Generaciones
enteras hemos pasado por transformaciones de orden social y personal en un
tiempo relativamente corto. Los asombrosos cambios ocurridos durante el siglo
XX, precipitados en el siglo XXI por la revolución microtecnológica, han
modificado en su esencia a enormes grupos humanos. Durante más de la mitad de
nuestra vida utilizamos la máquina de escribir y el resto dimos paso a las
computadoras y el mundo de la web, lo cual nos convierte en una suerte de
personas de dos tiempos disímiles y en ocasiones irreconciliables. De la
escritura en una máquina Olivetti al salto a un procesador HP hay un escalafón
de una profundidad abismal.
Una de
las cualidades del medio universitario es haber tenido la posibilidad de
recibir clases impartidas directamente por el autor del libro de la respectiva
materia. Por una parte, se cuenta con la presencia del autor, quien permite
despejar dudas con respecto al texto, pero por otra, se pueden hacer
observaciones directas al escritor de la obra, sea para enriquecerle o para
cuestionarle.
Tuve la
buena fortuna de haber recibido clases del psiquiatra venezolano y amigo Camilo
Silva Madriz durante mi formación de pregrado y haber estudiado su obra
impresa, además de haberme enriquecido con su experiencia de vida, que incluye
laborar en las instituciones que dispensaban atención médica a niños y familias
de los estratos más pobres de la sociedad venezolana. Su libro Terapia familiar es un material de uso
corriente en Venezuela entre egresados de los estudios médicos de pre y postgrado.
Ahí, y en
sus clases, Silva-Madriz muestra acuciosamente los cambios que la familia ha
venido delegando a otras instituciones con el correr del tiempo, señalando tres
que son fundamentales y han repercutido en las modificaciones que la familia de
la contemporaneidad ha venido presentando:
1.El
hecho de “nacer”. Tradicionalmente, en las familias venezolanas, el nacimiento
era un acontecimiento que ocurría en los hogares con la asistencia de
comadronas. El proceso de pasar a ser un acto que la institución hospitalaria
haya venido asumiendo, modifica sin duda toda una dinámica en la cual el
advenimiento de un nuevo integrante de la familia formaba parte de la dinámica
“normal” de ella. Nacer era un hecho que propiciaba celebraciones, pero sin las
intromisiones institucionales como ocurre en la actualidad, con todas las
consecuencias que ello conlleva. Tanto positivas como negativas.
2.El
hecho de “morir”. También era una tradición venezolana que la muerte de los
miembros de mayor edad del núcleo familiar ocurriese en el seno de la misma. De
alguna forma permitía una mayor aceptación de lo que significa el hecho de
perecer, y la forma en que se manejaba la muerte permitía un contacto afectivo
y solidario con quien estuviese pasando por momentos agónicos. Con el auge de
la tecnología y cierta “actitud morbosa” y comercial de carácter institucional
por prolongar la vida a personas que van a fallecer en poco tiempo, la familia
ha sufrido un desplazamiento en el cumplimiento de este rol tan fundamental como
el “ayudar a bien morir” a quien así lo requiera.
3.La
escuela como elemento en el cual se adquieren creencias, normas y
fundamentalmente formas de pensamiento y conducta que en muchas ocasiones
contradicen los preceptos que se enseñan en el seno familiar.
Esta
triada nacimiento-educación-muerte asomada como una concepción del ciclo vital
es un aporte que muestra lo abrumadoramente importante de la educación en la
vida de los pueblos. Sin una educación adecuada, el ciclo vital estará siempre
menguado porque la ignorancia se apoderará del espíritu colectivo. Afirmo sin
ambages que no hay mayor apuesta en materia futura que invertir en
educación.
En todas
estas modificaciones, hay una presencia de orden institucional que satisface
necesidades y carencias, pero a su vez genera nuevos problemas de carácter
inédito. Estos nuevos escenarios, obviamente sobrepasan la capacidad de
respuesta de cualquier grupo humano y ante ello se plantean los nuevos retos
que debemos resolver los hombres de este tiempo en que vivimos.
Silva-Madriz,
hombre de dos tiempos, como lo soy yo, cuando dicta una conferencia no deja por
fuera el tremendo enredo que se genera en las parejas cuando se filtran
informaciones secretas en las redes sociales. La capacidad de adaptarnos a los
cambios es lo que nos permite enriquecernos con la clave para comprender los
mismos.
Este
tiempo que transitamos conjuga, como ningún otro, las cosmovisiones más
distantes entre las distintas generaciones. Ser de tiempos tan diferentes posee
ventajas casi irreales, como poder disfrutar y sacarle el jugo a lo más granado
de ambos polos generacionales. Los que nos dedicamos a la docencia no solo
experimentamos cambios desde el plano personal, sino que somos testigos de
primera fila de modificaciones de costumbres en periodos breves entre quienes
nos acompañan y rodean en este tramo de la vida.
Ilustración: @odumontdibujos
Twitter: @perezlopresti
Ilustración: @odumontdibujos
Publicado
en el diario El Universal de Venezuela el 09 de enero de 2018
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