lunes, 31 de julio de 2023

Isla Negra

 


Si vas a Chile, viajero audaz, no dejes de pasar por Isla Negra, para visitar la casa del poeta, entre otras razones, porque se trata de un destino al cual siempre se puede volver. Este fin de semana estuve nuevamente visitando la casa de Pablo Neruda en Isla Negra. Estar en ese sitio endemoniadamente divertido, de ingeniosidad sublime y exuberante de delicadezas, es arribar a un buen puerto en donde descollará lo sorprendente. Isla Negra es un santuario de poesía porque Pablo Neruda era la encarnación viviente de lo poético.

De causas sanas y malsanas

Difícilmente cuestionaremos la genialidad de un autor. Más difícil es no ser capaz de valorar una obra cuando su valía es aplastante. De ahí que aquellos individuos con talentos especiales tienen ganado en el espíritu de cualquier sociedad, la impresión de que son personas mentalmente aventajadas, capaces de tomar buenas decisiones, al punto de que lo político, que suele ser de fácil análisis y de dominio populachero, adquiere una suerte de excesiva relevancia cuando es expuesto por una persona a quien creemos virtuosa o le reconocemos talentos especiales. De personas con cualidades asombrosas que enarbolan las banderas más erráticas se encuentra plagada la historia de la civilización. La participación de personas con grandes talentos en causas en donde se deja a un lado la escrupulosidad suele ser una de esas situaciones que de tanto ocurrir, son susceptibles de ser analizadas, caso por caso.

Genio y figura

El asunto del intelectual comprometido con una causa y su apego a los desvaríos que esta pueda tener, son un problema clásico que necesariamente vuelve a estar presente en las cosas que reflexionamos. Nos lleva de nuevo a tener que disociar o hacer el ejercicio de tener que separar la obra del artista y los errores o desatinos (si es que se pueden llamar así) que el virtuoso pueda tener. En el país donde nací, 911 intelectuales firmaron un documento de apoyo a un clásico tirano caribeño, por allá en el lejano siglo XX. Muchos de ellos están arrepentidos de haberlo firmado, porque se trató de una frivolidad monstruosa que se revirtió y persigue como sombra macabra a muchos de esos firmantes. En su momento, los argumentos que esgrimió cada uno de ellos, se pueden interpretar como una deriva de la necesidad de que el intelectual se oponga al poder establecido como un acto de enfrentamiento a la figura de autoridad, que en la mayoría de los casos se transforma en un cheque en blanco que termina siendo agua para el molino de una causa malsana. Eso ocurrió en Venezuela con la firma de los 911. Apostaron por cuestionar las entrañas de un sistema que estaba medianamente en equilibrio, apoyaron a otro sistema cuestionable en sus postulados éticos y sus acciones del día a día y desataron el monstruo de una historia inmanejable que terminó por desguazar a Venezuela. No es propio de gente prudente jugar con fuego. Una cosa es apoyar una causa desde la comodidad de verla a la distancia o en carácter de turista y otra es padecerla en carne propia. La ligereza de juicio tiende a salirse con las suyas, incluso en los cerebros mejor valorados.

Intelectuales con hojillas

Con un amasijo de ideas dando vueltas en la cabeza y un amargor profundo en el corazón, se puede a llegar a acabar con lo que nos pase por delante. El “intelectual” como figura que estudia y emite juicios, puede ser atinado y constructivo a la hora de compartir sus creencias. También puede ser profundamente peligroso (en todos los ámbitos), si su poder, que es el poder de intentar expresar lo que piensa con claridad, yerra la causa de lucha y el panfleto sustituye el pensamiento. En la historia de lo humano, el elemento revanchista se apodera de la idea de que existen cuentas por cobrar. La realidad termina por señalar que esas deudas debieron ser condonadas. Muchas veces perdiendo se gana.

