miércoles, 17 de junio de 2020

Valentín Pérez Yépez. Por: Freddy Pérez Mogollón


Mi padre además de ser un fiel devoto de San Antonio, como tamunanguero, también fue reconocido por su afición a los gallos de pelea. En casa tenía una cuerda de más de 100 gallos de pelea que se caracterizaban por ser animales de raza. De todos ellos, en el año de 1966, sobresalía un gallo Corno de 3 y 15 libras que llevaba 13 peleas seguidas porque mataba en los primeros 5 minutos. Es más, la última pelea en marzo de ese año, le mató un gallo español a otro gallero muy mentado en Barquisimeto como fue el Sr. Pausides Sigala. Eso a él le molestó y se dio a la tarea de buscar un gallo correlón, del mismo peso del gallo de mi padre, cuya estrategia concebida sería cansar al contrario y proceder a eliminarlo.

El plan le funcionó y al desafiar a mi padre, la pelea se pactó para el domingo 13 de junio en la gallera del Sr. Jesús Agüero. Cuando mi madre se enteró de eso, le recordó que era la fiesta de San Antonio, y él, contrariado por tan imperdonable olvido, como ya había empeñado su palabra de gallero, optó por llamar al Sr. Sigala para realizar la pelea de primero en la cartelera. Pues bien, el 13 de junio de 1966, a las 9 a.m. se casó la pelea en 2.000 bolívares.

Después de los preparativos de rigor, salieron los gallos al ruedo e inmediatamente el gallo del Sr. Sigala empezó a correr durante 15 minutos, y el gallo Corno de mi padre detrás. Obviamente el gallo Corno, exhausto, se detuvo y el contrario, transformado en un demonio, se le vino encima. Fueron más de 10 minutos llevando espuelas, y finalmente el Corno cayó, casi muerto, en las patas del contrario. Cuando subieron la jaula para proceder al reconocimiento, el gallo Corno de mi padre al sentir un picotazo en su cara ensangrentada, ciego y con una hemorragia interna que le botaba la sangre por la boca, reaccionó y elevó sus espuelas clavándoselas en la aorta del contrario, matándolo en el acto.

La emoción como gallero fue tan grande, que mi padre saltó a la gallera, levantó su gallo en vilo y gritó: ¡¡Ese es mi gallo!! De repente cayó al piso y fue llevado rápidamente al hospital con un derrame cerebral del que nunca se pudo recuperar, y 8 días después falleció el 21 de junio de 1966 a los 56 años de edad.

Las personas comentaban en las exequias que San Antonio lo mandó a buscar por haberle fallado en su día… 





No hay comentarios:

Publicar un comentario