sábado, 23 de diciembre de 2017

Airio Pérez Lo Presti. Escritor






Nació en Mérida en 1966. Narrador, ensayista y articulista. Ha fijado su residencia en varios lugares, como Syracuse (New York), Valera, Canaguá, Abejales, El Vigía, San Fernando de Apure, Caracas y Madrid; siendo los viajes y las mudanzas una constante en su vida. Escribe desde temprana edad, pero su primer libro apareció en 2006. Co-fundador del suplemento literario El sombrero de copa. Actualmente vive en la ciudad de Mérida, Venezuela.

Desde el punto de vista académico, es Médico Cirujano (ULA), Psiquiatra de la Escuela José María Vargas (UCV), Curso Medio en Salud Pública (ULA), Magister Scientiae en Filosofía (ULA), Doctor en Filosofía (ULA) y Locutor (UCV). Se desempeña como profesor ordinario del Departamento de Psicología y Orientación de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes.

CONTACTO:
Artículos de prensa en el diario El Universal de Venezuela:
Alirio Pérez Lo Presti (En linea)

 
LIBROS PUBLICADOS:


Obra humanística:

1) La creación del rosado (Ensayos breves de filosofía práctica). Consejo de Publicaciones de la ULA (2006). Reimpreso en (2007).
2) Los peligros de comer cotufas (Ensayos breves de filosofía cotidiana). Consejo de Publicaciones de la ULA (2007). Reimpreso en (2008).
3) Historias de animalitos (Ensayos breves de filosofía corriente). Consejo de Publicaciones de la ULA (2008).
4) Suelo tomar vino y comer salchichón (Ensayos breves de filosofía ordinaria). Consejo de Publicaciones de la ULA (2009).
5) La verdadera historia de la perra caliente y otros relatos. Dirección General de Cultura y Extensión. ULA (2008).
6) Psicología. Lectura para Educadores. Ensayo publicado por CODEPRE (2008), y la segunda edición aparece publicada por el Consejo de Publicaciones de la ULA (2010). Reimpreso en (2014 y 2015).
7) Cuentos de monte y culebra. Antología de cuentos realizada en conjunto con Ricardo Gil Otaiza. Consejo de Publicaciones de la ULA (2009).
8) Para todos y para ninguno y otros ensayos. Consejo de Publicaciones de la ULA (2015).


Obra científica:

9) Psicología y contemporaneidad. Consejo de Publicaciones de la ULA (2012). Reimpreso en (2014 y 2015).
10) Los cambios psicológicos. Consejo de Publicaciones de la ULA (2013).


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Ha publicado sus trabajos en revistas especializadas, tanto científicas como humanísticas y tiene en su haber una extensa producción de artículos de prensa en múltiples diarios.



LIBROS PUBLICADOS










 


