Un
viejo amigo hizo lo humanamente posible para que sus más cercanos nos
alejásemos corriendo de él. Abrazó la idea de que solo se podía vivir en
tiranía. Al principio pensamos que solo eran los desvaríos de un loco. Luego,
cuando asumió un cargo de poder y se volvió el perseguidor y vengador más
representativo de su generación, entendimos que sus buenas maneras solo
encubrían a un enfermo capaz de hacerle daño a quien se le acercase. Hoy lo veo
y creo que ganó cada batalla que se ha planteado hasta el presente. Éramos tan
ingenuos en ese tiempo que cuando miro el pasado, me conmuevo de mí mismo y de
los hermanos que la vida me ha regalado a través de la amistad. ¿Cómo pudimos
subestimar la crueldad de alguien por quien sentíamos afecto? Solo son páginas
que van pasando en este libro en blanco que escribimos cada día que nos
despertamos. Por lo pronto, sigo siendo sobreviviente a un montón de naufragios
que los he vivido acompañado. No me quejo: Tal vez me ha rendido la vida, tal
vez sea posible vivir más de una vida a contra reloj.
El
arte como salvación
Creo
que la única salida es abrazar el arte en la totalidad de sus manifestaciones,
incluso en aquellos que hacen cosas propias de lo cotidiano y lo elevan a un
nivel que solo puede ser considerado como artístico. La premisa de que podemos
ser salvados por el arte no es solo un amuleto contra la muerte y el
aburrimiento, es también una forma de conducirse y de entender la existencia,
que, si se sabe sobrellevar, nos puede abrir caminos en donde menos lo esperamos.
La mediocridad es tan propia de lo humano que es necesario crearnos necesarias
y muy tangibles burbujas que nos protejan de lo agrio y contravenido de la
existencia. Del papel del arte en nuestras vidas ocupo mi tiempo mientras
cavilo, converso y descubro almas que están dispuestas a compartir los espacios
propios de la cordialidad y el buen vivir. El arte como tabla salvavidas para
que no terminemos aplastados por el peso de las batallas perdidas. De eso va el
asunto de valorar la dimensión que nos ofrece el arte: De hacer malabares con
lo que tenemos a mano y ganarle espacios a los terrenos que nos han arrebatado.
¿Acaso el desarraigo no es también una manera de concebir la existencia? En
terminales y hospitales he invertido mucho tiempo. Sobran las enseñanzas de
esos lugares.
Hombre
de buen tono, creo, creo, creo
Mi
amigo, el loco, decía que yo era un hombre de buen tono. Creo que es cierto.
Tratando de mantenerme consecuente con los valores en los que creo, he podido
conservar la compostura y saber sacarle a la vida la savia que nos puede
regalar. Cuando niño, solía adentrarme en los cañamelares y morder los tallos
hasta dejarlos completamente secos. Ese sabor a infancia y correrías me
acompaña mientras respiro, al levantarme y al dormir. Ese sabor dulce es parte
de la esencia de lo que soy y espero seguir siendo hasta el último suspiro. Del
anecdotario de batallas contra la noche y los esfuerzos por salir adelante he
podido construir castillos de palabras. Cuentos, narraciones, ficciones,
pequeños extractos de vida que palpitan en el papel, acompañados de buena
música y mejores compañías. En eso he invertido gran parte de mi tiempo en este
universo que a veces se antoja ser de difícil comprensión. Esa tendencia a
sacar el extracto al sabor de la vida es una pasión que una y muchas veces se
vuelve antojadizamente circular y nos lleva a verdaderas extensiones de
placidez. En eso, mi antiguo amigo, que de loco pasó a malo, nos dejó muchas
enseñanzas. Por eso le doy mucha importancia al valor de las metáforas y lo
saludable de las paradojas. Cuando las paradojas y las metáforas se unen, se
construyen metáforas paradójicas, auténticos milagros lingüísticos. Lo
pragmático es sustituido por recrear aquello que con solo pronunciarlo se
eleva.
Ideas
que no dan para más
Imposibilitados
de dar mayor dosis de originalidad a la existencia, se tienen que repetir
patrones, calcar posiciones y remedar ideas. De eso van las cosas en este mundo
que se jacta de ser original, cuando siguen existiendo las pestes, la maldad
asecha en las esquinas, abundan los tiranos y los reyezuelos se jactan del
poder que poseen en pleno siglo XXI. ¿De qué nos podemos aferrar para no ser
presa de la desesperanza? Darle forma a la existencia es un deber de quien se
quiere conducir con soltura. A un montón de gente se la ha ido la vida
intentando que sus prédicas puedan ser de utilidad a otras personas. Creo que
algunos sabemos que las cosas nos llevan a callejones sin salida y hay algunos
trucos para resistir ante las circunstancias. Eso de amasar ideas en realidad
es una manera de castrar mentalmente a las personas. Liberarnos de tanto
refranero vulgar y no caer en el hueco de las ideologías es un asunto que se
puede llevar de varias maneras. En mi caso, me acobijo con lo artístico. Es mi rincón
y paradójicamente mi universo infinito que una y otra vez me libera.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 22 de diciembre de 2021.
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