lunes, 11 de julio de 2022

Reflexiones de siglo

 


Hay conversaciones de sobremesa que bien pueden arruinar un almuerzo. Después de los expertos en vacunas vinieron los eruditos de la guerra. Es que tanta chapucería termina produciendo un poco de grima por no decir desprecio. La ignorancia y la frivolidad tiene las más extrañas maneras de presentarse entre nosotros. Que se le vean las costuras no es tanto el problema. Lo que cuesta asimilar es el goce que produce en algunas personas lo que de lejos luce inhumano. El goce por lo malsano pareciera ser el norte de muchos.

Modas que vinieron para quedarse

Hay expresiones de gran fuerza social que se posicionan y quedan instaladas para siempre entre nosotros. La idea de que ciertos aprendizajes masivos solo son modas pasajeras, más que una interpretación del fenómeno, son evidentes intentos de negar lo que ocurre. No son modas, nada qué ver. Son maneras de interpretar la vida que tienen tanta fuerza que se instalan en el corazón de un conglomerado para siempre. Que un pequeño grupo se enquiste en el pensamiento civilizatorio no es nuevo y mucho menos inédito. Son ciclos que tienen su luminosidad y su miseria. Al final de la historia, tal implica cual.

Debates exprés

Estoy en un montón de grupos de WhatsApp. La temeridad con la cual se hacen algunas aseveraciones puede aturdir. También es una escuela acerca del enorme caleidoscopio de lo humano con sus cosas buenas y malas. La eterna historia en la cual luchan quienes intentan salvar al ahogado y quienes apuestan porque se termine de hundir. Lo humano, pues. En esos grupos pareciera que se decantan las más genuinas expresiones en las que se entremezclan lo argumentativo y las vísceras, con sus alturas y bajezas. Así somos. Hay grupos que parecen eternas peleas de perros. Con la diferencia que solo se muestran los colmillos y se puede llegar a herir o enemistar con la ligereza que da la distancia. Sin mirar a los ojos se intenta destruir castillos con sus respectivos reinos. Otros grupos se tratan de mostrar más civilizados, en los que no parecieran seres humanos quienes emiten sus opiniones, sino máquinas que esbozan pensamientos o auténticas prédicas que intentan posicionarse como dogma de fe.

Vida y trascendencia

Un muy buen amigo, con estoicismo inmaculado, se despide de este mundo. Rodeado de su esposa e hijos, me llama para saludarme por última vez. Le doy las gracias por haber compartido su tiempo conmigo y a falta de un abrazo, por encontrarnos en dos continentes distintos, la despedida logra su cometido. Mi amigo dejó una buena huella y legado. No sé si decirle adiós o hasta luego. Deséame buen viaje, me dice y soluciona el dilema. En ocasiones, la vida se antoja breve. En el sur del sur del mundo pareciera que no escampa. Tal vez este tiempo invernal, que antes me parecía infernal, es solo una invitación de la vida para apreciar los buenos momentos. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 12 de julio de 2022.

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