domingo, 20 de agosto de 2023

El escritor bendito

 


A veces tengo la sensación de que cada persona es una suerte de rompecabezas, cuyas piezas se encuentran desperdigadas por el mundo. En ese ir y venir entre espacios alcanzables, sueños imposibles y grandes recorridos a la redonda, la literatura se presenta como una posibilidad de ir recogiendo nuestros propios fragmentos, que son susceptibles de ser descubiertos cuando se da ese encuentro excepcional entre un lector y un escritor que comparten intereses y afinidades.

Escritores malditos, escritores benditos

Hay escritores que supuran a través de sus textos. Son tan ineludibles como el sol porque en el arte literario hay necesidad de mostrar el dolor e intentar recrearlo de manera directa. Solemos agradecer a aquellos que escriben textos elevados, en donde las tinieblas se pueden jactar de su propia belleza. Es fértil el campo de la literatura porque en cualquiera de sus espacios, que es el espacio de lo humano, se pueden construir propuestas y mostrar penas. Pero hay un área muy necesaria en donde el escritor brilla por elementos que nos dan alegría y nos permiten transitar senderos en donde el goce por la lectura es capaz de llegar a ser tan alto que bien vale la pena hacer las exploraciones necesarias para descubrir a estos maestros de la palabra escrita.

La belleza de las palabras

Puede ser a través de la exaltación del arrojo y la valentía, como lo puede ser a través de la expresión de manera pura y cristalina como los arroyos de la Cordillera de Los Andes. El asunto es que hay combinaciones de palabras que alcanzan su perfección por la belleza, tanto en el uso de vocablos como en la manera en que se van tejiendo las ideas. De ese grupo de escritores me he enriquecido y siento que conocerlos ha sido agua para mi molino personal con el que me suelo nutrir. De esa manera, leo, respiro, pienso en lo que leo y soy feliz mientras suspiro. La belleza de la palabra escrita es una especie de revelación que nos permite descifrar enigmas cotidianos y laberintos cundidos de pequeñas trampas. De esas y otras emboscadas podemos salir airosos si nos protegemos con las bellas letras. La palabra también permite la posibilidad de plantearse la perfección. De esas y otras hazañas va lo de la escritura, porque para los maestros del arte, la corrección de cada párrafo, de cada línea, de cada oración, de cada palabra, de cada posibilidad de musicalizar lo que se escribe, lleva implícito de manera inexorable el chance de lograr la perfección y bien es sabido que aquellos desafíos que se pueden materializar en algo tan puro como la idea de lo perfecto es uno de los atractivos que más seduce a quien escribe y por supuesto, a quien lee. Lectores y escritores danzan al compás de los gemelos siameses.

Palabras e historias que emocionan

En ese espectro de posibilidades que en ocasiones parecen infinitas, se escurre de manera sigilosa la peripecia de contar cuentos cuyo fin último es relatar la historia en sí, alejada de moralejas, ramalazos moralistas o enseñanzas que nadie está solicitando. Esa literatura, la de la historia que se cuenta como manera de entretenimiento, es parte de lo civilizatorio por cuanto representa el sentido más primigenio de lo gregario, que es la capacidad de contarse cosas que sean capaces de generar hilaridad y deseos de saber en qué termina la trama. Esa, que representa la función de entretener y distraer, es valiosa porque personifica la fascinación de lo humano por el relato en su sentido más puro. El relato como camino que nos lleva a las más disímiles exploraciones y literalmente nos transporta a aquello que hace de la palabra un tesoro incomparable que nos ha acompañado desde que andamos hermanados en manadas.

