jueves, 7 de abril de 2016

Escenario psicosocial en Venezuela (Entrevista)

Escenario psicosocial en Venezuela

@SecretarioULA  @OscarOdagui  @perezlopresti  
Periodista: Carmen Betancourt














05-04-2016



Twitter: @perezlopresti




martes, 5 de abril de 2016

El camino de Damasco


Existe una larga tradición apegada a lo civilizatorio en la cual los grandes actos humanos o las más importantes transformaciones sociales, se hayan vinculadas con un evento, con un acontecimiento en particular que es interpretado de manera mística, cuando no es literalmente una tragedia. Esa tradición humana de relacionar lo trascendente con un hecho o una serie de circunstancias negativas específicas, se repite independientemente de los tiempos y de las más disímiles culturas.

Lo vemos cuando Buda hace su transformación personal y de manera reveladora descubre “la vejez, la enfermedad y la muerte” o cuando la desventura de una condena carcelaria modifica todo el ideario de Nelson Mandela. Es una difundida tradición en la cual se asume que en la trascendencia propia que da el sufrimiento individual o colectivo, es como se logra alcanzar un nivel espiritual más elevado.

Esa visión, en la cual solo a través del sufrimiento se pude lograr trascender, tiene su ícono universal a través de la imagen de Jesucristo y la cruz como simbología de identificación entre los cristianos. Pero Jesucristo no hubiese podido llegar a ser lo significativo que es para la cultura universal si no es por la existencia de San Pablo, que pone en marcha un proyecto de expansión de las ideas que cultivaba un grupo de judíos en un rincón apartado del Imperio Romano.

El 25 de enero de cada año se conmemora lo que espiritualmente se considera el proceso de “conversión” hacia la fe cristiana. Todo el episodio es de una simbología de gran riqueza, que se basa en el momento en que Saulo (su nombre hebreo) o Pablo (su nombre romano), cuando se hallaba persiguiendo romanos camino a Damasco, se topa con un resplandor celestial que le hizo caer del caballo dejándolo enceguecido, mientras escuchaba una voz que le decía: “-Soy Jesús de Nazareno”. La impresión no podía ser mayor, sufriendo Saulo una crisis personal en la cual de manera abrupta pasa a creer en lo que no creía y abandona lo que eran sus convicciones hasta ese momento.

A raíz de este hecho, una pequeña secta judía, internada en la ciudad de Jerusalén, marginada del Imperio Romano, llegó a convertirse en una religión universal. Nada de esto hubiese sido posible sin la extraordinaria labor política (acciones) de Pablo o Saulo de Tarsos, quien desde el momento de su conversión va a dedicar los treinta años de vida que le quedan a la misión de contribuir en un grado incomparable a transformar las ideas religiosas de la secta judía en la devoción general que llegó a ser más tarde el cristianismo.

A raíz de este incidente extraordinario, un hombre que estaba persiguiendo cristianos con una violencia aviesa y una pasión inaudita, que incluso presencia el martirio de San Esteban y participa espiritualmente en su crimen, pues guarda las ropas de los que le arrojaron piedras, se transforma, se “convierte” e interviene en las grandes decisiones que hicieron que la fe cristiana se expandiera por el orbe.

Durante tres décadas, luego de ganarse la confianza de los viejos apóstoles, recorre prácticamente todo el mundo conocido de su tiempo, de poblado en poblado, luchando, sufriendo persecuciones y sembrando infinitud de iglesias a su paso. Su habilidad verbal es tal que convence a Pedro, a Santiago el mayor y a Juan y logra que se permita “ser cristiano sin ser judío” lo cual es el empuje imprescindible que requería la secta para transformarse en una religión universal.

La obra de San Pablo está vinculada con persuadir. No solo para convencer desde lo estrictamente religioso, sino para modificar la cultura y modos de vida de su tiempo hasta el presente. Cuando una idea es planteada, solo queda a nivel de recreación intelectual, pero lo que San Pablo hace es un acto solemnemente político de carácter proselitista en el cual no solo ha de modificar la manera de pensar sino de actuar.

A veces, las sociedades han de pasar por situaciones de penurias en donde aparece lo luminoso luego de transitar el camino del sufrimiento. Es propio de la tradición cultural que se tienda a pensar que una cosa implica la otra. La existencia de hombres que padezcan tragedias personales y de grupos que cargan con las privaciones propias de su tiempo, inexorablemente se terminan concatenando para precipitar los cambios colectivos. A estos fenómenos, en los cuales participa un conglomerado, guiado por un liderazgo personificado en “alguien”, le atribuimos el nombre de “historia”.

La vida de San Pablo no podía terminar de manera diferente a como finalizó. Hacia el año 67 fue preso y condenado a muerte. Muere decapitado en Roma, pues como era ciudadano romano gozó de este “privilegio” y no fue crucificado. Su legado político-religioso y su misión católica-ecuménica forma las bases del mundo que conocemos.

 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 04 de abril de 2016. 

