jueves, 2 de abril de 2015

La obra de Mahatma Gandhi

Para Gandhi, la idea es llevada a acto y el acto siempre es un “acto político”. De allí la máxima en donde señala que: “aquellos que sostienen que la religión nada tiene que ver con la política, no conocen el significado de la religión”. En su extraordinaria autobiografía Mis experiencias con la verdad, Gandhi explica cómo su actitud ante la existencia va cambiando conforme experimenta vivencias, desde haberse graduado de abogado en Inglaterra, hasta la manera como llegó a trabajar para una compañía con su “profesión” en Suráfrica. Toda esta formación intelectual convertida en praxis, se tradujo en una expansión de su pensamiento que lo indujeron a volverse cada vez más “mediático”, conforme  transcurría el tiempo.El pensamiento de carácter “espiritual” desarrollado por Gandhi es producto de innumerables lecturas; desde La Biblia hasta Así hablo Zarathustra de Friedrich Nietzsche. Lecciones a su vez acompañadas de la puesta en práctica de aquellos elementos con los cuales se sentía identificado y consideraba apropiados para sus propósitos, entre los que se encuentran algunas prácticas yoguis extraídas de diversos libros hindúes. Por cierto, León Tolstói figura entre los escritores que lo impresionaron profundamente.
Suele decirse que tal situación o tal persona es “un asunto de carácter mediático” y en lo particular, siempre me ha llamado la atención esa expresión que con frecuencia se usa para intentar descalificar a alguno. La frase repetida hasta el infinito requiere de cierto detenimiento. Los grandes fenómenos sociales históricamente han ido de la mano con elementos de carácter propagandístico, por consiguiente, elementos inherentes a los métodos de propaganda, o sea, a “lo mediático”; lo cual se encuentra estructuralmente unido a la historia. Los discursos, las conferencias, las proclamas, los panfletos, la prensa, la radio, el cine, la televisión y el sinfín de nuevas tecnologías, van juntos con la historia de la civilización, como bien lo diría el profesor  Marshal McLuhan (quien se antepuso a desarrollar el concepto de aldea global).

Para Gandhi, la necesidad de implementar su proyecto, lo condujo a dirigir múltiples diarios que circularon por gran parte del mundo, con una complicación inusual, y es que ante el hecho de que en su entorno no existía una sola lengua, cada diario aparecía con un dialecto o idioma que obligaron a Gandhi a estudiar las distintas hablas que lo circundaban. El estudio del Sánscrito era el que mayores penosos esfuerzos le exigía. Era uno de los hombres más “mediáticos” de su tiempo y supo aprovechar los recursos comunicacionales de su época.
Consideraba que los cristianos no entendían el cristianismo, porque a su juicio hacían caso omiso de “poner la otra mejilla”, lo cual constituía para él la base de la actitud cristiana. Debemos recordar que las religiones más importantes tienen una raíz asiática, incluyendo, por supuesto al cristianismo, por consiguiente al catolicismo. Cristo y sus enseñanzas son originariamente asiáticas, de allí que en Mateo 5,38-39,  Cristo señala: - Se  dijo además “Ojo por ojo y diente por diente” En cambio yo les digo: No resistan a los malvados. Preséntale la mejilla izquierda al que te abofetea la derecha (…), y en  Lucas 6,27-31  “Pero yo les digo a ustedes que me escuchan: Amén a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan. Al que te golpea en una mejilla, preséntale la otra. Al que te arrebata el manto, entrégale también el vestido. Da al que te pida, y al que te quita lo tuyo, no se lo reclames. Traten a los demás como quieren que ellos les traten a ustedes.” Para Gandhi esta es la premisa fundamental del cristianismo, la cual, a su parecer, los seguidores de Cristo no logran comprender.
La Biblia es uno de los íconos universales más emblemáticos de “lo mediático”. Las traducciones más popularizadas y difundidas de La Biblia se encuentran llenas de simbolismos, contradicciones y paradojas, elaboradas para canalizar las inquietudes “espirituales” de una sociedad y de un tiempo, siendo la traducción de San Jerónimo (denominada “La Vulgata”), un ejemplo de ello. Es relevante y sano reconocer que la relativización de la moral bíblica está presente tanto en el antiguo como el nuevo testamento (más en este último).

Cuando se estudia la obra de Mahatma Gandhi y se cavila en relación a las múltiples reflexiones expresadas en su autobiografía, no se puede sino sentir una abismal compasión por el ser humano. El ser como estructura potencialmente indómita que es vapuleado por las tormentas inherentes al hecho de existir. Gandhi representa el simbolismo inherente a la exaltación de la vida y por él sentimos una profunda fe en el hombre como ente individual, capaz de fungir de motor inicial de fenómenos y transformaciones históricas. Un prohombre ante el cual es difícil permanecer impasible, pero dolorosamente es un ícono de la gran tragedia humana.

Twitter: @perezlopresti


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 16 de febrero de 2015 

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