No fumo cigarrillos. Me parece que fueron creados para satisfacer las
ansias de las mujeres que se conducen con prisa. Pero… soy un amante de los
buenos puros. Mi pipa y mis tabacos hacen que el humo cree una atmósfera a mi
alrededor que me deleita y disfruto. Ese humo de la picadura de pipa y de mis
múltiples tabacos me agrada como los grandes placeres básicos. Me gusta cómo se
impregna el olor a mi ropa y suelo cargar un buen tabaco cuando salgo de casa. Los
cigarrillos, por el contrario, me envenenan. Su humo me da picazón en la nariz
y hasta crisis de asma… eso que se llama “broncoespasmo”. Es por ello que
cuando siento que están fumando cigarrillos, debo retirarme. Es una cuestión
estrictamente relacionada con el cuidado de mi salud.
Me he obsesionado desde hace ya algún tiempo en tratar de comprender
mi propia temporalidad, mi propio tiempo, el momento que vivo, o sea, LA CONTEMPORANEIDAD. Escucho
con atención el lenguaje de la calle; me la paso recorriendo mercados, me
vinculo con personas de mundos terrestres y subterráneos en esa ansia de
comprender el momento en que vivo. Estoy actualizado en lo que respecta a las
corbatas de moda y me pongo al día cada día con respecto a la música que se
escucha. Tomar una buseta es la mejor y más rápida forma de hacerlo. Pero… por
más que me trato de mantener actualizado, obviamente “la contemporaneidad va
mucho más rápido que yo”.
Hubo un tiempo en que fui el hombre más tímido del mundo. Un día me
levante de la cama con el pie contrario y dejé de ser tímido. Desde ese día
cambió mi vinculación con las damas. Creo que es algo animal, porque hasta
cuando no digo nada ni tengo nada que decir, se me acercan para preguntarme
cualquier cosa. Incluso en forma seductora; apareciendo, claro, mi capacidad de hilvanar palabras, que es mí
bazuca bajo la manga. En ese afán de actualizarme, entré hace poco en una
discoteca. La música a todo dar me aturdió un tanto, sobre todo porque no había
escuchado antes el estridente ritmo que lo inundaba todo (me pareció
espantoso). Así que decidí colarle un largo billete al encargado de manejar la
música y bajo mi petición (o mandato), la salsa brava hizo su aparición.
Hice lo que pude en la pista de baile y luego de sacar a disfrutar del
deleite de la danza a varias mujeres bonitas, ocurrió algo que ni me lo
esperaba ni sabía que pertenecía a los elementos comunicacionales propios de mi
contemporaneidad.
Pedí una pilsen en la barra
y una chica guapa se me acercó. Sin mediar palabras, mientras aspiraba hasta el
fondo su cigarro, me disparó lentamente el humo en mi cara. Retrocedí como
drácula frente a los ajos y comencé a estornudar. Entonces una morenaza más
alta que yo me soplo también el humo de
su cigarro en la cara y comencé a asfixiarme. Una tercera mujer; catira, de
caderas anchas y rostro perfecto, me expulsó por tercera vez el humo en la
cara y sentí que me desfallecía… el aire
me faltaba…los ojos se me cerraban… me estaba asfixiando.
Traté de llegar a la puerta para salvar mi vida, pero en el camino las
mujeres me expulsaban todo el contenido de humo que les cabía en la boca
directo a mi rostro. Más de una docena de preciosas damas me produjeron una
crisis asmática. Tomé un taxi al salir del local y me condujo de inmediato a la
clínica más cercana. Pasé seis horas recibiendo broncodilatadores en una
camilla.
Me atendió a todas estas una enfermera joven... y bella.
Una vez recuperado el aliento, y ya respirando en paz, viéndola muy amable
y por demás hermosa, supuse que estaba actualizada y le conté lo que me había
ocurrido. La enfermera no paraba de reír…y yo esperando la explicación.
Finalmente me lo explicó: “Eso que le ocurrió es la manera como las mujeres de
hoy en día le manifestamos a los hombres que nos gustaría acostarnos con ellos.
Lo que a usted le hicieron, querido doctor, fue una proposición colectiva de coito que no aprovechó. Debería sentirse
halagado”
Pues NO ME SIENTO HALAGADO. CASI PIERDO LA VIDA. Estar a la moda es
siempre un gran riesgo… es LA CONTEMPORANEIDAD.
Twitter: @perezlopresti
Texto tomado del
libro de mi autoría Suelo tomar vino y comer salchichón.
Excelente artículo! Aun guardo la esperanza, de que los hombres no se dejaran llevar por las pasiones carnales, por el simple hecho de la belleza de las féminas. Pero lo dudo, pues en esta sociedad machista en la que vivimos, eso es materialmente imposible.
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