jueves, 20 de octubre de 2016

‘Aire de Bob Dylan’ por Ricardo Gil Otaiza


Don Alirio Pérez Lo Presti, Don Mariano Nava Contreras y yo solemos reunirnos a tomar café en un conocido sitio de Mérida, y hablamos de libros, de autores, de política, de la universidad, y de la vida en general. Ya perdí la cuenta del tiempo que llevamos haciéndolo, pero para nosotros tal circunstancia es importante, porque nos reencuentra como colegas y amigos (también como escritores y articulistas); como seres que buscamos puntos de encuentro para ejercitar el antiguo arte de la dialógica. El jueves de la semana pasada quedamos en vernos a eso de las 11 de la mañana, pero Alirio llegó primero y me envió un mensaje de texto para preguntarme si podía acercarme más temprano al café para ganar media hora. Afortunadamente ya estaba muy cerca del centro comercial y apresuré el paso, y allí estaba el amigo sentado, con cara de estar filosofando (es doctor en filosofía), como macerando algo en su mente, a lo que tenía que darle salida pronto o estallaría en mil pedazos. Apenas me senté me preguntó sin anestesia: ¿qué opinas del nuevo Premio Nobel? Le respondí mecánicamente: “terrible, amigo, es una locura que se lo concedan al presidente Santos…”. Alirio me miró sorprendido y me interrumpió: “no, Ricardo, no me refiero al de Santos, te hablo del Premio Nobel de Literatura que acaban de anunciar”. Puse cara de confusión, ya que no había entrado en la web esa mañana y era ignorante de lo que acontecía. Alirio se rió y con tono irónico, me dijo: “se lo ganó el cantante norteamericano Bob Dylan”. “¿Qué?” Fue lo único que pude expresar en un primer momento; luego agregué: “no, Alirio, me estás vacilando, no te lo puedo creer”. De inmediato mi mente en estampida veloz regresó al día anterior, cuando la querida colega escritora Mercedes Franco me preguntó en un mensaje de texto que por quién iba para el Nobel. Mi respuesta fue inmediata: “me agarras fuera de base. No sé si el narrador de italiano Claudio Magris esté nominado en esta oportunidad, de ser así podría darnos una sorpresa”. Ella me dijo que iba por el autor japonés Haruki Murakami. Mi mente volaba en ese instante y me negaba a aceptar la realidad. Entonces Alirio me repitió la noticia, pero esta vez con cara de circunstancia, casi de gravedad: “lo ganó el cantante Bob Dylan”. Debo confesar que en medio del estupor tuve una ocurrencia: “si de compositores se trata se lo merecía entonces Juan Gabriel, cuyas letras (todas verdaderos poemas) enamoraron durante décadas a miles de parejas en América Latina, pero como está muerto ya nada se puede hacer”. Alirio asintió con el rostro más distendido y me dijo: “el Premio ha cambiado, Ricardo, la dinámica y el devenir de los tiempos ha traído esta sorpresa (seguramente pensaba en Heráclito)”. Cuando Mariano hizo su entrada al café lo recibimos con la noticia, y como buen maracucho lo tomó por el lado jocoso y nos reímos a más no poder.

A todas estas (cuando escribo la crónica) el señor Bob Dylan no se ha dado por enterado del fulano Premio Nobel (displicente el cantante). Ya la secretaría de la academia sueca desistió de llamarlo, aunque ratifica que es Dylan el dueño del galardón. No sé, pienso yo, de pronto el cantautor la da por renunciar al galardón (tal vez no esté cómodo con él) y tengan que hacer otra ronda, o lo declaren desierto. Tal vez haya llegado el momento de nominar a un criollo a tan codiciado reconocimiento, y como el Nobel está en la onda musical podamos nominar a nuestra Lila Morillo (diría Don Mariano), que ha hecho llorar a más de uno frente a la rocola. Mientras tanto, releo el libro que en el 2012 publicó Enrique Vila-Mata, a propósito de Bob: Aire de Dylan
Ni mandado a hacer, diría mi madre, porque el tipo se está dando su airecito.




@GilOtaiza


@MarianoNava


@perezlopresti


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