Retomando las salidas con
amigos, los cafés en las calles, los estrenos en los cines y las caminatas por
los parques, la invitación de los tiempos en los cuales la pandemia cambió
(¿terminó?) han sido de reencuentro con lo que normalmente somos y hacemos.
Ahora toca seguir la senda por recorrer y mirar hacia adelante. Como cualquier
historia colectiva, los percances y la invitación perenne a la aventura seguirán
siendo parte de la vida.
Migraciones y migrantes
Cuando revisamos la
experiencia de las grandes masas humanas que por una u otra razón se han visto
forzadas a desplazarse de un lado para otro, el trauma está presente. El grupo
de migrantes de segunda generación suele desarrollar mayores trastornos
emocionales que otros grupos poblacionales porque se produce un conflicto
cultural en el que el desarraigo se puede salir con la suya. He visto a más de
un expositor de algo así como “el manual del perfecto migrante” o “el decálogo
de la migración” pulverizarse emocionalmente. La cosa no es tan sencilla y
negar la realidad puede ser siempre la salida más fácil. Analizar y encarar lo
real requiere de un gran esfuerzo. Imagino que de esa materia va a estar impregnado
el producto de quienes forzosamente tuvimos que migrar y seguimos haciendo
esfuerzos por seguir adelante y marcar presencia en este mundo.
Forzando la poesía
A la par de la migración,
pestes, guerras, cambios propios de nuestro tiempo y nuevas maneras de
comunicarnos se van desarrollando conforme pasa el tiempo. Para poder tener
éxito como cantante, grandes compositores rapean de manera vulgar y usan el
comodín de que lo que hacen es arte urbano. Creo que es ambición desmedida
mostrar lo que no se es para entrar en el aro de las grandes corrientes. La
necesidad de aceptación puede quebrar a las más fuertes personalidades. Un amigo
me pregunta en dónde se metió la poesía y le contesto que sigue ahí, solo que
se presenta en nuevos formatos. Lo poético, que es la representación artística
del habla y del sentimiento sigue fluyendo, pero no siempre de la manera
tradicional. Ahora intenta conquistar nuevos espacios, haciendo pataletas y
grandes esfuerzos para no desaparecer.
Relato y lectores
Una de las cosas que me
espanta de lo que se escribe en la contemporaneidad es la propensión para decir
lo que la mayoría repite. Precisamente lo valioso de quien escribe es que lo
hace desde una perspectiva individualísima en la cual lo contracorriente suele
ser la esencia del arte. Cuando se escribe desde el compromiso de una causa
social o una ideología, el relato se empobrece y deja de ser trascendente
porque la idea sustituye la esencia de lo humano. Mientras las ideas son
impolutas y muchas veces de carácter reivindicativo, lo humano, en su esencia,
es controvertido y conflictivo. Lo humano en su sentido más puro, puede que no
lleve a ninguna parte. Lo reivindicativo, por el contrario, representa un
esfuerzo por unificar el pensamiento. Mientras el creador rompe con el entorno,
el panfletario trata de seguir las pautas que el entorno le va dictando para
alcanzar un objetivo. Cuando me hablan de arte o ciencia, es arte o ciencia.
Los calificativos muchas veces sobran.
¿Dictadura de minorías?
¿Acaso ha habido un tiempo en
el que ciertas minorías no han tratado de apoderarse del control de la
totalidad? Forma parte de lo civilizatorio y de la historia del hombre. En
muchas ocasiones se consigue el fin buscado y en otras es un nuevo salto al
vacío. Los caminos que conducen al abismo son infinitos y en ese terrible
oficio pereciera regodearse una y otra vez ciertas expresiones del alma humana.
La perseverancia infinita por alcanzar espacios de futilidad pareciera ser el
norte de muchos, mientras los grandes conflictos humanos son invisibilizados.
Es mejor luchar por una causa exprés que lidiar con los grandes problemas
civilizatorios. Es cuestión de convicción, pero sobre todo de darle el carácter
de valorativo a muchas cosas que nos rodean.
Publicado en el diario El
Universal de Venezuela el 07 de junio de 2022.
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