George
Orwell es en realidad el seudónimo que usaba el escritor británico Eric Arthur
Blair, nacido en Motihari, India en 1903 y fallecido en Londres, en enero de
1950. Alcanza la trascendencia por dos de sus novelas: Rebelión en la granja
y 1984.
¿Por qué se sigue leyendo a Orwell en el 2020? Autodefinido como
un socialista demócrata, en Rebelión en la granja
hace una parodia sobre Stalin, la revolución rusa y su infinita degradación y
corruptela. En 1984 plantea el horror totalitarista en un futuro cercano
al tiempo en el cual lo escribió. Su inobjetable permanencia siempre me ha
parecido que obedece a dos factores:
1.Estas
dos obras, que bien pudieron haber sido ensayos, Orwell las elabora a través de
la narrativa, dándole una dimensión atemporal y universal que puede ser leído
por cualquiera en cualquier tiempo. El
convertirlo en novela, lo hace artístico, por consiguiente, más tendiente a ser
descubierta por una mayor cantidad de personas. En lo personal, considero que Rebelión
en la granja es incluso un texto de iniciación para la lectura de personas
jóvenes con inquietudes intelectuales.
2.Es fácil encontrar elementos tanto tangibles como simbólicos con los cuales nos sentiremos identificados. La sensación de injusticia que se va tejiendo en Rebelión en la granja deja de ser ficción y alegoría para convertirse en dura realidad que inexorablemente está viva ante nuestros ojos. Con las retorcidas aproximaciones a lo político, no es difícil darse cuenta que los totalitarismos tal como se vivieron en el siglo XX, se perfeccionaron y lograron convencer a los politólogos para caracterizarlos de manera más amable.
El
escritor y la conciencia colectiva
Para muchas
personas, cuando un escritor es reconocido y su obra se hace del dominio
colectivo, se genera la idea de que este ser, instruido y con capacidad de
expresar aquellas cosas que piensa y además de expresarlas de manera artística,
genera la reputación de ser conocedor o tener la pericia para interpretar y
plasmar aquello que lo circunda. No es raro que en las entrevistas que se les
hacen a los escritores reconocidos, por ejemplo, se le tienda a preguntar de lo
humano y lo divino, como si el escritor se convirtiese en un referente social
de los alcances de la cultura universal y las posibilidades de desarrollar un
entendimiento que no todos tienen. Al escritor reconocido se le suelen atribuir
capacidades y de una u otra forma entra al imaginario colectivo como símbolo de
sapiencia real e identificable.
El
miedo a los intelectuales
Al
hacerse de un grupo de personas que perciben en el escritor una figura
poseedora de un talento especial, entra en la atención de quienes esencialmente
lo van a observar con sospecha. En términos generales, el escritor, al plasmar
el tiempo en el que les toca vivir desde la experiencia personal y darlo a
conocer, se transforma en un seductor de los lectores. Los atrapa en sus
narraciones y potencialmente puede llegar a convencer multitudes. Por eso,
desde el poder, se le mira con reserva, rechazo, odio, desprecio, pero
fundamentalmente con miedo. El miedo a los intelectuales, bajo el entendido que
son personas que se dedican a cultivar el pensamiento, es una deriva de su potencial
capacidad de torcer voluntades y señalar lo más oscuro del poder. Nada de raro
tiene que sean perseguidos políticos en las horas oscuras que generan los
regímenes que se oponen a las libertades.
De
genialidades está lleno el catálogo de obras prohibidas, así como las
genialidades ocultas abundan, sin haber podido hacer trascender ni una línea de
cuanto escribieron. Ese raro fenómeno forma parte de lo humano y seguirá siendo
de esa manera, porque a veces, pareciera que el azar gusta salirse con las
suyas.
Eric
Arthur Blair, cuyo seudónimo es George Orwell nos lleva a lugares por demás
conocidos, cuando a través de su obra señala:
“TODOS
LOS ANIMALES SON IGUALES, PERO ALGUNOS SON MÁS IGUALES QUE OTROS”. El ideal
revolucionario con la luna de miel que lo caracteriza y el entusiasmo colectivo
que genera; el temerario concepto de revolución y su inexorable decadencia y
ruindad; la tesis del enemigo interno y enemigo externo como instrumento para
manipular multitudes; la tendencia a distorsionar progresivamente la historia
en la medida que favorezca a la estructura de poder imperante; la inducción del
olvido del pasado y modificación perversa del mismo; la clásica receta de alterar
los símbolos que unifican a las personas en torno a un ideal agrupado; la
propensión a convertir villanos en héroes y demoler a los héroes para que sean
percibidos como villanos.
Todo eso hace Orwell en Rebelión en la granja y por eso sus libros han sido prohibidos en los lugares en los cuales la libertad es aplastada de manera metódica. De ahí que los escritores son temidos y perseguidos, cuando no eliminados físicamente. En muchos casos se intenta que su obra desaparezca y que no queden vestigios de su existencia.
Publicado en el diario El Universal de Venezuela el 14 de julio de 2020.
Ilustración de @Rayilustra
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