No
deja de ser apasionante el estudio de los basamentos de la Universidad Autónoma
venezolana. En términos generales, se hace un gran énfasis en señalar que la
Universidad requiere de autonomía para:1. Hacer un manejo independiente de los
recursos económicos que recibe del ente que la financia (en nuestro caso el
Estado benefactor y rentista). 2.Tener la posibilidad de elegir las autoridades
por los miembros del claustro, los cuales son los profesores y los estudiantes.
Este precepto es claramente vulnerado en el hipotético caso de que obreros y
empleados tuviesen un poder igual afectos de validar con el voto el
funcionamiento universitario. 3. Decidir cuál es el conocimiento en el que se
invierte, el cual, por sentido común, además de su carácter universal, suele
tener un carácter utilitario en relación al bienestar social.
4. Lo
más importante y a lo cual deben derivar los tres enunciados anteriores: La
libertad de cátedra, que es en sí el espíritu de la universidad y cualquier
otro elemento debe ser subordinado a este. Entendiendo por libertad de cátedra
el estimular y proteger el pensamiento que se genera en la Academia y defender
los derechos del docente que lo preconiza.
El
caso venezolano, como casi todo lo venezolano, está estrechamente vinculado al
petróleo desde que hizo su aparición. La movilización social que se produce en
la Universidad Autónoma venezolana de carácter gratuito e igualitario es tal
que durante más de medio siglo la gente de los más disímiles confines tuvo una
movilización social asociada a aceptables niveles de vida en donde las
posibilidades de perfeccionar los estudios en multiplicidad de centros a nivel
mundial no hubiese sido ni siquiera una fantasía de no ser por la
extraordinario riqueza petrolera y su inversión en educación. Entender que el
país dependiente de la renta petrolera hizo buen uso de ella en materia
educativa, es una paradoja perfecta. El petróleo también ha sido la sombra que
marcó los destinos del país. Es nuestra gran riqueza que terminó por generar
directa e indirectamente pobreza.
El
anecdotario de cada persona nos da muestras de las múltiples experiencias
personales de vinculación con la Universidad Autónoma venezolana. Mi padre se
crió en una aldea del estado Lara llamada Pozo Arriba, que difícilmente puede
aparecer en algún mapa. Durante su infancia fue pastor de cabras en ese
caserío. De ese sitio salió mi padre, quien tuvo acceso a los estudios
universitarios en la ciudad de Mérida. La Universidad de Los Andes le dio una
beca, residencia, y transporte. En relación a la comida, mi padre prefería el
comedor popular que el de la universidad.
Beneficiado
con una beca, trataba de ahorrar un tanto para enviarles mensualmente a sus
padres en Lara. Una vez concluidos sus estudios universitarios como Ingeniero
Forestal, concursó y se comenzó a desempeñar como Profesor ordinario, pudiendo
lograr estudios de alto nivel en la Universidad de Syracuse, del estado de New
York en los Estados Unidos, especializándose como botánico. De ahí que parte de
mi infancia fue en el país del norte, donde vivimos durante varios años. Esta
es solo una muestra del infinito poder de movilización social que ejerció la
Universidad y de cuánto se modificó de manera positiva el país gracias a su
existencia.
La
vinculación entre los centros de estudios y las fuentes de la cual obtienen sus
ingresos ha sido motivo de explicación de los altibajos que inevitablemente han
tenido los centros académicos en el curso del tiempo. De tal relevancia es esta
cuestión, que la aparición o desaparición de instituciones que cuiden el
pensamiento libre ha fluctuado con relativa frecuencia en el curso de la
historia. Llama la atención el particular manejo que se hace sobre el
conocimiento en occidente durante la Edad Media, tiempo en el cual la Iglesia
es el mentor de los centros de estudio, su custodio y por supuesto su censor.
La
sociedad venezolana llegó a tener la confluencia de las más puras y mejor
preparadas generaciones desde el punto de vista intelectual. La aparición de un
modelo de sociedad con una estructura diseñada desde el Estado, a la par de una
comunidad altamente desarrollada, no es un fenómeno nuevo en la historia. Ha
ocurrido desde que se crea la filosofía en Atenas y en la Alemania pre Nazi,
solo para citar un par de ejemplos. Pareciera que, en ocasiones, los altos
niveles de desarrollo de una sociedad son a la vez una suerte de presagio de su
decadencia. La masiva migración de venezolanos a múltiples lugares del planeta
ante los temores de los caminos por los cuales podría transitar la patria
probablemente supere el 10% de la totalidad de los pobladores de nuestra
nación, siendo parte de esta estampida lo más selecto de la intelectualidad del
continente, formada en nuestros excelsos centros de estudio. Abordar el tema de
la Autonomía es siempre un campo para exponer propuestas y potenciales deseos
de perfeccionamiento de la misma.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 02 de marzo de 2018.
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