Como
si se tratara de un término peyorativo, a la vejez se le suele cambiar el
nombre con alguna frecuencia. “Tercera edad”, “adulto mayor”, “etapa de los
años dorados” y múltiples formas de intentos eufemísticos, tratan de adornar el
término “viejo”.
El
autor de este texto considera a la vejez como una de las etapas más fructíferas
y venerables de la vida, debiendo ser aceptada por la sociedad de la época en
su justa dimensión. A fin de cuentas “… dejamos de ser niños”, pero… “todos vamos pa’ viejos”. A menudo se
estereotipa a los ancianos. Estos estereotipos pueden incluso originar
actitudes y políticas que desalientan la participación de ellos en el trabajo y
en las actividades recreativas.
La
vejez no siempre ha inspirado temor a la gente. En la Biblia, se plantea que
los ancianos poseen una gran sabiduría. En China, en Japón y en otras naciones
del Lejano Oriente se les venera y se les respeta en la tradición de la piedad filial. Por ejemplo, en Japón más
de tres de cada cuatro ancianos viven con sus hijos y se les muestra respeto en
diversas actividades ordinarias. Los aspectos físicos del envejecimiento rigen
muchos de los cambios y de las limitaciones propias de esta etapa de la vida.
El envejecimiento es un fenómeno universal. Ocurre antes en algunas personas y
después en otras, pero es inevitable. Todos los sistemas del organismo
envejecen incluso en condiciones genéticas y ambientales óptimas, aunque no con
la misma rapidez. En casi todos los sistemas corporales estos procesos
comienzan en la juventud y en la madurez. Muchos de los efectos no se perciben
sino hasta los últimos años de la adultez, porque el envejecimiento es gradual
y los sistemas físicos poseen una gran capacidad de reserva.
Muchos
suponen que el intelecto de los ancianos decae de un modo automático. Por
ejemplo, nadie se sorprende si un joven o una persona de mediana edad se
prepara para asistir a una fiesta y no recuerda dónde dejó el abrigo. Pero si
el mismo olvido se observa en un anciano, la gente se encoge de hombros y dice:
“La memoria empieza a fallarle” o “está perdiendo el juicio”.
Con
la senectud disminuye la rapidez del desempeño mental y físico. Por lo regular,
los ancianos muestran mayor lentitud en los tiempos de reacción, en los
procesos perceptuales y en los procesos cognoscitivos en general. Aunque esto
se debe en parte sin duda al envejecimiento, en parte también puede deberse a
que los ancianos dan a la exactitud mayor valor que los jóvenes.
Aunque
muchos ancianos conservan las capacidades de memoria y adquieren la sabiduría,
algunos presentan un deterioro notable de su funcionamiento cognoscitivo. Puede
ser temporal, progresivo o intermitente. En algunos casos es pequeño y dura
poco, pero en otros casos es grave y progresivo.
El
deterioro puede deberse a causas primarias o secundarias. Entre las primeras se
encuentra la enfermedad de Alzheimer (un tipo de demencia) y la apoplejía. En
el caso de la demencia, aparece confusión, olvido y cambios de personalidad
crónicos que a veces acompañan a la senectud. Muchos temen la demencia, pues
creen erróneamente que es parte inevitable de la vejez. Para ellos hacerse
viejos significa perder el control intelectual y emocional, convirtiéndose así
en personas desvalidas e inútiles que llegan a ser una “carga” para su familia.
Existen
múltiples patologías que requieren de medicación, las cuales con frecuencia son
imprescindibles para mejorar la calidad de vida del anciano. Patologías de
orden físico y otras de tipo psicológico. Habiéndonos gratificado ante respuestas
farmacológicas espectaculares que han hecho que personas con enfermedades
mentales limitantes, causantes de sufrimiento y deterioro, se hayan podido
recuperar psíquicamente, permitiendo la mejoría de la calidad de vida de los
beneficiados y su consiguiente adaptación social (Pérez Lo Presti, 2012) (Craig,
2001).
Publicado en el diario El Universal de Venezuela (y otros medios de comunicación) el 04 de octubre de 2022.
El texto original aparece en el libro de mi autoría Los cambios psicológicos. Consejo de Publicaciones de la ULA. 2013.
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