domingo, 27 de noviembre de 2022

Buenos amigos

 


En uno de esos excepcionales viajes al pasado, me reuní con tres buenos amigos. Federico Fellini estaba joven y delgado, Milan Kundera hizo lo imposible por pasar nuevamente desapercibido y Joaquín Sabina estaba sobrio.

¿Acaso la bohemia que ha estado presente en largos períodos de mi vida ha podido transcurrir sin al menos uno de estos tres caballeros? Creo que no. Afortunadamente no.

De Sabina recuerdo la fiesta y la noche, los artilugios propios de un aprendiz de seductor y las excepcionales letras de sus canciones que agradezco y trato de compartir cuando la ocasión lo permite. Cada vez que he escuchado a Sabina, la vida se me vuelve exponencialmente pasional, por no decir que con facilidad se genera una dinámica indetenible de situaciones que llevan a laberintos de ansiedades que se agradecen. Bien puedo estar escuchándolo en la serenidad de la casa cuando no cruzando de una acera a otra mientras camino por la cuerda floja.

Federico Fellini no solo es el más grande de todos los cineastas que ha existido, sino que el cine, para decirlo en buen castellano, se divide en un antes de Fellini y un mientras tanto, dado que sus escenas son copiadas cuando no plagiadas por decenas de hombres de cine que necesitan recurrir al genio de este italiano sin igual. Amante de la buena mesa, la estética impoluta de la trasgresión y un afán por alcanzar la perfección, en sus películas descubrí que siempre se puede aspirar a más cuando de asuntos de arte se trata. Fellini es el ejemplo de eso.  

Milan Kundera me enseñó que las novelas son novelas, pero también son más que novelas, que hay una literatura que es de carne y hueso al punto de superar lo tangible de la existencia y que un autor se puede leer de manera total porque el afán de entender aquello que nos asoma como propuesta es en realidad una representación en el espejo del yo del escritor. El Arte de la novela transcurre en varios tiempos y escenarios en los que La insoportable levedad del ser suele salirse con la suya.

Estábamos animados y comenzamos con un buen tinto para no polemizar sobre cuál bebida seleccionar mientras aceitunas, carpachos, buenos quesos y espaguetis iban y venían en una de esas ocasiones infinitesimalmente improbables, pero no imposibles se daba frente a nosotros para goce y deleite eterno. Con amigos como ellos es muy difícil sentirse solo, más cuando cada uno me ha marcado al punto de que los llevo a los tres conmigo y hago lo posible por compartir sus lecciones con otros amigos, de una cadena de personas a quienes estimo enormemente y con quienes comparto las enseñanzas de estos tres curiosos maestros que tanto me han dado.

Esa última reunión fue importante, de hecho, me quedó la sensación de que no nos íbamos poder reunir de nuevo los cuatro. Sin embargo, los recuerdo cada jornada, uno a uno va y viene en el día a día de mi vida y sus cotidianidades. Los quiero mucho y les agradezco tantas veladas compartidas, que, sin duda, podré repetir con otras tantas personas cercanas con quienes comparto gustos afines y visiones de la existencia que nos hermanan. Para siempre.

 


Publicado en varios medios de comunicación desde el 27 de noviembre de 2022. Publicado en el diario El Universal de Venezuela el martes 29 de noviembre de 2022.

lunes, 21 de noviembre de 2022

Ciclo vital y muerte

 


El nacimiento y la muerte son procesos naturales, considerados tradicionalmente como el comienzo y final de la vida, pero su impacto psicológico y su significado personal varían sobremanera.  El nacimiento se espera con emoción y optimismo, pero casi siempre se evita la muerte, incluso cuando se cree en el más allá.

El Mundo Occidental, tecnológico y orientado a la juventud, tiene el curioso hábito de negar y evitar la muerte al mismo tiempo que muestra una extraña preocupación por ella; sobre todo en los medios masivos, aunque en éstos podemos desligarnos de ella y pocas veces pensemos que nos ocurrirá a nosotros. Creemos que los asesinatos y los accidentes fatales sólo les suceden a los otros.

En periodos anteriores de la historia, la muerte era un acontecimiento familiar. En general, tenía lugar en casa, en presencia de los pacientes que cuidaban al moribundo hasta el final. Incluso después del fallecimiento, los detalles de preparar el cadáver para el funeral eran un asunto familiar y comunitario.

