lunes, 30 de mayo de 2022

La trascendencia de la hormiga

 


En ocasiones, no puedo sino paralizarme al ver el infinito derroche de energía que grandes conglomerados invierten para defender las causas más fútiles, en una suerte de desperdicio entusiasta del tiempo que tenemos de vida. El norte pareciera ser: Minimizar la posibilidad de pasarla bien y sanos mientras estemos vivos, lo cual suele estar atado a cierta épica de la intrascendencia. La necesidad de dejar pequeñas huellas, aunque las mismas no tengan mucho sentido, van de la mano con lo humano y un tufillo a autodestrucción mueve ciertas reivindicaciones. En defender esas causas pareciera que se le va la vida a un montón de gente.

Causas ganadas y contemporaneidad

Quizá lo más interesante de las causas sociales de la contemporaneidad es la facilidad con la cual se ganan. Son metas aparentemente ínfimas que intentan modificaciones sociales de trascendencia dudosa. En la inmensa complejidad de lo humano, el tratar de luchar por la conquista de los derechos de algunos grupos pareciera que más que un logro o grupo de logros son distractores. Ante los grandes problemas endémicos de la civilización, la humanidad parece mirar a otra parte. Lo muy malo de la civilización se tiende a camuflar en los discursos de las quejas cotidianas. Es como si se hubiese claudicado por interesarse en lo importante para terminar por banalizar las cosas que por más esfuerzo se haga en ocultarlas, están presentes y son de difícil resolución. Es mejor el camino de la épica fácil, lo cual pareciera ser el grito batallador de la escaramuza.

Causas perdidas e historia

Por el contrario, las grandes causas aparentemente perdidas parecieran haberse esfumado. Casi nadie plantea posiciones serias y concretas para acabar con los grandes problemas de lo humano, como la pobreza, el hambre y la violencia, lo cual va de la mano o tiene como consecuencia un montón de males, incluyendo las migraciones contemporáneas. Muy por el contrario, lo verdaderamente importante, que es motivo de sufrimiento para millones desaparece por la necesidad occidental de defender pequeñas causas, diminutos cambios, algunos estéticos, que cuando no apuntan a la moda, a lo sumo llegan a tratar asuntos que tienen que ver con las formas.

Paradojas perfectas

Mientras se lucha por pequeños derechos, casi asuntos que tienen que ver con la pasarela y los entretelones, grandes problemas están al acecho. Mientras por un lado hay toda una alaraca relacionada con las nuevas potenciales fuentes de energía, por otra parte, la humanidad ha llegado el punto en el cual está utilizando más combustibles fósiles que nunca. La producción diaria de barriles de petróleo ha alcanzado niveles muy altos, los cuales son necesarios para que los grandes conglomerados humanos se mantengan activos. Salvo países que están muy a la vanguardia y son minoría, temas como las energías saludables, el reciclaje y el compromiso de proteger al medio ambiente quedan solo como saludos a la bandera.

Las mil y una noches con sus días

La épica de la intrascendencia y del logro con el mínimo esfuerzo se fue perfilando desde el siglo pasado y se estableció como modelo en buena parte de occidente en la contemporaneidad. El problema es que por más que se refuerce lo banal, el talento humano siempre va a ser requerido, incluso y a pesar de quienes han apostado a la tecnología como instrumento para restar fuerza al potencial intelectual humano. Lo más probables es que durante un tiempo veamos las estrelladas más insólitas. Lo interesante es que estamos advertidos y apostar en la educación sigue siendo el único camino para alcanzar los sueños que las personas cultivamos día a día, con sus noches. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 31 de mayo de 2022.

domingo, 22 de mayo de 2022

La vida está en otra parte

 


Mi relación con el frío no es buena. Me desagradan las bajas temperaturas. Hoy en día el frío hace que me duela la piel. Lo bueno, creo, es que me induce a escribir. La idea de que hay un lugar en donde nos espera un mejor porvenir es un pensamiento clásico de esperanza. Así como existe la creencia de que todo tiempo pasado fue mejor, la naturaleza humana tiende a hacernos algunas trampas mentales. Si nos descuidamos terminamos enredados en el pesimismo, destino al cual pareciera conducir la mayoría de los caminos. De la propensión a creer que hay un lugar en donde podíamos ser feliz se ha alimentado en el imaginario colectivo la idea del paraíso terrenal. Las ideas se sobreponen a la realidad.

