domingo, 28 de agosto de 2016

Pico Pan de Azúcar

20/21 -08-2016
PICO PAN DE AZÚCAR  

PARQUE NACIONAL SIERRA DE LA CULATA



El empinado ascenso hacia Barro Negro 



Ascenso hacia Barro Negro 




Ascenso hacia Barro Negro. Al fondo se aprecia la cascada El Duende que da origen al río Mucujún. Principal fuente de agua de la ciudad de Mérida. Venezuela




Atardecer en el campamento base. 'Barro Negro'. 
20-08-2016




El ascenso al pico Pan de Azúcar. 21-08-2016




Ascendiendo el Pan de Azúcar bajo una intensa ventisca




Los frailejones en la base del Pan de Azúcar 




El ascenso al Pan de Azúcar por el lado noreste




Ascendiendo el Pan de Azúcar por el inclinado lado noreste 




En el campamento base. 'Barro Negro'



Campamento base




Pico Pan de Azúcar visto desde el campamento base en 'Barro Negro'. 21-08-2016





De regreso frente a la cascada El Duende


El Domo

14-08-2016
EL DOMO 

PARQUE NACIONAL SIERRA DE LA CULATA


https://es.wikipedia.org/wiki/Parque_nacional_Sierra_de_La_Culata



Comenzando la caminata hacia 'El Domo'



En el valle de Mifafí 



Al fondo: 'El Domo'



El valle de Mifafí a nivel de 'El Domo'



En la base de 'El Domo'



El hermoso camino de regreso 

sábado, 27 de agosto de 2016

MARIANO NAVA CONTRERAS: Polis y academia

El domingo pasado tuve el gusto de leer dos artículos sumamente interesantes. En su artículo “¿Somos polis?”, Alirio Pérez Lo Presti analiza las condiciones necesarias para que exista una polis, una comunidad política. El artículo tiene como punto de partida un pequeño trabajo que publiqué hace años en la Universidad de Los Andes pensando en mis alumnos de griego, pero que también ha sido útil en la escuela de Ciencias Políticas. Allí reviso las condiciones necesarias para que pudiera existir una polis en la antigua Grecia: la existencia de una comunidad fuertemente estructurada, la pertenencia y arraigo a un territorio y la percepción que de ella se tiene, como Estado soberano, en el contexto internacional. Pérez Lo Presti aplica estas condiciones a la situación actual de nuestra Venezuela y advierte que el país está lejos de cumplirlas a cabalidad, con lo que estaríamos bordeando el Estado fallido. El autor concluye en la necesidad de repensarnos como país a la luz del corpus teórico sobre el que hemos desarrollado nuestra manera de concebir la política: el pensamiento griego.

En otro estupendo artículo, “La universidad digna”, Ricardo Gil Otaiza se queja de la pérdida de una cualidad fundamental que debería caracterizar a nuestras universidades: la de ser un semillero de ideas, el espacio por excelencia para que el pensamiento, el arte, las ciencias y la cultura desarrollen y confronten sus corrientes y tendencias. “¿Cuándo perdimos a la universidad?”, se queja el autor. Recuerda los tiempos en que la Universidad de Los Andes era “un hervidero de ideas”, uno de los focos intelectuales más importantes de América Latina. Y estas ideas eran, claro, mayoritariamente políticas y sociales. Eran tiempos duros, recuerda, la década de los sesentas, tiempos de drogas, guerrillas y revoluciones, tiempos de dura represión y mártires estudiantes caídos. Pero también eran tiempos en que muchos de los más importantes intelectuales hispanoamericanos llegaban a la Ciudad de las Águilas Blancas y quedaban prendados de su belleza. Humanistas y artistas de la estatura de Salvador Garmendia, Ángel Rama o Agustín Millares Carlo vinieron a la universidad de aquellos tiempos, y sus cafeterías, pasillos y aulas fueron lugar de entusiastas y sesudas discusiones. Estaba por nacer “el hombre nuevo”. En qué terminó todo aquello es otra historia que ya todos conocemos.

