martes, 22 de noviembre de 2016

Conferencia: 'LA INCERTIDUMBRE' 24/11/2016 CAMIULA

CONFERENCIA:  'LA INCERTIDUMBRE' 



El jueves 24 de noviembre de 2016 estaré nuevamente en CAMIULA. Hora: 7:30 a.m. Dictando en esta oportunidad la conferencia:



 'LA INCERTIDUMBRE' 




Coordinadora de la actividad: Dra. Yuraima Espinoza 




domingo, 20 de noviembre de 2016

Bravo, Rangel y Hernández


Ha escrito Víctor Bravo una extraordinaria novela titulada Dos vidas’, sobre Rafael Rangel y José Gregorio Hernández, y es extraordinaria por varias razones.

Se trata de una novela, y como tal, le da libertad a su autor para atraparnos desde la primera página, en donde, por sus condiciones de avezado lector y escritor, Víctor Bravo logra crear una atmósfera de gran tensión emocional, que impide que uno deje de leer página tras página, quedando cautivo del texto, sin poder soltar el libro. Utiliza las más decantadas pericias del arte literario, en donde prevalece la sencillez estilística y las técnicas propias de esta disciplina. Hace uso de varias habilidades, como por ejemplo, el mostrar la vida de los dos personajes desde la reflexión de sus más cercanos allegados.

Usando un lenguaje armónico, entrama la novela y la ancla permanentemente en su contexto histórico, en donde ambas personalidades no pueden escapar a las vicisitudes de su época y las penurias que abruman a quienes coexistieron en el mismo tiempo y lugar, desarrollando una vida intensa y azarosa, dejando un legado para el porvenir, que ha servido de fuente valorativa para dar forma a los elementos más nobles de la venezolanidad. Gracias a hombres del talante de Rafael Rangel y José Gregorio Hernández, elevados representantes de la civilidad, se puede hacer contrapeso a la más grotesca barbarie que nos ha acompañado como pueblo.

Pero Víctor Bravo va mucho más allá de la descripción de un tiempo y un transitar histórico que acompaña a ambas personalidades y entra en la vida de ellos para convertir al texto en más que un libro ordinario y hace una obra acerca de las contrariedades que caracterizan el alma de nuestra nación y sus actuales derivaciones. La descripción del culto a los más extravagantes personalismos y la desmedida y trágica presencia recurrente del caudillismo van de la mano con la existencia de prohombres, casi como si uno como fuese necesidad de lo otro, haciendo énfasis en que sin la presencia de estos admirables ciudadanos no existiría una concepción de polis en nuestra accidentada nación.

Rafael Rangel y José Gregorio Hernández son dos personas con gran complejidad psicológica, que bordean peligrosamente el abismo de los desafueros de la mente, en la cual Víctor Bravo logra penetrar como un arriesgado explorador, adentrándose en su dimensión psíquica y la expone con claridad que da vértigo por lo atinada y estéticamente bien descrita. Esa aparente dicotomía con la cual se ha tratado tradicionalmente a ambos personajes, adquiere en la obra de Bravo otra lectura, y es la de la complementariedad de ambas figuras, porque se basa en la acertada premisa de que es casi imposible entender el uno sin estudiarlo a la par del otro, en donde el misticismo y universalidad de José Gregorio Hernández va de la mano con el pragmatismo y apego a lo terrenal de Rafael Rangel, ampliando con creces en conjunto, sus alcances de hombres universales.

Pero Bravo no es cualquier escritor. Es un erudito con gran sentido del humor, quien realiza transgresiones y disrupciones personales en el libro, haciendo que la tensión que caracteriza la novela sea distendida por la complicidad y el jolgorio de quien la lee; y como si no fuese suficiente, en este contexto de interrelaciones, es una obra profunda y particularmente conmovedora que estremece el espíritu del lector e inevitablemente se convierte en acompañante y cómplice de este hermoso libro.

Debió ser arduo el trabajo de investigación por el que tuvo que pasar Víctor Bravo para hacer esta novela, como debe ser gratificante el resultado obtenido, que a mi juicio es un recordatorio acerca del país que hemos sido, el país que somos y el país que podemos ser, en estos tiempos en donde de manera repetida aparece la incertidumbre y la desesperanza que se apodera de tantos.