Tocar la puerta

Ese camino, el de leer y escribir, es en realidad una manera de practicar con soltura y ligereza el ensayo y el error como una instancia necesaria para la vida saludable. Con la palabra escrita, podemos escapar de tristezas y soledades y construir universos que se van configurando de manera paralela uno tras otro, sin posibilidades de que exista un final. Cuando vamos en busca de ese escrito que en algún sitio encontraremos, tocaremos una y muchas veces la puerta en un intento de anunciar nuestra curiosidad y necesidad de sorprendernos. La palabra escrita de manera artística y con pretensiones de alcanzar la belleza tiende a ser un gran aliciente que hace más ligeras las cargas de la condición humana y despeja los enmarañados caminos por los que vamos a transitar. Por eso es por lo que el ejercicio de tocar la puerta no desfallece en aquel espíritu que sabe que existe un escrito que será bien recibido por algún agradecido lector. De esa dupla surge el milagro que llamamos literatura, que, si lo miramos bien, es una de las muchas formas que hemos creado para generar ilusiones en relación con todo lo que signifique ser una persona. En todo lo que sea humano.

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 21 de agosto de 2023.

domingo, 13 de agosto de 2023

Perdidos con brújula

 


Si se tiene claro a dónde se quiere llegar, es posible que el camino se haga menos pesado. Incluso en esas circunstancias un dejo de duda es necesario. Pero, cuando se tiene la seguridad absoluta de cuál es el lugar a donde se quiere arribar, sin dar cabida a ninguna clase de cuestionamiento, podría emerger el fanatismo o la falta de pensamiento medianamente argumentado. La mentira, a pesar de tener patas cortas, suele impresionar inicialmente, mientras nos damos cuenta de que se trata de representaciones de lobos vestidos de ovejas.

Conceptos y farsas conceptuales

Hay términos difíciles de atrapar, como el de felicidad o el de salud mental. Cuando tratamos de conceptuar la felicidad, la cosa se nos complica, porque lejos de condiciones de carácter espasmódicas, la felicidad pareciera que tiene más que ver con mantener la mayor cantidad de equilibrio la mayor parte del tiempo. Algo parecido pasa con el concepto de salud mental, que dice mucho y no dice nada, porque eso que tipificamos mentalmente sano es un asunto de carácter estadístico que tendría que ver con la posibilidad de mantener la mayor cantidad de equilibrio la mayor parte del tiempo, como lo es también la felicidad. Es sano recordar que la “salud mental” no es una disciplina ni mucho menos una profesión. Es un concepto de corto alcance y mucha sonoridad, del cual no podemos apreciar su presencia, pero lamentamos de manera terrible su ausencia. Por eso es por lo que las disciplinas que tratan de mantener el equilibrio se tienden a enfrentar a múltiples formas de caos y desorden, lo cual va de la mano de la historia de la civilización.

Si la meta es una ilusión, el resultado será fallido

Si no tenemos idea de cómo podríamos asimilar un concepto, mucho menos vamos a poder llegar a materializar el mismo. El ejercicio de pensar bien vale la pena y lejos de repetir eslóganes o formulitas prefabricadas, para poder avanzar hacia espacios mejores, deberíamos tratar de aclarar las ideas y hacer a un lado aquellas creencias que lejos de ayudarnos a construir, se terminan por convertir en pesados lastres que vamos arrastrando y nos van minimizando nuestra capacidad de movilizarnos con agilidad. Si el postulado inicial es falso, todo lo que hagamos será fallido.

Soluciones probadas: fallidas y exitosas

En general, la experiencia, o sea el aprendizaje, debería servir para no repetir los mismos errores. Es más que consabido que si seguimos haciendo lo mismo, seguiremos obteniendo los mismos resultados. De ahí que cualquier intento por cambiar las cosas para bien, obliga a pensar mal de aquello que tiende a separarnos y a generar divisiones y quiebres en el tejido de una sociedad. Por el contrario, aquello que es proclive a unificar en relación con construir una causa común, tiende a generar mayores estados de equilibrio en las dinámicas sociales que vamos construyendo. En esta suerte de neo inquisición en la cual se ha venido transformando el siglo XXI, es casi inevitable tomar partido para que grupos ultra minoritarios no se salgan con la suyas, porque generan falaces matrices de opinión que incluso tratan de convencernos de que los postulados más sencillos son falsos. Es buen tiempo para usar binoculares y lupas que nos permitan detectar sofistas de baja monta, tanto de lejos como de cerca. Los vendedores de ideas pululan en nuestra contemporaneidad y tarde o temprano tendrá que imponerse el siempre triunfante principio de realidad.

