Don Freddy Ríos ha tenido la generosidad de elaborar imágenes con textos de mi autoría. Aquí algunas de ellas. Mi agradecimiento a @doserre
"Para todos y para ninguno" F.N. - El Blog de Alirio Pérez Lo Presti - Twitter: @perezlopresti Instagram: perezlopresti
jueves, 27 de julio de 2017
martes, 25 de julio de 2017
Aplomo ante el plomo
Desde el discurso que escuchamos por parte de quienes dirigen la nación hasta los hechos que ocurren a diario en nuestras calles, no pareciera que la sensatez fuese a hacer su aparición y nos seguimos cundiendo de desesperanza. Un amigo ya fallecido, me dijo que con el tiempo, algún día iba a encontrar en la filosofía mi mejor compañía y creo que poco a poco así se ha venido configurando mi fiel amiga; porque lo filosófico no sólo es el campo para cuestionar las cosas, sino que hay elementos de certeza que solo en el estudio contante se pueden encontrar.
En estos días de agitación me he volcado a recordar a los estoicos y he pensado que para ellos, tal vez no hubiese existido incertidumbre posible ante el escenario que enfrentamos. Como prevé la ética estoica, Séneca, por ejemplo, prefirió el suicidio que faltar a su deber. El estoicismo fue fundado en Atenas en torno al año 300 a.C. por Zenón de Citio. En la historia de la que fue sin duda una de las principales escuelas helenísticas, la enseñanza se dividía en tres partes: 1) Física, fundamentada en el concepto de pneuma. 2) Lógica, campo donde los estoicos intuyeron por primera vez la distinción entre signo, significante y significado, en una sugestiva anticipación de las teorías semióticas contemporáneas. 3) Ética, campo en el que rápidamente se concentró la reflexión.
La moral estoica prescribía “vivir según la naturaleza”, es decir, según el principio de racionalidad que los estoicos, con una optimista valoración de la realidad, considerada esencial en el hombre y en el Universo. La misma lógica o pneuma o Dios que subyace en la inteligencia del hombre mueve asimismo la naturaleza, en la que nada se origina por azar o por suerte. Este racionalismo metafísico, cósmico y absoluto, según el cual cualquier acontecimiento ocurre por necesidad, junto con la visión cíclica del tiempo, dio origen a la deslumbrante doctrina del eterno retorno.
En el hombre, la vida en función de la naturaleza se expresa en el sentido del deber (la acción según el orden racional). En oposición al hedonismo epicúreo, que situaba en la felicidad el objeto de la existencia, el estoicismo distinguió entre: 1) Comportamientos necesarios que siempre han de buscarse, como el empeño en la vida civil, el respeto a las obligaciones familiares, a la patria, a los pactos y a la amistad. 2) Comportamientos injustos o lo que es lo mismo, en contra de la razón; estos comportamientos siempre han de evitarse, incluso sacrificando la propia vida (en esta categoría entran todas las acciones dictadas por la emoción, considerada como una verdadera patología del alma). 3) Comportamientos indiferentes, ni virtuosos ni viciosos, de los que no se ocupa el sabio: salud/enfermedad, belleza/fealdad, riqueza/pobreza. El sabio acepta su destino vital.
Esta posición ante la vida va a anidar en varias personalidades a lo largo de la historia, pero particularmente en uno de los más extraordinarios hombres que ha existido y me refiero a Miguel de Cervantes Saavedra, quien adquiere o perfecciona lo que él va a llamar después “la virtud de ser paciente en la adversidad”. Este hombre va a la cárcel, pasa miserias, se ve negado y desconocido, fracasa como escritor, fracasa como soldado y sin embargo tiene una virtud admirable porque ni envidia ni siente que tiene que tener una actitud pesimista ante la vida; todo lo contrario, su bondad natural se va afirmando y adquiere lo que pudiéramos llamar una gran tolerancia y una suprema benevolencia que le permite contemplar las desgracias con un tono sereno y compasivo emparentado con la tradición senequista y estoica.
Cervantes nos regala a Don Quijote y este personaje termina trágicamente porque se vuelve cuerdo y al perder la poesía se transforma en la realidad de los demás. Comienza a ver lo que los demás ven. Don Quijote fracasa y se da cuenta de que por sus acciones la justicia no va a poder reinar en el mundo y solo le queda el consuelo de haber sido bueno. La bondad fundamental que se encuentra en esta extraordinaria obra, la biblia de los escritores, es la materia prima de lo heroico y de lo poético.
