viernes, 11 de octubre de 2019

Trabajo y esencia


En una ocasión, desde la centralizada y distante ciudad de Caracas, notable en la contemporaneidad por su decadencia y pobreza cultural inducida, se planificó un estudio para entender tres modelos de gestión, que en su momento llamaron la atención por su elevado nivel de éxito, lo cual era toda una novedad.


El primero era “Aguas de Mérida”. Cualquiera que haya ido a esa ciudad, pero más quienes allí nacimos, sabemos que no existe un agua tan sabrosa como la de esa parte de los andes. En mis afanes por hacer montañismo, en muchas ocasiones fui a tomarla en la fuente original de donde emerge, a más de 4220 metros de altura y se encauza en la Cascada El Duende, derivando en el río Mucujún. Era depurada por una empresa tradicional, con personal contratado desde hacía años, con instalaciones deportivas y recreativas al lado de la planta de procesamiento, en el sector conocido como El Vallecito.

El otro modelo de gestión exitoso era “El pasaje estudiantil”. Se trataba de una estructura estrictamente transversal (horizontal), en la cual, a través a la renta petrolera, se subsidiaba la posibilidad de que los estudiantes pudiesen usar el transporte público. El modelo era increíblemente exitoso, en donde de manera colaborativa, se repartían turnos de cumplimientos de trabajo de pares, sin una jefatura como tal. El fin último era el mismo y era motivo de interés la celeridad y eficacia del modelo.

El tercero era el “Hospital San Juan de Dios de Mérida. Centro de Atención Integral en Salud Mental”, del cual tuve el privilegio de formar parte en sus inicios, hasta que cumplió casi una década de funcionamiento. Se trataba de una estructura organizacional de carácter jerárquica, dirigida por una orden religiosa en donde la toma de decisiones era de carácter vertical, con pocas posibilidades de coparticipación en la toma de decisiones por parte de quienes formaban los niveles más bajos de la estructura piramidal perfecta.

Eran tres modelos muy disímiles entre sí, que llevaban a la pregunta: ¿Por qué tres modelos, con organigramas diferentes, con tipos de jefaturas y tomas de decisiones que iban desde la transversalidad más auténtica, hasta la verticalidad más absoluta eran exitosos?

Y mientras tanto

A la par que se desarrollaba este trabajo, la opinión pública venezolana, en múltiples estudios, señalaba que las tres instituciones que más generaban credibilidad, confianza y respeto eran: “Las Universidades Autónomas, La Estatal Petróleos de Venezuela y el Ejército Nacional”. Hoy las tres instituciones, por cierto, menguadas, colapsadas o caídas en desgracia. Era la gran Venezuela potencia de los 80 y los 90, de la cual se esperaba mucho, mientras a la par se cocinaban los más desmesurados esfuerzos por forzar la caída y desmembramiento de la estructura institucional, la cual se venía consolidando de manera continua, desde mediados de la década del 40 del siglo XX.

Volviendo a Mérida

Los resultados de la investigación en torno a tres modelos ejemplares, “Aguas de Mérida”, “El pasaje estudiantil” y el “Hospital San Juan de Dios de Mérida. Centro de Atención Integran en Salud Mental”, generaron gran expectativa entre quienes nos hemos dedicado a formar equipos, participar en la gerencia de instituciones o asumir roles de liderazgo. Los resultados iban a ser fuente de conocimiento de por qué esos modelos, pese a ser radicalmente distintos en su concepción, funcionaban bien.

La respuesta fue tan amable y perfecta como se pudiese esperar. Los resultados arrojaron que esos tres modelos funcionaban bien porque quienes trabajaban en esas instituciones los hacían trabajar bien. Dicho de otra forma: Era la gente que trabajaba en esos tres sitios la que hacía que fuesen paradigmáticos en su funcionamiento, generando magníficos resultados. Era más interesante aún cuando al revisar los salarios de los trabajadores, los mismos no representaban un atractivo especial, muy por el contrario, eran sueldos promedios e incluso nulos, en el caso de los estudiantes.

¿Cómo se generan climas laborales sanos que hagan que las personas den mucho de sí, de su sistema de creencias y valores, logrando pasar las horas en el trabajo de manera armónica y saludable y además alcancen niveles de excelencia en lo que respecta al cumplimiento de sus funciones?

Creo que existen varios elementos claves para alcanzar este logro, pero me focalizaré en esta ocasión en solo dos aspectos:

1.La selección del personal. La acuciosidad y delicadeza con la cual se determina cuál es el mejor talento humano es pieza clave para que las cosas fluyan.

2.La posibilidad de precisar de manera temprana aquellas individualidades y micro-grupos que funcionan como fuentes generadoras de conflictividad, capaces de acabar con el equilibrio que necesitan los equipos de trabajo. Esto último va de la mano con la cohesión de grupos sanos, capaces de funcionar como sistemas potencialmente autoregulados que limitan a quienes apuestan por alterarlos.






Foto: Andrea Estrada

Publicado en el diario El Universal, de Venezuela, el 08 de octubre de 2019. 