Las trincheras del resentimiento

De pasiones está constituido la esencia de lo humano y muchas de estas son ramplonas expresiones de disconformidad personal con ausencia de objetividad para ver la realidad. El caso venezolano es un pase de factura, entre otras cosas, de los errores que cometieron muchas de las personas más cultas y serias del país, en un momento en que surgió (incluso precedió) la suicida épica revolucionaria. La obra que trasciende, lo logra porque llega a comunicar asuntos de carácter universal que pueden ser compartidos por muchas personas. Cuando el tema de la política atraviesa al artista, es muy probable que lejos de defender causas justas, se termine por hacer eco de los más ramplones eslóganes y posiciones de lucha en donde aflora el resentimiento y las pasiones nocivas. Por eso, el intelectual comprometido, lo debe estar en primer lugar con su obra. Para lo demás suele encargarse la historia, que en términos generales tiende a poner cada cosa en su lugar.

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 31 de julio de 2023.

miércoles, 26 de julio de 2023

Todos los libros de Alirio Pérez Lo Presti

Alirio Pérez Lo Presti  es un escritor, filósofo y psiquiatra nacido en Mérida, Venezuela, en 1966. Narrador, ensayista y articulista.


Ha fijado su residencia en varios lugares, como Syracuse (New York), Valera, Canaguá, Abejales, El Vigía, San Fernando de Apure, Caracas y Madrid;  siendo los viajes y las mudanzas una constante en su vida. Escribe desde temprana edad, apareciendo su primer libro en 2006. Cofundador del suplemento literario El sombrero de copa. Actualmente vive en la ciudad de Santiago, Chile.

Desde el punto de vista académico es Doctor en Filosofía (Universidad de Los Andes), Magister Scientiae en Filosofía (Universidad de Los Andes), Psiquiatra (‘Escuela José María Vargas’ Universidad Central de Venezuela),  Médico Cirujano (Universidad de Los Andes), Curso Medio en Salud Pública (Universidad de Los Andes) y Locutor (Universidad Central de Venezuela).


Libros publicados:

La creación del rosado (Ensayos breves de filosofía práctica). Consejos de Publicaciones de la ULA. (2006). Reimpreso en 2007.

Los peligros de comer cotufas (Ensayos breves de filosofía cotidiana). Consejo de Publicaciones de la ULA. (2007). Reimpreso en 2008.

Historias de animalitos (Ensayos breves de filosofía corriente). Consejo de Publicaciones de la ULA. (2008).

Suelo tomar vino y comer salchichón (Ensayos breves de filosofía ordinaria). Consejo de Publicaciones de la ULA. (2009).

La verdadera historia de la perra caliente y otros relatos. Dirección General de Cultura y Extensión. ULA. 2008.

Psicología. Lectura para Educadores. Ensayo publicado en 2008 por CODEPRE, y en 2010 la segunda edición aparece publicada por  el Consejo de Publicaciones de la ULA, reimpresa en 2014 y 2015.

Para todos y para ninguno y otros ensayos. Consejos de Publicaciones de la ULA. (2015).

Cuentos de monte y culebra. Antología de cuentos realizada en conjunto con Ricardo Gil Otaiza. Consejo de Publicaciones de la ULA. (2009).

Psicología y contemporaneidad. Consejo de Publicaciones de la ULA. (2012). Reimpresa en 2014 y 2015.

Los cambios psicológicos. Consejo de Publicaciones de la ULA. (2013).


Además, ha publicado trabajos en revistas especializadas, tanto científicas como humanísticas y tiene en su haber una extensa producción de artículos de prensa en múltiples diarios.




















domingo, 23 de julio de 2023

Otra vuelta al mundo

 


Ya en 2023 y pudiendo haber emigrado tranquilamente en 2017, una amiga muy querida me dice que está desesperada por salir de Venezuela. En una época, su belleza fue proverbial, pero con tantos años de dieta a base de carbohidratos, exhibe una desproporcionalidad corporal propia de la gente malnutrida. Obviamente la está pasando mal y su terquedad por no haber migrado antes en realidad era solo temor a que no le fuese bien en otra parte. Pero aun en los espíritus más conformes, el deseo de una vida mejor en un mundo que es casi infinito puede emerger con la fuerza de una explosión volcánica. Mi única recomendación, dado que ya tomó la decisión de escapar de Venezuela, es que al menos se configure un plan y que trate de que el destino al cual va a arribar sea lo menos hostil posible.  Emigrar es renacer, precisamente porque cuando migramos, una parte de nosotros muere.