Gil Otaiza nos cuenta cómo, en un lapso de pocos años, no más de dos décadas, tanto entusiasmo se fue extinguiendo. Cómo la universidad perdió aquel impulso vital, aquel brío juvenil para dar paso a un lugar vacío, mediocre y aletargado, en el liceo grande, la lamentable fábrica de emigrantes (la expresión es mía) en que cada vez más se ha vuelto. Finalmente nuestro autor aboga, no puede ser de otro modo, por la vuelta de aquella universidad despierta, plural, batalladora, “una casa digna de sus mártires”.
Pero la universidad no es una isla, y aquí añado mi reflexión personal. No es casual el que las primeras instituciones de carácter universitario que conocemos, la Academia platónica, el Liceo de Aristóteles y las demás escuelas filosóficas atenienses hayan surgido, precisamente, en el contexto de una polis, esto es, de una comunidad políticamente estructurada. Una universidad necesita de una ciudad, entendida como comunidad política, tanto como la ciudad, esa colectividad de ciudadanos pensantes, necesita de la universidad. Aquí se hace patente la relación esencial entre polis y academia. No he visto ninguna universidad aislada en un desierto, pero tampoco conozco ninguna verdadera ciudad sin algún centro de estudios de cierta importancia. Polis y academia, para bien y para mal, están esencialmente ligadas.
Gil Otaiza se queja justamente de la banalización, el envilecimiento y el empobrecimiento de nuestra universidad en los últimos años. Habría que añadir que durante esos mismos años el gobierno venezolano se dedicó sistemática y metódicamente a destruir las condiciones necesarias para el desarrollo de los estudios y la cultura. No faltó quien señalara que, en Venezuela, el acoso a las universidades ha sido y es una política de Estado. Todos sabemos que la miseria es una sola, que no existe una miseria material y otra moral o intelectual. Durante estos años, especialmente los últimos, hemos asistido a la asfixia financiera de nuestras universidades, al ataque continuo a sus instalaciones, al saqueo de sus bibliotecas, el desmantelamiento de sus laboratorios. El resultado es éste, una universidad que languidece, profesores que renuncian, estudiantes que emigran. Una universidad que se desmorona en un país que se desmorona.
Qué duda cabe, el resurgir del país será el de sus universidades. Pero para que vuelvan el entusiasmo y las ideas, antes, los que sobrevivamos a esta tragedia y a esta oscurana tendremos que inventarnos una nueva universidad, digna de su futuro.

@MarianoNava 
@GilOtaiza
@perezlopresti

Artículo publicado por  MARIANO NAVA CONTRERAS el 26 de agosto de 2016 en el diario El Universal de Venezuela



                                                                       