En cambio, en el siglo XXI, hemos convertido la muerte en una especie de “maravilla tecnológica”. En el hospital, el personal médico atiende sus necesidades y los parientes se limitan a estar presentes. En muchos sectores de la sociedad occidental, los empresarios de pompas fúnebres preparan el cadáver para los ritos finales y el entierro; y el cuerpo se vela en una funeraria. En general, se limita mucho el contacto con el moribundo antes y después del deceso. De ahí que algunos señalan que vivimos en la era de la “muerte invisible”.

la negación es un mecanismo de defensa muy común para afrontar el estrés – simplemente nos negamos a ver la realidad o nos negamos a aceptarla -, pero puede resultar contraproducente. Afrontar de manera activa la muerte significa tomar las precauciones realistas respecto de los peligros de la vida sin limitarnos de manera innecesaria. Hemos de aceptar las limitaciones de la vida y nuestra vulnerabilidad, aunque estemos rodeados por imágenes violentas e irreales.

A medida que envejecemos o nos enfermamos, nos damos cuenta de que la muerte no es un hecho distante y su inminencia cruza nuestra mente cada vez con mayor frecuencia.  Los jóvenes pueden darse el lujo de desechar estos pensamientos, pero son inevitables en la enfermedad o en la vejez.  ¿Cómo reacciona la gente ante esta etapa final del desarrollo? Muchos pasan por etapas ordenadas de ajuste que al final abarcan la aceptación.

Etapas De Ajuste: Elisabeth Kübler-Ross (1969) fue una de las primeras en estudiar a fondo los temas de la muerte y la fase terminal. Se concentró en la situación relativamente breve en que la muerte se convierte en una posibilidad inmediata; por ejemplo, cuando a alguien se le diagnostica un cáncer terminal u otra enfermedad que pronto será mortal. A través de entrevistas exhaustivas con estas personas, identificó cinco etapas en el proceso de ajuste a la idea de la muerte: negación, ira, negociación, depresión y, finalmente, aceptación.

·        En la etapa de NEGACIÓN, la persona rechaza la posibilidad de fallecer y busca otras opiniones y diagnósticos más favorables.

·        Una vez que comprende que va a morir, siente cólera, resentimiento y envidia. Es la etapa de la IRA. Siente frustración de no poder realizar sus planes ni sus sueños.

·        En la etapa de NEGOCIACIÓN busca formas de ganar tiempo, haciendo promesas y negociando con su Dios, con los médicos, las enfermeras u otras personas para alargar la vida, para aliviar el dolor y el sufrimiento.

·        Puede sobrevenir la impotencia o la desesperación cuando fracasa la negociación o se acaba el tiempo. En la etapa de DEPRESIÓN el paciente llora las pérdidas que ya ocurrieron, la muerte y la separación inminentes de su familia y de los amigos.

·        En la etapa final de ACEPTACIÓN se resigna y se espera la muerte con serenidad.

Las etapas que describe ELISABETH KÜBLER-ROSS pese a que NO SON UNIVERSALES, nos ayudan a entender los sentimientos de quienes están a punto de morir.

Cualquiera que sea el trasfondo cultural, la idea de muerte y sus perspectivas a menudo imprimen un significado nuevo a la vida del individuo y de la comunidad.   Ante la muerte, reconsideramos nuestras prioridades y nuestros valores cuando tratamos de interpretar nuestra propia vida. La muerte del líder de una comunidad o de una figura pública, depura los valores individuales y comunitarios.  Con todo, las muertes más comunes a menudo contribuyen de igual manera a definir el significado del valor, la lealtad, la bondad y la virtud en una forma personal y duradera.

Independientemente de sus circunstancias, la muerte forma parte de la naturaleza. Es innegable y definitiva. Afecta a los miembros de todas las especies. Siempre se debatirá lo que está más allá de la muerte para cada uno de nosotros y probablemente la ciencia nunca nos lo revele; pero lo que está más allá para el Homo sapiens es una nueva vida para el que vendrá después.

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 21 de noviembre de 2021, incluyendo el diario El Universal de Venezuela (22-11-2022).