Tiempos de esperanzas

Lejos de asumir una posición desesperanzada, creo que los asuntos de la contemporaneidad tienden a poder resolverse con la vieja fórmula de intentar ser capaces de discernir entre ética y moral. Lo moral es lo que consideramos bueno y malo en un momento y en un lugar determinado. Lo ético es mucho más ambicioso, por cuanto se trata de realizar el ejercicio filosófico de pensar en una supra moral, que sería una manera de generar una moral universal. La ética es crítica que se hace sobre lo moral y es un intento de universalización de lo bueno y lo malo, independientemente del contexto. Probablemente el ejercicio ético jamás termine, porque hay tantas morales como sociedades hay en el planeta. Pero el desafío está ahí. Presente y latente, invitándonos permanentemente a hacer el esfuerzo de intentar conceptualizar una manera de hacer que el mundo sea un lugar para todas las personas de buena voluntad.

Movimiento, acción y reacción

Los que piensan que el mundo es estático, se equivocan. No solo porque el cambio y el movimiento son constantes sino porque ante cada acción, la tendencia es que aparezca una reacción. Esa confrontación de fuerzas potencialmente da cabida al equilibrio, que por una especie de fatalidad propia de lo humano y de los sistemas, una vez que se tiende a alcanzar el mayor grado de moderación, la tendencia es a romperlo. En esas se nos van las energías, las cuales tienden a renovarse conforme mantenemos en alto el espíritu combativo y las cosas que hacemos para crear puedan superar a aquellas que tienden a destruir.

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 14 de agosto de 2023.

domingo, 6 de agosto de 2023

Nacimiento al atardecer

 


Martha, de casi cien años, no falta a las consultas de control conmigo, que soy su médico de cabecera. Le he dicho infinidad de veces que con gusto la puedo atender en su casa, que no es necesario que se desplace hasta el dispositivo de Salud Pública para sus controles, pero ella es tajante y no permite ninguna concesión al respecto. Toma el autobús que tiene paradero a tres cuadras de su casa y se queda a unos quinientos metros del lugar donde es atendida. “Venir para acá me mantiene activa y el que se queda en casa se tuye”, dice de manera serena y luego suelta una carcajada.

Quienes no ven atardeceres

Para algunas personas, pareciera que los atardeceres de la vida no existen. Martha se ríe cuando conversa conmigo y me dice que el arte de vivir se encuentra en tener siempre proyectos en función de futuro por los cuales luchar. Siendo una persona de casi un centenar de años, que lo diga ella no deja de causar una gran impresión, no sólo por la edad que tiene, sino porque de esa manera ha llevado su existencia, sintiendo que ha sido exitosa en la forma como ha conducido su vida, pero por encima de todo, porque me dijo la última vez que hablamos de que era profundamente feliz

Vidas agitadas

Cuando Martha habla del tiempo que le ha tocado vivir, es enfática en señalar que la vida es muy dura y no hay forma de que no tengamos que lidiar con las más agrias vicisitudes y extravagantes desafíos. Por eso, me dejó paralizado cuando me dijo que ser viejo era para sentirse orgulloso y suprimiendo las citas de rigor y las referencias bibliográficas, a capela, mientras lo decía de manera musical, me repitió, casi sin quitarle una coma, un fragmento sobre la vejez que publiqué en el libro de mi autoría Los cambios psicológicos. Haciendo alarde de su magnífica capacidad de memorizar lo leído, Marta dijo:

