domingo, 26 de marzo de 2023

Certezas e incertidumbres

 


Una amiga me señalaba que tenía dos temores que la marcaban, el hacer el ridículo y el de fracasar. Lo he escuchado tantas veces que de tanto amasarlo, podríamos considerarlos dos temores clásicos y generalizados.  

Temor a hacer el ridículo

Es bastante improbable que se pueda llegar a metas sin parecer que somos un tanto extraños, potencialmente inadecuados o que estamos completamente fuera de lugar. Mientras mayor sea nuestro nivel aspiracional en relación con las metas que aspiramos concretar, más destacamos en el contexto de la manada y podemos parecer raros a los demás. Esa misma rareza es la que hace posibles cosas tan deseables como el buen liderazgo o la capacidad de innovar. El temor que muchos tienen de hacer el ridículo ante el ojo ajeno es como la bola de plomo que limita nuestros movimientos en la cárcel de las convenciones. Vencer este temor es imprescindible para tratar de trascender en la cotidianidad de los días.

Temor al fracaso

En realidad, visto de manera puntillosa, no se fracasa. A lo sumo podemos ir dando tumbos obteniendo resultados que no queremos o que no esperamos. El “fracaso” es un término de carácter condenatorio que lejos de aclarar, conduce a generar una visión catastrófica de cuanto nos ocurre. En la amplia gama de resultados que la vida nos conmina a tener que aceptar, la variedad de matices es enorme. Si lo miramos con la retrospectiva que da el tiempo, es posible que, si miramos bien, muchos supuestos fracasos fueron en realidad grandes avances en nuestras vidas.

Certezas placenteras

La sensación de tranquilidad que genera el estar apegado a un sistema de creencias rígido es más atinente a la necesidad de estar envuelto en el confort que en la posibilidad de llegar a pensar con inteligencia. Los recetarios de ideas o creencias inexorablemente están reñidos con la persona que se atreve a abstraerse en los laberintos de las ideas.

Muy adorable incertidumbre

La incertidumbre, lejana al confort y a la aquiescencia, es la chispa que enciende la mecha del hombre de pensamiento. La vacilación intelectual es capaz de movilizarnos por dentro y puede llevarnos a los caminos del ordenamiento del pensamiento, lo cual finalmente hace que nos cuestionemos esos espacios oscuros que necesitan ser iluminados. Esa incertidumbre, que podemos abrazar con entusiasmo, es la energía que se necesita para cavilar una y otra vez cada día que asomamos en nuestro mundo interior, la necesidad de transitar la existencia con entusiasmo y creatividad.

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 26 de marzo de 2023. En el diario El Universal de Venezuela el martes 28 de marzo de 2023.

domingo, 19 de marzo de 2023

El orden y las ideas

 


Tratar de expresar una o un conjunto de ideas lleva implícita la necesidad de ser ordenado en relación a la manera como el producto de nuestro pensamiento ha de ser presentado. Existe una gran cantidad de hombres inteligentes con ideas novedosas que se ven limitados a que sus planteamientos trasciendan por la enorme dificultad que se presenta al momento de expresarlos con soltura y claridad. El poder ser claro en el proceso de presentar una idea es tan importante como la misma idea.  Es una complejidad más, la cual hay que tratar de sortear con disciplina y dedicación.

El estilo es el hombre

El orden y el esfuerzo por darse a entender es parte de la manera como se presenta el sujeto en el universo. Si la manera de presentar lo que piensa es desordenado y sin posibilidades de que el contenido de lo que expresa sea entendible habla de la persona en sí y tal vez del potencial enredo mental que puede haber ocurrido como consecuencia de ser incapaz de estructurar los pensamientos. Esta ordenación es parte del proceso intelectual, tanto más apreciado cuando se trata de disciplinas con carácter especulativo como las mal llamadas ciencias sociales o el propio pensamiento filosófico.