En caída libre

Hubo una falsa fumarola de esperanza en relación con una supuesta mejoría de la situación del que una vez se pensó que podía ser una potencia emergente. Ni será potencia emergente ni mejorará en su sentido profundo. La dimensión honda de una sociedad es aquella en la cual lo humano le da sentido a lo valorativo. En el país donde nací eso se perdió y la posibilidad de recuperarlo va a tardar tanto tiempo que probablemente se nos vayan varias generaciones en el proceso. Ese país, que es mi país, al cual conozco en su plenitud, actualmente pasa por un largo letargo de falta de vitalidad lo cual se asemeja más a lo que subyace en el subsuelo que lo que es capaz de desplazarse con la brisa del tiempo. En la historia de la civilización ha habido varias sociedades suicidas. Venezuela es una sociedad suicida, con muchas personas desalmadas que lograron doblegar el mínimo sentido de justicia y las consecuencias apenas las estamos viendo.

Corre, ardillita, corre

He vivido en casi una docena de lugares durante mi vida. Ser trashumante me ha permitido conocer sitios y situaciones que de alguna manera terminaron por forjar mi carácter y mi manera de ser. Pero particularmente he podido adentrarme en el alma de lo humano a más no poder y ver muy de cerca y de manera personal lo más atroz y lo más sublime de aquello que somos. Tengo amigos que presumen de ser mis amigos porque creen que no confío en nadie y precisamente es lo contrario. Si soy una persona que vive y lucha es porque soy capaz de creer en lo humano y por encima de todo, soy de los que deposita su confianza en el otro. Porque si a ver vamos, si depositamos nuestra confianza en una persona y la vulnera, más pierde esa persona que nosotros mismos porque entendemos que la amistad es un milagro y como tal solo puede ocurrir de manera muy excepcional. Por eso es por lo que cuando alguien cercano me pregunta lo que pienso, sabe que por más que intente dorarle la píldora, le voy a decir la verdad. La verdad es redentora y las fantasías solo hacen que lo inevitable se posponga.

Libros, artículos, cuentos, relatos, ensayos, ciencia

Como no se puede clasificar a una persona, forzamos el tener que ubicarlo en algún lugar para sentirnos tranquilos y evitar que el otro parezca amenazante. Cuando fui catedrático de la Universidad de Los Andes, en Mérida, orgullosamente puedo decir que mis libros eran los textos que usaban mis estudiantes. Desde temprana edad escribo en la prensa y el artículo de aparición semanal me mantiene en forma para seguir escribiendo, siendo una suerte de entrenamiento. Los ensayos han sido parte de mi manera de exponer lo que creo sobre los asuntos que me interesan y consciente de que hay cosas que sólo lo literario puede abordar, he escrito cuentos y textos con claves totalmente narrativas. Lo científico, ligado con mi quehacer literario ha aparecido en muchas publicaciones de revistas reconocidas. En esas y otras experiencias en las cuales he logrado exponer lo vivido he invertido gran esfuerzo y energía. También en tratar de darle sentido a cuanto me ocurre y me circunda y me hice filósofo. Tal vez esa hoja de ruta me satisfaga cuando me detenga. Por lo pronto mantengo los motores a punto para seguir la aventura.

El pequeño mundo

El mundo se puede hacer chico si no somos capaces de precisar el exacto momento en que debemos tomar decisiones. Tal vez no haya nada peor que no tomar una decisión en su debido momento porque tiene que ver con la capacidad de ser predictivos, lo cual es algo intuitivo, asunto que la experiencia va perfeccionando. La quietud malsana y pusilánime es propia de quien se niega a volar. Tal vez por eso, pese a cualquier sugerencia que le pueda dar a mi amiga, todo camino va a terminar en el mismo adagio: Es mejor tarde que nunca.