Historias de los conejos malos

Mi relación con el calor siempre ha sido buena. El calor también me induce a escribir, lo que cambia es el estado mental acerca de lo que se escribe. Cuando un cantante decadente es idolatrado por las masas al punto de volverse el principal referente cultural de una época, hay que prestarle atención. El estercolero de lo humano tiende a comportarse de manera fantástica independientemente de que no compartamos los gustos de los demás.  En ocasiones, necesitamos negar cosas de la realidad para poder llevar la fiesta en paz. La negación, el mirar a otro lado frente al horror y tratar de ocultar el lado difícil de la vida son tan útiles y necesarios como cultivar la alegría y el placer. Lo banal es tan trascendente como los espacios que idealizamos. En el ejercicio de tratar de desenredar la existencia podemos encontrar muchas tensiones. El pensamiento acerca de la existencia todavía tiene espacio para una persona de la contemporaneidad, lo cual potencialmente puede explicar las razones por las cuales la filosofía, una vez más, se encuentra ante fuego cruzado. Pensar siempre puede ser visto como una potencial amenaza.

Negación total

Reconozco que mi relación con el frío fluctúa. Hasta hace poco me duchaba con agua helada al despertar. En ocasiones, necesitamos negar cosas de la realidad para poder llevar la fiesta en paz. La negación, el mirar a otro lado frente al horror y tratar de ocultar el lado difícil de la vida son tan útiles y necesarios como cultivar la alegría y el placer. Lo banal es tan trascendente como aquellas cosas que le damos carácter de valor. Se puede reír y llorar. Humanamente no podemos asimilar tanta información que nos circunda, por lo que la solución termina siendo no verla. Tan simple como eso. De ahí surge el pleno derecho a ser ingenuo y la candidez se aprecia enormemente. La idea de un mundo en el cual hay más trampas que ratones se asemeja a la de los hombres de la edad media que pensaban que la vida es un valle de lágrimas. Para sobrellevar el plato fuerte es imprescindible poder negar la realidad.  

Ontología cotidiana

Calor y frío. Cuando la persona intenta realizar una búsqueda intelectual para darle sentido a la existencia, está desarrollando el pensamiento en su máxima expresión. Al tratar de hallarle sentido a la vida, estructurarla en una dimensión medianamente creíble y al argumentar sobre los alcances de esta manera de pensar, se está haciendo filosofía. La razón no nos es propia por cuanto somo seres argumentativos y no racionales. Lo argumentativo trata de generar tranquilidad y a través de lo discursivo vamos desarrollando aquellas cosas en las cuales creemos y las contextualizamos. La razón, en cambio, tiene que ver con la búsqueda de la verdad. La razón también tiene que ver con entender que en muchas ocasiones la verdad nos va a ser esquiva. En lo que sí coinciden lo argumentativo y lo racional, es que, en medio de sus limitaciones, el discurso humano tiende a lo especulativo. Es muy difícil pensar sin especular. De ahí que, si bien podemos llegar o no a ser argumentativos o racionales, siempre la cualidad de la especulación va a estar presente en lo humano. Me alegra que Milan Kundera, a propósito de que “la vida está en otra parte”, se explaya al menos en un par de sus libros sobre el tema. Es ante este tipo de ideas cuando la relación entre frío y calor parecieran lograr cierto equilibrio. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 24 de mayo de 2022.

lunes, 16 de mayo de 2022

Vida solo hay una


Al analizar la actualidad, no se puede dejar por fuera uno de los fenómenos más importantes: Los movimientos de gigantescas masas de personas migrando de un lugar a otro. El asunto, obviamente, no concierne solo a la América Latina, por lo que se trata de un problema de carácter global que modificará las relaciones entre las personas en el futuro inmediato.

El mundo es nuestro

Sin ánimo de aceptar que la vida puede ser una calamidad, millones de seres humanos migran tratando de escapar a realidades sobrevenidas o en busca de un mejor porvenir, todo lo cual lleva de la mano un impacto en otros lugares que son difíciles de prever. Que 6,1 millones de venezolanos anden por el mundo de un lado para otro ya es parte de la historia contemporánea. “Vida solo hay una” es el lema de quien se resiste a padecer el destino que le ha tocado, pleno de desventuras y pesares. Vida solo hay una y resignarse a pasarla mal no está en el espíritu de un grueso de la humanidad.

