jueves, 12 de mayo de 2022

Opiniones desafortunadas


Ser un malabarista es propio de la contemporaneidad. Sortear las trampas del día a día podría transformarse en todo un arte: El de la evitación. Con el auge de las redes antisociales, se termina banalizando asuntos muy serios y se asume la tragedia con una ligereza que se hace más notable porque se exhibe. Ese es el sabor que me queda cuando hago la suma y el balance de las opiniones colectivas.

Goles y repechajes

El asunto se vuelve tan serio que la guerra, por ejemplo, se arroga como si se tratase de un partido de fútbol, en donde la gente apuesta por uno u otro bando. Todo esto lo señalo como un asunto visto de manera general, porque soy testigo de la seriedad con la cual algunas personas plantean los grandes temas de nuestro tiempo. El análisis objetivo se encuentra con dificultad, pero se encuentra, es cuestión de buscar. Lo que de alguna manera hace falta es el poder cultivar mayores espacios para el debate civilizado. En estos tiempos pareciera que la palabra debate estuviese prohibida y el insulto termina por prevalecer.

Taxistas y distorsiones

Insistiendo con el tema, existe la opinión del taxista u opinión “express”, que es como una posición camaleónica ante la vida en donde los sofistas de la contemporaneidad tienen su gran plaza. Con las redes no solo circula cualquier cantidad de noticias falsas o trucadas, sino que se terminan construyendo peleas reales o virtuales en donde el enemigo es la propia sombra. De esa manera quien paga, se termina dando su propio vuelto y se intenta imponer un punto de vista evitando la confrontación de las ideas. Quien expone en justa lid lo que piensa corre el riesgo de quedarse públicamente desnudo.

Celebrando la vida

No tolero que se celebre la guerra porque es lo mismo que celebrar la muerte. Cuando veo personas que aplauden lo que ocurre entre Rusia y Ucrania, lejos de molestarme, siento una infinita pena y hasta asco por la banalización del horror. El análisis superficial y la toma de posición a la ligera me da espanto. Incapaz de aislarme como eremita, trato de socializar en los mejores términos, siempre exigiendo el respeto que cualquier persona merece. Sobreviviente de unos cuantos tragos amargos, pienso que en la vida debe haber espacios para llorar y también reír. Nos vestimos de acuerdo con la ocasión.

Juego de máscaras

Reímos y lloramos. La vida tiende a expresarse como una moneda de dos caras que en ocasiones no da tregua ni espacio para posiciones intermedias o medianamente razonables. Si buscamos la lupa y observamos con atención, las cosas tienen cola, razonar lleva a otras dimensiones y vamos consiguiendo realidades conforme avanzamos en el arte de pensar seriamente. También hay espacio para el baile y la risa, estos dos artilugios son tan necesarios para vivir como el aire que respiramos. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 10 de mayo de 2022.


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