Una amiga me señalaba que tenía
dos temores que la marcaban, el hacer el ridículo y el de fracasar. Lo he
escuchado tantas veces que de tanto amasarlo, podríamos considerarlos dos
temores clásicos y generalizados.
Temor a hacer el ridículo
Es bastante improbable que se
pueda llegar a metas sin parecer que somos un tanto extraños, potencialmente
inadecuados o que estamos completamente fuera de lugar. Mientras mayor sea
nuestro nivel aspiracional en relación con las metas que aspiramos concretar,
más destacamos en el contexto de la manada y podemos parecer raros a los demás.
Esa misma rareza es la que hace posibles cosas tan deseables como el buen liderazgo
o la capacidad de innovar. El temor que muchos tienen de hacer el ridículo ante
el ojo ajeno es como la bola de plomo que limita nuestros movimientos en la
cárcel de las convenciones. Vencer este temor es imprescindible para tratar de
trascender en la cotidianidad de los días.
Temor al fracaso
En realidad, visto de manera
puntillosa, no se fracasa. A lo sumo podemos ir dando tumbos obteniendo
resultados que no queremos o que no esperamos. El “fracaso” es un término de
carácter condenatorio que lejos de aclarar, conduce a generar una visión
catastrófica de cuanto nos ocurre. En la amplia gama de resultados que la vida
nos conmina a tener que aceptar, la variedad de matices es enorme. Si lo
miramos con la retrospectiva que da el tiempo, es posible que, si miramos bien,
muchos supuestos fracasos fueron en realidad grandes avances en nuestras vidas.
Certezas placenteras
La sensación de tranquilidad
que genera el estar apegado a un sistema de creencias rígido es más atinente a
la necesidad de estar envuelto en el confort que en la posibilidad de llegar a
pensar con inteligencia. Los recetarios de ideas o creencias inexorablemente
están reñidos con la persona que se atreve a abstraerse en los laberintos de
las ideas.
Muy adorable incertidumbre
La incertidumbre, lejana al
confort y a la aquiescencia, es la chispa que enciende la mecha del hombre de
pensamiento. La vacilación intelectual es capaz de movilizarnos por dentro y
puede llevarnos a los caminos del ordenamiento del pensamiento, lo cual
finalmente hace que nos cuestionemos esos espacios oscuros que necesitan ser
iluminados. Esa incertidumbre, que podemos abrazar con entusiasmo, es la energía
que se necesita para cavilar una y otra vez cada día que asomamos en nuestro mundo
interior, la necesidad de transitar la existencia con entusiasmo y creatividad.
Publicado en varios medios de
comunicación a partir del 26 de marzo de 2023. En el diario El Universal de
Venezuela el martes 28 de marzo de 2023.
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