Razas y eufemismos

La raza humana, o como eufemísticamente le llaman, género humano, se caracteriza por su capacidad adaptativa. Esa capacidad adaptativa tiene dos caras de la moneda. Por una parte, están los que se adaptan a las circunstancias y logran sobrevivir a pesar de estas, cuando no fallan en el intento y por otro lado están quienes no se adaptan a lo circundante, se plantean la titánica labor de desplazarse a otros destinos y logran salir adelante, cuando no fallan en el intento. La capacidad adaptativa puede ser una calamidad por cuanto si algo ha demostrado la historia es que el ser humano, en su versatilidad, es capaz de adaptarse a cualquier cosa.

Grandes culturas

Una de las cosas más curiosas en el caleidoscopio de lo humano es ver por un lado a naciones y conglomerados que se ufanan de tener una suerte de “carácter puro” o linaje diferente del resto de lo humano. Como si del mono, hubiesen dado un salto cuántico hasta llegar a ser lo que son. Otros, por el contrario, somos consecuencia de un espectacular mestizaje de carácter genético y sobre todo cultural, que nos confiere un origen mucho más disímil y diverso. Quienes nos encontramos en este sitio sabemos que las grandes civilizaciones y los enormes legados humanos son posibles en espacios donde se mezclaron todas las culturas para convertirnos en seres auténticamente universales y cosmopolitas.

Solo hay un ser humano

Si alguien me pregunta hoy en día cuántos tipos de personas existen, tendré que decir con mucho pesar de luego de tanto transitar los espacios más agrestes y haber explorado el carácter de lo humano, quien tiene dinero es aceptado y quien no lo tiene se encuentra en una situación de minusvalía y fragilidad. De ahí que por una cuestión propia de quien siente que se debe resistir al materialismo radical como lente para ver la vida, apostamos por aquellos espacios en donde la sensibilidad se pueda salir con la suya. El arte sigue siendo el gran reducto de lo mejor de nuestra especie y a ese espacio recurrimos cada vez que nos asombra la sombra de lo que cargamos. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 17 de mayo de 2022.

jueves, 12 de mayo de 2022

Opiniones desafortunadas


Ser un malabarista es propio de la contemporaneidad. Sortear las trampas del día a día podría transformarse en todo un arte: El de la evitación. Con el auge de las redes antisociales, se termina banalizando asuntos muy serios y se asume la tragedia con una ligereza que se hace más notable porque se exhibe. Ese es el sabor que me queda cuando hago la suma y el balance de las opiniones colectivas.

Goles y repechajes

El asunto se vuelve tan serio que la guerra, por ejemplo, se arroga como si se tratase de un partido de fútbol, en donde la gente apuesta por uno u otro bando. Todo esto lo señalo como un asunto visto de manera general, porque soy testigo de la seriedad con la cual algunas personas plantean los grandes temas de nuestro tiempo. El análisis objetivo se encuentra con dificultad, pero se encuentra, es cuestión de buscar. Lo que de alguna manera hace falta es el poder cultivar mayores espacios para el debate civilizado. En estos tiempos pareciera que la palabra debate estuviese prohibida y el insulto termina por prevalecer.

Taxistas y distorsiones

Insistiendo con el tema, existe la opinión del taxista u opinión “express”, que es como una posición camaleónica ante la vida en donde los sofistas de la contemporaneidad tienen su gran plaza. Con las redes no solo circula cualquier cantidad de noticias falsas o trucadas, sino que se terminan construyendo peleas reales o virtuales en donde el enemigo es la propia sombra. De esa manera quien paga, se termina dando su propio vuelto y se intenta imponer un punto de vista evitando la confrontación de las ideas. Quien expone en justa lid lo que piensa corre el riesgo de quedarse públicamente desnudo.

Celebrando la vida

No tolero que se celebre la guerra porque es lo mismo que celebrar la muerte. Cuando veo personas que aplauden lo que ocurre entre Rusia y Ucrania, lejos de molestarme, siento una infinita pena y hasta asco por la banalización del horror. El análisis superficial y la toma de posición a la ligera me da espanto. Incapaz de aislarme como eremita, trato de socializar en los mejores términos, siempre exigiendo el respeto que cualquier persona merece. Sobreviviente de unos cuantos tragos amargos, pienso que en la vida debe haber espacios para llorar y también reír. Nos vestimos de acuerdo con la ocasión.

