El ser
humano, desde el punto de vista psicológico, cuenta con múltiples mecanismos de
defensa, sin los cuales, nos confundiríamos mentalmente. Los mecanismos de
defensa nos permiten etiquetar lo que nos rodea y proporcionan tranquilidad y
sosiego ante lo desconocido. Como
etiquetar y clasificar a los demás funciona prácticamente en forma automática,
valdría la pena detenernos un poco para analizar las etiquetas que tienden a
ponernos en una actitud defensiva o descalificativa frente a los demás. Las
etiquetas son atavismos atinentes al ser humano. Para el hombre de las cavernas
era imprescindible reconocer las características, intenciones y potenciales
peligros que podían representar los otros hombres. Era necesario clasificar al
otro en términos concretos. No hacerlo adecuadamente representaba una potencial
fuente de peligro. Podía perder su grupo o su vida. Clasificar al otro es consustancial
a la esencia del hombre, pues se clasifica originalmente para poder sobrevivir.
Ese atavismo sigue arraigado en nuestra más profunda naturaleza. Etiquetar nos
es propio porque forma parte de los elementos defensivos. Etiquetamos sin
querer y, por supuesto, queriendo, porque sólo colocando una etiqueta al otro
podemos sentirnos seguros.
El otro, los
otros
Uno de estos
mecanismos de defensa propios de la cotidianidad es el pensamiento dicotómico o
absolutista. Este tipo de pensamiento
tiene la característica de que, en forma fácil, la persona puede dominar sus
emociones sin complicaciones, porque no se necesita pensar para asumir la
actitud dicotómica. Si vemos las cosas en negro o en blanco, sólo tenemos dos
opciones, por consiguiente, todo nos parece más claro. ¡O es negro o es blanco
y se acabó! En la vida cotidiana se propende a dominar el arte de engañar y
manipular a las personas. Muchos líderes usan regularmente en sus expresiones frases
y pensamientos de carácter dicotómico. Un ejemplo básico típico y rancio sería
la frase: “Si no estás conmigo, estás contra mí”. Lo cual es absolutamente
falso, porque uno puede valorar a alguien por muchas razones y a la vez hacerle
las críticas que considere pertinentes. Como el pensamiento dicotómico (negro
versus blanco) es de fácil manejo y elemental comprensión, lastimosamente es el
que prevalece en muchas dinámicas interpersonales y es el que goza con la
complacencia de un colectivo carencial y poco reflexivo. En la vida en
sociedad, la actitud populista es patéticamente dicotómica.
Sobreviviendo
a las opiniones
Intentar ser
reflexivo y evitar este tipo de pensamiento es lo contrario a ser neutro. Es la
visión más libre y admirable de todas, pues representa la posición valiente del
que se atreve a pensar. Lo importante es entender que la vida (salvo contadas
excepciones) no es dicotómica. Las cosas no suelen ser blanco-negro. Por
ejemplo: Los modelos políticos y económicos exitosos en el planeta son modelos
mixtos, en los cuales lo tangible es la combinación de estrategias que puedan
ser llevadas a la práctica para el beneficio colectivo, redundando en beneficio
individual. Pero entender que algo no es negro ni blanco, necesita que la
persona piense, por consiguiente, que sea mínimamente inteligente, y eso es
raro en la raza humana. Aunque la humanidad ha trajinado lo suficiente, lo real
es que se sigue pensando la existencia como antípoda perenne. Es desafortunado
que una sociedad se comporte sobre la base de que sólo pueden existir dos vías
en la vida, mientras existen multiplicidad de modelos de sociedades que son
exitosas, en las cuales hay paz social y prosperidad ciudadana.
En nuestra época se ha hipertrofiado la percepción colectiva de que sólo existen dos maneras de entender al mundo. Lo más grave es que dicha estrategia ha sido planificada y puesta en práctica por grupos con aparatos propagandísticos que fungen como moldeadores de mentes y conciencias para sus objetivos. Un modelo mixto es aquel con apego a la realidad, que no comulga con la polarización y asume la posibilidad de combinar diferentes estrategias y puntos de vista. Pero, insistimos, se necesita un mínimo de capacidad de pensamiento para entender que implementando lo mejor de las diferentes posturas ante el mundo, es que podemos aspirar a la perfectibilidad de nuestras sociedades. De allí que los matices y la multiplicidad de colores son la esencia de la vida. El pensamiento dicotómico nos hace lastimosamente imbéciles y aunque no vivimos actualmente en las cavernas y estamos rodeados de concreto, existen elementos de racionalidad mínima propios de lo humano, que necesariamente deben escalar sus propios espacios en la extravagante dinámica del siglo XXI. Lo contrario es permanecer condenados a ser tozudamente torpes y trágicamente menguados. La educación, o sea, la reflexión reiterada y cuestionadora, puede propender a desmontar el pensamiento dicotómico y mostrarse como una solución para minimizar las posiciones fanáticas e intolerantes.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 13 de julio de 2021.
Mis respetos doctor, como es habitual, sus opiniones son enriquecedoras. Un solo comentario a lo que aquí expone: no existen la o las 'raza(s) humana(s) ', tal como lo expresa en su articulo:"eso es raro en la raza humana." Los seres humanos, no somos una 'raza', tal término, hasta donde conozco, ha sido eliminado de la taxonomía.Cordial saludo.
ResponderEliminarMuchos saludos y gracias por el comentario, Héctor. Te envío un enlace en donde toco el tema. Es un asunto que aparece en varios de mis trabajos.
ResponderEliminarhttps://perezlopresti.blogspot.com/2017/10/el-dia-de-la-raza-humana.html
Interesante artículo amigo. Reveladora visión de entendimiento y satisfacción para un tipo como yo, al que los chavistas llaman escuálido y los escuálidos llaman chavista. He mirado reflexivamente como el devenir de nuestro mundo se atrofia en dos premisas de convivencia. Izquierda y derecha. Saludos desde Mérida
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