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 23 de julio de 2023.

domingo, 16 de julio de 2023

Kundera: Cuando el arte es total

 


Esta semana falleció el escritor Milan Kundera. He leído y releído sus libros y pienso que es uno de esos pocos escritores, de los cuales realmente existe solo un puñado, que han logrado, a través de una obra escrita, desarrollar un arte de carácter total en el más amable sentido del término. Milan Kundera logró que, en sus textos literarios, fluyan perspectivas que consiguen cohesionar con buen tino asuntos propios del ser y el mal aliento. En sus páginas bien puede aparecer aspectos propios de las profundidades de la existencia como lo lúdico y las banalidades de la vida. Es uno de los escritores más importantes del siglo XX y con su último libro, La fiesta de la insignificancia, desarrolla su propuesta sobre lo que vendrá a ser el siglo XXI que se ha materializado con exactitud. Viéndolo de esta manera, es un autor, de esos excepcionales, a quienes bien podemos categorizar como un hombre de varios tiempos.

Diversas décadas del siglo XX quedaron talladas en su obra, como también lo fue el increíble ejercicio de atreverse a exponer las contrariedades y simplezas de lo humano al punto de transformar en aforismos, máximas de la cultura occidental con las cuales lidiamos todos los días. Con Kundera me pasa que, al leerlo, lo encuentro cada vez más vigente, como la misma tesis demencial del eterno retorno, con la cual arranca su libro La insoportable levedad del ser. En su obra, nos vamos aproximando a cosas que parecen antiguas y se van dejando de lado, a la par que la realidad las vuelve a traer al presente, sin mucho pudor. Este escritor logró la inusual proeza de superarse a sí mismo en el sentido creativo, abriendo propuestas estéticas a la par de ir cerrando temas con los que parecía ir haciendo las paces. Mientras eso ocurría en sus libros, la realidad de la vida nos volvía a llevar al mismo planteamiento de sus textos iniciales. La tesis del eterno retorno a lo mismo pareciera burlarse de todos.

Vivía en Caracas cuando comencé a leer a Kundera y evocarlo es desenterrar la transformación personal de lo que le pasa a cualquier hombre en el curso de su vida y de cómo, hagamos lo que hagamos, el devenir nos lleva a ese sitio que no queremos transitar, pero forzosamente tenemos que aceptar. En Kundera, lo que atañe al hombre y la capacidad de enfrentar su destino, es expresado con la crudeza que se necesita para abordar el tema. En su obra hay acrobacias como esta: Como lo serio y lo ridículo van de la mano, bien podemos ir pensando en el tiempo y sus consecuencias, así como podemos hacerle una entrevista al pene y preguntarle por qué no hizo su trabajo como se esperaba. Esto lo alcanza de manera perfecta en La lentitud.

En esa Caracas de mediados de los años 90 del siglo pasado, donde estaba generándose toda una situación sociopolítica que habría de terminar en tragedia, descubrí a Kundera y lo hice mi compañero inseparable. En ese lapso, tuve la sensación de que al otro lado del mundo había personas que experimentaban vivencias tragicómicas tan similares a las nuestras, que las mismas estaban marcadas por su carácter universal. De ese tiempo me quedan los recuerdos, las experiencias y la extraña sensación de que en su obra estaba leyendo mi propio destino, como el de tantos. Hay ocasiones en las cuales puede pasarnos eso que decía Proust: “Cada lector, cuando lee, es el propio lector de sí mismo.” Existen obras que tienden a representar la realidad con pulcritud. En la de él, tanta importancia tiene lo lúdico como lo tiene el amor. Porque cuando Kundera deshoja la margarita de lo amatorio, hace que sintamos vergüenza propia y ajena, pero también sentimos que esa manera como aborda el amor quizá sea la más acertada que exista.

