sábado, 25 de julio de 2015

Humo en el rostro (el "lejano" 2009)

No fumo cigarrillos. Me parece que fueron creados para satisfacer las ansias de las mujeres que se conducen con prisa. Pero… soy un amante de los buenos puros. Mi pipa y mis tabacos hacen que el humo cree una atmósfera a mi alrededor que me deleita y disfruto. Ese humo de la picadura de pipa y de mis múltiples tabacos me agrada como los grandes placeres básicos. Me gusta cómo se impregna el olor a mi ropa y suelo cargar un buen tabaco cuando salgo de casa. Los cigarrillos, por el contrario, me envenenan. Su humo me da picazón en la nariz y hasta crisis de asma… eso que se llama “broncoespasmo”. Es por ello que cuando siento que están fumando cigarrillos, debo retirarme. Es una cuestión estrictamente relacionada con el cuidado de mi salud.
Me he obsesionado desde hace ya algún tiempo en tratar de comprender mi propia temporalidad, mi propio tiempo, el momento que vivo, o sea, LA CONTEMPORANEIDAD. Escucho con atención el lenguaje de la calle; me la paso recorriendo mercados, me vinculo con personas de mundos terrestres y subterráneos en esa ansia de comprender el momento en que vivo. Estoy actualizado en lo que respecta a las corbatas de moda y me pongo al día cada día con respecto a la música que se escucha. Tomar una buseta es la mejor y más rápida forma de hacerlo. Pero… por más que me trato de mantener actualizado, obviamente “la contemporaneidad va mucho más rápido que yo”.
Hubo un tiempo en que fui el hombre más tímido del mundo. Un día me levante de la cama con el pie contrario y dejé de ser tímido. Desde ese día cambió mi vinculación con las damas. Creo que es algo animal, porque hasta cuando no digo nada ni tengo nada que decir, se me acercan para preguntarme cualquier cosa. Incluso en forma seductora; apareciendo, claro,  mi capacidad de hilvanar palabras, que es mí bazuca bajo la manga. En ese afán de actualizarme, entré hace poco en una discoteca. La música a todo dar me aturdió un tanto, sobre todo porque no había escuchado antes el estridente ritmo que lo inundaba todo (me pareció espantoso). Así que decidí colarle un largo billete al encargado de manejar la música y bajo mi petición (o mandato), la salsa brava hizo su aparición.
Hice lo que pude en la pista de baile y luego de sacar a disfrutar del deleite de la danza a varias mujeres bonitas, ocurrió algo que ni me lo esperaba ni sabía que pertenecía a los elementos comunicacionales propios de mi contemporaneidad.
Pedí una pilsen en la barra y una chica guapa se me acercó. Sin mediar palabras, mientras aspiraba hasta el fondo su cigarro, me disparó lentamente el humo en mi cara. Retrocedí como drácula frente a los ajos y comencé a estornudar. Entonces una morenaza más alta que yo me soplo también  el humo de su cigarro en la cara y comencé a asfixiarme. Una tercera mujer; catira, de caderas anchas y rostro perfecto, me expulsó por tercera vez el humo en la cara  y sentí que me desfallecía… el aire me faltaba…los ojos se me cerraban… me estaba asfixiando.

Traté de llegar a la puerta para salvar mi vida, pero en el camino las mujeres me expulsaban todo el contenido de humo que les cabía en la boca directo a mi rostro. Más de una docena de preciosas damas me produjeron una crisis asmática. Tomé un taxi al salir del local y me condujo de inmediato a la clínica más cercana. Pasé seis horas recibiendo broncodilatadores en una camilla.
Me atendió a todas estas una enfermera joven... y bella.
Una vez recuperado el aliento, y ya respirando en paz, viéndola muy amable y por demás hermosa, supuse que estaba actualizada y le conté lo que me había ocurrido. La enfermera no paraba de reír…y yo esperando la explicación. Finalmente me lo explicó: “Eso que le ocurrió es la manera como las mujeres de hoy en día le manifestamos a los hombres que nos gustaría acostarnos con ellos. Lo que a usted le hicieron, querido doctor, fue una proposición colectiva  de coito que no aprovechó. Debería sentirse halagado”
Pues NO ME SIENTO HALAGADO. CASI PIERDO LA VIDA. Estar a la moda es siempre un gran riesgo… es LA CONTEMPORANEIDAD.

Twitter: @perezlopresti


Texto tomado del libro de mi autoría Suelo tomar vino y comer salchichón.



1 comentario:

  1. Excelente artículo! Aun guardo la esperanza, de que los hombres no se dejaran llevar por las pasiones carnales, por el simple hecho de la belleza de las féminas. Pero lo dudo, pues en esta sociedad machista en la que vivimos, eso es materialmente imposible.

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