más allá que la generación anterior.



En el modernismo, la dinámica prospectiva es esencial en este sentido: El pasado no es un modelo acabado. Sólo esboza los primeros pasos de una evolución por venir. El consenso colectivo define para tal o cual grupo de lectores el determinar que la obra posea cualidades que hacen que valga la pena abordar estéticamente. Para el siglo XVIII las artes canónicas eran: Arquitectura, pintura, música y poesía (o literatura). La novela, por ejemplo, era considerada una manifestación artística de menor valía.




En Japón, por ejemplo, la ceremonia del té, el arreglo floral o la caligrafía son comparables en valor a la poesía o la pintura. Incluso las obras de cerámica que presentan defectos de cocción adquieren un carácter especial y valioso, dado el hecho de que se transforman en piezas únicas. Pero, lo que fue un arte menor, puede convertirse en occidente en un arte mayor, como ocurrió con la novela. Una obra lograda que pertenece a un arte menor puede ser mucho más interesante que una obra mediocre que pertenezca a un arte canónico. Para Jean-Marie Schaeffer el «vale todo» que algunos han pretendido invocar en la contemporaneidad no es aceptable.



El placer estético suele ser despreciado por los críticos y hasta por los artistas, persuadidos de la incompatibilidad de la dimensión hedonista de la experiencia estética con la dignidad. La experiencia estética no impide que una obra cumpla toda suerte de funciones cognitivas, morales, sociales, religiosas, políticas o existenciales. De hecho, nos cuesta soportar que un placer anunciado no se manifieste. Abandonamos la sala de cine refunfuñando, o arrojamos lejos el libro. El placer estético sería todo placer (repitiendo a Kant) provocado por una actividad representacional ejercida sobre un objeto. Esto lo distingue del placer sexual o el culinario en los que la actividad representacional es la fuente de placer. Kant insiste en que el placer estético debe ser desinteresado, mientras los otros como el sexual y el culinario son interesados. Esta tesis tuvo mucho peso en la sacralización del arte.



El placer estético, en definitiva, es inseparable de una actitud cognitiva (perceptual y conceptual). Las múltiples interpretaciones propuestas para una misma obra de arte bastan en efecto para demostrar la singularidad de cada experiencia estética. Ningún objeto se da «espontáneamente» como objeto estético. Debemos construirlo como tal. Abordarlo de cierta manera, hacer diferencias entre las propiedades pertinentes y las que no los son.



En literatura, la percepción tiene un papel indirecto. La sacralización de las artes no ha sido más que una convención local y no la última palabra de la humanidad en lo que se refiere a la estética.  

Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 17 de abril de 2018

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El maravilloso Erikson



Al difundirse sus obras, Sigmund Freud atrajo muchos seguidores, pero no siempre coincidieron con él y algunos terminaron modificando las ideas de su maestro y formularon su propia teoría. Erik Erikson es uno de los más conocidos. La Teoría del Desarrollo Psicosocial de Erik Erikson es la revisión hecha por él a la teoría freudiana, que se centra en los factores socioculturales (por encima de los sexuales) del desarrollo y postula ocho conflictos psicosociales cuya resolución es indispensable para lograr un ajuste psicosocial sano.


Erik Erikson aceptó muchas ideas de Sigmund Freud, pero se distinguió de él en dos aspectos centrales. Primero Erikson insistió en que los niños son exploradores activos y curiosos que tratan de adaptarse al ambiente, no esclavos pasivos de impulsos biológicos moldeados por sus padres. Erikson ha sido catalogado como psicólogo del ego, pues estaba convencido que en cada etapa de su vida, las personas han de enfrentar las realidades sociales (en función del ego) si quieren adaptarse exitosamente y mostrar un patrón normal de desarrollo. Por eso en su teoría el ego no es un mero mediador entre las demandas antagónicas del Ello y el Superyo.


Otra gran diferencia entre ambos es que Erikson concedió mucha menor importancia a los impulsos sexuales y mucho mayor a las influencias culturales. En todo ello influyeron sus experiencias tan diversas. Nació en Dinamarca, creció en Alemania y pasó gran parte de la adolescencia recorriendo Europa. Terminada su formación profesional, se trasladó a Estados Unidos donde examinó a estudiantes universitarios, a soldados de combate, a activistas de derechos civiles en el Sur y a indios nativos americanos. Habiendo observado multitud de semejanzas y diferencias del desarrollo en grupos sociales tan heterogéneos, se comprende que en su  Teoría Psicosocial haya puesto de relieve los aspectos sociales y culturales del desarrollo.


Según Erikson, a lo largo de la vida experimentamos ocho grandes crisis a las que llamó Etapas Psicosociales. Es necesario resolverlas exitosamente, pues sólo así uno se prepara para hacer lo mismo con la siguiente. 


1.Confianza básica frente a desconfianza: Ocurre del nacimiento a un año. El infante debe aprender a confiar en sus cuidadores para atender sus necesidades básicas. Si le muestran rechazo o son inconsistentes, verá el mundo como un lugar peligroso lleno de gente poco confiable.


2.Autonomía frente a vergüenza y duda: De uno a tres años. El niño debe aprender a ser “autónomo”; alimentarse y vestirse sin ayuda y ocuparse de su higiene. Al intentar inútilmente lograr esta independencia, empezará quizá a dudar de su capacidad y a sentirse avergonzado. Los padres de familia son los principales agentes sociales. 


3.Iniciativa frente a culpa: De tres a seis años. El niño trata de crecer e intentará aceptar responsabilidades que superan su capacidad. Para resolver exitosamente esta crisis se requiere equilibrio: El niño debe mantener el sentido de iniciativa y al mismo tiempo aprender a respetar los derechos, los privilegios y metas de los demás. La familia es el principal agente social.


4.Industriosidad frente a inferioridad: De seis a doce años. El niño debe dominar importantes actividades sociales y académicas. En este periodo se compara con sus pares. De lo contrario sobrevendrán sentimientos de inferioridad. Los profesores y pares son importantes agentes sociales.


5.Identidad frente a confusión de papeles: De doce a veinte años. Es la encrucijada entre la niñez y la madurez. El adolescente encara la pregunta “¿Quién soy yo?”. Necesita establecer una base social y su identidad ocupacional, pues de lo contrario no podrá definir los papeles que deberá desempeñar en la adultez. El principal agente social es el grupo de pares.


6.Intimidad frente a aislamiento: De veinte a cuarenta años (adultez joven). El principal cometido de esta etapa consiste en crear amistades sólidas y lograr un sentido de amor y camaradería (o identidad compartida) con otra persona. Los principales agentes sociales son la pareja, el cónyuge, o amistades estrechas (de ambos sexos).


7.Generatividad frente a estancamiento: De cuarenta a sesenta y cinco años (adultez intermedia). En esta etapa el adulto ha de volverse productivo en su trabajo y formar una familia o bien atender en otras formas las necesidades de los jóvenes. La cultura es la que define estas normas de “generatividad”. Quienes no puedan o no quieran asumir esas obligaciones se estancarán y se tornarán egocéntricos. Los agentes sociales importantes son el cónyuge, los hijos y las normas culturales.


8.Integridad del yo frente a desesperación: El adulto mayor examina su vida pasada desde otro ángulo: La ve como una experiencia importante, productiva y feliz o una gran decepción llena de promesas incumplidas y metas no realizadas. “La Teoría del Desarrollo Psicosocial de Erikson” es un modelo apasionante, al cual recurrimos con periodicidad. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 10 de abril de 2018