 

El texto original aparece en el libro de mi autoría Los cambios psicológicos. Consejo de Publicaciones de la Universidad de Los Andes, Venezuela. 2013.


domingo, 13 de noviembre de 2022

Teoría de Jean Piaget

 


Han sido enormes los esfuerzos por tratar de entender el desarrollo de la mente, en particular, aspectos como la inteligencia y sus características. En lugar de tratar de explicar las diferencias individuales, Jean Piaget estaba interesado en la manera en que la inteligencia misma cambia a medida que los niños crecen. Llamó a esto epistemología genética. Representa un excepcional intento de entender un fenómeno de manera universal, que hasta el presente sigue siendo objeto de estudio y debate.

Según Piaget, el desarrollo cognitivo ocurre por medio de la interacción de las capacidades innatas con los sucesos ambientales y progresa a través de una serie de etapas jerárquicas, cualitativamente diferentes. Todos los niños atraviesan por las etapas en la misma secuencia sin saltarse ninguna o, excepto en el caso de daño cerebral, regresando a etapas anteriores (son invariables). Las etapas también son las mismas para todos, sin tomar en cuenta la cultura (son universales). Subyacentes a los cambios, existen ciertas invariantes funcionales, aspectos fundamentales del desarrollo que siguen siendo los mismos y funcionan de la misma manera a través de las diversas etapas. Los más importantes son asimilación, acomodación y “equilibración”. La principal estructura cognitiva que cambia es el esquema.

Un esquema es el elemento o unidad básica de la conducta inteligente. Piaget consideraba a los esquemas como estructuras mentales que organizan las experiencias pasadas y proporcionan una manera de comprender las experiencias futuras. Para Bee (2000) no constituyen tanto categorías como la acción de categorizar de alguna manera particular. La vida comienza con esquemas simples, que confinan en gran medida a los reflejos innatos (como el de succión y de asimiento). Estos operan de manera independiente de otros reflejos y se activan sólo cuando están presentes ciertos objetos. A medida que se crece, también los esquemas se van haciendo más complejos.

La asimilación es el proceso a través del cual se incorpora información nueva dentro de los esquemas existentes. Por ejemplo, los bebés succionarán de manera refleja un chupón u otros objetos, como un dedo; para aprender a succionar de una botella o beber de una taza, el reflejo inicial de succión debe modificarse a través de la acomodación.

Cuando un niño puede tratar con la mayor parte, sino todas, las experiencias nuevas a través de asimilarlas, alcanza un estado de equilibrio. Esto se obtiene con la “equilibración”, el proceso de buscar “nivelación mental”. Pero si los esquemas existentes son inadecuados para afrontar las situaciones nuevas, ocurre un desequilibrio cognitivo. Para restaurar el equilibrio, los esquemas existentes deben “ampliarse” para incluir (o “acomodar”) la información nueva. Los procesos necesarios y complementarios de asimilación y acomodación son el proceso fundamental de la adaptación.

Cada una de las cuatro etapas de Piaget representa una etapa en el desarrollo de la inteligencia (de aquí que se hable de inteligencia sensoriomotora, inteligencia preoperacional y demás) y es una manera de resumir los diversos esquemas que tiene un niño en un periodo en particular. Las edades que se muestran en el cuadro anterior son aproximadas, porque los niños avanzan por dichas etapas a tasas distintas debido a las diferencias tanto en el ambiente como en su propia maduración biológica. Los niños también atraviesan períodos de transición, en los que su pensamiento es una mezcla de dos etapas.

 

Publicado en varios medios de comunicación incluyendo el diario El Universal, de Venezuela, el 15 de noviembre de 2022.

 

El Texto original aparece en el libro de mi autoría Los cambios psicológicos, Consejo de Publicaciones de la Universidad de Los Andes. 2013.



jueves, 10 de noviembre de 2022

La adolescencia

 


de que desde hace varias décadas se ha generado un gran interés hacia la edad adolescente, se podrá pensar que estamos ante un tema muy valorado y estudiado a lo largo de la historia. No es así. Hasta el siglo XVIII los estudios de psicología del desarrollo se limitaron a la infancia. Se consideraba que la clave para explicar el desarrollo del hombre estaba en esa primera etapa de la vida.

Stanley Hall fue el autor del primer compendio sobre la adolescencia, Adolescence, en 1904. Considera la adolescencia, al igual que Rousseau, un segundo nacimiento que conlleva una gran inestabilidad psicológica. La describe como una etapa de la vida caracterizada por las perturbaciones de la conducta, como un periodo de tormenta y tensión (storm and stress). Atribuye un papel muy importante a la emotividad en la vida del adolescente. Por todo ello considera que la adolescencia necesita un tratamiento educativo aparte.