De una broma, bien puede surgir un enredo que conduce a otro, que nos lleva a una condena y nos hace descubrir los más inimaginables elementos que conforman el ser. De un encuentro aparentemente casual en una cafetería, pueden surgir otras circunstancias que, por ser repetidas, le quitamos el carácter de casual y terminamos por creer que son las señas definitorias del destino las que nos hablan. O tal vez no sean señas del destino, sino simples casualidades a las que tenemos que idealizar para que las cosas puedan trascender en el tiempo. De esas y más va la obra de este artista inigualable, que describió una época a través de sus contribuciones literarias, quedándonos el sabor en la boca de que eso que él señaló, seguirá ocurriendo una y más veces, hasta el infinito. Con la muerte de Kundera cae la cortina de la literatura que aborda desde una gran ambición, el carácter total de lo que hemos sido, somos y seguiremos siendo. Una vez más, al escribir sobre Milan Kundera, siento que el arte de la novela es el más ambicioso de todas las disciplinas artísticas. Una vez más: ¡Ha caído el telón!

 

 Publicado en varios medios de comunicación a partir del 16 de julio de 2023.


lunes, 10 de julio de 2023

Trilogías de rigor

 


Una buena saga de aventuras debe tener al menos tres capítulos. También lo digo pensando en una buena construcción de pensamientos estructurados en nombre de la filosofía. Hay novelas que son tan desmedidamente buenas que sus autores las han tenido que dividir en tres toletes. Estaba pensando en esa suerte de posibilidad de plantearse las cosas en tres, cuando llegó a mis manos la trilogía de novelas de aventuras del escritor español Arturo Pérez-Reverte, que me hicieron darle unas vueltas al asunto.

Resulta que los enmarañamientos de algunas tramas literarias tal vez hastiaron a muchos lectores contemporáneos y el éxito de Pérez-Reverte consiste precisamente en contar historias, que sean emocionantes y que tengan un comienzo y un final. Viéndolo bien, es el propósito del artista que sobrepone la historia y su capacidad de entretener por encima de contarla en forma potencialmente más elaborada, incluso rebuscada. En Pérez-Reverte, el afán de contar una buena historia es lo que lo define, al estilo de grandes novelistas clásicos que lo precedieron. Al plantearse una doble forma de interpretar el arte de la novela, se establece de manera falaz, una lucha entre el entretenimiento y la profundidad literaria. Ambas instancias, propias del estilo de quien escribe, son bien apreciadas por quienes tenemos el hábito de la lectura. Pero no se debe equivocar el lector distraído y dejar pasar el hecho de que la literatura, la buena, a fin de cuentas, propende a la transgresión. Y en eso de ser un provocador, Pérez-Reverte es un maestro y logra elevarse con su arte.

La secuencia de novelas en las cuales el personaje Lorenzo Falcó hace de las suyas durante la Guerra Civil Española (1936-1939), nos lleva a asomar la siguiente premisa: Está ambientado precisamente en ese tiempo porque la manera de conducirse del protagonista (la cual apreciamos los lectores) es totalmente fiel a ese tiempo. Se las hubiese visto un poco enredado Pérez-Reverte si ubica un personaje con tales gustos y maneras de ser en la España contemporánea, porque hubiese podido más el mal gusto y la tendencia a lo inquisitorial propio de ciertas corrientes de “pensamiento” de nuestro tiempo y se hubiesen ensañado con el autor, por escribir sobre personajes propios de su mundo literario, como lo es Lorenzo Falcó. Entrenado y dotado de habilidades para la supervivencia en un ambiente hostil, la ubicación temporal y el lugar donde ocurren sus aventuras es una carta blanca que Pérez-Reverte domina magistralmente y hace uso y con buen tino incluso abusa de los alcances del personaje.

Falcó, Eva y Sabotaje son una trilogía de lectura gustosa que deleita al amante de los libros, entendiendo que una aventura bien contada es algo que se agradece. La idea de retomar el arte de contar buenas historias sin dejar de lado la documentación histórica necesaria para abordar circunstancias del pasado, potencialmente generadoras de polémica es un arte en sí mismo. En eso, el español es fiel al legado de la camada de escritores de ese país que en su sino artístico hacen de la provocación la esencia de lo que escriben, bajo la consigna plausible de que el arte muere cuando no se atreve a trasgredir un tanto el orden con que se suelen ver y entender las cosas de la existencia.