Genios que nadie conoce

Al pensar en tantas personas talentosas, cuyo trabajo ha pasado por debajo de la mesa por infinitud de razones, me pregunto: ¿Es factible que sean más las genialidades ocultas que aquellas que han tenido la posibilidad de aparecer, darse a conocer y trascender por su obra? El camino de los elegidos a veces va con pases de cortesía cuando no del apoyo de auténticas barras de fanatizados. Reñidos con esas maneras de proceder, mucho talentoso desaparece por rehuir de los gritos ensordecedores de la fama y otros potenciales accidentes vitales.  

Intérpretes y seguidores

En el duro transitar del mundo de las ideas, también están aquellos que se hicieron de su grupo de acólitos que van de la mano con todo lo que el líder tenga a bien señalar. Ahí sobran los ejemplos, para mal de la civilización y no faltará el que sepa explicar mejor lo que quiso decir que quien lo dijo inicialmente. De intérpretes de obras a media está lleno el mundo de quienes plantean una idea y no son capaces de terminar de darle la respectiva forma. 


Publicado en varios medios de comunicación a partir del 19 de marzo de 2023. En el diario El Universal de Venezuela el 21 de marzo de 2023. 

domingo, 12 de marzo de 2023

Pensamientos chapuceros

 


Apegarse a la utopía como forma de entender la vida en sociedad es ser mentalmente perezoso. El pensamiento fosilizado, que recurre a la fórmula de las ideologías y todo lo resuelve sin necesidad de cuestionar las cosas es afín a quienes desean resolver los problemas de la humanidad de manera fantasiosa. El resultado, claramente, es que se van a mantener los asuntos sin resolver en el curso del tiempo.

Reflexiones prefabricadas

La ideología es una manera de conceptuar la realidad a través de una fórmula patentada, generalmente ya usada y de resultados fallidos, que tratamos de implementar una y otra vez pese a que sabemos que el resultado va a ser el mismo. Este tipo de pensamiento se sigue usando por muchas razones, una es la tendencia humana de pensar en forma dicotómica, sin mucha capacidad de ver los matices entre el negro y el blanco. Las otras razones van desde las entrañas revanchistas propias de lo humano hasta la tozuda actitud de quien no quiere dar el brazo a torcer porque el narcisismo puede ser mayor que la racionalidad más básica.

El deseo de cambio

Pareciera que se siguen cultivando recetas que preconizan la idea revolucionaria versus la postura reaccionaria de la existencia. El que quiere darle la vuelta a todo versus el que aspira que el todo nunca cambie. Ambos se equivocan por ser posiciones radicales, que se posan una frente a la otra en los dos extremos de la balanza. El asumir una postura radical es afín al fanatismo y el fanatismo niega la posibilidad de pensar. Cuando se preconiza una idea radical inexorablemente se va a intentar doblegar al otro. Someterlo va a ser una tentación permanente. Pésimo escenario si lo que deseamos es construir.

Negociar para subsistir

La posibilidad de negociar el punto medio, que permita dar cabida a la mayor cantidad de ciudadanos en un proyecto colectivo, es lo que hace a las naciones grandes. De eso sabemos ya bastante en este siglo que avanza y que tercamente pareciera seguir abrazando posturas que en algún momento se creyeron superadas. Sin negociación entre pares y específicamente entre contrarios, no existe ninguna posibilidad de que una sociedad avance. En ese ámbito ya los ejemplos son muy abundantes. Recordarlos aburre. 




Publicado en varios medios de comunicación a partir del 12 de marzo de 2023. En el diario El Universal de Venezuela el 14 de marzo de 2023.

domingo, 5 de marzo de 2023

Clasificaciones de rigor

 


Por la necesidad imprescindible de poder comunicarnos y llegar a un punto medio que nos permita ponernos de acuerdo en cosas sencillas, nos vemos casi forzados a crear clasificaciones y conceptos que abogan por facilitar el entendimiento. En otras palabras, para poder entender, estamos forzados a ponerle falsos nombres a las cosas, las cuales aceptamos, pese a que nos damos cuenta de su carácter arbitrario. Son clasificaciones poco sustentables y argumentadas con debilidad, las cuales nos vemos obligados a aceptar para no parecer enajenados.