Juego de máscaras

Reímos y lloramos. La vida tiende a expresarse como una moneda de dos caras que en ocasiones no da tregua ni espacio para posiciones intermedias o medianamente razonables. Si buscamos la lupa y observamos con atención, las cosas tienen cola, razonar lleva a otras dimensiones y vamos consiguiendo realidades conforme avanzamos en el arte de pensar seriamente. También hay espacio para el baile y la risa, estos dos artilugios son tan necesarios para vivir como el aire que respiramos. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 10 de mayo de 2022.


Crónicas sureñas: La Argentina


Sería interminable escribir acerca de las impresiones que genera La Argentina. Lo primero es el impacto que produce Buenos Aires, que lejos de parecer una ciudad europea es un excepcional collage de buen gusto en donde lo mejor del viejo mundo se fusiona a un nivel alucinante. La belleza de la ciudad se encuentra con facilidad en cada esquina, incluso en lugares insospechados y la energía propia de América Latina late como un corazón acelerado por las pasiones. Un país que literalmente fue hecho por todas las culturas de todos los confines. La policromía étnica y la multiculturalidad marcan a la nación del sur.

Invirtiendo el tiempo

Un buen ojo de bife con Malbec de Mendoza y dulce de leche de postre. Infinidad de buenos cafés en donde se le puede pasar a uno la vida entera leyendo o conversando con una buena compañía. Librerías en donde no sabemos dónde colocar el ojo, si en los libros o en la excepcional arquitectura del local. Es que sinceramente Buenos Aires no tiene comparación porque es un derroche concentrado de buen gusto en donde las leyendas urbanas y las consejas populares superan por mil cualquier intento que hagamos para atrapar la realidad. En Buenos Aires desborda el regocijo y la belleza femenina, que con su altivez y buen vestir nos vuelven a recordar que siempre hay espacio para soñar.

Taxistas y locuacidades

Tal vez si los taxistas no hablasen tanto, la ciudad sería mejor. Cuando me monto en un taxi valoro mucho el silencio del conductor. No me gusta escuchar las sandeces que sueles decir los taxistas, que generalmente son personas de poca cultura que opinan sobre cualquier cosa. Son los sofistas de nuestro tiempo, a quienes no me gusta darle espacio para que desarrollen las cosas que se les ocurren. En Buenos Aires, el taxista que escupe banalidades y habla sobre tonterías que no conoce es el mismo que en New York, con la diferencia que no para de hablar. Parecieran haber salido de la cámara de los tormentos en donde estuvieron encerrados por mil años y necesitan hablar cualquier tontería. A mi juicio, es tan reprochable la cháchara y lo deslenguado de estas personas como quien se presta a seguirles lo que dicen. De mi parte impera el silencio mientras me sumerjo en la lectura de un libro. El bla bla bla no para.

La riqueza de las naciones

Adam Smith se hubiese quedado paralizado ante las infinitas necedades que se han experimentado en La Argentina para controvertir la naturaleza de la economía. Es un tema que tiene enorme interés para cualquier pensador porque de alguna manera, en un solo país, se concentran todos los yerros que se pueden cometer en materia económica. Los argentinos han vivido y sobrevivido a los más rancios experimentos en materia económica, en donde el populismo ha hecho descomunales esfuerzos por mantenerse en el poder al precio de generar más pobreza. Es un país en donde han ido de la mano la corrección en materia de liderazgo a la par del desafuero.

Borges y Perón

Hay elementos atinentes a la cultura que van creando una identidad que permite que la misma adquiera una forma. Esos elementos están muy marcados en el país del sur de Suramérica, en donde las antípodas van de la mano y Borges o Perón son partes de esa identidad. Lo más excelso del elitismo a la par de lo populachero. De eso trata esa identidad tan particular. El arte está en todas partes y saberlo apreciar es un regalo que ofrece la nación. El fútbol, con sus hombres héroes y dioses es el bálsamo que permite demostrar la exaltación de las pasiones y cohesiona el alma de un país, como un gran bloque en donde triunfa la alegría y la esperanza es la bandera con la que se levanta cada ciudadano. Voy por un mate. 

 

Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 03 de mayo de 2022. 

