domingo, 19 de abril de 2015

Referentes humanos



En el año 1986, con motivo de cumplirse los 80 años de vida de Arturo Uslar Pietri, el país entero celebró de manera inusitada y abrumadora. Aunque Uslar llegó a afirmar en una entrevista, “pareciera que me están construyendo mi propio sepulcro”, se estaba sentando en nuestra nación el sensato precedente de reconocer los méritos de un intelectual antes de que se muriera, lo cual es un acto encomiable, inherente a las buenas costumbres de una sociedad.

Uslar Pietri transitó en vida prácticamente todo el siglo XX, convirtiéndose no sólo en un egregio referente intelectual, sino en un prohombre que acudió a los distintos llamados propios de la función pública cuando así el país lo requirió. Durante su experiencia en la vida política, participó en la materialización de diversas instituciones que hicieron de nuestra nación un país vanguardista en múltiples aspectos. 

El rol de Uslar Pietri como docente comprometido con la educación de los más necesitados, lo llevó a materializar algunas ideas del canadiense Marshal McLuhan, en relación al uso masivo de recursos de información. Uslar entendió la enorme importancia de la televisión y de los medios masivos de comunicación y los utilizó con fines nobles. Con su legendaria columna periodística de aparición semanal en diarios impresos denominada Pizarrón, y su programa televisivo (también semanal) Valores Humanos, transmitía infinidad de elementos propios de la cultura universal que si no hubiese sido por su existencia, jamás se hubiesen podido divulgar como efectivamente se logró. 

Uslar Pietri fue un hombre muy asequible; en lo particular, tuve la fortuna de conocerlo y entrevistarme con él en varias oportunidades. Algún texto de su autoría, los cuales atesoro en mi biblioteca, tiene su firma. Para mí, Uslar es el gran malabarista de palabras que desde la sensatez y la dimensión racional y estoica de hombre arraigado a su país, sirvió de referente humano para ayudarnos a dilucidar múltiples componentes inherentes a la dinámica nacional. Uno de esos elementos fue su perseverancia argumentativa en relación a la comprensión de nuestra identidad como venezolanos

Su disposición al diálogo y al razonamiento, hizo que cultivara la amistad de intelectuales relevantes, como por ejemplo el brillante Ludovico Silva, quien en su texto Filosofía de la ociosidad, escribe sobre Uslar Pietri “como buen amigo que es y como persona siempre me ha brindado su casa y sus consejos”, además desarrolla un ensayo en el cual señala: “tenemos que reconocer que Uslar se ha acercado bastante al viejo ideal clásico del uomo totale renacentista, del modo de un Leonardo”.

En lo personal, suelo asociar la imagen de Arturo Uslar Pietri con la de Ludovico Silva por varias razones, entre las cuales cabe destacar que eran amigos; de una inteligencia inusitada al servicio de grandes causas y que convivieron de manera civilizada en un tiempo de nuestro país en el cual la figura del hombre de pensamiento era determinante sobre la manera de cavilar del ciudadano común. Ambos fueron talentosos escritores (artistas) que dejaron un legado que no sólo he podido dedicarme a estudiar durante años, sino a releer en forma recurrente.

Escribo estas líneas motivado por la impresión que ha causado en mí el hecho de que connotados intelectuales, hombres de ideas, pensadores, artistas de todas las disciplinas y tantos venezolanos universales, se encuentran en una especie de submundo que ha impedido el reconocimiento de sus enormes virtudes en vida. Todo como consecuencia de una dinámica social y política que nos desvincula como connacionales con las cosas valorativas de la existencia y nos empobrece por una cultura política que crece a la sombra y no a la luz del beneficio colectivo.

Varios de nuestros talentosos prohombres, que en cualquier sociedad serían exaltados por su cualidad de figuras universales, han fallecido y los reconocimientos no han estado presentes. Más grave aún que no se exalten los talentos propensos a traspasar las barreras de lo doméstico por animadversiones atinentes a una dinámica política ajena a lo civilizatorio.

El referente intelectual es imprescindible para nuestro crecimiento como pueblo. En tiempos reciente pudimos ver cómo hombres del talento de Ludovico Silva o Arturo Uslar Pietri sumaban para que el país fuese mejor. Creo que como seres civilizados tenemos la misión de carácter imperativa de homenajear a quien honor merece, independientemente de su postura política. En el caso de los artistas, siento que existe una gran deuda. El arte, por antonomasia debe estar más allá del bien y del mal, como bien diría mi amigo Federico, tan emparentado con el gran Zarathustra. Si no recomponemos la relación de los distintos factores sociales y su vínculo con los mejores hombres de ideas, en aras de construir una Venezuela en donde todos podamos hacer vida en armonía, estaremos condenados a ser sólo una promesa de país y no una verdadera nación.




Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 27 de febrero de 2015.

1 comentario:

  1. Venezuela es un hermoso país, que lamentablemente está totalmente politizado. Estamos tan pendientes de todo lo que pasa políticamente que nos olvidamos por completo por las demás cosas que nos ofrece nuestro país. Hemos dejado pasar las hazañas de pensadores importantísimos y que lamentablemente esperamos hasta sus muertes para reconocer sus logros y homenajearlos. Honestamente creo que debemos intentar dar crédito a quien de verdad lo merece, sin importar a que bando político pertenece. Nosotros como ciudadanos venezolanos, debemos intentar construir una Venezuela mejor, para nosotros mismos y nuestros futuros hijos. Esto solo se podrá lograr, si dejamos a un lado la política y aprendamos a vivir en armonía, respetando las ideas y opiniones de los demás, y actuamos todos como un mismo país.

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