domingo, 23 de julio de 2023

Otra vuelta al mundo

 


Ya en 2023 y pudiendo haber emigrado tranquilamente en 2017, una amiga muy querida me dice que está desesperada por salir de Venezuela. En una época, su belleza fue proverbial, pero con tantos años de dieta a base de carbohidratos, exhibe una desproporcionalidad corporal propia de la gente malnutrida. Obviamente la está pasando mal y su terquedad por no haber migrado antes en realidad era solo temor a que no le fuese bien en otra parte. Pero aun en los espíritus más conformes, el deseo de una vida mejor en un mundo que es casi infinito puede emerger con la fuerza de una explosión volcánica. Mi única recomendación, dado que ya tomó la decisión de escapar de Venezuela, es que al menos se configure un plan y que trate de que el destino al cual va a arribar sea lo menos hostil posible.  Emigrar es renacer, precisamente porque cuando migramos, una parte de nosotros muere.

En caída libre

Hubo una falsa fumarola de esperanza en relación con una supuesta mejoría de la situación del que una vez se pensó que podía ser una potencia emergente. Ni será potencia emergente ni mejorará en su sentido profundo. La dimensión honda de una sociedad es aquella en la cual lo humano le da sentido a lo valorativo. En el país donde nací eso se perdió y la posibilidad de recuperarlo va a tardar tanto tiempo que probablemente se nos vayan varias generaciones en el proceso. Ese país, que es mi país, al cual conozco en su plenitud, actualmente pasa por un largo letargo de falta de vitalidad lo cual se asemeja más a lo que subyace en el subsuelo que lo que es capaz de desplazarse con la brisa del tiempo. En la historia de la civilización ha habido varias sociedades suicidas. Venezuela es una sociedad suicida, con muchas personas desalmadas que lograron doblegar el mínimo sentido de justicia y las consecuencias apenas las estamos viendo.

Corre, ardillita, corre

He vivido en casi una docena de lugares durante mi vida. Ser trashumante me ha permitido conocer sitios y situaciones que de alguna manera terminaron por forjar mi carácter y mi manera de ser. Pero particularmente he podido adentrarme en el alma de lo humano a más no poder y ver muy de cerca y de manera personal lo más atroz y lo más sublime de aquello que somos. Tengo amigos que presumen de ser mis amigos porque creen que no confío en nadie y precisamente es lo contrario. Si soy una persona que vive y lucha es porque soy capaz de creer en lo humano y por encima de todo, soy de los que deposita su confianza en el otro. Porque si a ver vamos, si depositamos nuestra confianza en una persona y la vulnera, más pierde esa persona que nosotros mismos porque entendemos que la amistad es un milagro y como tal solo puede ocurrir de manera muy excepcional. Por eso es por lo que cuando alguien cercano me pregunta lo que pienso, sabe que por más que intente dorarle la píldora, le voy a decir la verdad. La verdad es redentora y las fantasías solo hacen que lo inevitable se posponga.

Libros, artículos, cuentos, relatos, ensayos, ciencia

Como no se puede clasificar a una persona, forzamos el tener que ubicarlo en algún lugar para sentirnos tranquilos y evitar que el otro parezca amenazante. Cuando fui catedrático de la Universidad de Los Andes, en Mérida, orgullosamente puedo decir que mis libros eran los textos que usaban mis estudiantes. Desde temprana edad escribo en la prensa y el artículo de aparición semanal me mantiene en forma para seguir escribiendo, siendo una suerte de entrenamiento. Los ensayos han sido parte de mi manera de exponer lo que creo sobre los asuntos que me interesan y consciente de que hay cosas que sólo lo literario puede abordar, he escrito cuentos y textos con claves totalmente narrativas. Lo científico, ligado con mi quehacer literario ha aparecido en muchas publicaciones de revistas reconocidas. En esas y otras experiencias en las cuales he logrado exponer lo vivido he invertido gran esfuerzo y energía. También en tratar de darle sentido a cuanto me ocurre y me circunda y me hice filósofo. Tal vez esa hoja de ruta me satisfaga cuando me detenga. Por lo pronto mantengo los motores a punto para seguir la aventura.

El pequeño mundo

El mundo se puede hacer chico si no somos capaces de precisar el exacto momento en que debemos tomar decisiones. Tal vez no haya nada peor que no tomar una decisión en su debido momento porque tiene que ver con la capacidad de ser predictivos, lo cual es algo intuitivo, asunto que la experiencia va perfeccionando. La quietud malsana y pusilánime es propia de quien se niega a volar. Tal vez por eso, pese a cualquier sugerencia que le pueda dar a mi amiga, todo camino va a terminar en el mismo adagio: Es mejor tarde que nunca.

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 23 de julio de 2023.

No hay comentarios:

Publicar un comentario