De nuevo por el gigante

Ya había estado antes. Incluso en una ocasión fui manejando desde Mérida hasta Boa Vista con carro recién comprado. Esta vez decidí cambiar tanto el destino como la manera de llegar y estuve una semana en la isla Santa Catarina, Brasil. En este país todo pareciera tener una energía avasallante. Si uno ordena un plato de comida, tal vez alcance para alimentarse unas dos veces más. Es el gigante latinoamericano sin parangón, donde lo multicultural es lo normal. El viaje me sirvió para el entrenamiento de los sentidos en un caleidoscopio inigualable. 

La buena y la mala educación 

Él tal vez tenga unos diez años menos que yo. Pasa el día en el gimnasio y mientras se acomoda en la silla, tumba la cerveza recién servida. El contenido de la misma se derrama por el suelo y justo ahí me doy cuenta que la chica con quien anda me mira a los ojos y suspira. Ella se ve fresca y muy arreglada. Al ponerse de pie destaca por la armonía de su cuerpo, totalmente ceñido a un vestido corto y rosado que da fe de la perfección de sus piernas. Mientras recogen la cerveza, se levanta con el pretexto de ir al baño, camina a mi lado y a hurtadillas me regala una sonrisa que sale de su rostro sensual. Imagino que el forzudo se puede molestar, por lo que disimulo y me concentro en el pescado que la mesera se esmera en servir. Mientras la chica va al baño, el fortachón ordena y paga la cuenta. Ambos se marchan del local: Él trastabillando un poco por efectos del alcohol y ella erguida y esbelta con su caminar de gacela. Cuando él se montó primero en un Fiat amarillo, ella quedó sola unos largos segundos en la acera e intercambiamos las últimas miradas. ¿Por qué no le abrió la puerta? ¿Por qué la dejó en la acera, huérfana de su compañía? ¿Qué pasó con los buenos modales, el arte de la seducción y la galantería? Imagino que todavía hay oportunidades para quienes cultivamos el gusto por la vida y sus espacios de goce compartido. Tal vez queden algunos reductos de romanticismo. 

Tiempos modernos 

Obsesionado por los asuntos de la contemporaneidad, la postpandemia, como era de prever, no enseñó nada nuevo. Después de la pandemia va la guerra y así sigue el recetario poco original de lo humano. En mis reminiscencias aparecen asuntos vividos: Hace muchos años tuve que competir contra Tarzán. No había manera de no sentirse con ventaja. Mientras Tarzán se subía a los árboles y pelaba un banano, me escurrí entre la gente y saqué a bailar a Jane, quien se aburría sentada. Para Jane fue un alivio volverse a conectar con la educación y los buenos modales de occidente y al son del deslumbrante acordeón bailamos unos sabrosos vallenatos. En el calor del baile mi mano le tomaba la cintura mientras a la par de las cadencias de sus caderas apretaba su pecho al mío. Bailamos tan bien que el vallenato nos convirtió en uno solo en la pista de baile y nos adentramos juntos en la profundidad de la noche hasta que nos olvidamos de Tarzán, que iba saltando de árbol en árbol intentando encontrar fallidamente a Jane, quien sudaba el baile entre mis brazos. Esa noche Jane se escapó conmigo. 

Desayuno, almuerzo y cena 

Desayuné de de manera copiosa, por lo que traté de almorzar un lenguado a la parrilla para no comer tanto. El mesonero hablaba un portugués implacable y mi español era infranqueable. Después de intercambiar sonidos ininteligibles me trajo dos platos de pescado, un pocillo de arroz, dos platos de ensalada, uno de patatas y una abundante porción de distintos acompañantes brasileños entre portugueses y africanos. Era comida para dos días pero el buen apetito me volvió a dominar y no dejé ni un grano de arroz. Ahí fue cuando me conecté plenamente con el país, embelesado por mis recuerdos, ya habiendo derrotado a Tarzán, bailado mil y una noches con Jane y en el presente, comiéndome un delicioso banquete, en una mezcla de tiempos y lugares que están latentes en mi memoria. Esa abrumadora sensación de grandeza, abundancia y plenitud caracterizan el país suramericano. 

