domingo, 23 de mayo de 2021

Intereses independientes y juego rudo

 


Aparece la interrogante: ¿Son brutos o se hacen? Es posible que haya gente que no aprenda a la primera, pero que no aprendan después de unas cuantas experiencias es sinónimo de que algo falla. Entiendo la ingenuidad como una característica humana que apuesta por las expectativas de un futuro que sea capaz de brindar esperanzas.  De ahí que haya quien crea con sinceridad en causas justas y maneras de conceptuar la existencia, lo cual les da una sensación de confort y paz en relación con estar haciendo las cosas bien. En la dinámica contemporánea hace su aparición cualquier cantidad de colectivos y conglomerados que apuestan por los más elevados ideales. Como si el mundo estuviese siendo creado el día de hoy y la civilización no llevase un tajo de historia a cuestas, hay quienes acaban de descubrir la verdad de las cosas ¡Menuda ocurrencia! Como intento ser un buen disecador en busca de entender lo circundante, no puedo dejar de buscar los filamentos que manejan tanta fuerza en los tiempos que suman. Total, una buena tajada lo que escribimos parte de ahí.

Escepticismo por experiencia

Sin vocación de que me cojan a lazos, sigo creyendo en el ser humano y su extraordinario potencial. Eso no hace que me enceguece; por el contrario, mantener la guardia alta y hacer un poco de combate de sombra forma parte de la rutina de la mañana. Precisamente por creer en lo humanitario es que me arriesgo a relacionarme con los otros a pesar de saber que tarde o temprano en las relaciones interpersonales se tiendan a ver las costuras o los intereses personalísimos de cada cual. Nada qué recriminar, si no fuese por el hecho de que en ese esfuerzo por tratar de comprender la naturaleza humana y sus infinitos bemoles se nos facilita la posibilidad de ver las tenebrosidades de nuestra especie, lo cual tiene su precio. No es inusual ver a las personas que conocimos enarbolando los más sublimes principios siendo contagiados después por el odio, el fanatismo y el resentimiento. Es cuestión de levantar una pequeña capa del envoltorio para que emerja esa cosa turbia que los seres humanos tenemos en nuestro interior y si no somos capaces de hacer introspección, se apodera de nuestras acciones y sentimientos. Dios guarde.

El delito de opinión

Dice un demócrata: -“Digo y escribo lo que quiero, apoyo lo que me parece bien y me apego a la ley”. Aun así, el costo es elevado y la altísima posibilidad de ser enjuiciado de manera colectiva es una apología a lo inquisitorial. Curiosamente vemos en los colectivos autodenominados independientes, las formas más extremas de intolerancia e incapacidad de aceptar al otro. Muchos grupos de “independientes” se consideran (se reconocen como tal) minorías y quieren a hierro y a fuego imponer su visión de las cosas a los demás. Nada más alejado de la vida en sociedad donde el respeto por los otros, independientemente de que piensen diferente, es la base sobre la cual se sustenta toda posibilidad de bienestar colectivo. Enceguecidos por sus creencias, los independientes pueden terminar siendo formas de representación de los más disparatados extremos. Sea por comer carne de cerdo o porque te cocinas el huevo en agua, se puede terminar en el paredón de cuestionamiento en nombre de las causas más exóticas, por no decir retorcidas. En realidad, esa cosa que aparentemente no tiene forma es la más fácil de categorizar, solo es cuestión de tiempo para que los colectivos más extravagantes se paren a la diestra o la siniestra de la minimalista manera de conceptuar las cosas.

El burro bravo patea

En el siglo pasado, en Venezuela, los reputados “Notables”, adalides de todas las causas perdidas y levantando las banderas de la moral, terminaron por hacer daño a nuestra nación. Algo aprendimos de los “independientes” y vaya manera de aprender. Es costoso apostar por una causa. Nada es gratis, por lo que financistas siempre podrán aparecer. La publicidad tiene su valor contante y sonante y con dinero se paga la propagación de las más disímiles ideas. Se necesita publicidad para estas cosas y eso tiene su precio. A la hora del té los grupos terminan entrando por el aro y los aparentemente díscolos dueños de la verdad finalizan su espectáculo sentándose en una mesa negociando el futuro de los demás. De eso se trata la vida en comunidad, de ser capaces de ponernos de acuerdo y no aplastar al otro. Cada uno tiene su espacio, su justo valor y la necesidad de ser protagonista de su propia causa y tratar de ganar seguidores. El circo de la vida va de la mano con la teatralidad que induce a que frente al lente de la cámara se tienda grupalmente a ser díscolos y hacer bravuconadas mientras a puertas cerradas hay que mantener caliente el break. Por lo pronto prefiero saber con cuántas habilidades cuenta el que tengo al frente y la aparente sorpresa que tiende a mostrar el supuesto “outsider” o independiente, suele ser una mascarada repetida hasta el infinito. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 25 de mayo de 2021.  