Es una obra que sirve para recordarnos nuestro terrible origen y de cómo la civilización y la barbarie se enfrentan una y otra vez en el curso del tiempo, como un infinito péndulo en donde unos escenarios son incandescentes y en otros la gélida oscuridad nos arropa. En Rangel y Hernández, a fin de cuentas, reposa el eterno intento humano por enfrentarse y derrotar al mal.

Por último, además de sentirme complacido por la existencia de escritores cultos y de alcances universales como Bravo, estas líneas deben también recordarnos que el Profesor Víctor Bravo es un magnífico representante del espíritu académico venezolano por antonomasia, en particular de una de nuestras principales casas de estudio como lo es la Universidad de Los Andes y solo en una institución como la academia en la cual hace vida, se pueden producir y formar intelectuales de tal carácter. En tiempos de caos y anomia es necesario recordar que existen prohombres de gran juicio, que en una especie de contrabalanza hacen peso para que las más denotadas formas del bien logren frenar o vencer a la ignorancia y a la muerte. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela, el 05 de diciembre de 2016. 

sábado, 19 de noviembre de 2016

I JORNADAS DE INVESTIGACIÓN DE LA ESCUELA DE EDUCACIÓN

LOS DÍAS 21,22 Y 23 DE NOVIEMBRE DE 2016


I JORNADAS DE INVESTIGACIÓN DE LA ESCUELA DE EDUCACIÓN. ULA


Martes 22-11-2016:

9:25 a.m. 

Conferencia: 'Psicología, educación e investigación'

Profesores Gerardo Pérez Molina y Alirio Pérez Lo Presti



Avenida Las Américas. Complejo La Liria. Edificio A. Piso 1. Cátedra Simón Bolívar. Mérida. Venezuela


sábado, 12 de noviembre de 2016

RICARDO GIL OTAIZA: La segunda lista

‘LA SEGUNDA LISTA’ por Ricardo Gil Otaiza

Quedé en deuda con mis colegas escritores nacionales y con varios de afuera desde que publiqué "Mi lista de los mejores" (EU, 14-01-16), para así completar un súmmum de 18 obras y sus autores, que me impactaron en los últimos meses, sumiéndome en la lectura y relectura pertinaz, en el análisis crítico, en el etéreo mundo de las letras: exigente como el que más, pero tan ingrato, que sería interminable contar aquí los quebraderos de cabeza y las grandes decepciones.

Aquí van los 8 restantes. La biblioteca de Sairtún o Memorias del Octavio Sabio(2010), del colega y amigo Adelis León Guevara, por representar una obra original, sublime, fuera de todo contexto, que nos redescubre con asombro a un esteta de altísimo nivel, con una prosa exquisita, profunda e inteligente. No me canso en repetir: Adelis es uno de los grandes escritores de este país y un maestro sinigual. Su amistad es valor agregado en mi vida. 

De Alirio Pérez Lo Presti su más reciente obra: Para todos y para ninguno y otros ensayos (2015), por ser un libro complejo, infinito en posibilidades epistémicas, estéticas y filosóficas, que nos reconcilian con la mirada erudita de un autor que increpa, azuza y lacera los sentidos, para llevarnos con fuerza y buena prosa por los caminos del pensamiento universal. 

Resalto de manera póstuma el libro Masificación y crisis (2013), la obra más reciente de un amigo que se nos fue este 7 de enero: el autor merideño Bernardo Celis Parra. En esta obra indaga en los entresijos de la política de nuestro país, auscultando con fino verbo y mirada incisiva todo aquello que ha significado entre nosotros la pérdida de sentido nacional y de norte frente al devenir. En esta obra hace gala Bernardo de un profuso conocimiento del pensamiento político, y de las raíces de la crisis que nos mantiene al borde del abismo. Sin más: un libro clave en la comprensión de nuestra realidad como nación.