Piaget presenta la adolescencia como un estadio del desarrollo del ser humano ligado a la reestructuración de las capacidades cognoscitivas. Considera que con el acceso al pensamiento formal (forma suprema de pensamiento) se produce un salto cualitativo en el desarrollo con respecto al estadio infantil.

El comienzo de la adolescencia puede fijarse con bastante precisión. La adolescencia comienza cuando se inician los cambios biológicos de la pubertad. En las hembras ocurre alrededor de los once años, con la primera menstruación. En los varones sucede alrededor de los trece años, con la primera emisión de esperma. Hay que añadir que actualmente la pubertad tiende a adelantarse, a aparecer de modo prematuro.

El final de la adolescencia es mucho más complicado para determinar.

No hay unanimidad entre los diferentes autores con respecto a cuántas subetapas componen la adolescencia, cómo denominarlas y cuál es la duración de cada una de ellas. En la mayoría de los libros de psicología del desarrollo se habla de tres adolescencias:

1.   Adolescencia temprana o adolescencia inicial o pubertad.

2.   Adolescencia o adolescencia media.

3.   Adolescencia tardía o final o superior o edad juvenil.

En cuanto a la duración de estas tres etapas hay bastante coincidencia en lo siguiente:

-      Primera adolescencia: 11-13 años -femenino- y 13-15 -masculino-.

-      Segunda adolescencia: 13-16 años -femenino- y 13-15 -masculino-.

-      Tercera adolescencia: 16-19 años -femenino- y 13-15 -masculino-.

La adolescencia primaria o pubertad:

Es la fase de arranque de la maduración, el impulso inicial de la crisis del desarrollo. Es una transformación referida esencialmente al plano biológico, aunque no exclusivamente. Estos primeros cambios incitan al púber a romper con el pasado, a salir de la infancia, pero esta tarea no le resulta nada fácil. De hecho, son bastante frecuentes las conductas que denotan regresión a la etapa infantil (por ejemplo, seguir acudiendo a los padres cuando surge cualquier dificultad, o recurrir a la rabieta para conseguir la satisfacción de un capricho).

La segunda adolescencia o adolescencia media:

Es de mucho más difícil caracterización que la pubertad. Es la fase que no admite una caracterización universal, ya que las transformaciones de tipo psíquico son menos repetibles que las de tipo físico.

Si la pubertad se refiere sobre todo al desarrollo en el plano físico, la adolescencia media se centra en el desarrollo mental, afectivo y social. Si la pubertad era, esencialmente, una crisis de tipo biológico y hacia afuera, la adolescencia media es una crisis interior o de personalidad. En esta crisis tiene un papel clave una nueva capacidad: El pensamiento reflexivo. La capacidad de reflexión supone volver el pensamiento sobre sí mismo (pensar sobre lo que se piensa y sobre quien lo piensa). Esto hace posible el “descubrimiento del yo” y la revisión de la identidad personal.

En la medida en que el adolescente quiere ser él mismo y valerse por sí mismo, se encuentra con la necesidad imperiosa de adoptar nuevas formas de comportamiento, lo que le mueve, a su vez, a romper definitivamente con el pasado, con el modo de vida infantil.

La tercera adolescencia o edad juvenil:

Se inicia a partir del notable desarrollo de la personalidad alcanzado al término de la fase anterior. El joven cuenta de “salida” con estos puntos de apoyo:

·       Cierto conocimiento y aceptación de sí mismo.

·       Cierta información acerca de qué es lo que quiere en la vida.

·       Cierta disposición para realizar lo que desea sin esperarlo todo de los demás.

·    Cierta capacidad para convivir y cooperar con personas que piensan de modo diferente.  


     Publicado en en varios medios de comunicación a partir del lunes 07 de noviembre de 2022. Publicado en el diario El Universal de Venezuela el martes 08 de noviembre de 2022. 


