martes, 8 de junio de 2021

La demencial tesis del Eterno retorno

 


Tengo trabajo y llueve sin parar nuevamente. El pavimento está peligrosamente mojado. Panta rei, en griego “todo fluye”, es la fórmula expresiva del pensamiento de Heráclito: Todas las cosas se mueven incesantemente y nada está quieto. Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río, porque su permanencia es solo aparente; en realidad, el agua que lo constituye nunca es la misma y tampoco somos los mismos cuando intentamos cruzarlo. La realidad es un proceso de mutación eterno producido por el conflicto de elementos contrarios. “Las cosas frías se calientan, el calor se enfría, lo húmedo se seca, lo que está árido se humedece; la madre de todos los asuntos es la guerra”. Según las afirmaciones de Heráclito, en todas las cosas se esconde una lucha de contrarios. Es la esencia de la vida, para quienes nos sentimos embelesados por sus ideas.

Preguntas recurrentes sobre el devenir

¿Cuándo acabarán los problemas? ¿Por qué las cosas son así? ¿Pasará algo mejor? ¿Por qué me tocó a mí? Las respuestas pueden ser tan tajantes como desconcertantes: En todo momento están ocurriendo cambios, mucho más si se trata de la dinámica propia de la vida en sociedad. El problema de los cambios sociales es que el cronómetro humano pareciera no tolerar la velocidad con la cual los asuntos se van modificando y en gran parte de las veces, no ocurren los cambios tal cual como los esperamos. Cuando Heráclito simbolizó el devenir mediante el fuego, debemos tener presente que es precisamente el más inestable de los elementos: Como calor es principio de vida; como luz, se difunde por todo el cosmos, como llama, transforma lo que alcanza. Cualquier transformación de la materia presupone una intervención del fuego. No hay que hacer un gran esfuerzo para comprender que, entre los símbolos del devenir, Heráclito consideró “el dinero”. De hecho, la moneda de cambio no solo pasa constantemente de mano en mano, sino que también es capaz de expresar el valor de cualquier mercancía: “El fuego transforma todas las cosas y todas las cosas cambien mediante el fuego, de la misma forma que el oro transforma todas las cosas y todas las cosas cambian mediante el oro”.

El Eterno retorno: A Heráclito

Aunque Heráclito haya pasado a la historia como el filósofo del devenir, la crítica moderna ha desvelado un segundo aspecto de su pensamiento, una interpretación encantadora de la realidad conocida como la “unidad de los contrarios”. El devenir vendría a ser solo la apariencia de las cosas, detrás de las cuales se esconde una armonía más profunda, absolutamente abismal. La totalidad de los fenómenos permanece siempre igual a sí misma y cada pareja de contrarios forma, en realidad, una unidad indisoluble. “El camino hacia arriba y abajo es uno y el mismo”, afirma Heráclito; es decir, si se observa con atención, cada subida es, al mismo tiempo, una bajada. Cuando una persona dice que a título personal no se merece lo que le está ocurriendo no puedo dejar de creer que en realidad sí se lo merece, porque forma parte de esa unidad en la cual la existencia de un principio se acompaña de la presencia de su contrario, configurando una unidad. Los pueblos vamos creando nuestro propio devenir y no se puede esperar que los resultados de ello sean diferentes de lo que vamos construyendo y destruyendo cada día. El caso de nuestras vidas o nuestras sociedades es la consecuencia de acumulación de las más disímiles formas de conducción que tarde o temprano tendrán que equilibrarse, por un tiempo, para generar ciclos que son unidades en sí mismos.

Parasitismos y equilibrios

Desde la vinculación disparatada con el concepto de trabajo hasta el fomento de las más estrambóticas maneras de parasitismo social, el caldo de cultivo de lo que somos nos llevó inevitablemente a consolidar las sociedades desestructuradas que hemos venido edificando. No fue el azar lo que nos trajo hasta acá, sino un gran esfuerzo obstinado por crear la realidad en la cual nos encontramos. El día (o el bien) existe únicamente en virtud de la noche (el mal) y la salud no sería apreciable sin la enfermedad. De ahí que el mundo, aparentemente dominado por el desorden, revele en cambio una lógica interna; justamente para definir esta suerte de ley secreta de la armonía, Heráclito utilizó por primera vez el término “logos”, que lleva a convertirse en el rasgo característico de lo más depurado del pensamiento occidental. La doctrina del devenir de Heráclito es una idea filosófica de larga data que marca el principio de todos los intentos de explicar las transformaciones de la materia y de la naturaleza del movimiento y se encuentra presente incluso en pensadores aparentemente alejados de su problemática. ¿Acaso lo que vivimos cada día no es una suerte de contraposición de contrarios que inexorablemente, y aunque nos cueste apreciarlo, cada día conduce a cambios que ocurren con una notoriedad que no percibimos, pero sin embargo siguen ocurriendo? 


Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 08 de junio de 2021. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario