Por
más que tratamos de entender nuestro propio tiempo, el mismo siempre nos va a
ser ajeno. El hombre no comprende la contemporaneidad en la cual vive por
varias razones:
1.La contemporaneidad
es en esencia cambio en función de presente y esos cambios son de carácter
generacional. Conforme aparecen nuevas generaciones, aparecen nuevas
necesidades. 2.En realidad las generaciones aspiran a los mismos cambios desde
que el mundo es mundo, una apuesta por tener mayores derechos y menos deberes.
3.En la medida que el tiempo va pasando, van surgiendo grietas en el tejido
social que con mucha dificultad somos capaces de percibir. Eso impide que
podamos prever las consecuencias de los cambios y tomemos las medidas
pertinentes para atender las desviaciones sociales a tiempo con el fin de
enmendar lo que tuviese lugar. De ahí que el hombre, en cualquier tiempo ha
sido ajeno a su propia contemporaneidad, más aún en los tiempos que corren con
las variables que modificaron de golpe y porrazo los estilos de vincularnos
entre nosotros en el siglo XXI.
Lo pre
contemporáneo
Lo pre
contemporáneo es lo histórico, que en realidad es historiografía. En otras palabras,
lo que entendemos por historia es la recreación interpretada y potencialmente
adulterada de quienes se consideran que son los guardianes del pasado. De ahí
que no haya una historia sino múltiples maneras de posicionarse ante el pasado,
sea para reverenciarlo, intentar replicarlo, denostarlo, tratar de hacerlo
desaparecer o mutilarlo. El pasado de alguna manera nos persigue, tanto por su
condición inasible como la real. En cualquier
circunstancia, del pasado se podría aprender y del pasado se podría
malinterpretar lo que somos. Lo historiográfico, al adquirir una dimensión
interpretativa, se vuelve subjetivo. Muchas veces hacemos del pasado un reducto
de cómo nos gustarían que hubiesen sido las cosas o expresamos la
disconformidad con las mismas. Lo cierto es que el pasado ya ocurrió y
paradójicamente está siendo recreado cada día con nuevos y extraños alegatos. En
términos generales se esboza la idea de que “todo tiempo pasado fue mejor”, lo
cual es una generalización que no podía aplicarse en cualquier ámbito, sino en
función de situaciones y lugares concretos.
La post
contemporáneo
Lo
post contemporáneo es el futuro y si hay un oficio especulativo es el de
futurólogo. Podemos esbozar nuestras creencias de lo que va a ser el futuro
basados en premisas que deben tener asidero en la realidad. Por ejemplo,
podríamos hacer ciertas proyecciones de carácter económico para corto y mediano
plazo, pero no a lo largo del tiempo. Así en todos los ámbitos: Relaciones
interpersonales, aspectos de nuestra vida laboral, los temas relacionados con
la salud y, a fin de cuentas, hasta en función de asuntos atinentes a las
costumbres que se asoman por venir. La concreción de todos estos aspectos es
más de carácter etéreo que tangible. Del futuro nos puede esperar cualquier
extraña sorpresa y la muestra más representativa es la pandemia que azota a la
civilización en el año 2020. ¿Quién podía predecirlo? Es la insólita materialización
de todos los potenciales temores que podrían ocurrir en un tiempo determinado. Precisamente
en este terreno de tratar de desanudar lo que no existe y construir a
mandarriazos lo que queremos llegar a ser, se nos va la vida y se cometen los
más estruendosos yerros.
Lo
contemporáneo
Lo
contemporáneo es el tiempo que estamos viviendo y que no podemos comprender.
Carecemos de las piezas completas para armar el rompecabezas del presente y a
duras penas podemos hacer planes puntuales para asuntos atinentes a nuestras
necesidades más prestas. Somos ajenos a lo que ocurre porque generalmente
desconocemos los elementos que se mueven tras los bastidores del gran teatro
que es la vida en sociedad. Han sido muy encomiables los logros civilizatorios
y reivindicaciones en derechos civiles alcanzadas en el siglo XX y lo que va
del XXI en algunos lugares de occidente. En oriente las cosas son distintas al
punto de que en gran parte de la tierra lo religioso y lo político siguen
funcionando en forma similar. Lo que sí creo que tiene cabida en cualquier
tiempo y lugar, sea en relación con el pasado, al presente y al futuro es el
crítico social.
El crítico social es y ha sido (esperemos que lo siga siendo) una suerte de elemento que advierte o trata de hacer entender a los demás los asuntos que potencialmente están mal en el nicho de lo gregario. El crítico social es por antonomasia contracorriente y tiende a alejarse de las manadas. Quien ve a la sociedad con la intención de tratar de comprenderla es siempre un elemento que ha de ver lo oscuro en su ancha plenitud. Potencialmente será fuente de adoración y rechazo simultáneamente y habrá de entrar en una dimensión controvertida con lo mediocre y malsano. Si llegase a desaparecer, se esfumaría la esencia del individuo, de lo más granado de lo civilizatorio.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 01 de diciembre de 2020.
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