Clasifícame y clasifícate

Clasificar al otro es una reacción natural que permite subir o bajar las defensas en relación “al otro”, el cual necesitamos reconocer como potencial aliado u oponente. Clasificar no sólo es una función de defensa primaria que se encuentra presente en muchas especies de seres vivos, sino que, con la socialización, lo códigos de clasificación que usamos para referirnos a los demás se han hechos más simples por la necesidad de hacerlos operativos en un contexto gregario. En la medida que se socializa, lo clasificatorio se vuelve una fórmula simple, cuando no un cliché para denostar o exaltar a los demás. En la tendencia a clasificar a los demás, podemos ver en muchas ocasiones una expresión de injusticia propia de lo cultural.

La palabra del gran gurú

Como si no fuese suficiente tener que lidiar con la propensión a clasificar cuanto nos pase por delante, en ese mismo contexto van apareciendo líderes que se autoproclaman dueños de la posibilidad de encasillar a las demás personas a su real saber y entender. Usando la siempre efectiva práctica del discurso dicotómico, el “ellos y nosotros” va creando zanjas entre los distintos grupos humanos. El liderazgo que promueve la división tiende a usar el poder para aplastar lo diferente y en ese sentido, la desolación y el malestar social se van apoderando de los distintos espacios de la vida cotidiana. Por el contrario, el líder que tiende a unificar y distanciarse de la percepción dicotómica de la existencia tiende a ser más sano y tendiente a sembrar la armonía. Son funestos aquellos líderes que apuestan por lo dicotómico (negro-blanco). Se hacen de reconocimiento de gran parte de la gente porque el ser humano en general, le apuesta a esa manera de ver las cosas. El ejercicio de atreverse a pensar puede ser un terreno de ansiedades para mentalidades susceptibles. Una de las razones por las cuales se apuesta a dividir entre “ellos y nosotros” es evitar asumir responsabilidades. Siempre es más fácil culpar a los demás de nuestras propias miserias.

Clasificaciones exprés

Clasificamos en un afán de tratar de dar nombre a las cosas y hacer el ejercicio de intentar comprender. En disciplinas como las llamadas ciencias sociales, atreverse a hacer sistemas clasificatorios es apostar por un reduccionismo radical. El ejemplo más tangible es cuando se intenta clasificar los sistemas políticos en una gama que va de la derecha a la izquierda. O más precisos, de la ultraizquierda a la ultraderecha. Algunos usan este sistema clasificatorio para referirse a asuntos relacionados con la práctica de lo moral y los postulados éticos. Otros como una manera de hacer discernimiento en relación con los distintos puntos de vista que existen para la resolución de asuntos económicos y en otras ocasiones para hablar de libertad. Como se puede apreciar en la vida cotidiana, tratar de enmarcarse a la diestra o la siniestra de un espectro que intenta unir economía, moral y libertad en un mismo sistema clasificatorio termina por ser una apuesta por no clarificar las cosas sino enmarañarlas. Tratando de hacer reduccionismo exprés, se apuesta por sistemas clasificatorios en los cuales los elementos presentes en estas categorizaciones no se relacionan entre sí. A la larga son convenciones fallidas que intentan forzar la realidad. Tal vez de ahí se pueda entender en parte, los pésimos resultados al materializar estos preceptos.

Condecoración para astrónomos ciegos

Hay disciplinas en donde hacer una clasificación es imprescindible para darnos a entender a efectos de que las personas superen su sufrimiento. Los sistemas clasificatorios en disciplinas como la psicopatología, por ejemplo, son necesarios y útiles si se asumen como espacios para poder unificar criterios en relación con los mismos fenómenos. De ninguna manera las clasificaciones en estos campos son una apuesta a “la verdad”. De ahí que las clasificaciones van cambiando en el transcurso del tiempo y no hemos terminado de aprendernos una cuando ya aparece la otra, siempre basados en la opinión de expertos, que terminan siendo una suerte de gran gurú cuya palabra es definitoria al momento de realizar estos ejercicios intelectuales. En estos terrenos, que a fin de cuentas son los de la comunicación, nos movemos cada día. A veces el terreno parece firme. En otras ocasiones da la impresión de que construimos en la mitad de un pantano. 


Publicado en varios medios de comunicación a partir del 06 de marzo de 2023.