-Como si se tratara de un término peyorativo, a la vejez se le suele cambiar el nombre con alguna frecuencia. “Tercera edad”, “adulto mayor”, “etapa de los años dorados” y otras múltiples maneras que en realidad son intentos eufemísticos con los que se trata de adornar el término VIEJO. La vejez es de las etapas más fructíferas y venerables de la vida, debiendo ser aceptada por la sociedad de la época en su justa dimensión. A fin de cuentas “… dejamos de ser niños”, pero…  “todos vamos pa’ viejos”. A menudo se estereotipa a los ancianos. Estos estereotipos pueden incluso originar actitudes y políticas que desalientan su participación en el trabajo y en las actividades recreativas. La vejez no siempre ha inspirado temor a la gente. En la Biblia, se plantea que los ancianos poseen una gran sabiduría. En China, en Japón y en otras naciones del Lejano Oriente se les venera y se les respeta en la tradición de la piedad filial. Por ejemplo, en Japón más de tres de cada cuatro ancianos viven con sus hijos y se les muestra acatamiento en diversas actividades ordinarias. Los aspectos físicos del envejecimiento rigen muchos de los cambios y de las limitaciones propias de esta etapa de la vida. El envejecimiento es un fenómeno universal. Ocurre antes en algunas personas y después en otras, pero es inevitable. Todos los sistemas del organismo envejecen incluso en condiciones genéticas y ambientales óptimas, aunque no con la misma rapidez. En casi todos los sistemas corporales estos procesos comienzan en la juventud y en la madurez. Muchos de los efectos no se perciben sino hasta en los últimos años de la adultez, porque el envejecimiento es gradual y los sistemas físicos poseen una gran capacidad de reserva.  Muchos suponen que el intelecto de los ancianos decae de un modo automático. Por ejemplo, nadie se sorprende si un joven o una persona de mediana edad se prepara para asistir a una fiesta y no recuerda dónde dejó el abrigo. Pero si el mismo olvido se observa en un anciano, la gente se encoge de hombros y dice: “La memoria empieza a fallarle” o “está perdiendo el juicio”. Con la senectud disminuye la rapidez del desempeño mental y físico. Por lo regular, los ancianos muestran mayor lentitud en los tiempos de reacción, en los procesos perceptuales y en los procesos cognoscitivos en general. Aunque esto se debe en parte sin duda al envejecimiento, en parte también puede deberse a que los ancianos dan a la exactitud mayor valor que los jóvenes. Aunque muchos ancianos conservan las capacidades de memoria y adquieren la sabiduría, algunos presentan un deterioro notable de su funcionamiento cognoscitivo. Puede ser temporal, progresivo o intermitente. En algunos casos es pequeño y dura poco, pero en otros casos es grave y progresivo. El deterioro puede deberse a causas primarias o secundarias. Entre las primeras se encuentra la enfermedad de Alzheimer (un tipo de demencia) y la apoplejía. En el caso de la demencia, aparece confusión, olvido y cambios de personalidad crónicos que a veces acompañan a la senectud. Muchos temen la demencia, pues creen erróneamente que es parte inevitable de la vejez. Para ellos hacerse viejos significa perder el control intelectual y emocional, convirtiéndose así en personas desvalidas e inútiles que llegan a ser una “carga” para su familia.

Esas fueron las palabras de Martha. Para mi gran satisfacción, quedamos en volver a vernos en un par de meses.

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 06 de agosto de 2023.

lunes, 31 de julio de 2023

Isla Negra

 


Si vas a Chile, viajero audaz, no dejes de pasar por Isla Negra, para visitar la casa del poeta, entre otras razones, porque se trata de un destino al cual siempre se puede volver. Este fin de semana estuve nuevamente visitando la casa de Pablo Neruda en Isla Negra. Estar en ese sitio endemoniadamente divertido, de ingeniosidad sublime y exuberante de delicadezas, es arribar a un buen puerto en donde descollará lo sorprendente. Isla Negra es un santuario de poesía porque Pablo Neruda era la encarnación viviente de lo poético.

De causas sanas y malsanas

Difícilmente cuestionaremos la genialidad de un autor. Más difícil es no ser capaz de valorar una obra cuando su valía es aplastante. De ahí que aquellos individuos con talentos especiales tienen ganado en el espíritu de cualquier sociedad, la impresión de que son personas mentalmente aventajadas, capaces de tomar buenas decisiones, al punto de que lo político, que suele ser de fácil análisis y de dominio populachero, adquiere una suerte de excesiva relevancia cuando es expuesto por una persona a quien creemos virtuosa o le reconocemos talentos especiales. De personas con cualidades asombrosas que enarbolan las banderas más erráticas se encuentra plagada la historia de la civilización. La participación de personas con grandes talentos en causas en donde se deja a un lado la escrupulosidad suele ser una de esas situaciones que de tanto ocurrir, son susceptibles de ser analizadas, caso por caso.

Genio y figura

El asunto del intelectual comprometido con una causa y su apego a los desvaríos que esta pueda tener, son un problema clásico que necesariamente vuelve a estar presente en las cosas que reflexionamos. Nos lleva de nuevo a tener que disociar o hacer el ejercicio de tener que separar la obra del artista y los errores o desatinos (si es que se pueden llamar así) que el virtuoso pueda tener. En el país donde nací, 911 intelectuales firmaron un documento de apoyo a un clásico tirano caribeño, por allá en el lejano siglo XX. Muchos de ellos están arrepentidos de haberlo firmado, porque se trató de una frivolidad monstruosa que se revirtió y persigue como sombra macabra a muchos de esos firmantes. En su momento, los argumentos que esgrimió cada uno de ellos, se pueden interpretar como una deriva de la necesidad de que el intelectual se oponga al poder establecido como un acto de enfrentamiento a la figura de autoridad, que en la mayoría de los casos se transforma en un cheque en blanco que termina siendo agua para el molino de una causa malsana. Eso ocurrió en Venezuela con la firma de los 911. Apostaron por cuestionar las entrañas de un sistema que estaba medianamente en equilibrio, apoyaron a otro sistema cuestionable en sus postulados éticos y sus acciones del día a día y desataron el monstruo de una historia inmanejable que terminó por desguazar a Venezuela. No es propio de gente prudente jugar con fuego. Una cosa es apoyar una causa desde la comodidad de verla a la distancia o en carácter de turista y otra es padecerla en carne propia. La ligereza de juicio tiende a salirse con las suyas, incluso en los cerebros mejor valorados.

Intelectuales con hojillas

Con un amasijo de ideas dando vueltas en la cabeza y un amargor profundo en el corazón, se puede a llegar a acabar con lo que nos pase por delante. El “intelectual” como figura que estudia y emite juicios, puede ser atinado y constructivo a la hora de compartir sus creencias. También puede ser profundamente peligroso (en todos los ámbitos), si su poder, que es el poder de intentar expresar lo que piensa con claridad, yerra la causa de lucha y el panfleto sustituye el pensamiento. En la historia de lo humano, el elemento revanchista se apodera de la idea de que existen cuentas por cobrar. La realidad termina por señalar que esas deudas debieron ser condonadas. Muchas veces perdiendo se gana.

Las trincheras del resentimiento

De pasiones está constituido la esencia de lo humano y muchas de estas son ramplonas expresiones de disconformidad personal con ausencia de objetividad para ver la realidad. El caso venezolano es un pase de factura, entre otras cosas, de los errores que cometieron muchas de las personas más cultas y serias del país, en un momento en que surgió (incluso precedió) la suicida épica revolucionaria. La obra que trasciende, lo logra porque llega a comunicar asuntos de carácter universal que pueden ser compartidos por muchas personas. Cuando el tema de la política atraviesa al artista, es muy probable que lejos de defender causas justas, se termine por hacer eco de los más ramplones eslóganes y posiciones de lucha en donde aflora el resentimiento y las pasiones nocivas. Por eso, el intelectual comprometido, lo debe estar en primer lugar con su obra. Para lo demás suele encargarse la historia, que en términos generales tiende a poner cada cosa en su lugar.

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 31 de julio de 2023.

miércoles, 26 de julio de 2023

Todos los libros de Alirio Pérez Lo Presti

Alirio Pérez Lo Presti  es un escritor, filósofo y psiquiatra nacido en Mérida, Venezuela, en 1966. Narrador, ensayista y articulista.