Dr. Alirio Pérez Lo Presti. Entrevista Bajos de Mena Radio








En un inicio del trabajo con el CRS Hospital Cordillera, hoy miércoles 09 de octubre de 2019 se realizó el primer programa de conversación, en esta ocasión hablamos sobre salud mental y qué mejor que con  el  Dr. Alirio Pérez Lo Presti , Jefe Servicio Clínico de Salud Mental del CRS.

martes, 8 de octubre de 2019

'La Salud Mental en estos tiempos'

Este miércoles 09 de octubre de 2019, desde las 15:00 horas, estaremos conversando sobre 'La Salud Mental en estos tiempos' por bajosdemenaradio.cl y la 106.3 FM


lunes, 7 de octubre de 2019

La maleta perdida



Todavía mi esposa y yo no estamos seguros de cuántas maletas hicimos cuando nos mudamos a Santiago. Fuimos muy meticulosos al decidir qué nos llevábamos y qué dejábamos, así que recordamos que una de las cosas que embalamos particularmente con cuidado eran nuestros álbumes fotográficos de toda nuestra vida familiar, la de antes de conocernos y la que hemos construido juntos.

Estaban mis fotos con mis abuelos, padres, hermanos, sobrinos, tíos, primos, amistades… cada una representando momentos relevantes de nuestras vidas de gente que hace lo posible por ser común y corriente. Los bautizos, las bodas, los aniversarios, las celebraciones de cumpleaños, las de los viajes, las de la playa, en fin , la recopilación en imágenes del ciclo temporal que un grupo de personas afines, ya sea por amistad o consanguinidad, tuvieron a bien compartir una repetida y subsecuente cantidad de instantes.

Los álbumes de fotos familiares son la representación tangible de la existencia del tiempo y sus consecuencias. Cuando los vemos nos llenamos de alegría, de nostalgia, de curiosidades y hasta nos invade el divertimento. Cada foto es la posibilidad de detener al tiempo y llevarlo a una materialización imposible de duplicar, que es la de nunca jamás poder repetir el momento captado. Con el auge de las redes sociales, parece que ya no es necesario cargar con una maleta de fotos importantes, mas el registro fotográfico que precede al auge de las nuevas tecnologías ha sido capaz de detener en imágenes momentos que lo cambian todo, tanto para la vida de una persona, como para la historia total de la civilización. En una imagen cabe un universo, y no es una metáfora.

Nos hemos sentado seriamente con la gente de la aerolínea y hay indicios de que por una alteración aparentemente poco probable de seriales, se presume que pueden haber pasado tres cosas: 1. La maleta que llevaba nuestras fotos está en el fondo del pacífico, como consecuencia de una eventualidad aérea que está registrada en los medios y coincide con el tiempo de nuestro viaje 2. Entre Uzbekistán y Tailandia debe haber llegado una maleta con un serial similar al de la nuestra y tal vez, presume la línea aérea, no llegó a un destinatario particular sino a una de esas compañías de Asia que tardan hasta años en revisar las menudencias que les llegan por tener poco personal para esos menesteres.  3. Simple y llanamente las tiene una persona o una familia en particular se quedó con los álbumes y a través de este artículo espero que reflexione y nos devuelva lo que no le (s) pertenece.

Como consecuencia de no tener ningún registro memorístico fotográfico de nuestro pasado, literalmente estamos tratando de generar una construcción iconográfica desde cero, en donde estamos planeando volvernos a bautizar, hacer la primera comunión, volvernos a casar y celebrar cuanto instante haya lugar, en una suerte de antológica segunda oportunidad de burlarnos un tanto del tiempo y con más de medio siglo de vida encima, hacer una representación en donde el pasado y el presente estarán graciosamente entremezclados y si había dudas de la existencia de una corriente de pensamiento llamada postmodernismo, con esta serie de imágenes reivindicaremos el concepto y haremos otra nueva contribución al pensamiento filosófico occidental.

Como en esas películas que tienen hasta una docena de episodios, en donde el protagonista intenta buscar una verdad inasible, estamos tratando de reconstruir una serie de imágenes que han de restituir la vida pasada que hemos tenido, que en realidad es un desafío ambicioso y hasta maravilloso. Estamos tratando de volver a vivir las cosas buenas que hemos vivido, como si mágicamente pudiésemos tener la oportunidad de volver a vivir otra vez la vida que uno siempre quiso haber vivido y en ese descubrir de lo mejor y lo peor, existe la posibilidad de erradicar instantes indeseables, torpes metidas de pata y lastres que ya el tiempo no me permite ver con nitidez.

Viéndolo con la lupa del que trata de buscarle lo bueno a lo malo, tenemos la posibilidad de hacer una especie de fumigación de las plagas iconográficas que no queremos, de aquellas que no llegaron a buen destino y de las que se hicieron innecesario olvidar, porque nada comprueba que alguna vez ocurrieron. De ese tamaño es lo que ocurre cuando se trastoca el eslabón de historia de vida cotidiana de un ser humano, que en realidad es nada pero a la vez lo es todo, porque el centro absoluto de cualquier individuo es él mismo.

El arraigo va de la mano con simbolismos, costumbres, sistemas de creencias y formas de vinculación que son la esencia de la noción de identidad que nos reafirma con nuestras particularidades, evitando el desarraigo y la sensación, muchas veces devastadora de soledad. El poder tejer pequeños espacios que nos recuerdan el lugar de donde somos y la historia de vida que tenemos es parte de una apuesta cercana a un acto de fe que caracteriza lo humano. 




Publicado en el diario El Universal, de Venezuela, el 06 de agosto de 2019.