No podía faltar El fin del poder (2014), de Moisés Naím, quien nos tiene acostumbrados a libros documentados, seriamente pensados, que abren ante nosotros profundas inquietudes e interrogantes planetarias. De autores foráneos rescato Retratos y encuentros (2009), de Gay Talese, por ser un libro que se lee bien, que fluye sin fórceps y nos pasea con pluma elegante en los intrincados mundos de luminarias como Frank Sinatra, Peter O'Toole, Ernest Hemingway y Joe Louis. 14 crónicas se conjuntan en este volumen imprescindible en el conocimiento de este magnífico autor norteamericano. Resalto la obra Contigo en la distancia (2015), ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2015, de la autora chilena Carla Guelfenbein. Se trata de un texto delicioso, perfecto, que se mueve con maestría en el suspenso y la novela amorosa. Sus personajes intercalan sus voces para sumergirnos en una atmósfera urbana de mediados del siglo XX, signada por la pasión, el desencuentro y los más profundos deseos de alcanzar la felicidad. ¿La alcanzan? Quizás. Ni ellos mismos lo saben.

De Gonzalo Andrés Muñoz destaco @ortografía. La importancia de hablar y escribir bien(2014), que recopila el trabajo llevado adelante por autor a través de las redes sociales en torno a las dudas gramaticales, los gazapos más comunes y las pifias de la escritura, que nos dejan mal parados ante otros y echan por tierra nuestros anhelos de perfección. Por último, La mujer loca (2014), de Juan José Millás, que nos recrea con una escritura meticulosa, pendiente del detalle, que indaga con pasión en el aspecto psicológico de su personaje central, sin que ello signifique la pérdida de significado de un todo que se hace consustancial con nuestros más profundos secretos. Ergo, el alma humana.

Twitter: @GilOtaiza 





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JOSÉ ANTONIO RIVAS LEONE: Psicología y contemporaneidad

PSICOLOGÍA Y CONTEMPORANEIDAD’ 
por José Antonio Rivas Leone* 

Recientemente y con acierto el Consejo de Publicaciones de la Universidad de Los Andes editó la última obra de Alirio Pérez Lo Presti (Psicología y Contemporaneidad, Mérida, Marzo 2012, 106 p), profesor universitario en el campo de la Psicología con una dilatada trayectoria profesional donde ha sabido combinar docencia y ejercicio profesional, actividad que ha sido siempre mediada por su condición de escritor de algunos ensayos de filosofía cotidiana, columnas de diarios, relatos y por supuesto libros textos como este recientemente escrito sobre tópicos estrictamente científicos vinculados al quehacer de la psicología.

Debo señalar de entrada que  PSICOLOGÍA Y CONTEMPORANEIDAD, está escrito con rigurosidad en la manera de abordar el desarrollo de la psicología, las escuelas, sus aciertos y fallas, con un lenguaje sobrio y pulcro. Relacionando no sólo la teoría sino la intervención o práctica.

El libro está estructurado en ocho capítulos que nuestro autor hilvana pasando revista en primer lugar a la necesidad de precisar un concepto de la psicología que tenga asidero y expresión en función de la actualidad, de su evolución, época, y exigencias. Seguidamente, Pérez Lo Presti realiza una disección sobre el diálogo y múltiple influencia entre la Psicología y Medicina a partir de la Epistemología. Las grandes corrientes o escuelas (psicoanálisis – conductismo – psicología de la forma – cognoscitiva – humanística y  evolutiva).
Entretanto hay una parada en la temática de las neurociencias y los psicofármacos que es una temática sin lugar a dudas aparte de relevante en la sociedad actual de radical transcendencia en el siglo XXI dominado por controversias, certezas e incertidumbres, valores y antivalores, consumismo y tradición y un sinnúmero de situaciones y procesos a los estamos expuestos los ciudadanos en una etapa de cambio epocal y de paradigmas, en la que los psicólogos les corresponde el deber de ser guías y ductores en clave con los psicofármacos como área que ha logrado un importante desarrollo y aporte a la psicología creando mayores expectativas en un sinnúmero de enfermedades, trastornos y pacientes, sin caer en abusos y dependencias.  
La última parte del libro de Pérez o Lo Presti es un cuarteto interesante e indisociable como es la utilidad de la psicología, las fallas de la psicología, el hombre en la contemporaneidad y la política de salud mental como colofón.  No hay duda que es un texto valioso no sólo para psicólogos o expertos claro está, sino para lectores diversos, y básicamente estudiantes que quieran un tratamiento sobre una disciplina que tiene un compromiso de primerísima importancia en la sociedad actual, donde la psicología y sus soldados les corresponde mediar e intervenir para beneficio de todos. 