martes, 18 de mayo de 2021

Virus consumado y pasar la página

 


Como ha ocurrido con las pestes anteriores, esta también debería pasar. Dejó su huella tatuada en la historia de lo humano y a la par de otras pandemias, entrará en los libros de historia. Las tensiones humanas aumentarán y una época de incertidumbre, caos y precariedad económica afectará a la civilización por un tiempo, cerrando un ciclo para entrar en otro y así hasta que el ser humano siga poblando el planeta. En lo enmarañado que resulta tratar de atrapar un pedazo de realidad a través del pensamiento racional, la complejidad y el intentar ver la gran torta de la existencia como un sistema, podría aclararnos asuntos que inexorablemente ocurrirán. Sin alardes de ser vidente, pareciera que ya se va configurando una realidad sobre la cual podemos asomar algunas conclusiones o esbozos de ellas.   

Vacunas a granel

Una vez declarada la pandemia por los organismos internacionales a quienes les corresponde advertir sus implicaciones, comenzó la carrera mundial por las vacunas. Las grandes casas farmacéuticas se anotan una victoria y parte del destino civilizatorio depende de uno de los asuntos más interesantes y clásicos de la ciencia, que es el retorno a las primitivas vacunas en tiempos del ciberespacio.  Con el regreso a la vacuna, pareciera que volvemos al pasado, como en una película de ficción, pero este retorno no podía ser más simbólico en relación con el mundo que hemos construido. Algunas casas productoras de las mismas usan las más avanzadas tecnologías y otras apuestan por el tradicional virus machacado y hasta el momento los resultados van más o menos parejos. Parecieran ser tan efectivas las que se hacen con los avances más recientes como las que utilizan a gran escala lo que en un principio era una actividad artesanal. Independientemente de cuál tecnología sea la que se use, las vacunas con métodos de elaboración modernos y las de fabricación antigua parece que son similares en lo que respecta a los resultados. Conclusión hasta el presente: Bien vale la pena vacunarse.

La postpandemia cotidiana

Las vacunas y las posibilidades de que las personas la reciban es un claro indicador del nivel de desarrollo de una sociedad. En los países avanzados, habrá de sobra, en los que apenas emergen se vacunará de manera desordenada y tardarán más tiempo en recuperarse. Inexorablemente cada país debe garantizar la protección de sus propios ciudadanos y abonar porque otros lo hagan es apostar por su propio beneficio. En la mayor parte del planeta camino a tener 8 mil millones de seres humanos, las personas ni siquiera podrán ser vacunadas y el virus quedará para largo rato, diezmando y haciendo daño. Asunto aparte es la curiosa irresponsabilidad de líderes populistas y desorbitados que en pelea de pelo en pecho desafiaron al mortal virus, sometiendo a los habitantes de esas naciones al capricho de rufianes que llegan al poder. En una sociedad medianamente sana, la burocracia siempre es una limitación para implementar planes con efectividad. En una sociedad enferma, lo burocrático es negligencia. De ahí que vemos cómo en algunas naciones, la capacidad operativa para vacunar velozmente ha sido ejemplar y en otras a duras penas se piensa en la idea de ser eficaz. A estas alturas, no tener un plan de vacunación masivo y en corto tiempo es simplemente una tara de esa sociedad, que condena a sus ciudadanos a lo peor. De esta pandemia temo que se hablará por rato largo, siendo predecible que la brecha entre países pobres y países ricos tenderá a ser más ancha. La geopolítica se reacomoda.

Mirando para atrás

“El que va atrás ve pa’ lante y el que va adelante voltea”. A la par de la calamitosa situación causada por la pandemia, la vida sigue y la humanidad también. La sensación de que se acaba el mundo hará que muchos traspasen sus propios límites de lo permitido. No es raro que se exalte el culto por las festividades clandestinas y ciertas maneras de actuar lujurioso se atornillen en estos tiempos. La recesión económica hará que brote el odio y se exacerbará la ansiedad, la depresión, el neuroticismo y los clásicos males con los cuales hemos lidiado desde hace rato, como el desprecio por el otro. Inevitables serán las guerras y el deseo de sobrevivir a costa de lo que sea. La economía será el territorio en donde sobresalgan literalmente los más fuertes. En las sociedades poco pragmáticas, en las que se apuesta por un idealismo sin tener con qué, surgirán las maneras más sórdidas de injusticia y los colectivos más caricaturescos (la mayoría afortunadamente efímeros) apostarán por protestas multitudinarias que terminarán siendo una especie de autodestrucción colectiva. Nada que no haya ocurrido antes en una historia que se nos presenta tan antojadiza como repetitiva. Desde el plano individual es tiempo para recordar que hay tiempos de vacas gorgas y tiempos de vacas flacas. Bien vale ante la turbulencia mantener la guardia arriba y apretarse el cinturón.