sábado, 13 de agosto de 2016

ENTREVISTA: Alirio Pérez Lo Presti @jorgevillet @fronteraenlaweb


Realizada por el Licenciado Jorge Villet Salas  @jorgevillet  para @fronteraenlaweb
26 de junio de 2016
** No hay discurso que valga, no hay acción que pueda con nuestras creencias y por ello el poder que reside en cada venezolano siempre se impondrá
Jorge Villet Salas
Ansiedad. La ansiedad (del latín anxietas, ‘angustia, aflicción’) es una anticipación involuntaria de un daño o desgracia futuros, que se acompaña de un sentimiento desagradable o de síntomas somáticos de tensión. Es una sensación o un estado emocional normal ante determinadas situaciones y constituye una respuesta habitual a diferentes situaciones cotidianas estresantes.
Ansiedad. ¿Cuántas veces hemos escuchado esta sensación en los venezolanos durante los últimos tiempos? Muchas, quizá. Es el producto de variables que intervienen en el ciudadano y producen este estado emocional.
Alirio Pérez Lo Presti, es Médico Cirujano (ULA), Psiquiatra de la Escuela José María Vargas (UCV), Curso Medio en Salud Pública (ULA), Magister Scientiae en Filosofía (ULA), Doctor en Filosofía (ULA), escritor y profesor de la ULA. Hablamos de la ansiedad, del discurso, de la psiquis del venezolano de hoy.
Un nivel intenso de ansiedad
Fue claro al señalar de entrada que “el nivel de ansiedad, en Venezuela, es cada vez más intensa y lo vivimos todos los venezolanos sin excepción, independientemente, del grado de poder que tienen las personas”, para hacer referencia a la presencia de pacientes en su consulta “yo que soy médico y tengo mis pacientes que van a la consulta la razón por la cual están yendo, en la actualidad, es porque ni siquiera consiguen los medicamentos básicos para poder manejar su patología mental con todo lo que ello significa, desde cuadros depresivos hasta descompensaciones psicóticas, crisis epilépticas hasta el suicido, que hemos visto”.
Precisó que la sociedad venezolana está muy vapuleada con un discurso político muy severo “que nos aflige a todos pero, que sin duda, está en permanente cambio”, para aseverar que, de acuerdo a los hechos se viven momentos cruciales a partir de los cuales mucha gente va a tomar decisiones personales porque siente que la posibilidad de activar, o no, el Referendo Revocatorio es definitorio.
Sin embargo indicó, con mirada de médico en el diván, “yo insisto siempre que la vida no es una telenovela, donde hay un capítulo final como tal”, para subrayar que la dinámica política no tiene forma de paralizarse pues a la par de la activación del Referendo Revocatorio, simultáneamente, se están dando otros procesos políticos.
Entonces, sostuvo, “me parece que hay todo un movimiento en Venezuela que, a pesar de lo que uno puede vivir actualmente en la desesperanza, las colas, la inseguridad y todo lo mal que tiene nuestro país sigo apostando por el hecho de que son cambios propios de la dinámica social y que tarde o temprano el sentido mínimo común, que es algo que tienen los seres humanos, se tiene que activar en todo y producir resultados positivos”.
Existe un discurso soez, procaz
 un discurso maléfico
Uno de los elementos que activan la ansiedad, complementando los hechos hartos conocidos de la vida diaria y doméstica, es el discurso. En este sentido, Pérez Lo Presti, hace un análisis del mismo y de su incidencia.
“Si yo fuera miembro del Gobierno y tuviera mucho temor de perder mi cargo por las consecuencias que trae la pérdida del poder tal vez podría entender porque existe ese discurso que, obviamente, es planificado, elaborado, que lo repiten de forma simultáneamente infinidad de miembros del aparato de Gobierno, que uno lo escucha por distintos voceros y que cuando uno se pone a ver es el mismo lleno de intimidación” para que de forma inmediata lo llenara de adjetivos diciendo que es “un discurso soez, procaz, que busca descalificar al ciudadano y que va directo a disminuir la autoestima y cuando uno entiende que es un discurso planificado, creado por laboratorios de guerra psicológica, obviamente, financiado por el aparato del Estado con el fin de garantizar su permanencia en el poder, entonces uno lo entiende que es un discurso hecho para quebrarnos emocionalmente”.
¿Cómo responder a ese discurso? De acuerdo al Psiquiatra “uno trata de que a través de la templanza y la serenidad mínima, que tenemos los seres humanos, y apegarnos a nuestro sistema de creencias, a ese sistema valorativo humano es posible que no nos quebremos frente a un discurso que realmente es bestial y tiende a desestructurar a cualquier persona, por más dura que sea”.
Sobre el discurso aseveró que se trata de un discurso, sin duda, maléfico, en ocasiones hasta siniestro que busca descalificar al individuo y minimizarlo en una cosa muy básica que es acabando con la autoestima, para inducir la desesperanza y con ello hacer sentir que hay un callejón sin salida en el cual no hay solución, es apostar el desgaste emocional de las personas.
Terminó diciendo, sobre este tema, que el problema es que esos discursos, a la larga, no fluyen y muchas veces producen el efecto contrario pues de alguna manera es jugar con fuego y no permitir que la población tenga las válvulas de escape. “Ahora mismo se está dando algo muy interesante, pues la misma Constitución prevé el voto pero si usted es Socialista Ortodoxo no cree en el voto, entonces lo uno o lo otro, pero las leyes dicen que el voto existe, entonces tarde o temprano los mecanismo de activación de las decisiones del pueblo a través del voto se tendrá que imponer”.

Finalmente dijo, Alirio Pérez Lo Presti, que independientemente en la posición en la cual se esté “si en Venezuela no hay un cambio de Gobierno de alguna manera estamos atrapados en una situación que no nos va a permitir progresar como personas y como país. Por ello “yo le sugiero a la gente, en general, que se activen en la participación política”.