(*) Profesor de la Universidad de Los Andes


Twitter: @rivasleone 



miércoles, 9 de noviembre de 2016

La muerte del arte


La problematización de la existencia es tan propia del ser humano como la búsqueda afanosa del equilibrio. Una va a la par de la otra. En cada época y en cada generación, surge la impresión de que se están viviendo cosas que nunca antes habían ocurrido. Este sentimiento tiene su carga de relatividad sobre la cual vale la pena meditar. 

Existen los problemas tradicionales con los cuales el hombre ha lidiado desde que se agrupó y aquellos que vamos creando conforme avanzamos en el tiempo. La complejidad que sentimos como propia de nuestro tiempo, obviamente desborda a cualquier persona. Más complicado aún se torna el asunto en el caso de Venezuela, en donde ciertamente se encuentran apiñados los problemas ya tradicionales con la desproporcionada crisis política y sus derivaciones sociales y económicas que nos asfixian en el presente.

En esta especie de vértigo en donde se mezcla lo antiguo y lo nuevo, hasta el mismo pensamiento ha sido puesto en duda, y como si se tratase de una especie de teleserie ridícula, a cada rato viene uno que a trompicones sentencia “la muerte de la filosofía”, a lo que se suman en coro los que dicen que se cumplió “la muerte del arte”, “la muerte de la literatura”, “el fin de la historia” o la más insulsa de todas, “la muerte de la política”. En realidad nada muere, sino que cada instancia propia de la culturización va cambiando, creciendo, disminuyendo, mutando, pero de ninguna manera feneciendo.

Existe una justa obcecación de parte de los estudiosos de los fenómenos políticos por tratar de detener a como dé lugar lo que conceptualmente se ha definido como “antipolítica”. Los sistemas de gobierno tienen un agotamiento inexorable porque los individuos apuestan por más. La esperanza de construir una sociedad mejor forma parte de los valores del hombre común, abrigando un mínimo de ilusiones en función de futuro. Mostrarse anti sistema es una paradójica y muy efectiva técnica política que se basa en criticar al mismo y a quienes detentan el poder: Quien se presenta como anti establishment se muestra ajeno a la élite política, al sistema de partidos, los grupos económicos y los periodísticos. Es un artero ataque al corazón del sistema que sigue siendo efectivo.

La apuesta por la “antipolítica” desde las encumbradas élites es parte de la desgracia que transita la Venezuela de nuestro tiempo. Lo trágico es que las mismas élites que apostaron por la aventura, se dividieron inexorablemente. Unos fueron sacados del juego y otros siguieron la máxima radical de Lampedusa, quien señala en El gatopardo: “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”. Dicho en otros términos, para poder proteger sus intereses, apostaron por quienes promovían un cambio de raíz. Muy contrario a una posición intermedia, lo que llaman gatopardismo es una concepción de apego a quienes ostentan el control político con el fin de no perder poder.

¿Puede surgir la “antipolítica” en sociedades estables? Precisamente es allí donde tiene mayor interés, porque desde la psicología política, el deseo del hombre lo hace sucumbir a querer más de lo que ya posee. La más decantada ambición se encuentra presente en el ataque al sistema y sus instituciones.  La técnica política basada en el ataque al establishment busca su desmembramiento bajo la premisa de que somos socialmente ambiciosos por naturaleza. La política es la más difícil de todas las artes y es muy receptiva a la presencia de advenedizos y aventureros que con un discurso disruptivo prometa un futuro mejor y un potencial castigo hacia el poder imperante. Los ejemplos de ello no sólo sobran, sino que francamente abruman.



Twitter: @perezlopresti 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 09 de noviembre de 2016




“San” populismo


Durante el mes de febrero del presente año se realizó en la Universidad de Los Andes un “concurso de artículo de prensa” en el cual pudieron participar todos los estudiantes de pregrado. La temática y título común fue “el futuro de Venezuela”, resultando ganador el joven y talentoso estudiante Miguel Riveros de la Escuela de Educación, Mención Lenguas Modernas.

