Seguimos
en plena pandemia. Tal vez el único antecedente parecido es la gripe española
hace 100 años, en la cual falleció más de cincuenta millones de personas. Podríamos
decir que como consecuencia de la actual situación se van a generar
espectaculares cambios civilizatorios, lo cual es una especulación que puede
fundamentarse en varios aspectos que hasta cierto punto se han vuelto un lugar
común en los círculos de pensamiento del planeta. Si la pandemia tiene fecha de
vencimiento es un asunto que desconocemos, sin embargo, pareciera que existen
algunas cosas que invitan a reflexionar cada vez con mayor solidez, tanto que podríamos
hablar de escenarios: Prepandemia, la pandemia y la postpandemia.
La
prepandemia
Antes
de la pandemia nos ufanábamos de lo rápido que se expandían los cambios propios
de le microtecnología y la “inteligencia artificial”. Las redes sociales y las
comunicaciones virtuales ya formaban parte de la vida en sociedad. Sin embargo,
las diferencias entre países y su capacidad de acceder a estas formas de
tecnología siempre estuvo limitada. Los adultos mayores tenían dificultades
para asimilar las nuevas herramientas tecnológicas y en materia educativa las inequidades
eran abismales entre la gente con posibilidades económicas para acceder a las
tecnologías contemporáneas y quienes por vulnerabilidad económica se
encontraban francamente en desventaja. Antes de la pandemia había movimientos
reivindicadores de minorías, algunos de los cuales actuaban de manera violenta
en su lucha por obtener sus derechos y de alguna manera, en occidente, se había
dejado a un lado el asunto de cumplir con los deberes. La palabra deberes había
caído en desuso.
La
pandemia
Desde
el comienzo, la virosis es manejada con torpeza ya proverbial. Se deja a
discrecionalidad de líderes erráticos el manejo de esta y las tres reglas
básicas: 1.Uso de tapabocas o mascarillas (elementos de protección personal). 2.lavado
de manos y 3.Distanciamiento físico, no se preconizaron con celeridad. En
relación con las medidas de confinamiento y cuarentena ya se sabrá más adelante
si se realizaron en el momento adecuado, si se habrán de realizar varias veces
o si no era necesario sobredimensionar la utilidad de estas. Simplemente no
tenemos el balance final y lo que se diga es especulativo.
Como
una paradoja muy cruel, se apuesta a que aparezca una vacuna, como si
estuviésemos en los tiempos de Edward Jenner o Louis Pasteur y lo peor de todo:
Fracasa el modelo de prevención, de manera que el nosocomio se vuelve el punto
más importante del asunto, dando mayor importancia a las unidades de cuidados
intensivos, relegando la atención primaria. Las más importantes revistas
científicas se equivocan al publicar trabajos de investigación y luego
controvertir el resultado de estos, lo cual, sumado a los disonantes discursos
de la Organización Mundial de la Salud, terminaron por confundir al mundo
entero. La revolución tecnológica da el gran salto cuántico y aparece el
teletrabajo y el contacto social virtual como elementos ya introyectados en la
cultura.
Postpandemia
Si se
llega a controlar la pandemia: 1.Porque aparezca la vacuna que dé resultados. 2.Se
desarrolle un tratamiento farmacológico y la detenga. 3.El virus perdiese su
enorme poder de contagio y letalidad o 4.Se contagiase gran parte de la raza
humana; sin lugar a duda que va a quedar una gran cicatriz. La recesión
económica, el desempleo, la delincuencia y la sensación del “sálvese quien
pueda” será parte de los vínculos interpersonales y lo humano quedará más
maltrecho de como ya venía. Tardará un tiempo en reponerse la civilización de
esta necesidad de salvación a cualquier precio y volveremos a los conflictos
bélicos de costumbre y a las calamidades que han acompañado al ser humano desde
que existe. Lo que parece haber triunfado de todo esto es la expansión de la
microtecnología como elemento que se posiciona por encima de otras dimensiones.
Especulaciones
ligeras
Con la pandemia aparecieron como monte los “pandemiólogos” y los relatores de autobiografías que no interesan a nadie porque cada uno trata de sobrevivir a su manera. Si los centros de poder van a migrar, si los Estados Unidos se va a debilitar, si van a surgir nuevas potencias o lugares de concentración de nuevos tipos de poderíos o si el virus se potencia o aparece uno peor, son solamente especulaciones sin mucho basamento, bastante emotividad y ligereza para tratar de darle forma a lo que está por venir. No se suele ser muy exacto en la futurología y los expertos en pandemia todavía no se han posicionado. Resurge, eso sí, la mezquindad que es parte de la sombra de lo humano y el deseo de pescar en tan inédito río revuelto, que con frecuencia recibe el eufemístico nombre de “reinventarse”, asunto por demás ausente de profundidad argumentativa, porque no es un cambio evolutivo lo que vivimos, sino un intento de sobrevivir y no siempre de la mejor manera.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 24 de noviembre de 2020.
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