Lejos de ver los asuntos de la vida de manera dicotómica, en Pérez-Reverte se mezcla la suciedad humana con su más impoluta condición, lo cual es una aproximación respetable de conceptuar la esencia de lo humano. Esa manera en que el escritor logra elevar a sus personajes a la par de hacerlos menos que abyectos como si de algo natural se tratase, esconde o tal vez exhibe a secas un nihilismo que raras veces podemos apreciar en lo que entendemos por arte. En ese nihilismo destaca la excelsitud de lo contado, porque se hace interesante y atractivo, pero, sin cortapisas y de la mano, también está lo vulgar. No solo la vulgaridad de lo que pudieran mostrar los personajes de las tramas sino la propia vulgaridad del autor, que no se anda con miramientos para exponer la ordinariez de lo que asume como arte sin mucho pudor. De ese nivel de complejidad, a la par de una ligereza pocas veces vista, me ha parecido la obra de Pérez-Reverte. Como si una cosa implicase la otra, en este hombre de letras que ya ha cuajado una muy robusta obra para deleite de multitudes.

El otro tema no menor, es la propensión a la descripción de los acontecimientos que tienden a ser relativamente fáciles de llevar a imágenes visuales claras que tienden a fluir. Eso explica la tendencia de que sus libros hayan ido a las pantallas, sean del cine o de las series de televisión. Ese asunto, el de facilitar la adaptación literaria en un género complejo, como lo es el audiovisual, probablemente esté garantizado en la obra del escritor nacido en la Región de Murcia, cuya obra se ha universalizado al punto que es frecuente encontrarla en los más lejanos rincones y las más modestas librerías. Seguiremos aplaudiendo la escritura, más cuando en la contemporaneidad parecieran presentarse opciones que interfieren el sano hecho de que los libros sean una buena compañía para quienes apreciamos la peripecia de vivir más vidas de las posibles, asunto que muchas veces, es un camino que se transita a través de la literatura.

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 10 de julio de 2023.

lunes, 3 de julio de 2023

Espantando zancudos

 


He pasado gran parte de mi vida espantando zancudos. El asunto no tendría mayor relevancia si no fuese porque me ha tocado vivir y trabajar en sitios donde las enfermedades las transmite este vector y algunas pueden costar la vida. En mis días de médico rural, en Abejales, Estado Táchira, recuerdo que los tres colegas que me habían precedido se habían contagiado de malaria (paludismo), y uno en particular presentó secuelas severas. Pude diagnosticar más de doscientos cincuenta pacientes enfermos de paludismo y la posibilidad de enfermarse era tal, que los trabajadores de la oficina de malariología me daban cloroquina para prevenir los síntomas inminentes de llegarme a contagiar. Lo cierto es que salí invicto de esa y el tiempo me ha permitido echar el cuento.

Montones de conocidos han adquirido dengue, leishmaniasis, chikunguña y otras enfermedades, como si de poca cosa se tratara, mientras en mi vida ha habido un halo de mosquitos y zancudos que me han seguido a todas partes y afortunadamente no he adquirido estos potenciales padecimientos. El asunto me lo hizo ver mi abuela cuando yo estaba muy joven, al darse cuenta de que por más plaga que hubiese en el ambiente, ella y yo compartimos la extraña virtud de jamás haber sido picados por esos bichos que van dejando su siniestro legado conforme avanzan en sus vuelos, sean selváticos o citadinos.

Nunca he sido picado por esos insectos, lo cual siempre me ha generado el interés de saber cuál es el repelente natural que llevo conmigo y que debo haber heredado en buena lid de mi abuela materna, como asomé. El asunto es que, gracias a esta suerte de virtud, recorrí sin problemas algunos lugares de Venezuela en donde morir picado por un zancudo es una cosa casi cotidiana. Trabajé en El Cantón en Barinas, y mientras viví en San Fernando y pude conocer el maravilloso Apure, los zancudos me daban vueltas, pero por nada se me acercaban, aunque estuviese en lo más adentro del llano, en un bongo rodeado de agua, contemplando los médanos de esos lugares. Llegué a atender población indígena con dos gramos de hemoglobina a quienes le ponía una malla repelente para que los zancudos no le extrajeran la poca sangre que les quedaba. En una excursión a la Gran Sabana, uno de mis mejores amigos adquirió leishmaniasis mientras andábamos por los mismos montes y caminos. Ir a Brasil manejando y llegar por los lados de Boa Vista, la capital de Roraima, era empaparse de territorio infestado de zancudos. Volví a pasar invicto.