 

Ilustración: @odumontdibujos  

 

viernes, 1 de abril de 2016

Padres, hijos y educación


La primera vez que subí una montaña tenía cinco años. Mi padre daba clases en la que actualmente se llama ‘Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales’ de la Universidad de Los Andes y frente a dicha dependencia existe una loma que los merideños llamamos “el cerro de forestal”. Como mi padre es botánico, solía llevarnos a mis compañeros de estudio y a mí al campo en un afán de sembrar el espíritu conservacionista y el amor por la naturaleza en cada uno de los que lo acompañábamos. Tomaba una rama o una hoja, la miraba con una lupa y decía su género, especie y nombre común. 
No es frecuente tener un padre botánico a quien acompañar a realizar trabajos de investigación. Recuerdo un experimento que consistía en tomar muestras de plantas en los bosques que se encuentran en la ruta hacia el Pico Bolívar. Una investigación que requirió creatividad para recolectar especies a varias decenas de metros del suelo en las ramas de los gigantescos árboles. Desde bromelias hasta hongos, el esfuerzo requirió trepar los árboles con cuerdas especiales que mi padre se ataba al cuerpo, usando unas enormes varas de aluminio con una tijera y una canasta en la punta, que permitía hacer la toma más distante. Sus trabajos eran publicados en revistas especializadas y en el presente sigue siendo consultado por expertos.

La esencia de lo que mi padre hacía, solía resumirlo con la siguiente expresión: “Si lo oyes lo olvidas, si lo ves lo crees, pero si lo haces lo sabes”. Era el hacerlo y no decirlo, lo que le daba auténtico valor a las experiencias vitales. La idea de que el que hace las cosas propias de su oficio es el que verdaderamente conoce su labor. Por eso cuando asistía a una sus clases, estaba presenciando a un experto en el tema, quien además era capaz de enseñar a otros sobre lo que conocía ampliamente en el terreno.

En la casa de mis padres había una gran biblioteca. Un día me puse a ojear unos libros y descubrí que estaban escritos en unos caracteres desconocidos. Pregunté y me dijo que era el idioma ruso. Así descubrí que mi padre además de encaramarse en la copa de los árboles como Tarzán, sabía varias lenguas. Entonces quise imitarlo y me dio por leer. Un día le pregunté por ciertos libros bellamente presentados y me dijo que eran las obras completas de Marx y de Engels. “Si vas a ser comunista o no, debes leerte estos libros”. Desde esa época, y luego de haberme leído tamaños textos, siempre he dicho que la obra de Marx la leí siendo un niño. La gente suele reírse pensando que es una broma, cuando en realidad es una experiencia de muchacho. 

El culto al conocimiento siempre iba más allá. Siendo ingeniero forestal especialista en botánica,  licenciado en educación, docente de varias escuelas y materias  en la Universidad de Los Andes y científico reconocido a nivel mundial, a los 49 años decidió hacer todo eso a un lado, se jubiló y se dedicó al derecho. Como abogado litigante se especializó en derecho laboral y solía ir todos los días a los tribunales hasta casi el presente. A mis padres les debo la educación que me dieron y su ejemplo de vida.

¿De dónde sale una persona así?

Mi padre pasó su infancia en un campo ubicado en el estado Lara llamado “Pozo Arriba”. De niño era pastor de cabras. Cuando leí a Miguel Hernández,  le dije a mi papá: “Mira, éste poeta era pastor como tú”. Vivió una infancia rural marcada por el contacto con la naturaleza, sus fenómenos y la interpretación de los más disímiles instrumentos musicales. El abuelo Valentín, padre de mi padre, es un reconocido floklorista que cultivó el “Tamunangue” como pasión de vida y tenía una distribuidora de leche que surtía a El Tocuyo, repartiendo la misma en una tropa de bicicletas. Para mi abuelo, lo más importante era que sus hijos estudiasen en la universidad de Mérida, por lo que mi papá de pastor de chivos fue a la universidad autónoma y con una beca logró graduarse y ser profesor universitario, además de hacer estudios de botánica avanzada en los Estados Unidos. Ese es uno de los más grandes éxitos en materia educativa de nuestra nación. La posibilidad de que sus más disímiles hijos hayan tenido acceso a una educación gratuita, de extraordinaria calidad con un elemento igualitarista que unificaba a personas provenientes de los más distintos orígenes.

En las universidades autónomas todavía subsiste una calidad que comprobamos cuando tenemos la oportunidad de estudiar en el exterior. Nuestras universidades autónomas siguen brindando la oportunidad a los venezolanos de todos los orígenes de tener una educación de altura. Lo digo con conocimiento porque provengo de su seno y como académico me entusiasma que ante tantas adversidades todavía se cultive en Venezuela la pasión por el estudio.

Cuando algún muchacho un tanto desorientado me pide un consejo, sólo insisto en que no deje de estudiar: El estudio es la gran herencia que se nos deja a una generación a la cual pertenezco y suelo defender.




Twitter: @perezlopresti   



Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 28 de marzo de 2016