Dedicado a mi esposa Denice Fernández, celebrando los
primeros veinte años de casados.
Hace
días tuve el honor de ser invitado a dictar una conferencia acerca del “amor de pareja” en el
postgrado de endocrinología de la Universidad de Los Andes de Mérida. Expliqué
conceptos imbricados a esta expresión y señalé algunas estadísticas sobre cómo
interactúan en términos generales las parejas en el siglo XXI. El asunto de la pareja ha sido tema de interés en mi vida
no sólo desde el plano personal, obviamente, sino como objeto de estudio
académico y desarrollo de ideas que he podido plasmar en mi libro Psicología. Lecturas para educadores
(Consejo de Publicaciones de la ULA. Reimpresión 2015).
Al
finalizar mi exposición, luego de la ronda de atinadas preguntas, una joven médico se acercó y me dijo en voz
baja: “Para mí la idea de vivir
en pareja es confusa e inconcebible” y se marchó cabizbaja del auditorio.
Tratando
de entender el extraordinario concepto de amor de pareja, me he paseado desde
hace tiempo por el estudio de mitos antiguos, pasando por los griegos,
aterrizando en los clásicos de la psicología y merodeando el pensamiento
filosófico. En ese último campo me encontré con dos destacados hombres de ideas
que se refirieron al tema desde perspectivas antagónicas que vale la pena
señalar.
El
primero es el destacado Bertrand Russell, quien señala que
“…el amor es buscado, en primer
lugar, porque procura éxtasis, alivia la soledad y evita que la conciencia del
hombre se estremezca por el abismo frío e insondable, carente de vida”.
Viniendo de un hombre que se casó varias veces en su vida y tuvo reputación de
mujeriego (al
punto que se conocieron sus amoríos con esposas de colegas y de importantes
políticos, así como numerosas jovencitas deslumbradas por sus dotes
intelectuales, entre otros atributos), le dieron un perfil terrible y cínico en
lo que respecta al “amor de pareja”. Esta
percepción fatalista, efímera y utilitaria de las vinculaciones
interpersonales, creo que ha marcado a un sinfín de personas, como por ejemplo
a la joven que acudió a mi conferencia.
El
otro autor que ha hecho un aporte extraordinario en lo que se refiere al tema,
es el madrileño José Ortega y Gasset, quien entre otros méritos está el de
haber sido un articulista extraordinario a lo largo de toda su vida, tanto que el
grueso de su obra es escritos periodísticos o ensayos breves. Ortega ha tenido
una gran influencia en el pensamiento hispanoamericano y con el tiempo su obra
se ha venido agigantando. Estudios sobre
el amor es un texto de su autoría cuya lectura me atrevo a recomendar a
todo el que se interese en este apasionante tema, con un nivel sobrio, sencillo
y elevado, completamente distanciado de los banales textos de autoayuda. Son
ensayos amables, que le dan forma a múltiples ideas que giran sobre la pareja,
tanto ayer como hoy.
En
lo personal pienso que existen algunos elementos (entre otros) que permiten que
un par fluya con armonía:
1)
Pareja es “afecto sexual”. Si no funciona como tal, no es pareja o deja de
serlo.
2)
La palabra “crisis” proviene del verbo griego kríno, que significa “separar”, “limpiar”. Etimológicamente la
“crisis” es el momento “crítico” en que se separa lo puro y lo limpio de lo
impuro y lo sucio. Se utilizaba para designar el proceso de limpieza del trigo
y otros cereales. De ahí que la dupla sólida es aquella que sigue cultivando el
amor, a medida que pasa el tiempo y enfrentando las vicisitudes propias de la
vida. Sólo existen parejas fuertes cuando sobreviven a los acaecimientos.
3)
La idea de pareja como “movilización sentimental positiva” induce a que se
mantenga vivo el deseo de que no se pierdan las bases que la sustentan.
4)
La ridícula idea de que la gente se casa “para ser feliz” es un plomo en el ala
de toda relación que se desee cultivar. Lo que llamamos “felicidad” no depende
de otro.
5) Hay gente que no puede (ni debe) vivir en pareja porque su naturaleza no se lo permite. Es posible que la persona que considera el asunto como algo “…confuso e inconcebible” sea una de ellas. La aceptación de ciertas condiciones, como el sobreponer “en ocasiones” los intereses del ser amado por encima de los nuestros es uno de los puntos cardinales que someten a prueba esta incomparable forma de amor.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 02 de agosto de 2015.
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