El comienzo del viaje 

¿Acaso el viaje no es sino la esencia del aprendizaje, que nos aleja del ritual trabajo y otras obligaciones de rigor para dedicarnos a la aventura? Tal vez todas las vidas tienen tiempos de apogeo y decadencia. El arte puede estar en no permitir que la decrepitud vital se salga con la suya. Que sea la vida la que venza una y más veces. Que así sea. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 26 de abril de 2022. 


miércoles, 11 de mayo de 2022

AMIGOS por Roger Vilain

Conocí a Alirio Pérez Lo Presti hace una punta de años. Desde entonces, la amistad ha sido una presencia que sabemos al alcance de la mano. No sé tú, pero en cuanto a mí, los amigos andan esparcidos por el mundo y qué más da, lo sabemos, lo intuimos, nos llena su presencia a cualquier hora y eso basta para darle carnadura desde ya al hecho feliz del próximo encuentro, aquí o allá o donde dispongan los hados. 

Decía Borges que la amistad no necesita de la frecuencia porque, a diferencia del amor, no caben en ella dudas, ansiedades y demás cuestiones por el estilo. Vaya si tenía razón el argentino. La amistad, una vez que se despliega por donde le venga en gana, queda en ti la certeza de que no volará en pedazos gracias a geografías, relojes o almanaques, así que tienes un amigo, lo ves cada tres o cuatro años y cuando por fin coincidan en el bar de alguna esquina, en tu casa o la de él o charlan media hora vete a saber en qué plaza o calle o aeropuerto, pues nada, vives el asunto con la impresión de que la última velada ocurrió el lunes pasado. 

Con Alirio me pasa lo que con los escritores y sus libros, es decir, mantengo diálogo contante a través de lo que escribe. Mi amigo Alirio Pérez Lo Presti es un hojalatero de la palabra que entre página y página deja colar guiños, performances y formas de entender el mundo que suelo atrapar el el aire y responder ipso facto, ahí mismo, sentado en el sofá de mi sala que es atalaya perfecta para echarme en brazos de asuntos como éste. A veces los diálogos guardan bastantes coincidencias mutuas y en ocasiones dan pie para debates de lo más cojonudos, polvaredas que para qué te cuento, divertidos por donde metas el ojo. 

Mi buen amigo, un hedonista al mejor estilo de los griegos antiguos, aprecia vinos, puros, viajes, libros con una sabiduría que raya en lo asombroso -no exagero un ápice- y es capaz de disertar medio día acerca de la historia del tabaco en América, el papel del saxo en las orquestas de jazz contemporáneo o las implicaciones del psicoanálisis freudiano a propósito de la realidad política latinoamericana. De ahí que cuando le llevo la contraria -no lo niego, un poco por joder- enciendo a máxima potencia el ventilador de ideas, opiniones y argumentos que termina o por convencerme del todo, sin protesta y sin reparo en relación con lo que dice, o por espantarme sin chance de regreso debido a semejantes andanadas. Contundente de cabo a rabo. 

Creo en los amigos porque tengo algunos que sustentan tal verdad con creces. Alirio por supuesto es uno de ellos y, desterrado en Santiago de Chile -ya caeremos por esos lugarejos así que guarda una botella y mucho hielo- ha resultado de los psiquiatras con los que ese país ganó de calle. Imagino su trabajo, su talento y su entrega a un Chile que lo recibió como suyo y sin dudas el producto es oro puro. Pero decía arriba que creo en los amigos mientras sirven estas líneas para dar cuenta de una verdad a veces disimulada. Conozco gente que perdió la fe hace años, sé de personajes incapaces de llevar a los amigos más allá de la otra cuadra, cosa que demuestra cierta realidad que mi abuelita repetía como se repiten los mantras: hay de todo, hay de todo, sí, y no te queda otra que elegir, ubicarte, tomar partido, construir lo que supones o imaginas con antelación. 

Que los amigos brillen por su presencia es un hecho para celebrar. Alzo mi cerveza y brindo por la fortuna de conversas, parrandas, combates en mitad de la calle y tantas aventuras sobre las olas de los días. En fin, la amistad al rojo vivo mientras haya quienes la cultiven. Y enhorabuena. 


Publicado en ORBI NEWS el 20 de diciembre de 2020.


