Señala
Marcel Proust: “cada lector, cuando
lee, es el propio lector de sí mismo”, pues es precisamente aquello que el
escritor logra remover en el mundo interior del lector lo que le permite
admirarlo (incluso creer que lo comprende), ya que cuando se lee a un autor,
volcamos nuestro propio mundo en cada texto. Por ello, la lectura propende a ser interpretada,
o sea falseada.
Entre los elementos llamativos de la obra del filósofo alemán Friedrich
Nietzsche, se encuentra en hecho de que su legado ha sido abordado desde
perspectivas muy disímiles, hasta el punto de que el Nacionalsocialismo lo usó
como “mentor” y los abanderados del Postmodernismo hacen de su obra la brújula
que condiciona sus pasos. De hecho, el célebre libro Así habló Zatathustra
comienza con la frase “Un libro
para todos y para ninguno”.
Existen varias razones que explican por qué Nietzsche ha sido interpretado de
diferentes formas, pero a mi juicio el motivo fundamental que determina este
hecho es que gran parte de la obra de este escritor y filósofo, fue elaborada
de manera “artística”. Cuando se trata de exponer una serie de ideas utilizando
recursos poéticos, simbólicos y de connotada belleza estilística, la obra suma
en lo que respecta a calidad y riqueza, pero se hace más ambigua al momento de
ser interpretada, puesto que ya de por sí el lenguaje llano y sencillo se
presta a confusión e invenciones.
En realidad nadie logra transmitir lo que quiere sino que ineludiblemente
va a ser interpretado, muchas veces de
forma “acrobática” e incluso disparatada. El lenguaje, a fin de cuentas por más
transparente que pretenda mostrarse, tiende a ser fuente de malos entendidos.
Nietzsche, por encima de cualquier interpretación, ancla su pensamiento en un
ideario de inclinación preplatónica. De allí su crítica a los que hacen de la
metafísica el corazón de la filosofía. Por otra parte y de manera
complementaria, se dedica a cuestionar el origen de la moral, por consiguiente
es uno de los más acérrimos cuestionadores del pensamiento religioso,
particularmente del cristianismo, lo cual lo ubica en un terreno deslumbrante,
ya que toda su obra es un canto a la vida, pero por encima de todo, una
apología a la transgresión del pensamiento consensuado al punto de que termina
proponiendo la idea de que el hombre debe ser superado en lo que constituye un
proyecto de carácter político caracterizado por el hecho de que el individuo
debe ir más allá, a la dimensión de “superhombre”: Gran herencia, que coloca a
Nietzsche en tierra.
He sido intérprete y también "acróbata" sin poder evitar a veces un sentimiento de culpa, pero al rato se me pasa porque comprendo que forma parte de la supervivencia del pensamiento humano. Un abrazo, pertinente reflexión
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