domingo, 22 de marzo de 2020

Pandemia y aldea local (por loca)


Nada fácil para los que hemos migrado de Venezuela escapando de su sistema de gobierno. Tampoco es fácil para quienes queriendo, no pueden migrar y deben quedarse a vivir en el país caribeño con su saco de calamidades y penurias.

Para quien migra, indefectiblemente se debe lidiar con el desarraigo, las carencias o limitaciones emocionales y materiales, el potencial y tangible rechazo que han tenido hacia muchos de nosotros ciertas comunidades de fanatizados y las amenazas que asechan a cualquier persona que por el hecho de ser migrante ya es un ser vulnerable. Hay tantas historias de superación y fatalismo como venezolanos existimos repartidos por el mundo. Como si no fuese ya difícil lidiar con la migración y sus dificultades, aparece una pandemia en pleno siglo XXI, de alcances impredecibles. Pareciera que el principio de incertidumbre va ser el sino de algunos grupos humanos.

Imagino que somos un saco de infinitas experiencias que debería fortalecernos cada día que pasa, pero también entiendo que no todos contamos con la fuerza necesaria para atravesar las pruebas más difíciles. Tal vez en el acto de ayudar a quien podamos, se logre materializar esa fortaleza de la cual podemos llegar a carecer.

En primera línea

Espero que más temprano que tarde, en el oscurantismo que se apoderó de Venezuela, pueda brillar algo de luz. Vivir sin transmitir algún grado de esperanza es condenar a otros. En la curiosa “Aldea Local (por loca)”, en la que nos hemos convertido, no podía seguir el devenir de una condición tan unívoca sin que despertara una fuerza maligna que nos uniese a todos. En eso se ha convertido este virus con Corona: Una suerte de poderoso ente maléfico que no podemos ver pero a todos nos está amenazando y si no nos unimos para enfrentarlo, será una fatalidad para todos.

Soy de los que está en la primera línea en esta pandemia. Atendiendo pacientes desde 1991, ya  han pasado ya casi treinta años desde que me gradué de médico, lo cual sumado a los años de estudio da un total de  treinta y cinco años de vida dedicado a la medicina para tratar de ayudar a otras personas. En circunstancias como la actual, no es posible dejar solos a mis pacientes. Es una convicción y por encima de cualquier cosa es una vocación. Sin ese apego a lo que represento como médico en un momento tan coyuntural y potencialmente fatal, la vida quizá no tendría sentido, como no la tendría si uno no fuese capaz de jugársela por los demás.

En un tiempo en donde los ideales solo son argumentos para controlar y aplastar a otras personas, bien vale la pena apostar un poco por la humanidad. Apostar por tanta gente buena que existe y le da sentido a la condición humana y también apostar por la vida como tal, que ya de por sí es un milagro.

Lidiando con lo (in) humano

El arte de lidiar con lo humano y con la vida y su enorme compromiso ético y moral, de alguna manera hace que se nos agudice el olfato de sabueso y la sagacidad. En tiempos convulsos como los actuales, los líderes aparecen desde su dimensión positiva o negativa. Están los que suman al esfuerzo por vencer ante la adversidad y los que restan para que impere el caos y finalmente lo peor, que es la muerte. Es notable cómo en vez de ver a científicos expertos en el tema hablando en nombre de los distintos gobiernos a través de los medios de comunicación, la actual pandemia haya sido utilizada por los políticos para hacer las aseveraciones más temerarias e irresponsables que nos podamos imaginar. Es como seguir la saga del planeta de los simios en plena contemporaneidad y ver a los gorilas y orangutanes tomando decisiones, haciendo caso omiso a lo que tengan que decir los chimpancés, que son los que más saben.

Nada nuevo bajo el sol para los que tenemos décadas en primera línea. Políticos tratando de ganarse el show y pescando en río revuelto. Lo otro notable es cómo las grandes instituciones creadas para enfrentar situaciones como la actual, que sería el rol que le corresponde a la Organización Mundial de La Salud, quedan relegadas a un segundo plano protagónico en los cuales hay momentos que incluso terminan por generar más confusión de la que existe. El dejar a discrecionalidad de presidentes y políticos asuntos sanitarios es de por sí un contrasentido y una manera de pensar mal en la cual se ciñe a lo numerológico y no al razonamiento responsable y serio. No somos números, somos seres humanos, que irreparablemente nos vemos compelidos a pensar en términos numéricos, sea porque se nos induzca o porque a ello correspondan nuestros intereses.

Es difícil conciliar la salud con la economía. Sin dudas que las consecuencias económicas van a ser muy desafortunadas, con generación de crisis económica planetaria y desempleo inexorable. Tal vez sea momento para pensar que es mejor detener la máquina de producir dinero por un rato y no confinar a la raza humana a una situación de carencia que resulte ser irreversible y mucho más difícil de manejar. 



Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 24 de marzo de 2020. 

1 comentario:

  1. Estimado Profesor, gracias por su trabajo.
    Lectura agradecida en tiempos de cuarentena más que nunca

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