Hay conversaciones
de sobremesa que bien pueden arruinar un almuerzo. Después de los expertos en
vacunas vinieron los eruditos de la guerra. Es que tanta chapucería termina
produciendo un poco de grima por no decir desprecio. La ignorancia y la
frivolidad tiene las más extrañas maneras de presentarse entre nosotros. Que se
le vean las costuras no es tanto el problema. Lo que cuesta asimilar es el goce
que produce en algunas personas lo que de lejos luce inhumano. El goce por lo
malsano pareciera ser el norte de muchos.
Modas que vinieron
para quedarse
Hay expresiones de
gran fuerza social que se posicionan y quedan instaladas para siempre entre
nosotros. La idea de que ciertos aprendizajes masivos solo son modas pasajeras,
más que una interpretación del fenómeno, son evidentes intentos de negar lo que
ocurre. No son modas, nada qué ver. Son maneras de interpretar la vida que
tienen tanta fuerza que se instalan en el corazón de un conglomerado para
siempre. Que un pequeño grupo se enquiste en el pensamiento civilizatorio no es
nuevo y mucho menos inédito. Son ciclos que tienen su luminosidad y su miseria.
Al final de la historia, tal implica cual.
Debates exprés
Estoy en un montón
de grupos de WhatsApp. La temeridad con la cual se hacen algunas aseveraciones
puede aturdir. También es una escuela acerca del enorme caleidoscopio de lo
humano con sus cosas buenas y malas. La eterna historia en la cual luchan
quienes intentan salvar al ahogado y quienes apuestan porque se termine de
hundir. Lo humano, pues. En esos grupos pareciera que se decantan las más
genuinas expresiones en las que se entremezclan lo argumentativo y las
vísceras, con sus alturas y bajezas. Así somos. Hay grupos que parecen eternas
peleas de perros. Con la diferencia que solo se muestran los colmillos y se
puede llegar a herir o enemistar con la ligereza que da la distancia. Sin mirar
a los ojos se intenta destruir castillos con sus respectivos reinos. Otros
grupos se tratan de mostrar más civilizados, en los que no parecieran seres
humanos quienes emiten sus opiniones, sino máquinas que esbozan pensamientos o
auténticas prédicas que intentan posicionarse como dogma de fe.
Vida y
trascendencia
Un muy buen amigo, con estoicismo inmaculado, se despide de este mundo. Rodeado de su esposa e hijos, me llama para saludarme por última vez. Le doy las gracias por haber compartido su tiempo conmigo y a falta de un abrazo, por encontrarnos en dos continentes distintos, la despedida logra su cometido. Mi amigo dejó una buena huella y legado. No sé si decirle adiós o hasta luego. Deséame buen viaje, me dice y soluciona el dilema. En ocasiones, la vida se antoja breve. En el sur del sur del mundo pareciera que no escampa. Tal vez este tiempo invernal, que antes me parecía infernal, es solo una invitación de la vida para apreciar los buenos momentos.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 12 de julio de 2022.
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