   El texto original aparece en el libro de mi autoría Los cambios psicológicos. Consejo de Publicaciones de la Universidad de Los Andes, Venezuela, 2013.

martes, 1 de noviembre de 2022

Teoría etológica

 


La suposición de que los factores biológicos intervienen decisivamente en el desarrollo humano conserva su vigencia en la etología, disciplina que estudia el fundamento evolucionista de la conducta y el influjo que las respuestas evolucionadas tienen en la supervivencia de la especie humana y su desarrollo. Sus orígenes se remontan a Charles Darwin; pero la etología moderna se inspira en los trabajos de Konrad Lorenz y Niko Tinberg, dos zoólogos europeos cuya investigación con animales puso de manifiesto algunos nexos importantes de los procesos evolucionistas con la conducta adaptativa.

La suposición principal es que los miembros de todas las especies animales nacen con varias conductas “biológicamente programadas” que son:

1)   Producto de la evolución.

2)   Adaptativas en el sentido de que favorecen la supervivencia.

Muchas especies de aves por ejemplo parece que nacen con una preparación biológica que les permite ejecutar conductas instintivas como seguir a su madre (respuesta llamada IMPRONTA que sirve para proteger a la cría contra los depredadores y garantizar que encuentre alimento), construir nidos y cantar. A Konrad Lorenz se le atribuye el haber descubierto el proceso de improntación en sus experimentos con gansos, en los cuales lograba que los siguieran a él y no a su madre. Se cree que las características biológicamente programadas han evolucionado mediante el proceso darwiniano de selección natural: A lo largo de la evolución las aves con genes que favorecen estos comportamientos adaptativos tenían mayores posibilidades de sobrevivir y de transmitirlos a sus crías que las que carecían de ellos. A través de muchas generaciones los genes de las conductas más adaptativas se generalizaron en la especie, caracterizando a casi todos sus miembros.

Los etólogos se concentran en las respuestas innatas o instintivas que:

1)   Comparten todos los miembros de una especie.

2)   Pueden distinguirlos por vías evolutivas semejantes.

¿Dónde buscar ese tipo de conductas y estudiar sus efectos en el desarrollo? Los etólogos prefieren estudiar los animales en su entorno natural, convencidos como están de que las conductas innatas moldeadoras del desarrollo humano (o animal) se identifican y se interpretan más fácilmente al observarlas en el hábitat donde evolucionaron y han favorecido la supervivencia.

Algunos etólogos que estudian al hombre, como el caso de John Bowlby, piensan que el niño muestra gran diversidad de comportamientos preprogramados. También que todas ellas favorecen un tipo especial de experiencia que ayudará al individuo a sobrevivir y alcanzar un desarrollo normal. Por ejemplo, el llanto del niño sería una “señal de sufrimiento” programada biológicamente que atrae la atención de los cuidadores. No sólo el niño está biológicamente programado para indicar su sufrimiento con llanto fuerte y estruendoso, sino que según los etólogos también los cuidadores tienen cierta predisposición biológica para reaccionar ante tales señales. Así pues, el valor adaptativo del llanto garantiza que:

1)   Se satisfaga sus necesidades primarias (hambre, sed, seguridad).

2)   Que tenga suficiente contacto con otras personas para establecer apegos emocionales básicos.

Aunque los etólogos critican a los teóricos del aprendizaje por prescindir de las bases biológicas del desarrollo humano, reconocen que éste no se da sin el aprendizaje. Así, el llanto del infante puede ser una señal innata que favorece el contacto humano a partir del cual se realizan los apegos emocionales. Pero no ocurren en forma automática. Antes debe aprender a discriminar los rostros conocidos y los de los extraños para poder establecer un vínculo afectivo con el cuidador. Se supone que el valor adaptativo de este aprendizaje discriminatorio se remonta a un periodo de la historia de la evolución en que las personas se desplazaban en tribus nómadas desafiando los elementos. En aquellos tiempos remotos era indispensable que un infante estableciera un vínculo con los cuidadores y desconfiara de los extraños, pues si no lo hacía podía ser fácil de un animal depredador.

A nuestro criterio, la cantidad de elementos que consideramos culturales puede ser muy amplia, mas todo elemento asumido como cultural posee un trasfondo, de carácter biológico, que induce su perpetuación, si es necesario o considerado beneficioso para la preservación de la especie. 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela (y otros medios de comunicación) el martes 01 de noviembre de 2022.

 

El texto original aparece en el libro de mi autoría Los cambios psicológicos. Consejo de Publicaciones de la Universidad de Los Andes. 2013.