He estado dedicado a escribir durante los meses que van
del 2020 y siento que debo detenerme un momento en el
camino trazado inicialmente (referido a
relatos, anécdotas y comentarios)
para hacer público y reconocer, como en efecto lo hago, un hecho familiar de
particular significación. En el período
Presidencial de Marcos Pérez Jiménez (1952-1958), a través de su denominada
política “de
puertas abiertas” y apertura al capital
extranjero, los cuales tenían el propósito de continuar la modernización e industrialización
del País, el Estado venezolano ejerció atracción de la inmigración extranjera,
especialmente compuesta por italianos, portugueses y españoles.
Este
importante acontecimiento se fundamentó en gran parte en dos factores
determinantes. Primero, se disponía de ingresos extraordinarios de dinero por concepto del producto generado por concesiones
petroleas y de hierro y segundo factor: Las repercusiones de la segunda guerra
mundial (1939-1945) con sus consecuencias de escasez de oportunidades de trabajo en los países de origen de los
inmigrantes. Además, en este sentido, se promulgó la Ley de Naturalización (1955). Esto generó
el desarrollo de importantes actividades
en diversas áreas (construcción, agricultura, industrias, comercio, etc.) con participación de extranjeros y nacionales.
La
explicación precedente, sin ningún atisbo de interpretación política, la
presento a manera de preámbulo,
para ubicar el hecho particular muy
significativo: La gestación de muchas familias en Venezuela y particularmente de
mi familia. En ese contingente de extranjeros vinieron a este País quien sería después
mi esposa María, y sus parientes. De origen italiano (Sicilia), de apellidos Lo
Presti Gentile, se establecieron en el Tocuyo, Estado Lara, y se dedicaron a la
actividad comercial. La intensidad y forma de trabajar se fue
haciendo notoria. Con el transcurso del
tiempo se fueron desarrollando hechos y lazos de familiaridad con los nacionales.
Se
dio la circunstancia de las dos
familias, la mía, Pérez Mogollón y la de
María, Lo Presti Gentile (estos últimos desde su arribo) han estado radicadas
en El Tocuyo, Estado, Lara. Mi padre se levantaba todos los días de madrugada y
a las 5:00 ya estaba vendiendo, al detal,
leche, frutas, etc. para obtener los
ingresos y así cubrir principalmente las necesidades del hogar. La familia Lo
Presti Gentile era uno de sus clientes en
la compra de la leche. A las 10:00 de la mañana, aproximadamente, mi
padre terminaba su trabajo y de regreso casi siempre pasaba por casa de la
familia Lo Presti Gentile y era
frecuente la conversación matinal entre ellos, y en ocasiones mi padre
desayunaba ahí. Todo esto cimentó una
buena amistad y después facilitó mi participación en diligencias que hicieron posible la
inscripción de María en la Escuela de
Educación de la Universidad de Los Andes, le gestionara su ubicación en una residencia respetuosa y
apropiada, y quedé comprometido a estar pendiente de cualquier necesidad
relacionada con sus estudios.
Para
no alargar este relato, yo decidí inscribirme en la misma Escuela de Educación.
Y, ¿Quién se iba a imaginar? A los seis meses después de la inscripción de
ambos en la Universidad, viajamos a El
Tocuyo, María y yo y les manifestamos a nuestros padres la intención y
disposición de contraer matrimonio; y esa fue una soberana sorpresa e
inimaginable noticia para las dos familias. Ya repuestos de la súbita emoción,
los dos padres, las dos madres, María y yo, acordamos las fechas y demás
pormenores. Los hermanos de María y otros
participaron en la organización del evento.
Todo
se efectuó, como estaba planificado. La boda se realizó con la asistencia
entusiasta de los parientes de ambas familias y demás invitados. Actualmente
decimos, siempre que se hable de una esposa con
bellas virtudes entre las cuales
sobresalen: Excelente hija, madre, abuela, suegra consuegra, mujer completa y ejemplar, amorosa,
trabajadora, responsable, extraordinaria administradora del hogar y tantas
otras integridades, siempre vendrá a
nuestras mentes y corazones el nombre de
María. A ella le atribuimos una gran
parte de lo que somos y en general, todos los integrantes de la familia Lo
Presti Gentile comparten un concepto muy solidario y particular de lo que es un
hogar, un matrimonio, un apoyo oportuno a cualquier necesidad que se presente: Son rasgos que los
caracterizan.
Tuvimos
tres hijos cuyas respectivas historias he venido escribiendo y publicaré estos días.
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