 

Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 18 de mayo de 2021.

martes, 11 de mayo de 2021

Asesores fallidos, genios consumados


Un lugar común en la historia civilizatoria es que las buenas intenciones no preñan. De ahí que la vida colectiva puede estar embellecida por la intencionalidad de materializar los buenos deseos, pero la realidad gusta salirse con la suya. No es inusual que el camino de la política (la práctica de la vida en sociedad) esté cundido de cadáveres insepultos que no lograron materializar sus deseos. Una cosa es la belleza de las ideas y otra muy diferente la materialización de estas. Ser naturalmente incrédulo puede resultar el fin último de la vida de una persona que desee ser feliz. Otras opciones también son válidas, como la lucha eterna contra las injusticias. Por experiencia le temo a los moralistas en esa suerte de inquietud por hacer del mundo un lugar impoluto, cuando precisamente lo humano tiende a ser contrahecho y contradictorio, o de lo contrario no sería humano. De ahí que se tienda a apostar en la creación como algo elevado, por cuanto es realizado por los hombres y de ahí su valor. Que el animal político sea capaz de crear es aparatosamente paradójico, por decir lo menos.

De Platón a Maquiavelo

Notable es el caso de Platón, quien aporta a lo que entendemos por filosofía en occidente y hace incursiones en política real. En su obra La República, expone las bases de lo que sería la convivencia social y falla de manera aparatosa al tratar de poner en práctica sus preceptos en Sicilia. Asesora al Tirano de Siracusa y a su hijo, lo cual casi le cuesta la vida. La idea trasciende, pero en su caso no logra aterrizar cuando intenta asesorar a los políticos. La realidad lo desborda ampliamente y la genialidad del filósofo hace aguas ante la materialización de las cosas. En Platón volvemos a ver otra paradoja perfecta, cuando es capaz de triunfar en la academia y fracasar en política.

El caso de Nicolas Maquiavelo, quien crea las bases teóricas de lo que es la política moderna hasta nuestros días, no deja de ser de gran resonancia, al punto de llegar a ser conmovedor. Desarrolla una obra perfecta llamada El príncipe, en donde expone con precisión los alcances y la práctica de la vida en sociedad y la manera cómo se ejerce el poder político. Dedica su obra a Lorenzo de Médicis y los Médicis lo desprecian y cae en desgracia: Termina siendo acusado de estar involucrado en un golpe de estado contra ellos. Fue apresado, torturado, ignorado y olvidado por sus contemporáneos. Escribo este texto sobre él precisamente porque su legado trascendió a su propio tiempo.

Deshojando la margarita

El Hegel versus Schopenhauer es un clásico del pensamiento universal. Arthur Schopenhauer prefería ir a los prostíbulos, a gastar su dinero y quemar calorías antes que interesarse por asuntos políticos. Radicalmente pesimista, su obra trasciende hasta nuestra hora. Optaba por establecer encarnizadas peleas con Georg Hegel y sus edecanes y admiradores intelectuales antes que ponerse a pensar en lo que consideraba vacuo: La política. Cuando he conocido a asesores políticos, no puedo ser sino severamente crítico, por cuanto muchos de ellos juegan a ser aprendices de brujos. Se genera demasiado enredo en el tiempo de las redes sociales y otros artilugios para pasar por un experto en el gran coliseo contemporáneo. Los caídos van a revoluciones por minuto y la lógica tradicional para entender las cosas parece enfrentarse a nuevos escenarios. Desde la adusta academia actual se trata de entender nuestro tiempo y nuestra contemporaneidad a la par que los golpes bajos van debilitando a los aspirantes a gladiadores. Tal vez los nuevos tiempos solo sean callejones sin salidas de una época de ciertas convulsiones que tienen precedentes de fácil resolución. El sol sigue saliendo por el este y ocultándose por el oeste y todo indica que seguirá siendo de esa manera.

Difíciles y fáciles tomas de decisiones

Al final se opta por el mal menor. Una polímata como Mario Vargas Llosa da su opinión sin cortapisa. No creo que haya mucho que escoger entre dos opciones. Se escoge por una o por la otra. Quienes señalan que se abstienen de votar por dos opciones porque las dos son malas, es un disparate digno de la mejor antología del absurdo (si es que eso existe), que viene a terminar siendo la exaltación del moralismo político, tara intelectual que se aleja de lo pragmático de la existencia y su más conspicua representación: La política. Los casos de Perú, Ecuador o Colombia no merecen mayor análisis al momento de votar. La idea es que los bárbaros no se apoderen de los rincones civilizatorios o donde aspectos civilizatorios patalean por existir. A la hora del té los entendidos resultaron ser demasiado escrupulosos y en un asunto que se necesita estómago y piel curtida, aparecen seguidores de Hello Kitty dando clases de moral. Increíble que, en estas horas de la larga fiesta de lo humano, todavía exista la duda al momento de decidir entre dos opciones. Tal vez un poco de matemáticas ayude.

 

Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 11 de mayo de 2021.