martes, 1 de noviembre de 2016

RICARDO GIL OTAIZA: El libro como noción de civilidad



Alirio Pérez Lo Presti nos ha venido acostumbrando a su prosa diáfana, cargada de pasión, plena de una energía que bulle para contagiar a sus lectores e impelerlos a continuar en sintonía con su obra que ya se hace grande. Desde que Don Alirio (como suelo llamarlo, aunque sea menor que yo) se lanzó al mundo de las letras con su celebrado libro La creación del rosado’, no le he perdido la pista a ninguno de sus libros posteriores, por razones sencillas (aunque cargadas de gran complejidad): su escritura tiene hondura, y al mismo tiempo divierte y nos lleva de la mano por mundos insospechados. Con mi querido colega y amigo es válida la advertencia que hacía García Márquez frente a la prosa de Monterroso: hay que leerla con las manos arriba porque uno no sabe si reírse o enseriarse, llorar o perderse en un mar de disfrute. Su ironía no es académica (por decirlo de alguna manera), sino que está implícita en su discurso y eso la hace necesaria y fundante de una propuesta que nos interpela frente a la realidad y la vida. 

Hace pocas semanas tuve el honor de presentar a Alirio Pérez Lo Presti al grupo posdoctoral que coordino en la ULA, y no se me ocurrió otra cosa sino decir que estamos frente a un polemista, frente a un hombre que hace del pensamiento y de la palabra herramientas indispensables en la comprensión del ahora, pero lo hace con un verbo candente, que no da tregua a meros formalismos para internarse sin rubor en una palabra que en él cobra valor: se redimensiona hasta hacerse autárquica y rebelde. Sí, Don Alirio es también un rebelde, pero un rebelde con causa: la causa de una formación científica que lo lleva a distintos territorios de las ideas, para dejar allí plantada la semilla de una metódica que duda de la duda misma, que se pregunta por su razón de ser hasta erigirse en corazón de una dialógica, que busca nuevos derroteros en medio de la incertidumbre reinante en nuestros días. 

En este contexto, el incansable artífice de la palabra acaba de entregar otro libro a la palestra: Para todos y para ninguno y otros ensayos’ (Consejo de Publicaciones de la ULA, 2015). Acostumbrado ya a la dinámica intelectual de Don Alirio, no me sorprende el denso entramado de temas e intereses ahí expuestos. Si bien es un médico psiquiatra entregado a su profesión, sigo creyendo (y esto no se lo he dicho en las constantes pláticas a la que ambos nos entregamos con frecuencia frente a una gran taza de café tinto para él y marrón para mí), y hoy lo expreso: Pérez Lo Presti es un escritor e intelectual prestado a la medicina. En este libro el autor quema las naves y se lanza a una extensa aventura intelectual, en la que multiplicidad de intereses se entrelazan para configurar un extraordinario tapiz de emociones. El pensador erudito que es nuestro autor se enfrenta (por así decirlo) al narrador innato, al contador de cuentos, al ensayista de lo cotidiano, que desea contar y comunicar sus vivencias a como dé lugar, pero que en su tránsito va dejando desperdigados jirones de experiencias y de anécdotas, que impregnan su escritura de una grato sabor a reencuentro con la persona humana.

Como agudo pensador que es Pérez Lo Presti se explaya en páginas con una fuerte carga filosófica, para ahondar (sin ánimos de dictar cátedra) en aquellas preguntas fundamentales que nos llevan a la reflexión ontológica. Temas de la cotidianidad y de ocio se entrecruzan con páginas sobre grandes filósofos, o de corte educativo, o sobre autores literarios, para crear una rica atmósfera en la que la palabra se erige en arte, para hacer de esta obra objeto de admiración por este escritor venezolano, que apuesta sin rubor al libro como noción de civilidad frente a los desvaríos del presente.

Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 12 de noviembre de 2015

Enlace: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/libro-como-nocion-civilidad_14422







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