Pero como todo en la vida, hubo dos episodios en que mi talón de Aquiles quedó al descubierto y plagas emparentadas con zancudos y mosquitos hicieron estragos en mi piel. Una de esas ocasiones fue por los lados de Guayanito, cerca del complejo Hidroeléctrico Uribante-Caparo. Andaba cortejando a una hermosísima llanera que era toda sonrisas conmigo y me invitó a un parrando a disfrutar con gente cercana. Me advirtieron que no tomase nada de licor, porque en ese lugar estaban los “coquitos micheros”, capaces de arruinarle la diversión a cualquiera que consumiese una gota de alcohol. Entre danza y buenos pedazos de carne en vara, no faltó quien me pasase un trago de ron y como por arte de magia, cuando sudé, me atacó un enjambre de los fulanos “coquitos micheros” que llegaron a picarme de manera tan alevosa y carnicera que tuve que posponer cualquier intento de seducción que pudiese tener alguna posibilidad de trascendencia con la llanera que esa noche me alegraba la noche, robaba mis sonrisas y me alborotaba con el baile. Ese día perdí mi invicto.

El segundo encuentro en el cual se ensañó la plaga conmigo fue en la Quebrada de Jaspe, por el Estado Bolívar. Yo me había embadurnado con repelente porque me habían advertido que los “puri-puri” son una especie de jejenes que son capaces de dañarle la aventura a cualquiera porque se lanzan sin detenimiento a chupar sangre sin compasión y con esmero. La cosa es que, en un momento, mientras me bañaba plácidamente en la cascada, la totalidad de las personas que ahí se encontraba habían salido corriendo y yo me había quedado solo. Con la fuerza exquisita del agua de la cascada, el repelente había sido barrido por completo de la piel de la gente (incluyéndome) y fue tarde cuando me di cuenta de que me rodeaba una nube negra que me sacaba una y decenas de veces sangre por minuto mientras el repelente iba siendo eliminado de mi cuerpo por acción del agua. No respetaron que todavía estaba en el lecho del río para lanzarse ávidamente contra mi piel y llegué a un sitio seguro lleno de marcas. Era la segunda vez que los bichos me ganaban.

De esas me he salvado y en esas he estado. Los bichos han logrado hacer fiesta conmigo, en esas dos ocasiones que he narrado. Por eso me asusté casi de manera escandalosa cuando iba en mi carro por una avenida de Santiago de Chile en pleno invierno y un zancudo gigante se metió en mi automóvil. Tuve que detenerme para sacarlo, pensando qué clase de monstruo era ese, tan gordo con apariencia de estar bien nutrido. Logré espantarlo y acá estoy. Mientras evoco esos lugares y traigo hoy en día tantos recuerdos en donde las más estrambóticas plagas han estado presentes en mi vida.


Publicado en varios medios de comunicación a partir del 03 de julio de 2023. 

domingo, 2 de julio de 2023

Unos días en Mendoza

 


Me fui unos días a Mendoza, Argentina, y estuve trabajando en una buhardilla, leyendo y escribiendo. Entre medio, pude disfrutar de sus legendarias carnes, sin comparación y del buen Malbec que es una distinción y un regalo de estas tierras, para quien lo pruebe alrededor del mundo. Recuerdo muchas reuniones, en mi Mérida natal, donde más de un invitado hablaba de la grandeza de los vinos de Mendoza, mientras conversábamos sobre las banalidades de la cotidianidad y asumíamos el abismo de la vida con risa y buen tono. El invierno del Sur suele obligar a guarnecerse con buenos abrigos y no pude evitar la tentación de comprar estupendos zapatos, hechos por una familia de fabricantes con larga tradición, cuyo buen gusto sobrepasa cualquier expectativa. Tiendas de talabartería incrustadas en una urbe repleta de restaurantes y cafés hacen que en esta ciudad lo bucólico se siga sintiendo como una atmósfera que la recorre y la inunda de atavismos y buenas historias.