Tuve la fortuna de formar parte del comité organizador, razón por la cual leí la totalidad de los textos que fueron recibidos. Quedé gratamente impresionado por la excelente calidad de los escritos. De manera metódica, clasifiqué los trabajos en tres categorías: 1. Aquellos cuyo discurso se hallaba anclado en el presente y la desesperanza y la queja era el común denominador. 2. Los que hacían alusión al pasado y las consecuencias derivadas de una serie de circunstancias provocadas. 3. Los que reflexionaron sobre el tema y se enfocaron en las potencialidades de nuestra sociedad para salir adelante.

Sin embargo, no fue lo que expresaron lo que más me llamó la atención sino lo que no dijeron los participantes. En ninguno de los textos presentados se habló de liderazgos con capacidades excepcionales para salir de la coyuntura en la cual nos encontramos. Contrario a lo que suelo escuchar en personas de mayor edad, ningún estudiante apostó por el culto a una personalidad en particular que dirija los destinos de nuestro país en función de futuro. Eran trabajos en donde vencía el descreimiento por encima del culto a los personalismos. Creo que la experiencia de estos años ha dejado una enseñanza en nuestras juventudes estudiosas.

Los que trabajaron el tema del futuro, hicieron énfasis en la idea de “la esperanza” como talismán frente a las adversidades y el riesgo de creer que estamos en un callejón sin salida (desesperanza). En lo particular creo que esta pequeña experiencia muestra un asunto que en el curso de la civilización hace su aparición de vez en cuando. En la Venezuela contemporánea y desde la sensatez, suena artificioso  que se intente exaltar el culto a una personalidad en particular, porque una sociedad es armónica y marcha hacia el bienestar en la medida en que sus instituciones sean transparentes, protejan el bienestar del individuo y tengan credibilidad. Sin embargo, somos vulnerables a ser seducidos por el líder carismático que va y viene a manera de ciclos, dependiendo de las demandas emocionales de una población en particular.

Los latinoamericanos hemos sido asociados con la exaltación del mesianismo y el culto a los personalismos, lo cual no deja de ser cierto. Lo que también es cierto es que del fenómeno “populista” no escapa ningún conglomerado. Es Probable que Pablo Iglesias sea Presidente de España y Donald Trump dirija la nación más poderosa del planeta. No tiene nada de extraordinario. Lo que sí es raro de comprender es la ligereza con la cual ambos fenómenos políticos fueron asumidos desde el comienzo de su aparición.

Los que vieron inicialmente a Donald Trump mostrando sus aspiraciones de ser el presidente de los Estados Unidos incluso llegaron a burlarse de sus pretensiones y no tardaron en calificarlo de manera ilusa como un representante de la “antipolítica”. La cosa ha resultado ser al revés y Trump ha hecho alardes de un dominio político tal, que toda la campaña presidencial del país del norte ha dejado de focalizarse en lo propositivo para centrarse en atacar al multimillonario.

¿En qué consiste la estratagema de Trump? Los venezolanos estamos tan familiarizados con su discurso, que nos parece la aplicación de una receta de bolsillo. Él simplemente dice lo que el ciudadano norteamericano promedio y mayoritario desea escuchar. Habla en función de futuro, promete aumentar los salarios de los que trabajan mucho y ganan poco, señala que deben pagar menos impuestos quienes menos recursos tengan, se erige como un acérrimo enemigo de la clase política dominante y lo más peliagudo, señala la existencia de un enemigo interno y externo al cual hay que ponerle un extravagante muro divisorio para evitar que le quite el empleo al estadounidense que lo necesite. Trump se apega a la receta de rigor que ha hecho que desde que el mundo es mundo, los populismos vayan y vengan, sin importar en cual lugar han de hacer su aparición.