Ha fijado su residencia en varios lugares, como Syracuse (New York), Valera, Canaguá, Abejales, El Vigía, San Fernando de Apure, Caracas y Madrid;  siendo los viajes y las mudanzas una constante en su vida. Escribe desde temprana edad, apareciendo su primer libro en 2006. Cofundador del suplemento literario El sombrero de copa. Actualmente vive en la ciudad de Santiago, Chile.

Desde el punto de vista académico es Doctor en Filosofía (Universidad de Los Andes), Magister Scientiae en Filosofía (Universidad de Los Andes), Psiquiatra (‘Escuela José María Vargas’ Universidad Central de Venezuela),  Médico Cirujano (Universidad de Los Andes), Curso Medio en Salud Pública (Universidad de Los Andes) y Locutor (Universidad Central de Venezuela).


Libros publicados:

La creación del rosado (Ensayos breves de filosofía práctica). Consejos de Publicaciones de la ULA. (2006). Reimpreso en 2007.

Los peligros de comer cotufas (Ensayos breves de filosofía cotidiana). Consejo de Publicaciones de la ULA. (2007). Reimpreso en 2008.

Historias de animalitos (Ensayos breves de filosofía corriente). Consejo de Publicaciones de la ULA. (2008).

Suelo tomar vino y comer salchichón (Ensayos breves de filosofía ordinaria). Consejo de Publicaciones de la ULA. (2009).

La verdadera historia de la perra caliente y otros relatos. Dirección General de Cultura y Extensión. ULA. 2008.

Psicología. Lectura para Educadores. Ensayo publicado en 2008 por CODEPRE, y en 2010 la segunda edición aparece publicada por  el Consejo de Publicaciones de la ULA, reimpresa en 2014 y 2015.

Para todos y para ninguno y otros ensayos. Consejos de Publicaciones de la ULA. (2015).

Cuentos de monte y culebra. Antología de cuentos realizada en conjunto con Ricardo Gil Otaiza. Consejo de Publicaciones de la ULA. (2009).

Psicología y contemporaneidad. Consejo de Publicaciones de la ULA. (2012). Reimpresa en 2014 y 2015.

Los cambios psicológicos. Consejo de Publicaciones de la ULA. (2013).


Además, ha publicado trabajos en revistas especializadas, tanto científicas como humanísticas y tiene en su haber una extensa producción de artículos de prensa en múltiples diarios.




















domingo, 23 de julio de 2023

Otra vuelta al mundo

 


Ya en 2023 y pudiendo haber emigrado tranquilamente en 2017, una amiga muy querida me dice que está desesperada por salir de Venezuela. En una época, su belleza fue proverbial, pero con tantos años de dieta a base de carbohidratos, exhibe una desproporcionalidad corporal propia de la gente malnutrida. Obviamente la está pasando mal y su terquedad por no haber migrado antes en realidad era solo temor a que no le fuese bien en otra parte. Pero aun en los espíritus más conformes, el deseo de una vida mejor en un mundo que es casi infinito puede emerger con la fuerza de una explosión volcánica. Mi única recomendación, dado que ya tomó la decisión de escapar de Venezuela, es que al menos se configure un plan y que trate de que el destino al cual va a arribar sea lo menos hostil posible.  Emigrar es renacer, precisamente porque cuando migramos, una parte de nosotros muere.

En caída libre

Hubo una falsa fumarola de esperanza en relación con una supuesta mejoría de la situación del que una vez se pensó que podía ser una potencia emergente. Ni será potencia emergente ni mejorará en su sentido profundo. La dimensión honda de una sociedad es aquella en la cual lo humano le da sentido a lo valorativo. En el país donde nací eso se perdió y la posibilidad de recuperarlo va a tardar tanto tiempo que probablemente se nos vayan varias generaciones en el proceso. Ese país, que es mi país, al cual conozco en su plenitud, actualmente pasa por un largo letargo de falta de vitalidad lo cual se asemeja más a lo que subyace en el subsuelo que lo que es capaz de desplazarse con la brisa del tiempo. En la historia de la civilización ha habido varias sociedades suicidas. Venezuela es una sociedad suicida, con muchas personas desalmadas que lograron doblegar el mínimo sentido de justicia y las consecuencias apenas las estamos viendo.

