Sueños
prometedores y pesadillas que asustan pueden que aparezcan en nuestras vidas.
Tal vez lo más importantes es despertar del mundo de las ensoñaciones. En eso
de ir y venir de un lado para otro, vamos aprendiendo cosas insospechadas y
dejando atrás muchas certezas que solo conducían a callejones ciegos. Ese ir y
venir de enseñanzas y aprendizajes a medias se va acentuando conforme pasa el
tiempo y sin ánimos de ser un aguafiestas, terminamos por ser descreídos.
Nihilistas felices a veces chapoteamos en las aguas de la existencia sin mapa
ni brújula en mano, guiados solo por cierta intuición, sin la cual la vida es
difícil de enfrentar.
Hermanos,
amigos de la vida y afines
Agradezco
a quienes me han venido acompañado en la travesía. En ocasiones he tenido el
mal tino de confiar en canallas y desconfiar de bondadosos, pero en general, la
puntería ha sido buena. He podido cultivar más amigos que dedos de la mano, los
cuales han superado el paso del tiempo y de las vicisitudes propias de
respirar. Hermanos de la existencia, compañeros de luchas contra la noche han
estado a mi lado desde hace un montón de años. De ellos sigo aprendiendo y con
ellos sigo contando para las muy buenas, las buenas, las malas y las muy malas.
La solidaridad y el afecto es recíproco. De ese grupo de hombres y mujeres me
he enriquecido y espero al menos haberlos divertido un poco. Una vida llevada
de la mano con ellos para alcanzar un grado de satisfacción del cual puedo
ufanarme: Derrotados por dragones imaginarios y venciendo monstruos marinos, de
eso más o menos va la cosa, cuando no de disfrutar de límpidos arroyos de
montañas e inéditos verdes que la naturaleza tiende desbordar.
Nuevos
atardeceres, espacios compartidos, otros
En la
extremadamente incierta ruleta de la vida siempre son bienvenidos los
atardeceres. Sin o con sol poniente, no tengo discrepancias con la bruma. Si
alguien me pregunta con qué me quedo en estos años de existencia, sin dudas
tendré que señalar dos elementos claves del espectro. Las extraordinarias personas
a las que he depositado mi afecto y los lugares que he visitado. Creo que con
esos dos está completo el espectro en su comienzo y en su fin. En el intermedio
estará presente el motón de libros que leí, los que alguna vez pude escribir,
las películas que disfruté y las atrevidas manifestaciones del arte con las
cuales me vinculé. Esa capacidad de ser atrapado por lo artístico me lleva de
una a otra reflexión y de eso va el corazón de estas líneas. ¿Qué es la
capacidad de disfrutar sino la posibilidad de convertirnos en intérpretes de
primera mano del ombligo del mundo? ¿Cómo decir que vivimos con intensidad si
no nos atrevimos a explorar los insondables caminos del amor?
El
ombligo del mundo y sus circunstancias
Cada
ser va desarrollando una visión de las cosas que tiene que ver con los juicios
y los prejuicios que se va formando conforme va creciendo. Crecer es aferrarse
a creencias y desprenderse de creencias, siendo el filtro para ejecutar ese
malabar nuestra experiencia personalísima de vida. Es difícil creer en
espectros cuando ha corrido un tanto de agua en nuestras vidas. Ese mirar e
interpretar el ombligo del mundo pasa por adentrarnos en nuestro propio
ombligo. Si la necesidad es muy grande, el ombligo del mundo se comparte y a
ese acto maravilloso lo llamamos arte.
El poder disfrutar de lo que el otro intenta decirnos desde su mundo
interior y poder mostrar nuestro mundo interior a otros es conectarnos por un
vínculo de infinitas posibilidades en el que, sin sospecharlo, estamos más
hermanados de personas que desconocemos que lo que podemos llegar a creer. Tal
vez la vida no sea sino la posibilidad efímera de cantarle a la esperanza.
Recuerdo los tiempos en que viví el mundo perfecto, en donde desarrollé un
potencial que por puro goce logré compartir. De ahí salió casi una docena de
libros de mi autoría que no sé si desaparecieron del mapa o los asumió algún
grupo cercano. Tal vez el cronómetro me permita seguir escribiendo desde mi
ombligo: Oficio que exorciza y demoniza. Se es artista en la medida que se
interpreta al demonio y al ángel, en la medida que el buen juicio y la
capacidad de compartir la palabra fluya. Creo que más o menos de eso se trata o
estoy cerca.
Desarraigo,
arraigo, desarraigo
Nunca
pensé que un barco podía salir de un puerto tantas veces y encallar tantas
veces. Pues de eso más o menos parece que va el asunto y desde que salí de mi
última burbuja, luego de recorrer algunos curiosos lugares, la palabra
desarraigo y arraigo me son comunes de tanto escucharlas en mis nuevos compañeros
de inéditos viajes. Como si el desarraigo fuese una instancia natural al que
hay que llegar para poder hallar lugares que nos den la certeza de estar
arraigados. Aparentemente siempre volviendo una y otra vez a nuestro propio
ombligo, principio y fin de nosotros mismos y de la capacidad de conectarnos y
comprender a los demás.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 30 de noviembre de 2021.
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