Es la inevitable necesidad de creer en un iluminado que viene a satisfacer los más inconfesables anhelos de las grandes mayorías. Fiel a la receta, Trump es divisionista y escandaliza a cualquier persona medianamente sensata pero contrario a lo que pueda parecer, en eso radica parte de su éxito. Psicodinámicamente el populismo es una necesidad. Desde lo racional es un mal y se intenta luchar contra él, cayendo en el eterno círculo vicioso que lo caracteriza.

Gane o pierda, el caso de Donald Trump es el ejemplo de que aun con los esfuerzos por delimitar el pensamiento mágico como antípoda de la razón, al final vence el inconsciente y lo irracional suele imponerse.
  


Twitter: @perezlopresti



Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 07 de marzo de 2016






martes, 8 de noviembre de 2016

PEDRO E. PIÑATE B. : Opinadores de oficio

 ‘OPINADORES DE OFICIO’ por  Pedro E. Piñate B.




De escribir por escribir no se trata el oficio de columnista. Hay que tener vocación genuina y prepararse para exponer las ideas y argumentos en forma concisa, precisa y oportuna. Esto con coherencia y perseverancia en el tiempo y el espacio. Sobre el oficio existen excelentes referencias en Nuestras firmas -la batería de plumas de El Universal. Una esencial es que para escribir primero hay que leer, tal como hace Alirio Pérez Lo Presti (Hacer la tarea 21/03/2016): "Ya en el cubículo, leo todos los días como si tuviese que presentar un examen. Luego escribo, ya sea para la prensa, por alguna investigación en proceso o sigo en la faena de terminar un nuevo libro"

También Ricardo Escalante lo confirma (Periodista e idioma 22/10/2105): "Escribir y hablar con corrección no es tarea fácil, que se logre en un abrir y cerrar de ojos. Exige mucha lectura, sobre todo de buenos autores".

En cuanto a las motivaciones del columnista que son variadas, puede que muchas coincidan a esta que comparto del escritor zaragozano Félix Romeo, citada por Orlando Viera-Blanco (No los voy a complacer… 05/07/2016): "escribo para ser feliz, escribo por fascinación, escribo para saber lo que pienso, para saber que existo, para seducir, para ser visible”.  

Por otra parte es de advertir como hace Ricardo Gil Otaiza (Escribir en la prensa 26/02/2016): "algunos nos llamarán "opinadores de oficio" (algunos ya lo hacen)," y añade: "La opinión es (si se quiere) solitaria, muy propia de quien la emite (que suele hallarse en ingrimitud)" (...) "Quién escribe para la prensa sabe de antemano que su labor podrá ser quijotesca, que tal vez caerá en un vacío inconmensurable de silencio y de olvido, pero que nunca será inoficiosa. El columnista no descansa, es terco por antonomasia, y sabe (o intuye) que con su disciplina y obstinación logrará vencer las reticencias de quienes piensan tener siempre la verdad, para imponérseles a los otros (qué dudas caben): cueste lo que les cueste".

Por lo demás, el columnista debe tener modelos que emular. Como el inigualable y muy carismático de quién Miguel SanMartín escribió (Omar Lares 18/10/2014): "Con su verbo y pluma combativa defendió con vigor y convicción sus creencias, la lealtad, la justicia, la equidad, la democracia y las libertades ciudadanas".




Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 05 de noviembre de 2016






MIBELIS ACEVEDO DONÍS: Contra la ansiedad

CONTRA LA ANSIEDAD’ por  Mibelis Acevedo Donís


Desde Hitler y Mussolini hasta Trump, pasando por Getulio Vargas, Perón o Kirchner, y sin olvidar de ningún modo a Chávez, entre muchos otros; líderes identificados con la derecha o la izquierda, cultores del nacionalismo exacerbado o movidos por la obsesión de cortarle el paso a un torvo enemigo; diferenciados por sus odios, motivaciones y contextos, pero con algo en común: un discurso que apela al "pueblo" -fetiche/objeto de sus deseos- para construir su poder. Eso que con gran riesgo de imprecisión y generalizaciones llamamos Populismo: un fenómeno carente de "una doctrina suficientemente unificadora" -dicen Kobi y Papadopoulos- lo cual, lejos de inscribirlo como concepto, lleva a calificarlo como "síndrome".

