MIGUEL RIVEROS:
GANADOR
DEL CONCURSO DE ARTÍCULO DE PRENSA
PARA
ESTUDIANTES ULA
El futuro de Venezuela
Al sentarnos ella me
sugirió que pidiéramos un brownie con helado, yo lo acompañaría con un café y
ella con una botella de agua. Fue entonces cuando surgió una pregunta habitual,
que se me ha presentado con frecuencia desde hace al menos dos años, “¿te irías
al extranjero?”
Yo le dije que no
estaba en mis planes hacerlo, que me encantaría visitar y conocer otras naciones,
pero que sentía la necesidad de quedarme. Siempre es difícil argumentar esta
respuesta, y este caso mucho más, pues mi acompañante ya había visitado cerca
de 12 países, y me contaba lo gratificante de su experiencia.
Hacerse adulto ha
sido un reto en esta coyuntura que vivimos, sobre todo cuando las expectativas
son altas, y siempre han de serlo si te propones llegar lejos. Esto lo digo a
mis 24 años, sentado frente a un computador que no pagué y viviendo en una
propiedad que solo me pertenece por herencia.
Uno de mis lemas más
característicos es “en este país te puedes enamorar todos los días”, pero allí
la palabra enamorarse no solo se refiere a un atractivo físico hacia una
potencial pareja, pues te puedes enamorar de un paisaje, de una amistad, de un
vínculo familiar, de un empleo, de una institución, y por supuesto, de una
persona. Sin embargo, enamorarse no es suficiente, pues el amor no te da para
ser independiente y para nuestra realidad actual, la independencia se ha
convertido en una odisea. Y es precisamente esa necesidad de independencia, lo
que seduce a los migrantes jóvenes, que literalmente han huido de la sensación
de fracaso que nos produce la inestabilidad socioeconómica. Leía hace tiempo
una frase muy apropiada para describir esto último, rezaba “irse de Venezuela,
es como terminar una relación aun estando enamorado.”
Yo estoy enamorado,
no del país entero sino de mis montañas merideñas, de mi aire, de mi cultura,
de mi responsabilidad como ciudadano de esta nación, de la gente que te
demuestra que un país no lo representa una minoría, de las ilustres
personalidades que marcan nuestro pasado histórico... Y es un amor aterrador,
agobiante, agotador, es una lucha constante entre el rechazo y la aceptación de
las circunstancias.
Si Venezuela tiene un
futuro, solo podemos construirlo aquellos que amamos la tierra que pisamos
todos los días, aquellos que podemos sacrificar nuestro bienestar por los demás,
aquellos, a los que nos preocupa más el país en el que vivirá nuestra
descendencia, que este en el que vivimos ahora.
Miguel Riveros es Estudiante de Educación mención Lenguas Modernas.
Twitter: @Rivoch
Felicidades !!!
ResponderEliminarBuenas palabras en una situación no tan buena. Congratulations!!
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