Apelo
a estos fundamentos propios de la buena conducción de las pasiones porque solo
a través de una manera de ver el mundo alejada de la maldad y apegada al buen
manejo de las inquietes es que se puede construir y no destruir. Ojalá y la bondad natural humana hiciese su
aparición en estas horas de confrontaciones radicales y luchas inagotables para
conducir el mejor de los países al mejor de los puertos. Que los que dirigen la
nave se den cuenta que no se puede considerar un triunfo el hundir al mejor de
los navíos.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 25 de julio de 2017
martes, 18 de julio de 2017
Devenir venezolano
La pregunta en la dinámica de vida del venezolano es con frecuencia la misma: ¿Cuándo se va a acabar la problemática del país? ¿Cuándo va a pasar algo? Siendo la respuesta tan tajante como desconcertante: En todo momento están ocurriendo cambios, mucho más si se trata de la dinámica propia de la vida en sociedad. El problema de los cambios sociales es que el cronómetro humano pareciera no tolerar la velocidad con la cual los asuntos se van modificando y en gran parte de las veces, no ocurren los cambios tal cual como los esperamos.
Por supuesto que Venezuela está cambiando y ese cambio debería ser para bien, porque así lo está gestando una gran parte del país; lo que nadie puede predecir es el tiempo en el cual las cosas han de modificarse. Con la velocidad con la cual van ocurriendo los hechos, pareciera que muchos no tendrán el privilegio de ver un país mejor y se irán quedando en el camino.
Cuando Heráclito simbolizó el devenir mediante el fuego, debemos tener presente que es precisamente el más inestable de los elementos: Como calor es principio de vida; como luz, se difunde por todo el cosmos, como llama, transforma lo que alcanza. Cualquier transformación de la materia presupone una intervención del fuego. Hay que tener presente que entre los símbolos del devenir, Heráclito consideró también el dinero. De hecho, la moneda de cambio no solo pasa constantemente de mano en mano, sino que también es capaz de expresar el valor de cualquier mercancía: “El fuego transforma todas las cosas y todas las cosas cambien mediante el fuego, de la misma forma que el oro transforma todas las cosas y todas las cosas cambian mediante el oro”.
Aunque Heráclito haya pasado a la historia como el filósofo del devenir, la crítica moderna ha desvelado un segundo aspecto de su pensamiento, una interpretación fascinante de la realidad conocida como la “unidad de los contrarios”. El devenir vendría a ser solo la apariencia de las cosas, detrás de las cuales se esconde una armonía más profunda. La totalidad de los fenómenos permanece siempre igual a sí misma y cada pareja de contrarios forma, en realidad, una unidad indisoluble. “El camino hacia arriba y abajo es uno y el mismo”, afirma Heráclito; es decir, si se observa con atención, cada subida es, al mismo tiempo, una bajada.
Cuando
una persona dice que a título personal no se merece lo que le está ocurriendo
no puedo dejar de creer que en realidad sí se lo merece, porque forma parte de
esa unidad en la cual la existencia de un principio se acompaña de la presencia
de su contrario, configurando una unidad. Los pueblos vamos cocinando nuestro
propio devenir y no se puede esperar que los resultados de ello sean diferentes
de lo que vamos construyendo y destruyendo cada día. El caso de nuestro país es
la consecuencia de acumulación de las más variadas e insensatas formas de
conducción irresponsables que tarde o temprano tenían que ajustar cuentas.
Desde la vinculación disparatada con el concepto de trabajo hasta el fomento de las más estrambóticas maneras de parasitismo social, el caldo de cultivo de lo que somos degeneró inevitablemente en esta sociedad desestructurada que hemos construido. No fue el azar lo que nos trajo hasta acá, sino un gran esfuerzo tragicómico por crear la realidad en la cual nos encontramos. El día (o el bien) existe únicamente en virtud de la noche (el mal) y la salud no sería apreciable sin la enfermedad. De ahí que el mundo, aparentemente dominado por el desorden, revele en cambio una lógica interna; justamente para definir esta suerte de ley secreta de la armonía, Heráclito utilizó por primera vez el término “logos”, que lleva a convertirse en el rasgo característico de lo más depurado del pensamiento occidental.
La
doctrina del devenir de Heráclito es una idea filosófica de larga data que
marca el principio de todos los intentos de explicar las transformaciones de la
materia y de la naturaleza del movimiento y se encuentra presente incluso en
pensadores aparentemente alejados de su problemática. ¿Acaso lo que vivimos no
es una suerte de contraposición de contrarios que inexorablemente, y aunque nos
cueste apreciarlo, cada día conduce a cambios que ocurren con una notoriedad
que no percibimos, pero sin embargo siguen ocurriendo?