Para Helio Jaguaribe, los populistas, aferrados a la ficticia supresión del antagonismo élite-gobernados, mantienen un vínculo singular con el tiempo: su relación directa con las masas, la ausencia de intermediarios entre líder y pueblo "descansa en la espera de realización rápida de los objetivos prometidos". La inmediatez, pues, surge como condición sine qua non de un amor en el que la transacción de afectos la sella la oferta de la respuesta rápida. Así, si las instituciones o la norma en democracia llegasen a ser "estorbo" para satisfacer las demandas del pueblo, por ejemplo, no habrá discusión: la lógica del populista será abolir cualquier traba que impida frustrar esos deseos. Y el pueblo, al que también él encarna (una proyección del "yo" en ambos sentidos) justificará y hasta aclamará el gesto de arrojo. La perversa conexión desemboca así en un juego de gratificación instantánea, típico de públicos-electores que tras sentir que el bienestar le está siendo consistentemente vedado, de pronto advierten en alguien la posibilidad de recibir toda la atención a la que aspiran, y mejor: a corto plazo. La adicción de las sociedades a estos liderazgos no sorprende, dado que apuntan a una vulnerable estructura psíquica signada por la tiranía del inconsciente no satisfecho."Psicodinámicamente el populismo es una necesidad", dice el doctor Alirio Pérez Lo Presti. Políticamente, es alarmante síntoma de una democracia que no logra terminar de inmunizarse contra la "nave de los locos" de sus propios desequilibrios.

No extraña por tanto que en Venezuela, tras años de acostumbramiento a tal dinámica -gran parte de ellos vividos a expensas de la figura de un líder carismático cuyo mesianismo se columpió festivamente sobre una colosal montaña de recursos- a la dirigencia como a los ciudadanos nos cueste tanto desembarazarnos de la ansiedad que esa tornadiza relación con el poder ha generado. Oponer la razón al desbordamiento, la disciplina al desahogo, la política a la antipolítica, la mesura a la necesidad de ser complacidos o complacer ilimitadamente, ha resultado todo un tour de force político. Prácticamente convencidos de que por el lado del chavismo los métodos populistas toparon con un límite insalvable (ya no hay allí caudillo, ni pueblo, ni recursos con qué sublimar el malestar, lo cual los relega a ser la élite dominante con la cual se antagoniza) toca construir una alternativa que no siempre se ha podido librar de las presiones de esa inmediatez: más cuando la peor crisis de nuestra historia pellizca con inquina la paciencia de todos, incluso, de los más tolerantes.
Arduo dilema. Como algunos políticos asoman, luce cruel pedir paciencia a quien a duras penas mal alimenta a su familia, a quien no consigue medicamentos de los cuales depende su vida, a quien pierde seres queridos por culpa de la inseguridad. Y sin embargo, los hechos han demostrado que los avances que hemos concretado en el campo de la lucha democrática han sido obra de una calculada -activa- espera. Si algo hay que apreciar es que a merced de un paisaje que pudiese ser ideal para allanar la vía a un outsider (hábil para decir justo lo que la gente desea escuchar) la experiencia nos ayudaría a distinguir las trampas de la tentación populista, y así alejarnos de lo que Alex Rovira llama el "camino del vértigo": esa marrullera opción que "no te pide nada, que aparentemente te lo da todo, para después quitártelo todo".
Para bien, una masa bautizada "pueblo" por la revolución se ha incorporado a la vida política con una conciencia distinta. Esa evolución cualitativa hace posible mirar el cambio no como trastorno, sino como oportunidad. He allí el germen de esa transformación a la que todos aspiramos, algo que decididamente está más cerca del esfuerzo sostenido que de esa gratificación inmediata que sólo nos confina al cuartico de la infancia política. En esta hora menguada, forzados como estamos al "retorno a casa" -la democracia que toca rearmar- no parece haber mejor opción que la de ajustar nuestros tiempos. Confiemos en que la dirigencia sepa, como hasta hoy, potenciar esa disposición, e invitar a que la razón prevalezca sobre la emoción, sobre la ansiedad que produce avizorar un epílogo que, de ningún modo, puede ahora ser malogrado.

Twitter: @Mibelis 

Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 14 de marzo de 2016