Enlace: 

https://es.orbinews.com/2020/12/20/amigos-por-roger-vilain-rvilain1-cultura/

 


Una parada en Montevideo


Con actitud por demás contemplativa, paré en Montevideo con el ánimo de visitar y disfrutar de la grata compañía de amigos de infancia que me llevarían a recordar maravillas sobre la ciudad en donde nací. Ese anclaje a Mérida es como esos cables que unen a tierra, permitiendo que nos aferremos a lo vivido con agradecimiento. Con el bueno de Diego López caminamos por lugares emblemáticos de la ciudad y conversamos sobre aquellas cosas que supimos apreciar mientras vivíamos en la bella ciudad Andina. Montevideo sorprende por su personalidad y con riqueza arquitectónica sirve de escenario para adentrarse en lo vivido. 

Los caminos y los callejones cerrados

En ocasiones siento que hay calles y avenidas tan amplias sobre las cuales transitamos que olvidamos aquellas pequeñas calles ciegas o callejones cerrados en donde todavía se puede jugar libremente a la pelota. Cuando entro a uno de esos callejones, revivo la metáfora de lo que significa volver a esos lugares y encontrarme con personas que a su vez me recuerdan sitios en donde no falta la nostalgia y a la par aparece la alegría a borbotones. Eso sentí cuando visité al maestro Hugo López Chirico en su departamento en Montevideo. Literalmente es rencontrarme con aspectos de mi vida que me son tan propios que me asustan. La alegría de escuchar a personas a quienes quiero, conversando sobre cualquier cosa como si nos hubiésemos visto el día anterior es una sorpresa que se agradece. Tenía unos cinco años sin ver la merideñidad de frente, porque simplemente no la había visto o porque no la había buscado. A sus ochenta y cinco años, el maestro López Chirico incursiona en el arte de pintar con el difícil acrílico, siendo su nueva faceta y actual obra digna de llevarse muchos elogios. la creatividad y el ingenio se siguen celebrando en el siglo veintiuno. El poder compartir con la lingüista Alexandra Álvarez, de inteligencia y belleza legendaria, es un guiño que me obsequia la vida. 

Inteligencia permitida, los siete potajes

Que preservemos las costumbres propias de donde venimos podría ser una manera de no perder el norte de la vida. Pero venir a comer los siete potajes en la casa de Diego, disfrutando de la compañía de su esposa Yazmín, que pensa más rápido que la velocidad de la luz multiplicada por diez y el encantador Juan Diego, junto con talentosísimos compatriotas era algo que no esperaba conseguir en el Uruguay. Tal vez era necesario volver al movimiento y los viajes que me han sido tan propios para volverme a reconocer en el espejo. Cinco años de desarraigo terminaron por hacer que valore y atesore cada segundo compartido con una comunidad de personas con las cuales estoy hermanado. Los orígenes comunes y las experiencias de vida compartidas son imanes que unen a quienes andamos desperdigados por el mundo. A su vez, el mundo pareciera hacerse pequeño conforme vamos creciendo como personas. En realidad el viaje es hacia lo que llevamos dentro, lo cual va creciendo mientras más lejos viajamos. 

Una temporada en Latinoamérica

Me gusta Latinoamérica. Es rara y alocada, con aparente tendencia a desintegrarse si se le sopla muy fuerte. Las extravagantes ideas y los asuntos reivindicativos pareciera que siempre llegan tarde, inclusive en los actuales tiempos globales. A veces pienso que vivo en un anacronismo perfecto, que en realidad es un mal sueño, en donde la guerra y la peste van de la mano y no puedo despertar. Me costó entender cuál es mi fascinación por Latinoamérica luego de tanto cavilar y el asunto lo tenía enfrente. De niño, en mi Mérida natal, estudié con niños que tenían la marca del migrante. Proveniente de múltiples confines y luego del arribo de grandes olas de migrantes europeos a Venezuela, llegaron los vecinos del barrio para quienes en ese momento éramos los primos ricos. Debo haber tomado mate al mismo tiempo que tomé café y las conversaciones sobre la migración y sus consecuencias era un asunto que se trataba de manera habitual. En realidad Latinoamérica es robusta y sólida, hallándose su esencia entre el polo de la locura y el de la poesía, que con frecuencia son la misma cosa.

Agradecido y contento

Me pregunto cómo se les agradece a las personas por existir. Agradezco el don de gentes de Diego y Yazmín por este reencuentro necesario. Soy un sibarita y lector empedernido, amante de la buena comida, quien intenta conseguir los tesoros de la vida, mientras trato de ordenar mentalmente el mundo, que se hace fácil cuando conversamos con las personas adecuadas. Mañana sale mi vuelo. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 19 de abril de 2022.