Corre, ardillita, corre

He vivido en casi una docena de lugares durante mi vida. Ser trashumante me ha permitido conocer sitios y situaciones que de alguna manera terminaron por forjar mi carácter y mi manera de ser. Pero particularmente he podido adentrarme en el alma de lo humano a más no poder y ver muy de cerca y de manera personal lo más atroz y lo más sublime de aquello que somos. Tengo amigos que presumen de ser mis amigos porque creen que no confío en nadie y precisamente es lo contrario. Si soy una persona que vive y lucha es porque soy capaz de creer en lo humano y por encima de todo, soy de los que deposita su confianza en el otro. Porque si a ver vamos, si depositamos nuestra confianza en una persona y la vulnera, más pierde esa persona que nosotros mismos porque entendemos que la amistad es un milagro y como tal solo puede ocurrir de manera muy excepcional. Por eso es por lo que cuando alguien cercano me pregunta lo que pienso, sabe que por más que intente dorarle la píldora, le voy a decir la verdad. La verdad es redentora y las fantasías solo hacen que lo inevitable se posponga.

Libros, artículos, cuentos, relatos, ensayos, ciencia

Como no se puede clasificar a una persona, forzamos el tener que ubicarlo en algún lugar para sentirnos tranquilos y evitar que el otro parezca amenazante. Cuando fui catedrático de la Universidad de Los Andes, en Mérida, orgullosamente puedo decir que mis libros eran los textos que usaban mis estudiantes. Desde temprana edad escribo en la prensa y el artículo de aparición semanal me mantiene en forma para seguir escribiendo, siendo una suerte de entrenamiento. Los ensayos han sido parte de mi manera de exponer lo que creo sobre los asuntos que me interesan y consciente de que hay cosas que sólo lo literario puede abordar, he escrito cuentos y textos con claves totalmente narrativas. Lo científico, ligado con mi quehacer literario ha aparecido en muchas publicaciones de revistas reconocidas. En esas y otras experiencias en las cuales he logrado exponer lo vivido he invertido gran esfuerzo y energía. También en tratar de darle sentido a cuanto me ocurre y me circunda y me hice filósofo. Tal vez esa hoja de ruta me satisfaga cuando me detenga. Por lo pronto mantengo los motores a punto para seguir la aventura.

El pequeño mundo

El mundo se puede hacer chico si no somos capaces de precisar el exacto momento en que debemos tomar decisiones. Tal vez no haya nada peor que no tomar una decisión en su debido momento porque tiene que ver con la capacidad de ser predictivos, lo cual es algo intuitivo, asunto que la experiencia va perfeccionando. La quietud malsana y pusilánime es propia de quien se niega a volar. Tal vez por eso, pese a cualquier sugerencia que le pueda dar a mi amiga, todo camino va a terminar en el mismo adagio: Es mejor tarde que nunca.

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 23 de julio de 2023.

domingo, 16 de julio de 2023

Kundera: Cuando el arte es total

 


Esta semana falleció el escritor Milan Kundera. He leído y releído sus libros y pienso que es uno de esos pocos escritores, de los cuales realmente existe solo un puñado, que han logrado, a través de una obra escrita, desarrollar un arte de carácter total en el más amable sentido del término. Milan Kundera logró que, en sus textos literarios, fluyan perspectivas que consiguen cohesionar con buen tino asuntos propios del ser y el mal aliento. En sus páginas bien puede aparecer aspectos propios de las profundidades de la existencia como lo lúdico y las banalidades de la vida. Es uno de los escritores más importantes del siglo XX y con su último libro, La fiesta de la insignificancia, desarrolla su propuesta sobre lo que vendrá a ser el siglo XXI que se ha materializado con exactitud. Viéndolo de esta manera, es un autor, de esos excepcionales, a quienes bien podemos categorizar como un hombre de varios tiempos.

