domingo, 8 de febrero de 2015

El hombre del martillo



Como muchas historias que he escuchado o leído, ésta no escapa al hecho de ser objeto de múltiples presentaciones versionadas, interpretadas o alteradas. Ésta es mi versión sobre un relato que con éste, suma una y mil ediciones.

No había manera de poner a funcionar la fábrica.  Habían traído expertos de varios lugares. Primero un grupo de ingenieros de la propia ciudad. Luego un equipo multidisciplinario de la capital del país; después se le pidió ayuda hasta  a quienes operaban la fábrica del grupo competidor. Como nada hacía funcionar las máquinas, trajeron a los creadores de las mismas: los  japoneses ganadores de tantos premios y reconocimientos que los habían hecho célebres.
Ellos tampoco pudieron. Los dueños de la fábrica estaban  atormentados por la potencial quiebra económica de la misma, mientras veían  todo su capital desmoronarse frente a ellos, sin poder hacer más de lo que ya habían hecho. Fue cuando el sindicato comenzó a presionar por los atrasos en los pagos de la nómina, cuando uno de los asesores le recomendó al presidente de la compañía que había que llamar al hombre del martillo”.
-¿Quién es ese?- preguntó el enjuto Presidente.
- Es un tipo realmente inusual – le respondió el asesor- va a ser difícil entender el método que usa para solucionar los problemas; pero nadie es mejor que él. Nadie posee su efectividad. Eso sí, cobra más que todos los que han venido a solucionar el problema. Sus honorarios exceden a los de la suma de todos los ineficaces expertos que hemos traído.
- No se hable más, señaló el Presidente – Si es el mejor en lo que hace, ¡Tráigalo!
Lo único que preguntó el hombre del martillo cuando llegó, fue: -“¿Dónde quedaba la central eléctrica que ponía a funcionar todo el sistema operativo de la fábrica?”. Con desconfianza y hasta en son de chanza le indicaron el lugar. El hombre no ocultaba su seriedad. Corto de palabras usaba un ceñido traje negro que hacía juego con un fuerte maletín de cuero apretado, del cual extrajo un martillo.
-Con permiso- dijo, mientras acto seguido le daba un martillazo con mucha fuerza a una de las esquinas de la central de operaciones. El golpe fue intenso y seco, haciendo que más de uno de los accionistas de la fábrica pegara un brinco por el susto. 
De inmediato, para sorpresa de todos, la fábrica entera comenzó a funcionar.
El hombre guardó el martillo en el maletín y cobró unos abultados honorarios directamente al Presidente de la compañía, quien no salía de su asombro. Sin chistar, pagó lo que le habían pedido y “el hombre del martillo” se fue sin despedirse.
Varios accionistas de la compañía se acercaron al Presidente de la misma para cuestionarle el hecho de haber pagado una suma tan sustanciosa por un martillazo. El Presidente se mostró dubitativo, hasta que el asesor que había propuesto traer al hombre del martillo se dirigió a todos los accionistas y les dijo:
 - El puso a funcionar la fábrica cuando nadie podía hacerlo.  Nos ha salvado de la ruina. No traten de descalificar el método que empleó. Sólo entiendan que ese hombre es el mejor de todos; no por haberle dado un martillazo a la central eléctrica, sino porque es el único que supo dónde había que dárselo. Ese es su talento. Respetémoslo.
Al día siguiente otra empresa en problemas llamaba con premura al legendario “hombre del martillo”. Esta vez se ahorraron el dinero  de traer a otros “expertos”.


3 comentarios:

  1. El problema no es encontrar al "hombre del martillo", el problema es, de qué lado estará. Del lado del "gerente" ineficiente, de los "obreros" o de la "competencia"...la otra "empresa" jajaja

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    1. Existen muchos métodos que desconocemos, esta de parte de cada uno aprender de ellos y continuar, cometer errores es natural del hombre y esta en nosotros enmendarlos.

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