DECEPCIÓNAME MUCHO


Una llamada matutina, de un domingo que prometía ser plácido, interrumpe un sueño entretenido para plantearme a manera de desayuno, los alcances siempre inconmensurables de las relaciones humanas. En el teléfono escucho una lastimosa voz, salpicada de lágrimas de mujer bonita, que enfáticamente repite una y otra vez lo mucho que he decepcionado a la persona que hace tan grande queja. Como creo haber vivido antes alguna que otra situación parecida, decido despedirme cordial y delicadamente y dedicarme a preparar un desayuno que me nutra lo suficiente como para sentarme a escribir. La cocina se ha convertido en mi sala de meditación favorita, así que mientras pico los tomates y las cebollas y bato los huevos para hacer un perico, trato de sacar la cuenta del número de veces que he sido acusado de decepcionar a alguien durante el transcurso de mi vida. Tal vez unas mil veces; eso sin contar aquellas de las que jamás me enteré y espero no enterarme. Tendría, además, que considerar si antes de los tres años (edad a partir de la cual conservo recuerdos) llegué a provocar que alguien se sintiese decepcionado por mí. En tal caso la lista será mucho más larga. Tratando de abrir el abanico de posibilidades de haber decepcionado a algunos, incluiría las veces que mis maestros de la primaria me reclamaban lo que no les parecía correcto, como la vez que le rompí la nariz a Jimmy o cuando me oriné los pantalones o cuando asalté el baño de las niñas. En un bachillerato un tanto huraño, no podría dejar afuera, las citaciones al representante por parte de la profesora de historia, o el haber reprobado química en quinto año y no haber podido acudir al grado. Cuando me hice universitario, creo que la capacidad de decepcionar a las personas adquirió un carácter bastante exponencial, lo cual aunado a mi propensión de venerar a mujeres inteligentes y hermosas, terminó por casi batir una especie de récord, que me ha hecho sentir unas cuantas veces, un muy genuino representante del género de los decepcionadores, con toda la carga de culpas y autorreproches que ello genera. Aun más traumático cuando la persona que acusa, está vinculada al efecto de este simple mortal. No sé si soy el hombre que más decepciones ha generado en la historia de la humanidad, aunque lo haya creído con bastante convicción unas cuantas veces. No sé si se me pueda comparar con Hitler o el hermano Alberto (este último me dio clases en el Colegio La Salle). Tampoco sé qué han sentido y pensado los que se han sentido 'decepcionados'. Lo que sí he logrado, es descifrar el enigma de la decepción. Decepcionar a alguien es simplemente no hacer lo que esa persona quería que hiciésemos. La respuesta es muy simple: Cuando no hacemos lo que el otro quiere, se nos hace la consabida acusación. Eso es todo. Decepcionar es rebelarse a complacer una petición.

Creo haberme sacudido unas cuantas pulgas, como para hacer una solemne proclama, que se me ocurrió mientras le daba forma a las arepas. Pienso seguir decepcionando a mucha gente. Creo que nuestro tránsito por la tierra debe incluir el derecho a decepcionar cuantas veces nos parezca. Decepcionar es simplemente vivir con la ambición de poseer aunque sea un puñado de libertad.
(Tomado de La creación del rosado, 2006)




LAS MUJERES Y LA VIDA


Sube el telón y aparece dando traspiés, por el empujón que le dieron para que saliera al escenario, un saltimbanqui bastante pálido con lentes de miope severo, tratando de reír para estar más o menos a la altura de la gracia, mientras se dice a sí mismo: -“Yo, que no sé reír, estoy tratando de esbozar una sonrisa. En medio de este escenario, entiendo que se trata de la sonrisa de un hombre que no entiende nada, un tonto, probablemente”.
Irrumpe la música de los circos y los carnavales y nuestro actor empieza a ejecutar la sagrada función de improvisar. Los discursos concurren con la facilidad del charlatán que maneja las palabras con estudiados criterios investidos por los tecnicismos y las pseudociencias. La ovación no se hace esperar. Un mejor día para nuestro trágico saltimbanqui. La semana pasada fueron huevos y tomates podridos los que le lanzaron con furia. Esta semana no paran de aplaudirle. La fama –piensa- , “voto de las muchedumbres”. Recuerda que no puede dejar de desempeñar su oficio, sencillamente porque es el único que existe para él. Da una mirada fugaz al público y se da cuenta de lo cercano que está de todos esos miserables con los que comparte el oficio de saltimbanqui y han venido a su presentación para que ese gesto les sea retribuido. Mañana verá la función de cada uno de los que vinieron a presenciar su espectáculo.
Comienza el telón a bajar y nuestro personaje casi cae al suelo por el infinito agotamiento que lo invade después de cada actuación. Las cuerdas son manejadas por una hermosa mujer. Mágica tramoyista sin la cual el saltimbanqui, sencillamente, no existiría. Desde ese oscuro rincón ella suelo soplarle lo que tiene que decir cuando por cansancio, por tedio o por ambos, no recuerda el argumento. Ella lo recoge del sitio cuando el telón toca el suelo. Lo baña, lo viste, lo alimenta y lo consuela.
Mujer, alimento para el espíritu y para las carnes. Mina inagotable de hedonismo. Con tus múltiples efluvios y sagrados vahos íntimos. Único refugio tangible en esta tierra tan gastada.
Es tu fortaleza la que mueve los engranajes de este mundo tan carente de suaves vientos. Sólo ante tu presencia somos capaces de mostrarnos sin telas. Aunque tratemos de disimular nuestros infinitos y muchas veces infames defectos, sigues subiendo y bajando el telón en estos escenarios tan fríos. Esencia, principio y fin de todo proyecto inasible. Tu presencia es la parte viva de la vida, sin la cual, sabido es, el saltimbanqui habría desaparecido hace ya mucho tiempo.

(Tomado de La creación del rosado, 2006)



EL PSIQUIATRA Y DON QUIJOTE



A Don Quijote le dio por tratar de defender causas justas, o sea, causas perdidas. Cuando Don Quijote salió a pelear por causas perdidas, todos pensaron que se trataba de un loco. Todos salvo Sancho. Como Don Quijote era visto como un loco, las personas entendieron por qué le había dado por resolver causas perdidas. Mi trabajo consiste en defender a los Quijotes del mundo. Para tratar de proteger y luchar por los Quijotes, decidí salir al cruel escenario del mundo y me hice psiquiatra, que es algo así como tratar de pelear por causas doblemente perdidas. Los psiquiatras somos defensores de Quijotes; por eso hay quienes piensan que también estamos locos. Sin embargo, existen Sanchos que creen ciegamente en nosotros.
Sancho Panza era un hombre ignorante que creía en Don Quijote. La locura de Don Quijote le dio vida a Sancho y lentamente lo fue transformando en un hombre mejor. Podríamos decir que Sancho era un iluso que se fue volviendo sabio. Tan intensa es la fuerza de la locura.
En el mundo (siempre escenario cruel), se nos castiga por volar. La fantasía (prima segunda de la locura) y la poesía (hermana mayor de la locura) muchas veces son perseguidas y hasta exterminadas. Con la fantasía, a veces se comete el temerario acto de acallarla por algún tiempo. Pero contra la poesía nadie puede. Ella (mujer al fin), se las ingenia para terminar siempre saliéndose con la suya. Resurge de la nada tantas veces como número de afrentas se comentan en su contra. Inevitablemente termina siempre saliendo airosa. Único repelente universal contra la muerte, suele salir de paseo con frecuencia, tomada de la mano de su muy querida hermanita, la traviesa locura.
Lo que la poesía ignora (o tal vez se hace la loca), es que la locura a veces se desdobla y se convierte en un espantoso monstruo de mil cabezas, que trae el sufrimiento y la amargura. Es aquí donde hace su aparición el psiquiatra. No podría ser más ambiciosa su labor: Tratar de hacer que el monstruo de mil cabezas vuelva a ser la traviesa hermanita de la poesía. Un viejo escudo de gran valor artístico hace juego con sus escasos, pero poderosos instrumentos de trabajo. Una linterna con seis pilas, un grueso libro sacado de un santuario llamado biblioteca científica, un puñado de cápsulas, alguna que otra inyectadora y una paradójica y mágica capa con la cual le es posible 'desaparecer sin dejar de ser visto', irrumpiendo entre los alborozos de la locura, con las palabras exactas, calculadas siempre con muy precisos cuentagotas.
Como toda batalla condenada a perpetuarse hasta el infinito, los resultados de tan ardua lucha van apareciendo en forma esporádica. Algunos días son de gloria y en otros, el negro luce más claro. El psiquiatra debe esperar siempre el traicionero ataque del peor de sus enemigos: La ignorancia que vulgarmente todo lo inunda. Temible reptil que se arrastra, y ante el cual debemos permanecer siempre vigilantes. Ningún grado de crueldad es mayor, que aquel que se comete por ignorancia, en este campo de batallas en donde tantos antecesores han sido vencidos.
Enrevesado trabajo este, el de andar de la mano con Don Quijote. Es mi vida, y no concibo otra manera de vivir.

(Tomado de La creación del rosado, 2006)

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