Diversas décadas del siglo XX quedaron talladas en su obra, como también lo fue el increíble ejercicio de atreverse a exponer las contrariedades y simplezas de lo humano al punto de transformar en aforismos, máximas de la cultura occidental con las cuales lidiamos todos los días. Con Kundera me pasa que, al leerlo, lo encuentro cada vez más vigente, como la misma tesis demencial del eterno retorno, con la cual arranca su libro La insoportable levedad del ser. En su obra, nos vamos aproximando a cosas que parecen antiguas y se van dejando de lado, a la par que la realidad las vuelve a traer al presente, sin mucho pudor. Este escritor logró la inusual proeza de superarse a sí mismo en el sentido creativo, abriendo propuestas estéticas a la par de ir cerrando temas con los que parecía ir haciendo las paces. Mientras eso ocurría en sus libros, la realidad de la vida nos volvía a llevar al mismo planteamiento de sus textos iniciales. La tesis del eterno retorno a lo mismo pareciera burlarse de todos.

Vivía en Caracas cuando comencé a leer a Kundera y evocarlo es desenterrar la transformación personal de lo que le pasa a cualquier hombre en el curso de su vida y de cómo, hagamos lo que hagamos, el devenir nos lleva a ese sitio que no queremos transitar, pero forzosamente tenemos que aceptar. En Kundera, lo que atañe al hombre y la capacidad de enfrentar su destino, es expresado con la crudeza que se necesita para abordar el tema. En su obra hay acrobacias como esta: Como lo serio y lo ridículo van de la mano, bien podemos ir pensando en el tiempo y sus consecuencias, así como podemos hacerle una entrevista al pene y preguntarle por qué no hizo su trabajo como se esperaba. Esto lo alcanza de manera perfecta en La lentitud.

En esa Caracas de mediados de los años 90 del siglo pasado, donde estaba generándose toda una situación sociopolítica que habría de terminar en tragedia, descubrí a Kundera y lo hice mi compañero inseparable. En ese lapso, tuve la sensación de que al otro lado del mundo había personas que experimentaban vivencias tragicómicas tan similares a las nuestras, que las mismas estaban marcadas por su carácter universal. De ese tiempo me quedan los recuerdos, las experiencias y la extraña sensación de que en su obra estaba leyendo mi propio destino, como el de tantos. Hay ocasiones en las cuales puede pasarnos eso que decía Proust: “Cada lector, cuando lee, es el propio lector de sí mismo.” Existen obras que tienden a representar la realidad con pulcritud. En la de él, tanta importancia tiene lo lúdico como lo tiene el amor. Porque cuando Kundera deshoja la margarita de lo amatorio, hace que sintamos vergüenza propia y ajena, pero también sentimos que esa manera como aborda el amor quizá sea la más acertada que exista.

De una broma, bien puede surgir un enredo que conduce a otro, que nos lleva a una condena y nos hace descubrir los más inimaginables elementos que conforman el ser. De un encuentro aparentemente casual en una cafetería, pueden surgir otras circunstancias que, por ser repetidas, le quitamos el carácter de casual y terminamos por creer que son las señas definitorias del destino las que nos hablan. O tal vez no sean señas del destino, sino simples casualidades a las que tenemos que idealizar para que las cosas puedan trascender en el tiempo. De esas y más va la obra de este artista inigualable, que describió una época a través de sus contribuciones literarias, quedándonos el sabor en la boca de que eso que él señaló, seguirá ocurriendo una y más veces, hasta el infinito. Con la muerte de Kundera cae la cortina de la literatura que aborda desde una gran ambición, el carácter total de lo que hemos sido, somos y seguiremos siendo. Una vez más, al escribir sobre Milan Kundera, siento que el arte de la novela es el más ambicioso de todas las disciplinas artísticas. Una vez más: ¡Ha caído el telón!

 

 Publicado en varios medios de comunicación a partir del 16 de julio de 2023.