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 18 de julio de 2017
miércoles, 12 de julio de 2017
Ataque suicida
Una de las especialidades que emerge dentro del pensamiento filosófico es el estudio de la política, teniendo a Thomas Hobbes como uno de sus más grandes representantes. Su preocupación era encontrar una fórmula que posibilitara a los hombres el vivir juntos sin enfrentarse unos a otros y sin causarse daño, evitando una agitación permanente. Hobbes afirmó que “el hombre es como un lobo para el hombre” y pensaba que podía llegar a organizarse en sociedad de tal modo que esas fieras pudieran convivir de una manera armónica. A propósito de los recientes hechos de terror ocurridos en el Parlamento venezolano, las voces más sensatas de lo que pudiésemos llamar la conciencia mundial han hecho un llamado para que no sea el clima de la violencia el que impere en nuestra nación.
Las imágenes en las cuales los diputados del Parlamento venezolano son agredidos por una turba de personas han dado la vuelta al mundo, siendo un hecho noticioso de carácter internacional la condena que se ha realizado en torno a este triste episodio de nuestra vida política e histórica. Difícilmente quien se precie de ejercer la ciudadanía puede estar a favor de tal nivel de violencia y las potenciales implicaciones a las cuales conlleva: el acrecentamiento de la misma.
No sólo se ha agredido a un grupo de ciudadanos, lo cual de por sí es un hecho condenable, sino que estas personas son los representantes de millones de seres que a través del voto depositaron su esperanza en la actual Asamblea Nacional. Al violentar a cada uno de ellos, se está agrediendo a quien votó por ese diputado, siendo múltiples los mensajes que derivan de este insano episodio de nuestro tiempo, el cual es reprobado por la mayoría. El ataque hacia los miembros del parlamento venezolano es una de las expresiones más lastimosas de barbarie y esa violencia es un fuego que difícilmente se puede controlar cuando se desboca.
Creo que quienes propician esta manera de conducirse en realidad se hacen más daño a sí mismos y a quienes representan que a los propios agredidos, porque en las sociedades modernas esta manera de ser tarde o temprano tiende a volcarse en contra de quien la alienta. Funcionamos juntos sí solo sí se establece un pacto social de gobernabilidad que permita a cada actor ser representado y ser respetado por lo que es. Apelar a la agresividad es una manera de desconocimiento al otro y lo peor de todo, a sí mismo, porque la política es precisamente un invento humano para impedir las confrontaciones físicas. La política es el antídoto para evitar la guerra y la no aceptación de este principio equivale a condenar a una sociedad a que sea el barranco lo que le espera al voltear la esquina.
El miedo es la base del pacto social, pero también su límite, siendo necesario organizar la comunidad a partir de los individuos para quitarse ese miedo que tienen unos por otros. Del concepto de acuerdo entre ciudadanos emana la ley para evitar el enfrentamiento entre los mismos y de esa reunión entre pobladores va surgiendo ese gigantesco ser, compuesto por infinidad de almas. La portada de la famosa obra de Hobbes mostraba un monstruo compuesto de minúsculos seres humanos. Ese gigante tiene dentro de sí concentrada todas las partes y solamente la cabeza es la que monopoliza la violencia en el conjunto social.
Con todas las críticas que se le puedan hacer a Hobbes, dado su absolutismo, él ha influido de una manera incomparable a todos los pensadores políticos posteriores, aunque lo cuestionen. No hay pensador político que haya reflexionado sobre filosofía política y antes o después no tome en cuenta sus argumentos, representando un telón de fondo del pensamiento político occidental.
Las
últimas páginas del Leviatán plantean
una serie de principios prácticos que alejarían, según Hobbes, las
posibilidades de la guerra civil: que la justicia sea administrada por igual a
ricos y pobres, que se condenen las venganzas privadas, que los impuestos sean
equitativos, que el Estado provea a la caridad pública, que los vagos sean
obligados a trabajar y que el soberano escoja buenos consejeros. Los hombres
son lobos para los hombres, si viven en ausencia de normas sociales que son
necesarias para convertirse en compañeros.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 10 de julio de 2017
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 10 de julio de 2017
Twitter:@perezlopresti
Ilustración:@Rayilustra
sábado, 8 de julio de 2017
La conspiración de los oráculos
Era
una tradición del siglo XX, que en cualquier parte del mundo, a efectos de
mantenerse medianamente informado, cualquier persona se valía de varios
periódicos escritos, para poder sacar una conclusión de lo que estaba
ocurriendo. Esto lo hacía el ciudadano bajo la premisa de que los distintos
medios de comunicación seguían líneas editoriales que incluso podían ser
antagónicas, mas dependía del lector sacar su propia conclusión de los hechos.
