Latinoamérica,
América Latina, Hispanoamérica, en fin, como se llame, es centro de magnas aventuras y desventuras del mundo contemporáneo. Representa el sitio de los más
grandes contrastes en relación con estilos de vida; en este lugar del planeta
surgen por minuto las más fanatizadas formas de interpretar la existencia y el
pasado no termina de cuajar, comportándose como una bola de plomo que impide
que se arribe a un ansiado futuro de certezas y se logre mitigar un poco la
exaltación de las pasiones. En esta parte del orbe, bien podemos encontrar en
el mismo lugar y de manera simultánea, las más elevadas expresiones de lo
civilizatorio y los más enconados y arcaicos puntos de desencuentro de vetustas
ideologías que fosilizan el pensamiento por contacto visual.
El
palacio era de sangre
Con
sangre de buey y cal está pintado uno de los despachos presidenciales más
simbólicos del continente y hablar de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre,
José de San Martín, Andrés Bello, Simón Rodríguez, José Gregorio Hernández, Eva
Perón, Rómulo Gallegos, José Antonio Ramos Sucre, Agustín Lara, Armando
Reverón, Fernando Botero, Julio Cortázar, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez,
Mario Vargas Llosa, Rómulo Betancourt y tantas pero tantas personalidades que
han marcado el rumbo de lo más elevado y básico de la cultura occidental es
converger en el gran lugar en donde lo emocional pasa a mezclarse con ataques
de racionalidad impoluta. En esta parte del planeta, sangre, sudor, semen,
lágrimas, barro y pólvora, forman el ambiente de la cotidianidad y no es
inusual despertarse con la convicción de que la nación en donde uno vive ha
sido declarada un estado fallido o se desata una trifulca callejera que bordea
los límites de una guerra civil. Esa es la región en donde estamos parados, un
sitio en donde las furias surgen con la fuerza explosiva de los volcanes y lo
simple puede transformarse en lo más complejo en un abrir y cerrar de ojos. Eje
de los más incongruentes contrastes, por épocas parece el continente de la
esperanza y por ciclos, lo desesperanzador parece salirse con la suya. Se
venden boletos de entrada para quienes no quieran morir de aburrimiento.
Seducciones
clásicas
En
este sitio de la tierra la seducción es solo una manera de vincularse, en donde
lo discursivo tiene en ocasiones tal fuerza que se logra voltear lo real en el
imaginario colectivo. La palabra supera la realidad y existe la necesidad y
goce general de ser enamorados por las imágenes auditivas. Las voces de los
juglares, de los cuentacuentos callejeros, de los escritores de novelas, que
por plata hacen telenovelas de amores pesados por lo insuperable de sus
enredos, la discursos políticos, que no valen nada en realidad pero que cuando
alguno logra edulcorar su prédica es capaz de movilizar las más singulares
sentimientos, los vocablos de los embaucadores, de los mercachifles callejeros,
de los sofistas de la cotidianidad, de quienes salen a la calle a comprar algo
y terminan vendiendo, las señales de los paqueteros, de los tramposos, de
los alucinados, de quienes se creen santos y tal vez lo sean, de las personas
más malas del mundo, de los grandes aventureros, la palabra que es más fuerte
de aquellas voces de Sirena que tentaron al mismo Ulises y terminaron por dejar
de ser nómadas para hacerse sedentarias para siempre en América Latina. La voz
del narrador radial de fútbol que es capaz de transformar el partido más
aburrido de la historia en una falaz confrontación que puede llevar a quien lo
escuche a experimentar un ataque cardíaco. La letra seductora de los grandes
poetas y compositores musicales. La palabra de los boleros y de las más
románticas baladas.
Desde
arriba hasta abajo
En el territorio de lo improbable, cualquier lugar nos puede parecer propio. Desde México hasta la Patagonia, con el Pacífico y Atlántico de cada mano, el mar Caribe es el colofón de los lugares supremos, en donde cada día con sus noches puede convertirse en una interminable fiesta mientras la locura no se halla ajena de lo cotidiano y el dios Baco dejó de ser romano por aburrimiento para volverse caribeño por naturalización y en un malabar propio de quien no para de reír, cambió el vino por ron. ¿Quién puede contener tamaña expresión de pulsiones y afectuosidades? En esta parte del planeta, cualquiera puede morir de amor ya sea por la mirada cautiva de quien es seductor por naturaleza o por la navaja afilada de quien se deja llevar por la locura de las sospechas. La seducción está tan presente en algunos lugares de este territorio que se generó una atmósfera de arte en donde para competir por aquello que nos apetece, habremos de desarrollar las más delicadas estratagemas y los más feroces combates de la cotidianidad. Tal es la fuerza pasional que nos mueve, tal es la confluencia de linajes de los cuales estamos hechos. Así somos y por largo rato seguiremos siendo, quizás por los siglos de los siglos. Que así sea.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 22 junio de 2021.
Así Somos, exactamente. Y de ello devienen todas las sorpresas,los aciertos y aconteceres de un pedazo del mundo donde *nunca se sabe*.Para bien o para lo que sea, hijos de la incertidumbre.Gracias por su paseo por esa realidad, asi el Dr Quiroz hable de realidades y mis respetos a los dos en eso.
ResponderEliminar