Durante quince años y de manera ininterrumpida, desde el Departamento de
Psicología y Orientación de la Facultad de Humanidades y Educación de la
Universidad de Los Andes, en Venezuela, en donde tuve el grato privilegio de
ser Jefe en tres oportunidades, dirigimos un programa de actividades en donde
tratamos de darle sentido a “lo contemporáneo”.
Con gran esmero y dedicación, colegas, preparadores y estudiantes,
organizábamos cada una de estas actividades a las cuales asistía un número
sustancioso de personas en forma regular. Los tópicos no podían ser más
ambiciosos y simultáneamente terrenales. Básicamente la actividad se
desarrollaba en un espacio de lujo, la Cátedra Simón Bolívar de
la Facultad, en donde invitábamos a uno o dos expertos en un tema en particular
y luego se establecía una conversación con el público asistente en donde la
esencia de la actividad era exponer las ideas al debate público. Tuvimos
invitados de primera categoría, tanto humana como académica y se generó respeto
por las ideas del otro, independientemente de lo controvertido que estuviese
con la forma de pensar de los presentes. El debate cordial como elemento
dialógico, fue la esencia de esta actividad.
¿Cómo te llamas y te diré qué eres?
Inicialmente, la actividad se llamaba Psicología del
arte, lo cual era muy atinado por ser una invitación conceptual a la
libertad, pero por razones que tienen que ver con los artilugios con los cuales
se debe tratar de vencer la burocracia, la defensa de lo propositivo y dar
sentido de certeza a las autoridades que avalaban la actividad, tuvimos que
cambiarle el nombre por uno más rígido y serio: Programa de
actividades interdisciplinarias del Departamento de Psicología y Orientación.
Ese cambio nos permitió vencer resistencias, mostrarnos ceñidos a la camisa de
fuerza que imponen ciertos dinosaurios intelectuales y finalmente hacer lo que
quisiésemos, con un grado de libertar solo posible de desarrollar en el seno
de La Universidad Autónoma Venezolana, lo cual representa
una conceptuación sobre la docencia que dista mucho de parecerse a las
instituciones privadas y/o las tuteladas por el gobierno, que no tienden a cultivar los
preceptos de quienes nos formamos e impartimos docencia bajo el generoso manto
de la autonomía.
La obsesión por lo contemporáneo
Sobre por qué el tema de la contemporaneidad es asunto que
obsesiona a quien escribe estas líneas, lo he dejado plasmado en al menos
cuatro libros de mi autoría: Psicología. Lecturas para educadores; Psicología
y contemporaneidad; Los cambios psicológicos y Para
todos y para ninguno y otros ensayos, todo lo cual traté de volcar en
esa actividad que de manera colectiva desarrollamos de manera habitual por
quince años en Mérida.
Lo contemporáneo forma parte de las cosas que más me atraen porque
creo que el hombre, inmerso en su propio tiempo, difícilmente puede llegar a
comprenderlo y se transforma en una especie de cordero que va de un lado a otro
dependiendo de quién sea el guionista de ocasión. De ahí que una protesta
callejera, un tumulto, la moda, la música que se populariza o una causa
aparentemente ideologizada es el campo en donde trabajamos y pensamos quienes
queremos comprender el tiempo en que vivimos. Pero por encima de cualquier
cosa, tal vez lo que mayor fascinación ejerce en este servidor público son las
expresiones de la cultura popular o las inducciones que se hacen para que la
cultura popular repita patrones impuestos.
1.Las expresiones de la cultura popular: De lo populachero y
vulgar surgen locuciones universales de amor y valor, las cuales saltan y se
convierten en símbolos y principios de culto. Imposible perderse tal riqueza,
representada en consejas, expresiones musicales, manifestaciones creativas,
razonamientos tan burdos como enriquecedores y la sapiencia de la calle y el
mercado, ambos vertederos de lo mejor y lo peor del hombre común.
2.Las inducciones que se hacen para que la cultura popular
repita patrones impuestos: Cunden laboratorios de la industria publicitaria
y se establecen pautas de consumo e inducción de necesidades ficticias. Lo
mismo pasa en el terreno de lo ideológico, en donde el pensamiento
argumentativo pasa a ser un eslogan y se repiten las mismas consignas
desvencijadas y fracasadas sin que se les pueda contra-argumentar sin recibir los cuestionamientos o
pataletas de rigor. Las camisas de fuerza ideológicas pasan a ser consignas de
limitados intelectuales en donde anida la histeria y las formas más bestiales
de justificación de lo violento.
Regresando a los buenos tiempos
Incapaz de mantenerme quieto frente a las cosas que he cultivado
en la vida, otra vez cada jueves, a la misma hora, el Programa de
actividades interdisciplinarias del Departamento de Psicología y Orientación sigue
existiendo, pero en otras latitudes y con un tercer nombre. La contemporaneidad
sigue enmarañando espacios y estaremos ahí, juntando a participantes y
espectadores.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 17 de diciembre de 2019.
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