Mario Vargas Llosa lo ha señalado recientemente de manera puntillosa desde su
condición de lector, pero tiene mayor valor su apreciación dada su vinculación
con la prensa escrita como oficio.
En
el siglo pasado, en países como la ex Unión Soviética, una persona podía
comprar tres periódicos distintos en el aeropuerto de Moscú, pero los mismos
contenían básicamente la misma información y el mismo enfoque, por lo que el
ciudadano normal tenía contacto con una sola versión o interpretación de los
hechos.
Por
una parte había naciones en donde la persona tenía acceso a lo que estaba
ocurriendo desde varias fuentes y otros países en los cuales prevalecía la
censura. Con el auge de las libertades y el avance de las nuevas tecnologías,
en nuestro tiempo el control informativo se atomizó a tal punto que los retos
de la contemporaneidad tienen que ver con el manejo de un exceso de información
a través de fuentes que no generan la credibilidad que deberían sembrar.
En
el siglo pasado, en las sociedades más avanzadas del planeta existió un
equilibrio de la información que permitía que un ciudadano pudiese ponerse en
contactos con las más variadas fuentes y tópicos informativos para hacer un
balance de cuanto le circundase. El conocimiento no era ilimitado, pero
existían referentes generadores de credibilidad. Funcionaba como un sistema
adecuado, porque el que hacía una indagación podía tener la posibilidad de
seleccionar entre versiones encontradas. Lo que ha pasado en las comunidades
del siglo XXI es un desbordamiento informativo que tiende a crear una especie
de caos periodístico por la excesiva cantidad de fuentes noticiosas. Para un
europeo contemporáneo, la información a la cual tiene acceso es tan amplia, que
difícilmente podrá sacar una conclusión medianamente objetiva de las cosas. A
mi parecer es una paradoja perfecta de la contemporaneidad.
Ese
es un asunto que atañe a las sociedades avanzadas, en donde el exceso de
fuentes de información tiende a crear una inevitable información, lo cual a su
vez lleva a una segunda paradoja. Ante un exceso informativo, la persona tiende
a resguardarse bajo la visión de un solo medio de comunicación. De ahí que contrario
a lo que pudiese creerse, ya no se hace un balance, sino que los puntos de
vista sobre las cosas son radicales. Las cosas se aprecian de manera tubular,
en un solo sentido.
A
todas estas, el punto es: ¿qué ocurre en una sociedad como la venezolana con
respecto a la información? Apelo a la metáfora del plomero. En una ocasión, la
tercera vez que llamé al mismo plomero para que reparara la misma fuga de agua,
el experto en asuntos hídricos me dijo: “-Con el agua es muy difícil trabajar,
porque tiende a escurrirse por la menor hendidura.” Dado que el plomero era un
pensador de los asuntos de su trabajo, pienso que lo mismo pasa con la labor de
quienes se dedican al periodismo, al manejo de la información y a la emisión o
generación de matrices de opinión. “Se puede engañar a la gente por un tiempo
pero no se puede engañar a las personas todo el tiempo”. La verdad de las cosas
tarde o temprano hace su aparición y mientras eso ocurre, se hacen esfuerzos
para que la realidad se tienda a distorsionar por las grandes masas de
ciudadanos de las formas más extravagantes y ridículas.
Tratando
de crear una opinión propia de las cosas que me rodean, cada vez son menos las
fuentes de información en las cuales confío, porque al contraponerlas con la
realidad el balance es risible. Pero de todas las fuentes de información con
las cuales entro en contacto, las que me parecen más desatinadas son aquellas
que tratan de asomar lo que va a ocurrir en función de futuro. Es una especie
de carrera de oráculos que nos dicen cómo será el porvenir sin tener elementos
de juicio que sustenten lo que se asoma como próxima realidad.
El buen analista
tiene en cuenta dos cosas para poder emitir un juicio: 1) El uso de
condicionales, dado que la vida se suele manejar bajo ciertos preceptos propios
de la incertidumbre y 2) La premisa de que la vida en sociedad está subordinada
a “lo sobrevenido”, esas cosas que han marcado el rumbo de la civilización y no
estaban presentes en nuestra mente. Aquello que nadie pensaba que podía ocurrir
y simplemente ocurre, desde los desastres naturales y los hallazgos “casuales”
hasta la aparición de las más extravagantes enfermedades. Es el antojo y lo
impredecible lo que inexorablemente marca sin reparo los más profundos surcos
de la historia del hombre.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 04 de julio de 2017
Ilustración:@Rayilustra
Enlace:
http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/conspiracion-los-oraculos_659376
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