sábado, 15 de octubre de 2016

Sobre el Nobel de literatura 2016




Mi muy apreciado amigo Franklin. Soy de los que celebra cada día la existencia de grandes cantantes y compositores. De hecho, varios familiares son fans de Bob Dylan, cuya música he escuchado durante décadas y no creo que sea cuestionable el apreciar la calidad de la letra de sus canciones.  

Sin embargo y… “ahí está el detalle”, muchos creemos que decisiones  como esta merecen un análisis que siempre va más allá de los gustos personales. Las reacciones espasmódicas ante estos hechos hacen que se caiga en posiciones dicotómicas (“a favor” versus “en contra”) que empobrecen la comprensión de los fenómenos sociales. 

Creo que haces un gran favor a la causa de quienes metemos la nariz en todas partes, que a través de tu blog propicies este tema que obviamente requerirá de más de un debate o contraposición de ideas. Te enumeraré algunas cosas que creo deben ser tomadas en cuenta ante el hecho de haberle dado el premio Nobel de literatura a un cantautor: 

1.    Desde hace mucho más de una década se apuesta por la muerte del libro impreso. Prácticamente desde el inicio de la era digital, el libro fue condenado y se esperaba que para la fecha ya fuese una reliquia propia de los museos como podrían ser las máquinas de escribir Remington. Sin embargo, contra todo pronóstico, el libro impreso está vivito y coleando, y las editoriales venden más libros (independientemente del contenido) que en cualquier otro tiempo. Entre otras razones, porque la sensualidad del libro y su estructura tangible siguen produciendo una conexión con lo humano de lo cual no creo que nos podamos distanciar.

2.    La “Academia” que otorga los premios nobeles en realidad no tiene la categoría de lo que en el más puro sentido platónico entendemos como “Academia”. Se trata de un cuerpo de influyentes e influenciables personalidades que a través de sus decisiones, intenta la imposición de nuevas pautas de comportamiento social, las cuales van de la mano con el consumo propio del hombre masa. El nobel de literatura estaba en la mira desde hace rato porque al modificar de manera radical las características del ganador de un premio que ha logrado prestigio entre la gente común y corriente, se establecen nuevas pautas de consumo. Más de un desprevenido ya ha ido a las librerías a buscar los libros de Bob Dylan. Digo que estaba en la mira porque no es la primera vez que un cantautor es nominado.

3.    Es inobjetable que se estimule el buen gusto en las letras de las canciones, entre otras razones porque la música, en general, trasciende a nivel popular más allá que la palabra escrita. Por eso celebro que hayan cantantes como Juan Luis Guerra o Joan Manuel Serrat, a los cuales se les premia por su talento en una gruesa multiplicidad de eventos. Sin embargo hay que ser  muy cauteloso (acucioso) con lo que podemos denominar “el buen gusto”. Bien se pudo haber ganado el premio Nobel de literatura Simón Díaz o Agustín Lara.

4.    Al ganarse el premio Nobel de literatura un cantautor, se crea el precedente de que el próximo año se lo pueda ganar otro cantautor ¿por qué no?, quedando por fuera de esta  selección tanto grande escritor. El día que Jorge Luis Borges murió, el lamento fue multitudinario para quienes admiramos su obra y el grito de desolación fue el mismo: “Con la muerte de Borges, el Premio Nobel de literatura fue el gran perdedor”. Mientras Borges trasciende, tantos ganadores van cayendo en el más absoluto anonimato.

5.    Lo que asomas como “barrera absurda entre lo popular y lo culto” me parece muy oportuno en estos días recientes en los cuales muere el cantautor mexicano Juan Gabriel. Desde mi abuela hasta mi descendencia lo han venido escuchando y cantando, lo cual suma cuatro generaciones que adoran al “Divo de Juárez”, quien se presentó en los más disímiles escenarios, incluyendo el 'Palacio de Bellas Artes' de Ciudad de México, quizá el santuario americano del arte cultivado por lo más granado de las élites latinoamericanas.  ¿Se merecía tanto o más el Nobel de literatura Juan Gabriel que Bob Dylan?

6.    En realidad no está pasando nada tan disonante como creemos. Desde que el mundo es mundo, siempre ha existido la tentativa desde los centros de poder de establecer “un nuevo orden mundial”, que es la manera como se dice en estos días. Desde la idea del pecado original, hasta la utópica creación del “hombre nuevo” se preconiza y se actúa en función de crear nuevas formas de pensar (lo llaman “nuevos paradigmas” en los días que corren). Este premio es un nuevo intento por apostar a cambios en nuestras sociedades.

7.    Por último, admirado Franklin, en los setenta me vinculé con gran animosidad con la obra del canadiense Marshall McLuhan, quien señalaba que la sociedad estaba cambiando en el sentido de que se estaba cimentando un culto por la imagen, el cual nunca antes se había dado de esta manera. La aparición de la radio, el cine, pero marcadamente  la televisión, estaban modificando las costumbres de la humanidad y de ahí surge la idea de la “Aldea Global” que hoy en día llaman globalización” a raíz de la revolución digital. McLuhan hacía un juego de palabras en donde masaje y mensaje eran ubicados en el mismo plano. De alguna manera, se estaría premiando la antiquísima tradición de los juglares y paradójicamente (y no exagero) le estaríamos dando otra vez la bienvenida a una especie de nueva Edad Media preliteraria. Para McLuhan, a través del mensaje éramos sometidos a un masaje, o sea a la más ramplona manipulación, por lo que apelo a la atinada frase de Yoani Sánchez de la cual tú eres un difusor: “Cuidado no te manipulen tus palabras” y yo respondo: “¿Y no estarán manipulando ya tu silencio?”

En mi columna de prensa en el diario El Universal de Venezuela y en mi blog seguiré escribiendo sobre el tema.


Con mis mejores votos, un fuerte abrazo.



Alirio Pérez Lo Presti


@perezlopresti  





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