domingo, 27 de mayo de 2018

Vocación de oficio




Existen innumerables maneras de ganarse la vida. Desde las formas más correctas y decentes hasta las que transgreden y tienden a generar daño en otros. A raíz de la expansión de la microtecnología y sus fantásticos efectos en la población general, se ha creado infinitud de oficios alrededor de la misma, muchos de los cuales traen consigo una especie de hipervaloración del individualismo en su sentido más aislado. No es raro que en el siglo XXI surja esta suerte de hombre de éxito contemporáneo, de cara a una pantalla de un computador o desde un teléfono móvil, imponiendo tendencias, maneras de pensar, conductas, estilos de vida y creencias.


Esta generación de seres que ha crecido en el centro de lo tecnológico es un fenómeno inédito en el sentido de que usa el ciberespacio como un instrumento que logra expandir modos de vida y hace de lo virtual una forma de realidad paralela a lo que nos circunda. Los efectos de esta manera de ser, que está estrechamente vinculada a ciertos grupos etarios, todavía está por verse.


Adicciones a los video juegos, alteraciones de los ritmos del sueño y una especial manera de relacionarse con pares son una parte del mundo occidental que cobra auge, sin duda genera interés y tiende a autolimitarse en el tiempo, porque si algo enseña la revisión de la historia es que cuando las sociedades cambian, cada fenómeno tiende a generar una especie de contra-reacción que lo delimita e impide su generalización absoluta. Los hijos de los tiempos del interner tienen sus códigos de relacionarse de los cuales no escapan cosas tan básicas como el tipo de vínculo que se genera con los padres o el enamoramiento.


El corazón latiente de un emoji suplanta la necesidad de un discurso propio del encantamiento amoroso. ¿Es más encantador el corazón latiente que el relato? Sin dudas que para ciertos sectores, lo comunicacional, si es prolijo, se vuelve un estorbo y la imagen una vez más suplanta la narrativa. Es un asunto de transformación comunicacional del cual nos percatamos cuando ya estamos muy inmersos en el mismo y si lo miramos con atención, tiene precedentes en el surgimiento del cine y particularmente la televisión.


El sujeto anónimo, inmerso en las redes, puede catapultarse a la fama con subir a la red un video grotesco o una información particular y se crea una iconografía que termina por ser la expresión más elevada del triunfo del individualismo sobre las masas. Se repite el eterno círculo de admiración hacia lo que muchos consideran un talento y sigue la historia de nunca acabar en la cual una persona se vuelve la tendencia o la pauta a seguir. Es la historia de lo humano, de lo animalmente humano, solo que trasvolada a las nuevas tendencias propias de la comunicación.  


En realidad todo este asunto nos lleva a otro y es que para algunos, el fin último de las nuevas tecnologías es la comunicación interpersonal, mientras que para otros es el aislamiento y el anonimato. Un asunto marcado por la manera de ser de quien usa las herramientas virtuales que invita a repensar al ser humano acerca de que: “el ego es el motor inspirador de grandes cambios civilizatorios”, tanto en el sentido positivo como en las peores representaciones que podamos imaginar.


Cuando desde el ego se intenta generar cambios positivos que beneficien a otros, se trasciende a través de los demás y lo que la persona hace adquiere un carácter de autorealización y por lo tanto loable por sus resultados beneficiosos.


Por el contrario, cuando desde el ego se tiende al aislamiento o literalmente a generar cambios negativos que afecten la vida de otras personas, el carácter destructivo hace su presencia y entra en la balanza eterna de los equilibrios que se suceden en torno a las luchas entre las cosas éticas y las francamente atentatorias contra la condición humana. En una esquina podemos tomar un café caliente con la mujer que pretendemos, hablar sobre lo mortal e inmortal y agarrarnos de las manos o darnos un beso. En un computador, desde la fantasía, todo lo dicho anteriormente se puede materializar relativamente. 


Lo que tradicionalmente tiende a ser inspirador ante quienes por romanticismo seguimos insistiendo en lo invaluable de los vínculos interpersonales, es cuando se logra esa suerte de magia en la cual el medio digital, internáutico o comunicacional permite que las personas se reencuentren en lo que parece vacío. Para los que apostamos en la comunicación como una manera de vivir, la tecnología es el aliado al cual hay que apegarse a efectos de generar bienestar en la sociedad. Revertir el carácter insulso y generador de esterilidad mental y transformarlo en un potencial amigo que nos permitirá educar con más fluidez y permitir que lo formativo y no lo destructivo sea lo que se imponga.


Quienes apostamos por el modelo educativo como premisa de vida, tratamos de usar la tecnología que disponemos a efectos de darle el mejor uso posible.