El Paso de Los Libertadores es una ruta que siempre sorprende, porque no es posible que dejemos de ver algo que nos deje sin aliento en cada travesía. La infinidad de cóndores que se ven por estos lados tiende a dejarlo a uno paralizado. La Cordillera parte en mi tierra natal, en los Andes Venezolanos, por lo que recorrer estos lugares es también un viaje al interior de mis recuerdos y andanzas, como lo son la mayoría de los viajes. El Ulises que llevamos dentro se reaviva con prontitud en cada oportunidad que tenemos de ir de un lugar a otro. Ese espíritu aventurero, que parte de una necesidad de recorrer mundo, es una manera de cultivar el propio viaje a nuestro mundo interior. Una y mil veces mil, hasta que se pueda. De descubrimientos interiores está hecha la insulsez de lo humano. Tal vez el gran salto lo damos cuando somos capaces de cultivar lo elemental, lo simple, lo sencillo, incluyendo el gusto por hacer el bien, que, en definitiva, se traduce en hacernos bien a nosotros mismos.

En Mendoza pude leer un libro de aventuras, sin muchas pretensiones literarias diferentes a entretener al lector a través de una historia bien contada, asunto que el autor presenta sin muchos aspavientos intelectuales. También pude acercarme a una trilogía de textos en los cuales, por el contrario a la lectura previa, hay un intento por enmarañar la trama y tratar de conseguir la excelsitud de las letras. No creo que el autor logre alcanzar su objetivo. En esas se me va el tiempo, entre caminatas, análisis de textos, escribir esta columna, que atesoro y hago con esmero, a la par de disfrutar de los incomparables ojos de bife, que, según los entendidos, se extrae de ternera, entre las costillas seis y doce, siendo el Malbec mendocino su acompañante de rigor. Largas y serenas caminatas van a la par de días fríos y otros en los que el sol se asoma de manera divertida, con propensión al juego, haciendo del ambiente de esta región de La Argentina, una zona realmente incomparable por su atmósfera con elementos propios del campo, haciendo amagos por mostrarse como ciudad. En algunos momentos se calienta mucho la buhardilla con la rústica estufa y se me olvida que estoy cerca de la Cordillera de Los Andes, cultivando mi propio espacio de intimidades y cercanías con la infinitud que cada posibilidad de vivir nos ofrece. Creo que tengo una lista de diligencias por hacer antes de marcharme, de manera que la aquiescencia, que en ocasiones es tan valorada por mí, se termina por convertir en amago de movimiento para transformarse en movimiento para luego desembocar en una nueva carrera. 

Las comparaciones no pueden faltar por aquello de que miramos a través del lente de la experiencia. Cada vez que nos asomamos a una nueva dimensión de situaciones, propendemos a compararla con cosas que ya hemos vivido o experimentado antes. A menos, claro, que la experiencia sea tan inédita que se haga incomparable. Estos días en Mendoza fueron una recreación y un nuevo experimentar de emociones y vitalidad a borbotones, porque, a la par de disfrutar de este lugar, también me recordé de mi tierra natal, entre montañas, un lugar en donde pude cultivar la bohemia y la felicidad a la par de materializar esas cosas que tanto me agradan como leer y escribir, así como experimentar los placeres sensoriales de la buena mesa y las mejores compañías. En esa Mérida de los años ochenta y noventa del siglo pasado, escribí un poco y leí mucho. Dejé una obra que perdí en el camino y la cual me conmueve cuando la evoco. La mañana luce despejada y me invita a salir de esta buhardilla. Me preparo, de esta manera, para emprender un viaje de regreso a mis asuntos cotidianos, al trabajo, a las exigencias de la ciudad y la necesidad de cumplir con los deberes de rigor. Bellos días, estos en Mendoza.


Publicado en varios medios de comunicación a partir del 26 de junio de 2023.