‘OPINADORES DE OFICIO’ por Pedro E. Piñate B.
De escribir por escribir no se trata el oficio de columnista.
Hay que tener vocación genuina y prepararse para exponer las ideas y argumentos
en forma concisa, precisa y oportuna. Esto con coherencia y perseverancia en el
tiempo y el espacio. Sobre el oficio existen excelentes referencias en Nuestras firmas -la batería de plumas de El Universal. Una esencial es que para escribir primero
hay que leer, tal como hace Alirio Pérez Lo Presti (Hacer la tarea 21/03/2016): "Ya en el
cubículo, leo todos los días como si tuviese que presentar un examen. Luego
escribo, ya sea para la prensa, por alguna investigación en proceso o sigo en
la faena de terminar un nuevo libro".
También Ricardo Escalante lo confirma
(Periodista e idioma 22/10/2105): "Escribir
y hablar con corrección no es tarea fácil, que se logre en un abrir y cerrar de
ojos. Exige mucha lectura, sobre todo de buenos autores".
En cuanto a las motivaciones del columnista que son variadas,
puede que muchas coincidan a esta que comparto del escritor zaragozano Félix
Romeo, citada por Orlando Viera-Blanco (No los voy a
complacer… 05/07/2016): "escribo
para ser feliz, escribo por fascinación, escribo para saber lo que pienso, para
saber que existo, para seducir, para ser visible”.
Por otra parte es de advertir como hace Ricardo Gil Otaiza (Escribir en la prensa 26/02/2016): "algunos nos llamarán "opinadores de oficio" (algunos ya lo hacen)," y añade: "La opinión es (si se quiere) solitaria, muy propia de quien la emite (que suele hallarse en ingrimitud)" (...) "Quién escribe para la prensa sabe de antemano que su labor podrá ser quijotesca, que tal vez caerá en un vacío inconmensurable de silencio y de olvido, pero que nunca será inoficiosa. El columnista no descansa, es terco por antonomasia, y sabe (o intuye) que con su disciplina y obstinación logrará vencer las reticencias de quienes piensan tener siempre la verdad, para imponérseles a los otros (qué dudas caben): cueste lo que les cueste".
Por otra parte es de advertir como hace Ricardo Gil Otaiza (Escribir en la prensa 26/02/2016): "algunos nos llamarán "opinadores de oficio" (algunos ya lo hacen)," y añade: "La opinión es (si se quiere) solitaria, muy propia de quien la emite (que suele hallarse en ingrimitud)" (...) "Quién escribe para la prensa sabe de antemano que su labor podrá ser quijotesca, que tal vez caerá en un vacío inconmensurable de silencio y de olvido, pero que nunca será inoficiosa. El columnista no descansa, es terco por antonomasia, y sabe (o intuye) que con su disciplina y obstinación logrará vencer las reticencias de quienes piensan tener siempre la verdad, para imponérseles a los otros (qué dudas caben): cueste lo que les cueste".
Por lo demás, el
columnista debe tener modelos que emular. Como el inigualable y muy carismático
de quién Miguel SanMartín escribió (Omar Lares 18/10/2014): "Con
su verbo y pluma combativa defendió con vigor y convicción sus creencias, la
lealtad, la justicia, la equidad, la democracia y las libertades
ciudadanas".
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 05 de noviembre de 2016
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